El debate del Zapatismo no es de ninguna manera trivial.
Los hechos de la marginación, la pobreza extrema, la exclusión y el olvido están ahí y no solo para los indígenas si no para muchos millones de todos nosotros.
México, con el fenómeno del Zapatismo, enfrenta a una situación inédita y no sabe que actitud tomar. Y no solo es el Zapatismo, también son todos los hechos y expectativas que se derivan de un 2 de julio de 2000 histórico. Todo eso unido; difícil, complicado, incomprensible, constituye la circunstancia que todos estamos en camino de resolver.
Los hechos están ahí, e insisto, no los podremos cambiar por más que queramos. La pregunta es ¿los entendemos?. A la luz de las actitudes observadas en todos y cada uno de los actores principales me parece que no.
Partiendo de que todo hasta ahora es inédito no tenemos la referencia en la cuál apoyarnos, no hay una situación parecida en nuestra experiencia que nos ayude, estamos solos frente a un todo problemático que no entendemos y sobre el cuál tenemos que decidir.
Cuando no hay experiencias previas, cuando no entendemos el propósito del todo, lo normal es desmenuzar los problemas enfatizando en el análisis de la forma en el contexto de actitudes plenas de prejuicios, resentimientos ancestrales, desconfianza, etcétera que podemos resumir en una sola palabra: temor.
Entendido esto habría que reflexionar primero sobre los temores de todos y buscar la cura, solo entonces podremos abordar con objetividad la problemática y elegir el mejor de los caminos para México, que no será necesariamente el mejor para cada uno de todos nosotros. Así preguntaría:
¿Cuál es temor de Marcos? ¿Cuál el de los legisladores de uno u otro bando? ¿Cuál es el temor de Fox? ¿Cuáles son nuestros propios temores? Habría que conocerlos hacerlos explícitos para descartarlos y enfrentar el reto de decidir por México.
Los hechos de la marginación, la pobreza extrema, la exclusión y el olvido están ahí y no solo para los indígenas si no para muchos millones de todos nosotros.
México, con el fenómeno del Zapatismo, enfrenta a una situación inédita y no sabe que actitud tomar. Y no solo es el Zapatismo, también son todos los hechos y expectativas que se derivan de un 2 de julio de 2000 histórico. Todo eso unido; difícil, complicado, incomprensible, constituye la circunstancia que todos estamos en camino de resolver.
Los hechos están ahí, e insisto, no los podremos cambiar por más que queramos. La pregunta es ¿los entendemos?. A la luz de las actitudes observadas en todos y cada uno de los actores principales me parece que no.
Partiendo de que todo hasta ahora es inédito no tenemos la referencia en la cuál apoyarnos, no hay una situación parecida en nuestra experiencia que nos ayude, estamos solos frente a un todo problemático que no entendemos y sobre el cuál tenemos que decidir.
Cuando no hay experiencias previas, cuando no entendemos el propósito del todo, lo normal es desmenuzar los problemas enfatizando en el análisis de la forma en el contexto de actitudes plenas de prejuicios, resentimientos ancestrales, desconfianza, etcétera que podemos resumir en una sola palabra: temor.
Entendido esto habría que reflexionar primero sobre los temores de todos y buscar la cura, solo entonces podremos abordar con objetividad la problemática y elegir el mejor de los caminos para México, que no será necesariamente el mejor para cada uno de todos nosotros. Así preguntaría:
¿Cuál es temor de Marcos? ¿Cuál el de los legisladores de uno u otro bando? ¿Cuál es el temor de Fox? ¿Cuáles son nuestros propios temores? Habría que conocerlos hacerlos explícitos para descartarlos y enfrentar el reto de decidir por México.