sábado, 23 de junio de 2012

El fin de nuestro mundo...


A propósito del advenimiento del año 2000 (Y2K), conforme transcurrían los últimos años del siglo pasado, muchos anticiparon una catástrofe tecnológica que habría implicado el retroceso de nuestra civilización casi a la época de las cavernas. En estos días al igual que entonces prevalece la incertidumbre por el futuro del país.

Nada ocurrió en el Y2K, sin embargo no se ha recuperado la tranquilidad por lo que en años recientes con base en diversas interpretaciones del calendario maya y otras profecías, hay quienes han llegado al extremo de predecir el fin del mundo justo el próximo 21 de diciembre de este año.

En los millones de creyentes de esas teorías la desesperanza y el fatalismo parece haber permeado por el deseo colectivo, no confesado, de acabar de una buena vez por todas con una existencia a la que no encuentran mucho sentido.

Cambio climático, explosiones solares, hambrunas, deterioro de la calidad de vida a niveles nunca antes vistos en diversas geografías, economías al punto del colapso, guerras, terrorismo, narcotráfico, inequidad, genocidio, desastres naturales de alto impacto en la población, manifestaciones de descontento multitudinarias e inéditas y liderazgos corruptos son hoy la noticia cotidiana.

En consecuencia se suceden, una tras otra, reuniones de los líderes buscando prescribir la receta idónea para los males del mundo, pero terminan utilizando la misma que solo extiende la agonía del paciente.

Y en ese mar navega el México del vaso medio vacío, débil, corroído por dentro, el del velamen deteriorado y tripulado por una marinería dividida, incapaz así de enfrentar la tormenta anunciada por los vientos y los nubarrones, que no son especulaciones esotéricas, que existen, que están ahí a la vista de quienes los quieran ver.

Pero al mismo tiempo también es el México del vaso medio lleno; de gente capaz, de gente honrada, de recursos valiosos, de historia y de raíces de las que podemos sentirnos orgullosos; de un vaso que hace falta muy poco para completarlo hacia un futuro promisorio y por todo esto voy a votar.

Si el próximo 1 de julio nos abstenemos o anulamos nuestro voto, sería tanto como paralizarnos a la espera de un milagro que nos libre de las trágicas consecuencias de la tormenta. Por el contrario si la fuerza de nuestra convicción en el futuro promisorio del país, mediante nuestro voto se traduce en un liderazgo fuerte sin asomo de duda respecto de su legitimidad, podremos preparar todos a nuestro país para sortear las dificultades.

Nos guste o no, solo tenemos cinco opciones, una es el camino del vaso medio vacío del abstencionismo, del voto nulo, en blanco o “útil” que nos mantendría  como un pueblo resentido, desesperanzado y sometido a una larga agonía. Las otras cuatro, cualquiera de ellas, podrían significar la visión del vaso medio lleno que podemos proveer a las generaciones venideras.

Una minoría decidiendo nuestro destino definitivamente no es más opción. México es mucho mejor que eso. Depende de todos nosotros, la mayoría, hacerlo realidad cumpliendo con el compromiso mínimo que tenemos con el país:

¡Votar!.

Reciban un afectuoso abrazo,

Enrique Chávez Maranto
enrique.chm@gmail.com
twitter.com/enriquechm

domingo, 17 de junio de 2012

El Chepe


Sierra de cañones y barrancas espectaculares, cubierta por el deteriorado tapiz de un bosque agonizante, es el asiento de una cultura añeja cuyo apego solo abraza a la madre tierra y a nadie más; pobre, pero solo a la vista del miserable por su inconsciencia y sí, rica, alimentada por el fruto de los cultivos abonados con alegría de vivir.

La cultura rarámuri, la del pueblo de los pies ligeros, está sujeta a un proceso gradual de deterioro que le conducirá más tarde o más temprano a la extinción, merced a modernas formas de  evangelización conducidas por intereses que ven en ella y en su entorno una magnífica fuente de utilidades.

La iglesia católica “respeta su cultura y sus costumbres” pero desintegra las comunidades cuando catequiza en sus internados a los infantes rarámuris buscando incrementar la cada vez más exigua matrícula de los seminarios. Por su parte, la industria sin chimeneas vende el inigualable paisaje de una geografía agreste y bella, pero también los sentimientos que provocan las formas de una cultura incomprensible para la mayoría de los turistas; en tanto los tala montes someten al bosque a una larga agonía al depredar el hábitat, que ya poco puede apoyar al sustento del ecosistema de la sierra tarahumara y ni que decir del narcotráfico, que encuentra en los valles escondidos el refugio ideal para sus andanzas.

Salvo el indígena, todos ellos se benefician solapados por un gobierno que solo barre por donde mira la suegra para que el visitante parta engañado con el recuerdo de la escenografía de una moderna infraestructura, sin conocer que empieza unos cuantos kilómetros antes  y termina un poco después del último parador turístico. Antes y después de eso, incontables kilómetros de brechas en tierra de nadie; de ahí que el pretencioso ferrocarril “El Chepe” sea el medio de acceso privilegiado, por no decir que el único, a ese territorio.

Pero los problemas de los rarámuri no terminan ahí. Hoy la sierra tarahumara vive una grave crisis por los efectos de la prolongada sequía  que afecta al norte del país y a las comunidades indígenas, que no necesitan ropa, ni zapatos para defenderse del frio pues justo eso es lo que han aprendido a hacer, y muy bien, a lo largo de cientos o miles de años.

Ellos, lo que en verdad necesitan es que los dejen en paz, que se respete su cultura, que se suspenda la “evangelización” que desintegra sus comunidades, que se  suspenda la depredación de los bosques y se les provea de agua para sus cultivos en tanto regresan las lluvias.

Lo dijo bien Carl Lumholtz, explorador noruego de la Sierra Madre en el siglo XIX… “Indígenas como son me han enseñado una nueva filosofía de la vida, pues su ignorancia que está más cerca de la verdad que nuestras preocupaciones”

Al margen de la reflexión anterior, los amantes de la naturaleza encontrarán en la sierra Tarahumara un cúmulo de experiencias inolvidables entre ellas el trato cordial, solicito y respetuoso de la gente que atiende, y muy bien, a turistas de todas las latitudes.

Reciban un afectuoso abrazo,

Enrique Chávez Maranto
enrique.chm@gmail.com
twitter.com/enriquechm

viernes, 8 de junio de 2012

Láminas nuevas para el techo de Don Jorge...


En una casa que tiene todos los servicios integrados: la cama, la estufa, el comedor, la sala, todo en un espacio de escasos 9 metros cuadrados, se sostuvo la siguiente conversación en el año de 2009 durante las campañas de las elecciones intermedias, entre Doña Emilia y su esposo Don Jorge, personajes de carne y hueso, muy versados en temas electorales…

-¿Y ahora a quien le toca? Fue lo primero que Don Jorge preguntó a Emilia su esposa, quien en ese momento estaba preparando una tacita de café para iniciar el día.

-Pues, mira, el lunes fueron los azules, el martes los amarillos, seguro que hoy nos tocan los rojos pues los partidos chiquitos no quieren venir a echar dinero bueno al malo y ya no se paran por la colonia…

-Ya dijiste Emilita, hoy nos toca ir de camiseta y gorra roja…

-Pero ¿ves como tuve razón en ahorrar un poquito para gastarlo en la campaña? Antes te regalaban las cosas, pero con eso de la mentada crisis, nos las venden pero eso sí, ¡muy baratas!

-Para que te digo que no, si sí. Tenías razón, el atado de láminas para el techo nos lo dieron a 100 pesos; la camionada de arena para el relleno de la calle sólo nos costó cooperar para la gasolina y la propina del chofer, pero las despensas… esas sí que estuvieron caras…

-No te quejes viejo, mira que ya quisiera yo que hubiera más campañas... ¡para que siquiera se acuerden de nosotros!

Y así con la curiosidad de lo que traería el candidato en turno, Don Jorge y Doña Emilia, que en esas fechas aprovechaban para comprar láminas, madera, despensas; ir al doctor o al dentista de la brigada médica gratuita patrocinada por el partido en turno. Se dispusieron a iniciar un día más en una de las miles de colonias marginadas convertidas en campo de batalla, perdón ¡de la campaña! electoral.

Recordé entonces a uno de los más notables aforismos de la política mexicana atribuida a Don Jesús Reyes Heroles: “…en política, frecuentemente, la forma es fondo.” lo que podría llevar a concluir que la percepción de liderazgo e integridad de un candidato corresponde efectivamente a lo que realmente es y por lo tanto, podríamos otorgar nuestro voto confiados de que no tirará sus promesas de campaña en el bote de la basura el día después de la elección.

Pero ese aforismo es algo en lo que no está de acuerdo Don Jorge. Él, desde la perspectiva de quien vive en una colonia marginada -como las tantas que solo son visitadas por los partidos políticos durante las campañas para atraer el voto legitimador- afirma que a los partidos políticos les basta la imagen del candidato y que el fondo es lo de menos.

Y va más allá, al imaginar que los candidatos son como los medicamentos que  receta un doctor sin escrúpulos no para curar al paciente, sino más bien para exprimirlo jugando con la esperanza de la sanación.

-¿Y cuando el paciente se da cuenta del engaño? ¿Cuándo el medicamento deja de rendir votos? ¿Qué sucede?…

-Pues nada grave responde Don Jorge… ¡simplemente cambian la receta! y se recicla el candidato pues lo que a los partidos políticos importa es ganar a toda costa, que si el candidato es un pillo con cara de ángel, no importa. Basta con que hable bonito y que su carita o su elocuencia se traduzca en votos.

-Le pregunto… ¿Qué no habrá candidato que realmente valga la pena?

-Cuando empiezan sí, pero una vez que pueden comprarse su gran carro, cuando dejan la cerveza por el güisqui, comen en restaurantes de postín y prueban las mieles del poder, los de atrás, nosotros, los de las colonias, atrás quedamos.

-Insisto, y ¿Luis Donaldo Colosio? ¿Qué acaso no habría valido la pena?

-Bueno sí, igual que Maquío y otros grandes, solo que no supieron esperar para abrir la bocota… por eso los callaron.

-Finalmente Don Jorge, dígame por favor ¿que esperaría de las campañas…?

-¡Pues que haya más!

¿Qué no ve que el techo ya tiene láminas nuevas?  

Reciban un afectuoso abrazo,

Enrique Chávez Maranto
enrique.chm@gmail.com
twitter.com/enriquechm

sábado, 2 de junio de 2012

Yo veo un México...


 “… Es oportuno que los mexicanos escuchen de las opciones, y que juzguen no a partir de la emoción... no se debe decidir con las emociones, lo que debe decidir el pueblo de México es a partir de la razón…”  Enrique Peña Nieto, Cancún Quintana Roo 30/03/2012

Simplemente sr. candidato Peña Nieto no estoy de acuerdo con Usted.

Porque justamente lo que ha conducido al país al estado en que se encuentra, es el desequilibrio entre las emociones y la razón de los modelos impuestos, de las agendas que responden a intereses ajenos, de la avaricia de la corrupción que ha prevalecido en los gobiernos que hemos padecido.

Porque justamente lo que le hace falta al pueblo para recuperar la esperanza en un futuro promisorio es la emoción y la fuerza que otorgan el orgullo por sus raíces, el reconocimiento de su grandeza, el hecho ser mexicanos, no como nos han hecho creer, sino como realmente somos.

En la realidad que percibo, sr. candidato Peña Nieto, las grandes proezas de los pueblos no se han logrado solo a fuerza de la razón. De hecho, ha sido a fuerza de la razón, que pueblos enteros se han sumido en la desesperanza cuando por la fuerza de la razón de los privilegiados se les han infundido los miedos y el “no se puede”…

¿Acaso el pueblo inglés sobrevivió a sus momentos más aciagos, cuando sola enfrentaba a la Alemania nazi, solo por la fuerza de la razón?

No, Sir Winston Churchill con sus discursos inspiró, apeló a la fuerza de los sentimientos del pueblo británico para superar la dura prueba.

¿Acaso el pueblo americano hubiera podido lograr el liderazgo en la carrera espacial solo con la fuerza de la razón?

No, requirió de aquel memorable discurso de John F. Kennedy en la Universidad de Rice el 12 de Septiembre de 1962 donde dijo “…hacerlo bien, y hacerlo primero. Antes que termine esta década, y porque debemos ser audaces....” Audacia que tiene poco que ver con la razón y mucho con el sentimiento.

¿Acaso Luis Donaldo Colosio no movió las emociones de sus seguidores cuando en su discurso en el Monumento a la Revolución, el 6 de marzo de 1994, expresó la realidad del país con aquellos demoledores “Yo veo…”?

Si, lo que expresó Luis Donaldo fue el sentimiento del pueblo que se proponía rescatar como fuerza impulsora del cambio.

Así no solo hagamos uso de la razón. También es igual de importante preguntarnos quién de los candidatos tendrá esa fuerza impulsora inspiradora del logro que no conoce de recetas aprendidas. Porque otorgaremos no solo el voto y si no también el compromiso de que formaremos parte activa de la transformación del país.

Y porqué México no es así, como nos lo han hecho creer.

Es mejor, ¡Mucho mejor!

Reciban un afectuoso abrazo,

Enrique Chávez Maranto
enrique.chm@gmail.com
twitter.com/enriquechm