lunes, 29 de octubre de 2012

Tendencia Negativa...

Después de verificar meticulosamente la información de los monitores, el director del Centro de Control de Operaciones, el Sr. Mush Dino estableció una conferencia de vídeo con el canciller Rama a quien informó la mala noticia. –Su excelencia, con relación al caso 7262-01 los esfuerzos han sido en vano. No logramos revertir la tendencia del indicador Alegría de Vivir (AV) está abajo del nivel crítico y ahora todo depende de la capacidad de supervivencia de la humanidad.


-Gracias director, contestó sin más comentarios el canciller Rama cortando la conferencia. Dirigió entonces su mirada a las miríadas de estrellas y recordó a las civilizaciones que se habían extinguido cuando perdieron la alegría de vivir en aquel diminuto planeta azul que sus pobladores actuales llamaban la Tierra.

Tristemente, reflexionó, los apoyos habían sido suficientes para que las civilizaciones implantadas en el sistema solar hubieran logrado sobrevivir y desarrollarse más allá de cierto punto. Se preguntó ¿Los humanos serán capaces de corregir el rumbo por su cuenta? ¿La raza humana tiene esperanza? ¿Sobrevivirán? 

Cuando existen más gruñones, de los que amanecen de mal humor un día si y otro también; que siempre apresurados, pareciera tienen por corazón un reloj; incapaces de reconocer el milagro que significa el hecho de despertar en posesión de un cuerpo conformado por billones de células que interpretan, en perfecta armonía, la sinfonía personalizada de su vida; que enajenados, pasan de largo sin percibir la belleza a su alrededor cuando el indicador de la Alegría de Vivir se desploma pues permea la desesperanza en las civilizaciones que terminan auto extinguiéndose, salvo que la respuesta sea “sí su excelencia, la humanidad cuenta con las competencias necesarias para corregir el rumbo”.

Existe mucha gente que ya está consciente de que la Alegría de Vivir está perdiendo la batalla contra la desesperanza por múltiples razones. De todas ellas, la principal es que se esperan que sea el liderazgo quién corrija el rumbo, cuando justo ese enfoque lo único que ha producido son nuevas entradas en el “librito del deber ser” con reglas absurdas que coartan la libertad, la creatividad y la conciencia de la maravillosa naturaleza del Ser.

Compra, aunque no lo necesites… Compite, aunque eso solo te produzca estrés, enfermedades y te aleje de los seres queridos… Apégate, a tus bienes materiales, a tus logros, a tus amores, al alabo... aunque eso solo te conduzca al sufrimiento por el temor a perderlos pues nunca tienes el tiempo necesario para disfrutar realmente de ellos… Y así, las reglas sin fin del “libro del deber ser” convierten al Ser en seguidor antes que en líder y responsable de su propia vida y esto es justo lo que hay que cambiar para corregir el rumbo.

Se necesita gente consciente que reconsidere el enfoque seguido hasta ahora y acepte que la responsabilidad del cambio de rumbo no está en el liderazgo, está en el individuo; que necesita un “libro del deber ser” escrito por él que controle su conducta y lo convierta en seguidor de si mismo y; que ponga manos a la obra donde realmente puedan tener efecto sus acciones, sin pretender cambiar el mundo entero. Empezando por él mismo con pequeñas acciones como los Actos de Buena Voluntad.  

Ceder el paso en un crucero con una sonrisa amable en el rostro, ayudar a un anciano, dar un aventón a quien camina agobiado por el sol o empapado bajo la lluvia, proteger a un ser indefenso; son solo algunos ejemplos de acciones gratuitas en beneficio de quien se ve en algún apuro; que no esperan reconocimiento, que implican algún sacrificio personal y se realizan de forma anónima a desconocidos a quiénes seguramente nunca más se volverá a ver.

Estas acciones tienen un efecto multiplicador, son las que fortalecen la Alegría de Vivir y brindan esperanza a la humanidad.

Reciban un afectuoso abrazo,

Enrique Chávez Maranto
enrique.chm@gmail.com
twitter.com/enriquechm

domingo, 21 de octubre de 2012

Vacaciones en Cancún


La complejidad de la vida moderna plantea el reto de elegir correcta y rápidamente entre una diversidad de alternativas cada vez mayor, sin embargo la calidad en la toma de decisiones es cada vez menor por lo que al final del día nos encontramos insatisfechos, a disgusto o francamente arrepentidos. Veamos la siguiente historia:

Después de una  temporada de arduo trabajo Rodolfo, un joven ejecutivo de una empresa muy demandante, piensa en lo bien que le sentarían unas vacaciones. De mejor humor, alentado tan solo con la posibilidad de un viaje, plantea la idea a María, su esposa, quien de inmediato se imagina en las playas de Cancún disfrutando del esplendido Hotel Spa que está de moda o por lo menos, el tradicional viaje a Acapulco donde se hospedarían en el mejor hotel del puerto como han acostumbrado en los últimos años.

Rodolfo escucha aterrado los planes de su esposa pues si bien es cierto que  necesita descansar, su nivel de gastos y el escaso ahorro no alcanzarían para ninguno de esos destinos. Sus finanzas, en todo caso, cubrirían sólo una semana en un destino eco-turístico bellísimo donde los niños podrían divertirse, su esposa hacer las travesías por el campo que tanto le gustan; él alejarse del tráfico, del caos citadino y del estrés y finalmente todos disfrutar de la mutua compañía que la ciudad tanto restringe.

Pero su idea no se parece en nada a la propuesta de María, sin embargo no desea contradecirla pues negar sus deseos significaría una seria discusión, ya que le había prometido que las próximas vacaciones serían… “a donde ella quisiera”.

Ya sin el buen humor de antes, hace sus cuentas y concluye que podría cumplir el deseo de su esposa tomando el escaso ahorro, saturando la tarjeta de crédito y aguantar, no le quedaría de otra, pagando el “mínimo” hasta el bono que piensa obtendrá a final del año así que con una alegría fingida le dice a María… “vamos a donde tu decidas mi amor”…

La anterior es la patética historia que se repite una y otra vez, en distintas modalidades, cuando hemos de tomar una descisión. En el 99 por ciento de los casos las decisiones no tienen mayor propósito que optar por uno u otro camino hacia la misma meta sin mayores consecuencias. Sin embargo, en el restante uno por ciento, optar por una u otra ruta sí importa pues el destino final de cada una nos ubicará en situaciones distintas. Así, ante la duda sería conveniente contar hasta diez antes de elegir y en el ínterin considerar las lecciones del caso de Rodolfo.

Él tenía muy clara su necesidad: descansar, sin embargo las alternativas incluían los deseos de su pareja y eligió satisfacerlos por temor al enfrentamiento en contra del bienestar familiar ya que su decisión implicó disponer de sus ahorros y comprometer ingresos que ciertamente no estaba seguro de obtener. El resultado fue que regresó de sus “vacaciones” más estresado y endeudado que nunca pues no dejó de pensar, cada vez que firmaba un pagaré de la tarjeta, lo a gusto que hubiera estado en aquel paraíso que prometía descanso en lugar de sufrimiento cada vez que estampaba su firma…

En síntesis Rodolfo supo lo que necesitaba, pero cometió los cuatro pecados capitales que aseguran la infelicidad: no distinguió entre deseos y necesidades; se dejó llevar por el temor; fue un necio pues antes de crear valor para todos, destruyó el valor de los demás y el propio, y finalmente no enfrentó con la actitud adecuada las implicaciones de su elección.

Solo me resta decir que no añoren aquello que no tuvieron el carácter de elegir, ni se arrepientan del camino que tomaron. En todo caso, aprovechen la experiencia.

A propósito ¿A qué conclusión llegarían en el caso de México y la necesidad de la reforma laboral?

Reciban un afectuoso abrazo,

Enrique Chávez Maranto
enrique.chm@gmail.com
twitter.com/enriquechm

domingo, 14 de octubre de 2012

Miedo a la Felicidad


“Luz de luna, piano… calman el alma cuando, en el momento de la íntima soledad, el rostro muestra la intención de la eternidad.” 

Enrique Chávez Maranto

-¿Eres feliz? Brotó inoportuna la pregunta en tanto, para tantos, es cosa tan distinta…

-Si y no. Respondí pronto, cual buen torero, esquivando la cogida del toro de mi propia conciencia. ¿Soy feliz? pregunté para mis adentros esperando que el rostro no mostrara duda o falsa seguridad.

Si, soy feliz –le dije- cuando disfruto de buena compañía y buen vino bajo el manto de las estrellas en una noche de verano con una brisa firme que me susurra estas palabras… Soy feliz cuando por las mañanas salgo al jardín y escucho la naturaleza susurrando en el canto de los pajarillos, palabras más palabras menos, ¡todo esto es vida!

Soy feliz cuando después de un eventual “mal” día en el trabajo, al ir camino a casa, me envuelve el ronroneo de mi auto que susurra quedamente al oído, ¿Ya viste el mar? ¿Y el cerro de San Martín? ¿Ya viste las maravillas que nunca ves pero que siempre han estado ahí para tí?

Soy feliz cuando la sonrisa de mis seres queridos o la ternura de su mirada susurran el amor. Soy feliz cuando, mis manos quietas hace un momento, ahora veloces sobre el teclado expresan lo que mi alma siente.

-¿Y cuándo no eres feliz? Pide concluir mi amigo…

-Cuando, querido amigo, he de olvidar lo feliz que estoy por contestar tu pregunta...

Cinco años después de muchas experiencias, la reflexión anterior continúa vigente salvo la última respuesta que en realidad no aporta nada. Pero antes de contestar cuando no soy feliz intentaré explicar las causas de la infelicidad haciendo uso de ideas dispersas en otras reflexiones. Una de ellas es la metáfora del Ser y el diamante…

Un diamante en bruto necesita de todo un proceso de transformación para convertir la piedra opaca en la gema maravillosa que conocemos. Pero si su superficie no se mantiene limpia, el brillo desaparecerá oculto tras el polvo y la suciedad. Lo mismo ocurre con el hombre. Él necesita de un proceso que descubra, poco a poco, las maravillosas facetas de su verdadero ser... Que al igual que las del diamante, también han de mantenerse limpias para no ocultar su brillo tras una pátina que con el tiempo le impedirá percibir su propia luz y recibir la de quienes le rodean sumiéndolo en la oscuridad y el miedo.

Miedo al castigo por no observar el librito del deber ser; miedo a perder los apegos de lo que fue, de lo que es, de lo que nunca será; miedo a la felicidad por no poder sufragar el costo de luchar por sus anhelos; miedo a la inseguridad; miedo a la incertidumbre; miedo a salir de la zona de confort en que se vive. Miedos propios, de terceros, miedos adoptados e infundidos derivados de la sofisticación de un mundo que cada vez comprendemos menos.

Y finalmente contestando a la pregunta, he de decir que soy infeliz cuando permito que el miedo me invada. Cuando olvido que el respeto, la sencillez y el desapego son los ingredientes principales de la receta de la felicidad.

El respeto, que no juzga, que acepta y venera a todas las manifestaciones de la naturaleza como el milagro que son; el respeto que acepta los opuestos como fundamento de la creación. La sencillez, que hace a un lado la sofisticación y la complejidad, para enfocarse con humildad y voluntad, un día a la vez, a propiciar el bien común entre aquellos que le rodean.

El desapego, que entiende que los hechos, hechos son y no los podemos cambiar. Que tan solo podemos asumir las consecuencias con la actitud que permita asimilar la experiencia; el desapego que si bien prudente, no vive preocupado por el futuro; el despego que le permite disfrutar los bienes que la vida le ha brindado pero que igual disfruta cuando no los tiene más.     

Sin embargo el miedo con lo villano que pareciera ser, tiene el buen propósito de llamar la atención para adoptar con tiempo las medidas de defensa necesarias y disminuir los riesgos ante la presencia de una amenaza.

Pero si no hacemos caso, entonces ese miedo y otros miedos no resueltos, uno tras otro, con el devenir del tiempo endurecerán la pátina que oculta la verdadera y maravillosa naturaleza del Ser conduciéndolo por la ruta de la desesperanza y la infelicidad.

Justo eso es lo que hace la diferencia entre los hombres y mujeres que son felices, de aquellos que viven en la oscuridad. En tanto los primeros deciden enfrentar sus miedos con respeto, sencillez y desapego; los segundos sucumben ante él. Estos conceptos que pudiera pensarse solo aplican a los individuos, pueden extrapolarse a otros ámbitos incluyendo a todo tipo de organizaciones, países incluidos.

Al final del día serán sus decisiones las que le coloquen en el camino de la felicidad. Suelo decir que el cielo y el infierno no están en algún otro lado que no sea aquí y ahora. También, que vivirlos es nuestra absoluta responsabilidad. Uno elije.

Reciban un afectuoso abrazo,

Enrique Chávez Maranto
enrique.chm@gmail.com
twitter.com/enriquechm

domingo, 7 de octubre de 2012

Amar


La semana anterior estuve fuera de circulación por motivos de salud. Fue tal vez por que en esos días no estuve al tanto del acontecer nacional, que me dio una inmensa flojera escribir sobre los temas trillados de siempre. Siendo así surgió el tema de la siguiente reflexión desarrollada a partir de un tuit sobre la definición de “Amar”...  

Alejandro Jodorowsky Prullansky, chileno de origen judío-ucraniano, definitivamente nunca ha sido un “niño” normal. Artista polifacético y ciudadano del mundo, ha sido escritor en todos los géneros, director teatral, director de cine, guionista de cine, actor, mimo, marionetista, compositor de bandas sonoras, escultor, pintor y escenógrafo en cine, guionista de cómics, dibujante, instructor del tarot, psicoterapeuta, psicomago -cualesquiera que esto ultimo signifique- y un tuitero poco o nada interesado en seguir a otros, solo sigue a 18 para ser exactos, no obstante que él es seguido por más de 622,000 personas.

El señor Jodorowsky, es pues todo un líder de opinión en la red social twitter, de cuyos tuits está pendiente mucha gente. Pensarán ustedes que difunde buenos chistes, chismes, críticas, trivialidades  o cosas por el estilo que atraen el morbo de la gente. Pues no, él dijo y cito: “No voy a hacer concesiones. No voy a hablar de mi ego o mi ombligo. Voy a hablar de temas impersonales. Cosas que me han servido en la vida. Frases de gente famosa. Pensamiento. Todo lo que he estudiado…” sintetizado en ¡140 caracteres! Y para muestra una de las definiciones de su muy personal diccionario:

Amar para Alejandro es la “Alegría por la existencia ilusoria del otro y, con veneración ayudarlo a desarrollar su conciencia” Palabras que en el breve espacio de los 140 caracteres de un tuit, siembran la semilla de la reflexión.

¿Sientes alegría por que percibes al objeto de tu amor tal como lo concebiste? ¿Estás convencido de que la falta de respeto, que se manifiesta en el control que en muchos casos se pretende ejercer sobre la persona amada, es lo más alejado a la veneración y actúas con base en esto? ¿Entiendes que todos somos un milagro; que los milagros no se juzgan y sí se aceptan, y se veneran? ¿Sabes que apoyar el desarrollo de la conciencia del ser amado fortalece su libertad y le permite convertirse en líder de sí mismo, antes que en seguidor de alguien más?

A partir del concepto de Amar de Alejandro Jodorowsky podemos inferir unas cuantas preguntas que ayudarían a cualquier pareja enamorada… ¿Pinta el rostro de alegría cuando te ve? ¿Respeta tus decisiones? ¿Te acepta tal como eres? ¿Te brinda ideas pero no trata de imponerlas? Si has respondido que sí a todo, solo entonces podrías pensar que tal vez te ame.

Pero el concepto no solo se aplica al caso de las parejas, también puede aplicarse en otros muchos casos como los maestros y los alumnos... ¿Siente el maestro alegría cuando ve a sus alumnos jugar en el patio de la escuela; y con veneración al futuro que representan, les ayuda a desarrollar su conciencia?

Ya para terminar un pequeño ejercicio. ¿Quién sistemáticamente al verte pinta el rostro de enfado, controla tus emociones, cambia tus decisiones, no te acepta tal como eres y te dice que pensar? Si contestaste que tus papás, tu pareja, tu novia(o), alguno de tus hermanos, el gobierno, los medios o tu jefe entre otros presuntos culpables, déjame decirte que podrías estar perfectamente equivocado pues hay alguien más importante que todos ellos… Tu mismo.

O acaso… ¿Sonríes a diario cuando ves tu rostro en el espejo; o no te reprimes cuando deseas expresar tus sentimientos; o no le faltas al respeto a tus decisiones cuando por cualquier causa, miedo principalmente, faltas a tu palabra; o no estás satisfecho tal como eres y te percibes gordo o flaco o con patas de gallo pero nunca hermoso como el milagro que eres; o no estás siempre cerrado a las nuevas ideas y solo actúas conforme al librito del deber ser…?

Si amigo lector, somos muy buenos para ver la paja en el ojo ajeno antes que la viga en el propio.

Reciban un afectuoso abrazo,

Enrique Chávez Maranto
enrique.chm@gmail.com
twitter.com/enriquechm