domingo, 31 de enero de 2010

Discriminación: Temor a la Libertad

En medio de la desesperación y el sufrimiento, el esfuerzo por encontrar la salida debió ser mayúsculo. Tanto que al cabo de un breve tiempo sus movimientos se hicieron cada vez más lentos hasta caer sin aliento, acurrucado, muy quietecito, tendido en la oscuridad de aquel laberinto tortuoso donde tristemente sus días terminarían. ¿Cuanto tiempo transcurrió ahí, tirado? No lo sé, tal vez fueron horas, quizá solo un instante para que le encontraran yerto, agotado hasta el límite…

-¿Estará muerto? Pobrecito, ya no se mueve… ¿Cómo es que llegó hasta aquí?

Y como si les hubiese escuchado, deseando exclamar para aferrarse a la vida ¡No me abandonen, estoy vivo! Apenas alcanzó a moverse un poco para quedar de nuevo sumido en la bendita inconsciencia…

-¡Mira! ¡Se movió! ¡No está muerto!... ¿Qué hacemos?

Y ocurrió un pequeño milagro... el dulce néctar que con paciencia y amor, gota a gota alimentó su cuerpo, lentamente le regresó al camino de la vida. Primero levantó su aguzado pico para beber la ambrosía, después se irguió tembloroso en las manos de aquél gigante que le arropaba, al cabo, agitando sus pequeñas alas, el colibrí, emprendió el vuelo a lo suyo no sin antes detenerse en lo alto de un arbusto, mirando atrás ¿Agradecido?.

La anterior es una historia basada en hechos que ocurrieron justo hace un par de días cuando compañeros de trabajo encontraron a un diminuto colibrí, en apariencia muerto en el cubo de las escaleras de nuestra oficina. Afortunadamente no lo estaba. Las gotas de agua azucarada que con paciencia vertieron en su pico le permitieron al cabo de un rato emprender el vuelo.

Nada más alejado del altruismo interesado fue ese acto de misericordia. Ejemplo de los miles, millones que se requieren para aliviar el sufrimiento de los seres humanos y de su entorno. Tal es el caso del pueblo de Haití que ha sufrido primero la explotación y el olvido; y después las inenarrables consecuencias del terremoto. Pueblo sediento de lo indispensable que, ante tal desgracia, debería ser objeto de apoyo jamás de agravio por la burla y el sarcasmo.

Como tampoco lo deberían ser, como lo son cotidianamente, las minorías con costumbres, con ideologías, con religiones, con percepciones distintas, que están sedientas de comprensión, respeto y un espacio en una sociedad que debería fortalecer sus valores, antes que aceptar ser esclava del temor a la libertad, sustento de la diatriba, de quienes son incapaces de argumentar y construir puentes de entendimiento.

Por cierto, se han preguntado, ¿A qué se debe el rotundo éxito de la película Avatar más allá de los efectos especiales? ¿Será acaso por que muestra, alrededor del pozo donde se hacinan los temores, al maravilloso prado de la libertad?

Con mis mejores deseos,

Enrique Chávez Maranto
enrique.chm@gmail.com
Twitter @enriquechm

domingo, 24 de enero de 2010

La fuerza de las palabras...

Tomado del santo Evangelio según Marcos 12,28b-34:

Acercose uno de los escribas que les había oído y, viendo que les había respondido muy bien, le preguntó: « ¿Cuál es el primero de todos los mandamientos? » Jesús le contestó: «El primero es: Escucha, Israel: El Señor, nuestro Dios, es el único Señor, y amarás al Señor, tu Dios, con todo tu corazón, con toda tu alma, con toda tu mente y con todas tus fuerzas. El segundo es: Amarás a tu prójimo como a ti mismo. No existe otro mandamiento mayor que éstos.»

«Amarás a tu prójimo como a ti mismo»

Jamás una frase tan sencilla ha impactado tanto a la humanidad. Bastaron tan solo ocho palabras y 28 caracteres para expresar una idea que cualquiera puede entender sin importar cultura, época, país, lenguaje, forma de pensar, sexo, edad, religión o educación. Frase que tristemente pocos aplican, pero que es el ejemplo de como lo verdaderamente importante se explica utilzando muy pocas palabras.

Con el debido respeto a las diferencias, otras frases han tenido un impacto decisivo en el desarrollo de sus destinatarios porque simplemente no es necesario decir nada más… Benito Juárez: « Entre los hombres, como entre las naciones, el derecho al respeto ajeno es la paz ». Barack Hussein Obama: « ¡Sí podemos! ». Mathama Gandhi: « Ojo por ojo y el mundo se quedará ciego »... son muy buenos ejemplos de palabras escasas pero de gran significado.

Hoy tal vez como nunca los ciudadanos del mundo urgen a decidir soluciones a los serios y urgentes problemas que enfrenta la humanidad, sin embargo en el debate de los líderes políticos, la sencillez y la objetividad brillan por su ausencia, prevaleciendo en cambio, el largo discurso del agravio, del enfoque en la coyuntura, de la mentira y de la ausencia de compromiso. Demostrando que nada se entiende o que nada se desea cambiar salvo para proteger o incrementar sus privilegios.

Un amigo en Twitter, @cgf59, expresó en dos breves mensajes: «…me surge la pregunta ¿No les pedimos demasiado a los políticos? »… « ¿Qué quiero decir? que les pedimos que sean ellos mismos los que se auto transformen y ello espontáneamente no sucederá.»

Será porque, salvo honrosas excepciones, los políticos nada entienden, o nada desean cambiar. La única alternativa restante es cambiar nosotros hacia una real ciudadanía.

Con mis mejores deseos,
Enrique Chávez Maranto

domingo, 17 de enero de 2010

¿Filantropía?

No es de gratis que algo o alguien despierte interés… se necesita ser atractivo, gracioso, destacar, tener algo… como el juguete de Pedrito que recibió en navidad y que por si solo bastó para que sus compañeros de juegos giren alrededor de él. ¿Qué si Pedrito es un “nerd”, un “cae me bien”, un bravucón o un bobo? ¡No importa! Sus “amiguitos” harán lo imposible por capturar su atención con tal de que les comparta el gozo de su preciada posesión.


Con el paso de los años los juguetes asumen formas sofisticadas. Para unos su atractivo será la competencia profesional, su imagen o el poder. Mientras lo posean, siempre serán sujeto del interés de quienes desean que se les comparta de algún modo. ¡Señor disputado! Es un honor tenerlo en esta su casa… ¡Don Ramiro Mucha Plata! ¡Bienvenido! ¿Podríamos conversar en privado? Le tengo un negocito... ¡Susi Flor! ¡Niña! Ya sabes que estoy para apoyarte… Solo que nada es para siempre. Los juguetes se rompen o pasan de moda; el poder y la belleza se acaban; y el interés triste, lamentablemente se extingue. De ahí, a la soledad y al olvido basta solo un paso. -¿Te acuerdas de ese señor?, -¿Cuál?, -Si hombre, ese que fue diputado... -No ¡para nada! -¡Pero como no te vas a acordar! Si más de una vez cenó en tu casa… -¡Ah sí! el penitente ese…


Mantener el interés a lo largo del tiempo nunca será fácil. Quien deseando estar en el foco de la atención de la gente no se aplique con disciplina y trabajo sufrirá mucho cuando el juguete e rompa, se agote o pase de moda… renovarse o morir, en el abandono o el olvido, es el nombre del juego que queramos o no todos jugamos personas, empresas, instituciones y países. Un buen ejemplo de ello es el patético caso del pueblo de Haití. Las estadísticas que se pueden obtener de los millones de consultas de información que se hacen a través de Internet muestran que es un país en el que nadie, ni siquiera los propios haitianos, se interesa. Salvo, muy escasamente, sus vecinos más cercanos y eso, tal vez, por los problemas que les puedan causar. Haití ha sido un pueblo olvidado por ellos mismos y por la comunidad de las naciones hasta el día del fatídico terremoto.


Hoy, a raíz de la catástrofe humanitaria sin precedentes, Haití es atractivo para muchos, por muchas razones. Los que nunca hacen nada por el prójimo buscarán mitigar su conciencia con donativos que serán menos que quitarle la mitad de un pelo a un gato. Habrá quienes encontrarán en la tragedia la “maravillosa” oportunidad de abonar su resentimiento en contra de los villanos de siempre. Otros más llevarán agua a su molino en imagen, liderazgo, audiencia, ventas o en la seguramente rentable labor de reconstrucción… y pocos muy pocos, han estado ya y estarán ahí para ayudar con convicción al pueblo haitiano sin mayor propósito que el amor al prójimo.


Es un hecho lamentable que la estadística sobre el interés en el pueblo haitiano solo haya repuntado por el desastre. Lamentable también es que la estadística sobre el interés en México haya descendido un 80% a partir del año 2004 y que solo haya repuntado eventualmente por el viaje de Zelaya, el presunto secuestro del avión por aquel iluminado, el partido de basketball con Argentina, la epidemia de influenza, la violencia del narcotráfico… lástima en verdad. Renovarse o morir es el nombre del juego.


Con mis mejores deseos,

Enrique Chávez Maranto

domingo, 10 de enero de 2010

Calladitos nos vemos más bonitos

-¿Por qué criticas si jamás comprenderás lo que siente una madre? Les llevé en mi seno por nueve largos meses… ¡Caramba, soy su Mamá! Y el Papá se queda calladito, refunfuñando por dentro, pero calladito pues no tiene, ni tendrá jamás argumentos para rebatir el punto. La maternidad las hace diferentes y no hay más discusión posible.

Al hombre le es difícil, por no decir imposible, entender la naturaleza de los sentimientos que motivan la conducta de la mujer. Eventualmente le disgusta, tanto la forma de pensar del género femenino, como el enfoque de sus relaciones, particularmente con los hijos, sin embargo es más que obvio que las diferencias están plenamente justificadas y siendo así el hombre conciente las respeta. Le queda claro que intentar comprenderlas es una lucha perdida. Las mujeres son de Venus y los hombres son de Marte. Punto.

Sin embargo no siempre las diferencias son obvias… con mucha frecuencia se presentan casos donde no hay congruencia entre la percepción de la realidad de quien observa y los mensajes que recibe. Para él, lo que observa, es un pato pues tiene plumas, camina como pato, hace “Cuá, Cuá” y punto. Pero cuando el presunto pato contesta: que si bien es cierto que él tiene plumas, que camina como pato y que hace “Cúa, Cúa”; también es cierto que no siente como pato por lo tanto NO es pato y punto. Bastará nada en esas circunstancias para desatar una discusión donde el agravio, el primer paso a la intolerancia, encuentra el caldo de cultivo ideal. De no mediar la prudencia al final del día las posiciones se tornarán irreconciliables.

Un buen ejemplo de eso es la diatriba –no debate- que ha causado la legalización del matrimonio y la posibilidad de adopción por parte de parejas de homosexuales recientemente aprobada en el Distrito Federal. El concepto de familia, la legitimación de la reproducción por el Amor, la aspiración de trascendencia a través del linaje, la información o desinformación sobre la sexualidad, los mitos y/o realidades de la conducta y el ser homosexual, y los dogmas políticos y religiosos, entre otros muchos factores; todos temas subjetivos, provocan un corto circuito de intolerancia y agravio en grupos heterosexuales cuando se trata de dar una respuesta a la reivindicación que exige la población homosexual quien, si bien en principio igual biológicamente, se siente y se percibe de manera diferente. Población homosexual donde por cierto, también existen grupos que con igual intolerancia agravian a quienes piensan de manera diferente. La opción, es un hecho, nunca será la intolerancia. Baste recordar las infamias que se han cometido como resultado de la intolerancia religiosa, política, racial, económica, de clases sociales, entre otras.

El Ser tolerante en cambio, con valentía, convicción y auto control, sin renunciar a las ideas o al debate, supera la tentación del enfrentamiento estéril cuando comprende que el respeto mutuo debe prevalecer al ser imposible comprender el sentimiento de una realidad ajena; cuando comprende que el fundamento de la intolerancia es el miedo a perder los apegos y que solo tolerando la intolerancia será factible, algún día superarla. Y esto vale para todos.

Con mis mejores deseos,

Enrique Chávez Maranto
enrique.chm@gmail.com

domingo, 3 de enero de 2010

¡Aquí mando Yó!

El fallido atentado al vuelo Ámsterdam – Detroit me dio la idea para celebrar el 28 de diciembre, el “Día de los Santos Inocentes”. En esa fecha, si solicitas en préstamo una pequeña cantidad dinero, un libro, un juguete, etcétera, arguyendo una historia falsa y lo obtienes, al momento de recibirlo te bastará decir “inocente palomita que te dejaste engañar” para no estar obligado a devolverlo.

Ese día -y en otros días también, solo que el 28 se toman a broma- pululan las noticias destinadas a engañar a los lectores por lo que no me quise quedar atrás: difundí una noticia falsa en la Internet: Informé que el New York Times habría revelado la presencia de agentes armados de la inexistente Unidad Táctica Antiterrorista de los EEUU en el Aeropuerto Internacional de la Ciudad de México en previsión de ataques terroristas.

La noticia sería creíble por dos razones: 1) Justo el día anterior, el 27, había ocurrido el atentado en Detroit y 2) El pueblo mexicano es muy sensible al tema de la operación de agentes extranjeros en nuestro territorio. Para mi mala suerte, mi broma no hizo gracia. Nadie la comentó. Lo que si ocurrió el día de hoy fue que la boca se me hizo “chicharrón” –le ocurre a quien hace un mal augurio y este se cumple- cuando leí la noticia publicada por José Gerardo Mejía del periódico El Universal: “EU coloca “filtros” en aeropuertos del país” y cito: “De acuerdo con información contenida en un par de oficios a los que tuvo acceso EL UNIVERSAL, los enviados de EU supervisan de manera directa el paso de extranjeros por territorio nacional en las terminales aéreas de la ciudad de México, de Cancún y las principales metrópolis del país”

La situación jurisdiccional de agentes extranjeros manejando información delicada es de pesadilla. Primero, porque el gobierno mexicano subordina a autoridades de inteligencia migratoria para facilitar/obedecer las peticiones de los funcionarios estadounidenses por las necesidades de seguridad de estos. Segundo, por qué esos agentes extranjeros le reportan a su gobierno, incluida la información relevante que puede o no tener vínculos con movimientos terroristas sobre extranjeros que pasan por los aeropuertos mexicanos.

¿O será que el tratado de cooperación se aplica también en aeropuertos estadounidenses, con funcionarios mexicanos revisando in situ las listas de pasajeros; interrogando e incluso autorizando o denegando el acceso y pases de abordar incluso a pasajeros de aerolíneas con bandera de otros países? ¿Puede Estados Unidos imponer tales procesos de vigilancia incluso cuando van más allá de la cooperación bilateral?

Si bien no podemos negar que México depende en buena medida del factor Washington para tomar muchas decisiones políticas, económicas y sociales, como país se tiene que estar consiente de los límites en la cooperación cuando se vulneran aspectos fundamentales. México es un estado con geografía propia, sistema político, población más o menos homogénea, entre otros; así como con un gobierno medianamente funcional que tendría que cumplir con sus responsabilidades antes que delegarlas al vecino más fuerte. Eso es lo que diferencia a un país consolidado, que histórica y prácticamente es México, de naciones como Somalia en el que el escenario regresa unos cuatrocientos años en materia de organización política y social. Recuerda discusiones entre padres e hijos cuando estos últimos comienzan a definir su independencia…

-Te he dicho mil y un veces que mientras dependas de mí las cosas se hacen como yo digo… -Pero Papá… No se te hace que ya estoy grandecito para tomar mis “propias” decisiones… ¡Ya no soy un niño!

-Podrás decir misa y rezar el padre nuestro, pero se hace lo que yo mando. Si quieres decidir, primero… ¡gánate el derecho! Sí hijito, las cosas no son sencillas. Me voy de “reve” y ya agarraste a tu guaje ¿No? A ver dime… si chocas el coche ¿Quién será el pagano? ¿Quién pagará la reparación? ¿Tú, de dónde mi alma? ¡Por favor, no me hagas reír!… si no tienes para pagar el papel de… Bla, Bla, Bla…

Cuando los padres se niegan a conceder a sus hijos el ejercicio de la libertad esas discusiones suceden todos los días. Los argumentos más comunes: “Aún no eres responsable de tus actos” “Dependes de nosotros” y normalmente terminan con la frase “Cuando seas capaz de ganarte la vida… entonces, ¡no antes!”

México, en los hechos, muy lamentablemente se ha colocado en esa triste posición de dependencia.

Con mis mejores deseos,

Enrique Chávez Maranto
enrique.chm@gmail.com