Nota: El siguiente texto se publicó originalmente en febrero
de 2009. A reserva de su mejor opinión, continúa vigente con el agravante de la
patética situación del Instituto Federal Electoral.
«…Entre el
sonido del motor de mi inolvidable Renault R8/S, la música de Bob Dylan, las
estrellas, el friíto, la vista de las pirámides de Teotihuacan, era un placer
conducir rumbo a una Ciudad de México entonces segura, sin tráfico y bellamente iluminada por
la temporada navideña…
Sólo que nada
es para siempre, la música de Dylan provenía de una estación de radio que como
todas las del país, concluiría su programación normal minutos más tarde para enlazarse como cada
domingo a las 10:30 pm en una cadena nacional de estaciones de radio.
En 1973 aún
no se inventaban el Ipod, ni el CD, ni los reproductores de cintas chiquitas.
Mi auto tenía un moderno reproductor de aquellos enormes cartuchos de ocho
“tracks,” que por esos días estaba inservible. Así que o escuchaba la “Hora
Nacional,” o nada.
La decisión
no estaba en duda. El programa de la Hora Nacional, concebida como un medio
para estrechar la comunicación con la sociedad y fortalecer la integración
nacional logró, no sé si logró esos objetivos pero sí, el milagro de sumar las
voluntades de millones de mexicanos en un acto simbólico de un gran
significado: “La Hora Nacional, la hora en que todos los mexicanos apagamos elradio” era la frase favorita al momento de silenciar el radiorreceptor en
cuanto concluíamos de escuchar respetuosamente el Himno Nacional que antecedía
al programa. Podría haber estado muy
bueno el programa, pero… ¿En cadena nacional? ¿Obligado? ¡Nada!
La iniciativa
de reforma electoral del año 2007 me hizo reflexionar sobre el significado de
la frase “Sufragio Efectivo, No Reelección” y concluir que la reforma en
ciernes, debería hacer de lado la basura legislativa acumulada por tantos años
de privilegiar intereses de los gobernantes en turno. Se debía partir de cero y
construir un nuevo sistema que permitiera a México consolidar su incipiente
democracia. Imaginé entonces el contenido mínimo de una verdadera reforma
electoral que incluyera un IFE fortalecido con figuras como el referéndum, el
plebiscito, la reelección y las candidaturas ciudadanas; y no demeritado, como
ahora, reducido al papel de una moderna inquisición electoral.
Poco me duró
el gusto de soñar el sueño guajiro de un México democrático. De hecho tuve un
muy amargo despertar. No se aprobó una reforma, se aprobó un retroceso electoral que impuso la partidocracia que mostró tal cual su verdadero carácter
a Juan Pueblo; los tres grandes superaron con toda diligencia y prontitud sus
“diferencias” para ponerse de acuerdo en un crimen de lesa humanidad, como en
su oportunidad comenté: Abortar la gestación de la democracia.
Juan Pueblo
puede votar como siempre, pero no aspirar a un cargo de elección popular pues
es concesión de los partidos políticos; puede escuchar las promesas de campaña
pero sólo eso, pues no puede reelegir a los candidatos que efectivamente las
cumplan; tiene ahora campañas blancas donde esta prohibido decir cosas
“impropias” pero sólo eso, pues no puede escuchar las verdades que también se
dicen; tiene libertad de expresión pero sólo en el café, pues no puede
difundirla al no tener acceso a los medios de comunicación; puede mantenerse
informado, pero solo de lo que digan los partidos políticos; puede ver como se
despilfarra el dinero pero no exigir rendición de cuentas; tiene campañas más
cortas pero solo eso, porque el dinero que gastan por día es mayor con
precampañas que ahora si están “reguladas”; tiene un IFE como árbitro pero solo
eso, porque los jugadores le podrán sacar tarjeta roja y expulsarlo del campo…»
Hasta ahí lo
escrito en el 2009. Ahora ni la burla perdonan los legisladores violando la ley
por disputarse el control de un IFE del cual ya solo queda una caricatura. Me
pregunto, los indignados ya están en Nueva York, Washington, ¿Cuánto tiempo
creen que pasará antes de que veamos lo mismo aquí?
Por qué,
recuerden, a fuerza, ¡ni los zapatos entran!
¿Cuantos años existirá una montaña,
antes que se deshaga en el mar?
¿Cuantos años debe alguna gente
existir, antes de que se les permita ser libres?
¿Cuántas veces puede un hombre volver la
cabeza, pretendiendo que no ve?
La respuesta, mi amigo, está soplando
en el viento. Bob Dylan.
Con mis
mejores deseos…
Enrique Chávez Maranto
enrique.chm@gmail.com
twitter.com/enriquechm
Muy buen artículo Enrique, con un final de broche de oro.
ResponderBorrarGracias y Felicidades
La historia se repite una y otra y otra vez........no vemos cambios solo incongruencia en el senado, en la presidencia, en las secretarias, en las instituciones....Una de las mayores burlas es la del Intituto Federal Electoral, ni demacrocia, ni libertad de expresión, ni transparencia ni honestadad....democracia???........Increíble, no,no, creible como nos ven la cara en nuestras narices. Penoso y triste.
ResponderBorrarBuena Antologia, buenos trazos! arte en el teclado.
ResponderBorrarUn presente para recordar el pasado...
ResponderBorrarBob Dylan - Blowin' In The Wind:
http://www.youtube.com/watch?v=JlDrHDc8DSQ
LG Flores M
Fís. como siempre, buenos comentarios buena música excelente para recordar.
ResponderBorrarque tenga un excelente inicio de semana.
elia*