sábado, 30 de octubre de 2010

La Parca y el Rey

Acostumbrada al miedo de aquellos a quienes tocaba la puerta, no era dada a brindar consuelo y menos a perder el tiempo pues su lista siempre era extensa.

Pero en esta ocasión fue diferente, lo percibió al primer instante. El sujeto no le tenía miedo, tenía una inmensa tristeza…

¡Vamos! ¡Vamos! Anímate, ¡hombre! No pongas esa cara… Mira que todos tienen que pasar por este último trance… ¡Te aseguro que después pensarás que no valió la pena el traguito amargo por el que ahora pasas! Si te portaste mal en esta vida, no pasará de un ratito en el infierno y ahí, por bien portado te reducen la condena; te dan libertad condicional en el purgatorio y al cabo de unos cuantos años, estarás tocando las mismísimas puertas del paraíso. ¡Vamos, vamos…! No pongas esa cara… ya verás que todo estará bien…

El hombre intentó esbozar una suerte de sonrisa pero el efecto fue patético. Tal era su tristeza que su último vestigio de fortaleza se desvaneció en un mar de llanto ante las palabras de consuelo de aquella dama, impecablemente vestida de negro, cuyo rostro se perdía en las profundidades de la capucha que le servía de marco…

No tengo miedo a morir -entre sollozos le dijo- ni al sufrimiento. Que ha poco, en un solo instante, al tomar conciencia de mi pecado he sufrido más que lo que cien infiernos y mil purgatorios me pudieran causar. Para mí, tu encargo es el principio del final de mi castigo y por eso no quiero acompañarte. No merezco tal piedad.

El peor castigo para mis culpas –continuó diciendo- será permanecer aquí y eso deseo ahora que sé el mal que causé a muchos miles de inocentes que ya te han acompañado.

Mi soberbia, esa que todos veían menos yo, esa que ciega a quien la padece, no tuvo límites. Nunca escuché a nadie, solo en los escasos momentos de desesperación, preguntaba ¿Por qué no entienden que lo que ordeno y hago es por su bien?

Me hice líder a toda costa pues me sentía elegido para salvar a mi pueblo. Nada me importó con tal de obtener y conservar el poder… En mi soberbia disfrazada de la búsqueda del bien común, emprendí una lucha contra un enemigo imposible vencer.

¿Cómo vencer a aquellos que crecieron como yo de la semilla de la ignorancia? Abonada en mi caso por la soberbia y en ellos, por el resentimiento?

Y así –continuó entre sollozos- la cruenta mortandad, solo vista en guerras que ya eran historia vieja, regresó a mí tierra causando indescriptible dolor y sufrimiento. Miles de muertos causé por mi ceguera y obstinación. Y vestí una coraza que no dejó llegar los lamentos a mis oídos, ni ver la sangre derramada. Mi respuesta a todo eso fue siempre la misma. No cejaremos.

Impresionada la Dama de negro, reflexionó por unos instantes y tomando su lista tachó el nombre de nuestro triste personaje anotando al margen:

“Construyó su propio infierno, justo acaba de entrar en él y ahí se queda.”

La parca, presurosa como siempre,
Entró a palacio para al rey llevarse al panteón,
Pensó que este, como tantos otros mortales,
Muerto de miedo estaría nomás de intuir su presencia…
Pero cuál sería su sorpresa cuando en lugar de la corte…
Encontró un infierno hecho y derecho a la medida del rey.
Ante eso ni tarda, ni perezosa la parca buscó en su lista,
Los pecados del mentado y al ver cuán grandes eran,
Sin dudar un solo instante, dijo…
Que se quede a pagar aquí sus culpas…
¡No hay lugar en el panteón para él!

Con mis mejores deseos,

Enrique Chávez Maranto
enrique.chm@gmail.com
Twitter @enriquechm

domingo, 24 de octubre de 2010

La Verdad

Tanto platican de ella que la he imaginado de mil formas…

Cuando presiento su presencia al buscarla… ¡puff! desaparece dejando tras de sí sólo el sutil perfume de su recuerdo que me dice, quedo, muy quedito “Sí, sí, estuvo aquí” y yo digo quizá…

¿Será que realmente exista? Todos presumen de conocerla pero nunca alguien me la ha podido presentar. ¿La conoces? pregunto. “Sí” responde de inmediato, ¿Me la presentas? Y es en ese momento cuando surgen mil pretextos. Que si ahora no está, pero al rato regresa. Qué si es muy tímida y prefiere la soledad. Qué si la fueron a buscar y no la encuentran. Que ya viene, qué la espere un momentito y al hacerlo veo al anciano que me precede, joven hace años cuando sentó en la sala de espera…

Lo que sí es que todos juran que por ella darían la vida.

Afirman qué tal es el amor que infunde que jamás renunciarán a sus favores como si fuera suya desde siempre. Aunque, jamás, nadie les haya visto caminar del brazo…Y así surgen los duelos por su honra donde el vencedor solo, herido, agotado, emprende el camino a su castillo donde según él, le espera…

¿Será realmente que exista? ¿Habré imaginado el olor de su perfume que, de escaso, apenas guardo memoria? ¿Seré acaso el único infortunado que no ha atinado a verla, así fuera de lejos? ¿Llegará a tanto mi ceguera?
De serlo, grande sería mi pena por perderme tal portento. Pero de encontrarla, también grande sería mi miedo. Pues los maledicentes afirman que primero, embruja y roba el alma de quien la admira y después le incita a jugar la vida defendiendo su honra en el campo del honor.

Muchos señores han de tener a la Dama cuando tantos pregonan gozar de sus favores. Pero… ¿Será la misma? Todos usan el mismo nombre pero la describen de modo diferente.

“La Verdad” es su nombre.

Así, líderes fundamentalistas conducen a muchos a defender su verdad hasta la muerte, convencidos de poseerla. Y muchos, millones en el mundo sufren por ellos y por su inútil pretensión de convencer o aniquilar a los impíos, a esos malísimos arquetipos… del mal.

Y me pregunto ¿Para beneficio de quién? ¿De los líderes fundamentalistas? No, ellos mueren. ¿De sus seguidores? Tampoco, ellos también mueren. Los bandos en pugna jamás se benefician aun cuando alguno se declare vencedor. Pues el sedicente triunfador siempre regresará, solo, herido, agotado, a su castillo no al gozo de su verdad, si no a la espera del siguiente desafío donde arriesgará la vida para defenderla.

En una lucha perene e inútil. Porque la verdad, esa que dicen tantos poseer, existe sólo en el imaginario colectivo de la inseguridad que necesita de aferrarse a una roca firme que sólo podría encontrar dentro de sí.

Nunca afuera donde la falsa verdad ha sido construida siempre para beneficio de alguien más.

Con mis mejores deseos,

Enrique Chávez Maranto
enrique.chm@gmail.com
www.ramari.blogspot.com
Twitter @enriquechm

sábado, 16 de octubre de 2010

Los 33 y Pasta de Conchos

“La verdad no veo cómo es que ahora las cosas si van a cambiar... a ver dime, ¿Por qué tendría que ser diferente? ¿Qué tiene este que no tengan los otros? ¿Recuerdas a Rogelio? Aquel que por andar de enamorado y seguir a una muchacha me dejó a media calle y por poco me atropella un coche… ¿Y el tal Juan? que no daba una para encontrar una dirección y que me traía a la vuelta y vuelta desgastando mi bastón hasta que me entero que no sabía leer el muy bruto…

No, no, la verdad no “veo” como pueda confiar en esa runfla de pelafustanes que malamente se hacen llamar lazarillos… ¡Yo ciego y ellos unos pillos buenos para nada!

Me llevan por donde se les pega la gana, después de pasar charcos e inmundicias mis zapatos apestan a todo lo que puedas imaginar; me arrastran en medio de multitudes y acabo todo lleno de moretones. Mira que no veo pero ¡Sí siento!

Se aprovechan de mi ceguera para robar mi dinero… ¡Se llevan todo lo que pueden! Y cuando reclamo me dicen que merecen todo eso y más. Porque yo sin ellos, sería un perfecto inútil que no podría llegar ni a la esquina…

En fin, no “veo” como pueda confiar en ellos…”


Esa era la sentida queja de un viejo ciego desconfiado de sus lazarillos quien no podía ser de otra manera. Pues como él mismo dice, “la burra no era arisca… los palos la hicieron”... tal como nosotros, ciegos de los malos lazarillos que a fuerza de palos han provocado que perdamos la credibilidad y la fe en las instituciones.

De ahí que el contraste entre el exitoso rescate de los 33 mineros chilenos y nuestra tragedia en la mina de Pasta de Conchos haya provocado fuertes críticas respecto de la actuación de las autoridades. Se hayan hecho las cosas bien o mal no importa. Como quiera “juan se llaman” porque la percepción es lo que cuenta.

Sin ser un experto en la materia me queda claro que la técnica chilena no hubiera podido aplicarse en la mina mexicana entre otras razones por la presencia del gas metano que al explotar fue la causa última de la catástrofe. Y digo la “última” porqué antes del accidente debieron presentarse graves fallas en las medidas de seguridad tal como con toda seguridad ocurrieron en la mina chilena. Dicen los expertos que “los accidentes no nacen… se hacen.

Lo que también resulta evidente es que el manejo de la crisis chilena fue impecable y que el éxito del rescate derivó de un liderazgo efectivo que permitió la coordinación, la comunicación y la colaboración de todos los que participaron. Lamentablemente no se puede decir lo mismo del caso de Pasta de Conchos que provocó en los ciegos, como yo, aún más desconfianza en los lazarillos. Sin embargo hay otro aspecto que no requiere explicación que me hizo notar una amiga lectora en la siguiente reflexión…

“Siento una gran alegría por el pueblo Chileno. Están borrachos de felicidad. Un final feliz en un mundo donde solo escuchamos catástrofes, donde los muertos son solo estadísticas. Un mundo donde hemos prohibido a la imaginación y al corazón ver más allá. Porque no queremos sufrimiento, ni saber quiénes eran, ni qué hacían, ni quiénes les amaron.

Sin embargo surge un milagro. Que nos saca del entumecimiento emocional y poco a poco nos contagia. Que hace importante la vida de esos 33 hombres y nos lleva a imaginar sus pesares, a conocer sus nombres, sus familias, sus amores. Y así el tan esperado rescate llega y rescata a muchos más de esos 33.” Nay Marrufo


Y es verdad, ese es el legado. Se rescata la vida de 33 mineros pero también el espíritu y la esperanza de millones en que las cosas buenas también ocurren.

Con mis mejores deseos,

Enrique Chávez Maranto
enrique.chm@gmail.com
Twitter @enriquechm

sábado, 9 de octubre de 2010

Imagina

Nada que el Ser humano libre pueda imaginar está impedido.

Del autor de “
Imagina”, John Winston Lennon, (1940-1980) conocí su pensamiento a través de la pequeñísima ventana de la música y la letra de sus canciones que me han acompañado desde mi juventud.

En ocasión de la celebración el 9 de octubre pasado, de un aniversario más de su nacimiento, como un homenaje a su memoria, intercalé mi reflexión entre las estrofas de la canción más representativa del pensamiento del hombre que hoy es un mito.

“Imagina que no existe el paraíso / es fácil si lo intentas / sin el Infierno debajo nuestro / arriba nuestro, solo el cielo”

La imaginación es la más poderosa, pero también es la menos utilizada de las armas. Prisionera como está tras la puerta del “no se puede” Encerrada por la soberbia con los candados del temor y la ignorancia. Vigilada por carceleros que exigen obediencia ciega para disfrutar el paraíso que nunca llega so pena de sufrir por toda la eternidad en los infiernos.

“Imagina a toda la gente / viviendo el hoy...”

Y sigue ahí tras las rejas. Pues aún no hemos podido encontrar las llaves de esa libertad que lleva a vivir con pasión “el hoy” construyendo los anhelos que surgen del alma, pero que no encadenan.

“Imagina que no hay países / no es difícil de hacer / nadie por quien matar o morir / ni tampoco religión / imagina a toda la gente / viviendo la vida en paz...”

Anhelos de un mundo viviendo en paz, sin los muros y fronteras que separan lo inseparable, la tierra, en países que requieren de la ofrenda de muertos en guerras sin sentido.

“Puedes decir que soy un soñador / pero no soy el único / espero que algún día te unas a nosotros / y el mundo vivirá como uno”

Sueños de anhelos por construir. Sueños que ya no son de uno solo. Sueños que comparten los muchos que día tras día se suman a la causa de derruir las rejas de la celda donde la imaginación está prisionera.

“Imagina que no hay posesiones / quisiera saber si puedes / sin necesidad de gula o hambre / una hermandad de hombres / imagínate a toda la gente / compartiendo el mundo”

Porque entendemos que ese es el primer paso hacia un mundo unificado, sin gula o hambre, donde tiene plena vigencia la sentencia del poeta mexicano, Salvador Díaz Mirón […nadie tiene derecho a lo superfluo mientras haya quiénes carezcan de lo indispensable…]

Hacia un mundo donde la gente comparta con equidad lo que se tiene, porque no hay fronteras ni posesiones. Hacia un mundo donde las raíces del ego y sus apegos no tengan más cabida…

Un mundo ideal fue la propuesta de John Lennon pero también el más poderoso imán. Que solo la imaginación puede proveer para atraer la conciencia y conducir los pasos de los Seres libres por el sendero que conduce a la justicia, la equidad y la paz del mundo.

Mark Chapman, el 8 de diciembre de 1980, terminó con su vida, pero jamás con su legado:

“Todo lo que pedimos, es dar una oportunidad a la Paz”, John Lennon

Con mis mejores deseos,

Enrique Chávez Maranto
enrique.chm@gmail.com
Twitter @enriquechm

sábado, 2 de octubre de 2010

Melo

El Amor para los seres humanos no lo es sin él sazón del sufrimiento...

Pues en la receta de la creación se incluyó como ingrediente el drama permanente del dilema. Así, congruentes con su naturaleza los opuestos les definen: Sentimientos de temor y amor, conciencia e ignorancia, humildad y soberbia, generosidad y avaricia, todos a un tiempo, en el mismo crisol, dan como resultado la maravillosa diversidad de su existencia.

Pero los equilibrios se han roto y hoy nuestro México sufre las consecuencias de la exacerbada prelación que hemos dado a la ignorancia, el temor, la avaricia y la soberbia sobre la conciencia, el amor, la generosidad y la humildad. Y los efectos están ahí, salvo para aquellos que prefieren encerrase en su esfera de cristal y no ver.

No ver que el narcotráfico, la inseguridad, la corrupción, la polarización, el abstencionismo y la pobreza entre otro muchos males, no son problemas independientes como nos lo han querido hacer ver. Se entrelazan formando un todo que tiene como raíces a la inequidad y a la injusticia. Cimientos que hay que derruir asumiendo a México como responsabilidad de todos, no únicamente del gobierno en turno.

Mucho se ha dicho que no basta con señalar, que hay que dar soluciones. Y es correcto. Solo que la solución no cabe esperarla de alguien más. La solución está en todos, porque México es responsabilidad de todos. Reconociendo, aunque duela, la realidad nacional porque solo así podremos transformarla haciendo lo correcto. Cada uno en la medida de sus posibilidades. Cada quien con el instrumento que le toca interpretar.

Porque nuestra vida es la música donde nota tras nota se suceden los hechos de nuestra existencia y del México nuestro. Unas sonarán bien, otras desafinarán, pero una vez expresadas quedarán. Nadie las podrá borrar de la memoria del que escucha atento.

Así que cuando de elegir la siguiente nota se trate, tenga presente que la conciencia, el amor, la generosidad y la humildad no le son ajenas; que siempre han estado en Usted.

Y para los momentos aciagos recuerde qué el tiempo de una nación no se mide en hojas calendario. Que lo de hoy, no es México, México es mejor y es más grande, porqué los hechos están ahí, aunque muchos pretendan ignorarlo.

Nada es imposible, el cielo o el infierno lo construimos nosotros.

El título de esta columna no tiene nada que ver con el contenido. Constituye un humilde homenaje a Baldomero Jiménez López, “Melo”, para quien el fundamento de la lealtad y la amistad incondicional fue el respeto. Ave de tempestades, Melo encontró en su querida Mariana amor, paz y sosiego. No le extrañaremos pues seguirá en nuestro corazón. A Melo, mil gracias por su afecto, ¡Mil gracias por todo!, Descanse en Paz. Cariñosamente Sura, Pingo y Guille.

Con mis mejores deseos,

Enrique Chávez Maranto
enrique.chm@gmail.com
Twitter @enriquechm