Hoy es de esos días cuando se antoja el
regreso de la inocencia y la imaginación. A los tiempos de las historias contadas,
para mi estatura de entonces, por un altísimo Don Carlos flaco, desgarbado,
siempre de barba hirsuta; quien mirando al cielo, con el dedo en alto señalaba
entre las estrellas al puntito brillante donde viajaba la perrita Laika ¿la
recuerdan?
A los tiempos de construir carreteras
en la banqueta, para carritos con llantas de corcholata, con el cemento de los
sacos rotos que vendía el español enojón aquel, papá del güero Mocholí.
O él de las lecturas tirado en el suelo
panza abajo, de viejos ejemplares del semanario Siempre! del maestro Pagés
Llergo, de las colaboraciones de Elenita Poniatowska; de los cuentos de Memín
Pinguin; o de los pies de foto del National Geographic, o el Popular Mechanics
con el diccionario a un lado; o de la Vagabunda de Luis Spota por las noches y
a escondidas...
O al tiempo de aspirar los olores de
tierras distantes, polizontes de los mil y un productos que se vendían en el
mercado de mí pueblo…
Vaya que si volaba la imaginación en
esa época.
Pero a la par el mundo se hizo más
chiquito. Empezó con los periódicos que en mi niñez llegaban al pueblo a veces
sí, y otras quién sabe. Más adelante con la televisión de la vecina que como la
miel, atrajo a los niños de la cuadra a verla con la nariz pegada a la ventana
hasta que la buena señora se compadecía y nos abría las puertas de su casa con
el consabido “¡chamacos! un ratito nada más, ¿eh?” que se repetía todos los días…
Hasta que un buen día Mamá cansada de
buscarnos por las “teles” del vecindario compró una televisión ¿Philips,
Telefunken, RCA? No lo se de cierto, lo que sí, es que a los pocos días terminó
el romance con la hija de la vecina…
Televisión que en sus inicios no
enseñaba violencia. Enseñaba cultura, arte y sano entretenimiento. ¿Conocen quién
fue Benjamín Disraeli? Pues a él lo conocí, como a muchos otros personajes en
las películas que Don Jorge Saldaña reseñaba, en la televisión. Otras épocas,
otros propósitos.
Y sí, conforme fui creciendo, con los
avances tecnológicos, con las maravillas vaticinadas por Don Carlos que inexorablemente
se fueron presentando una tras otra; el mundo se hizo cada vez más chiquitito
dejando menos espacio para la inocencia, la imaginación y por el contrario,
mucho para el morbo, la violencia, la ignorancia y lo peor… para manipular al
pueblo.
Grandes distractores son los medios
que hacen la noticia. Vuela una mosca al otro lado del mundo en la mesa de Lady
Gaga; la socialité de moda deja ver los choninos o su ausencia; meten a la
cárcel a 3 cantantes punk; aparece un delfín muerto en una playa, la noticia
llega en un instante a los teléfonos “inteligentes”, las redes sociales se
disparan y se arman las campañas olvidando que los delfines también eventualmente
mueren…
En cambio la policía de Sudáfrica
masacra casi en vivo y en directo a 34 mineros, en Siria mueren civiles, en México
decenas de miles y no pasa nada pero eso sí, los vídeos están en YouTube al
alcance del morbo de cualquiera que tenga un Smart Phone… Y me pregunto, ¿Cuántos
de todos ellos, ya no digamos hacen, dicen algo? ¡Ah! y una última pregunta…
Al final del día, ¿De qué ha servido
que el mundo se vuelva tan chiquito?
Reciban un afectuoso abrazo,
Enrique
Chávez Maranto
enrique.chm@gmail.com
twitter.com/enriquechm