domingo, 30 de septiembre de 2007

Zona cero... ó el último emperador

Hubo una vez un imperio que sojuzgaba a los débiles por cualquier medio; nadie podía oponerse a sus designios pues era irremediablemente aniquilado y así, a la par de sus conquistas, creó enemigos irreconciliables que solo buscaban su destrucción.

Un fatídico día, impulsados por el odio, sus más acérrimos enemigos atacaron sin piedad los símbolos del poder de aquel imperio que nunca había sufrido en carne propia los horrores de la guerra que él causaba en otros.

El pueblo aterrorizado clamó venganza y el emperador en respuesta reunió a sus aliados para espetarles con soberbia: ¡Quien no esta con el imperio está en su contra! Y al punto les exigió tropas y vituallas para formar un poderoso ejército para perseguir hasta el fin del mundo a quienes se atrevieron a desafiarle, a matar a su gente y a destruir los símbolos de su poder.

Así, invadieron de inmediato a un pequeño reino en donde según el emperador se escondía el cabecilla responsable de los ataques pero la labor fue infructuosa, nunca lo encontraron… después argumentó que en otro remoto reino se planeaba un ataque con armas muy poderosas y allá fueron para enfrascarse en una larga lucha que causó mas muerte y destrucción…

Mientras todo eso ocurría, un peligro inminente surgió cuando se demostró que la sobre explotación y el uso inadecuado de los recursos energéticos en favor de los países poderosos había causado un terrible daño al planeta y que ahora la supervivencia de la humanidad estaba en juego. Muchas voces clamaron por aplicar medidas inmediatas y a eso se comprometieron la mayoría de los pueblos; sin embargo, el emperador se negó pues su pueblo tendría que hacer enormes sacrificios que afectarían su bienestar y su poder.

Para ese entonces la verdad sobre las causas de la guerra se había hecho pública. Nunca habían existido las armas poderosas que aducía el emperador; todo había sido una gigantesca mentira usada como pretexto para invadir a un reino rico en petróleo que el imperio necesitaba para su bienestar… y así muchos de los aliados abandonaron el campo de batalla.

Cuenta la leyenda que al final el emperador perdió la confianza de su pueblo y ya con un poder mermado intentó emprender otra guerra en contra de un viejo imperio usando las mismas mentiras de antes pero ahora nadie le creyó, todos le volvieron la espalda; los reinos que antes le rendían tributo forjaron nuevas alianzas y finalmente se unieron para resolver los verdaderos peligros en contra de la humanidad…

Nadie sabe que ocurrió a la postre con ese emperador ni con su imperio, la historia fue escrita en unos antiguos documentos encontrados bajo una lápida con la curiosa inscripción “Zona Cero” entre los restos de lo que fue un asentamiento en la costa atlántica norte en el continente americano.

Nota del autor:


Días después del descubrimiento de los documentos de la lápida "Zona cero" se encontraron otros mucho más antiguos en los que tal vez se podría basar la leyenda.


Muestran encabezados de noticias como: “Bush no asiste a la cumbre climática”, “¿Sigue Iran?, “Iran firma convenios con Bolivia y Venezuela”, “Venezuela y México reencausarán sus relaciones” “Primera reunión de cancilleres de México y Cuba desde 1994” “Greenspan dice que la verdadera causa de la guerra en Irak es el petróleo” “Ban-ki Moon: el multilateralismo está de regreso” “Quién le dijo a Bush que era el policía del mundo?” entre otros…

Enrique Chávez Maranto

domingo, 23 de septiembre de 2007

Apegos...

El simple apego

El simple apego es por algo tangible; es por aquello que estando ahí, cerca de ti, disfrutas y quisieras que permaneciera por siempre.

El simple apego te hace olvidar lo que te rodea y para que nada se interponga en tu obsesión, construyes muros que te aíslan del mundo que te rodea...

Y así te apegas a muchas cosas; a la persona amada, a los hijos, al trabajo, al dinero, a la diversión, las amistades, los placeres, los vicios y cuando el apego crece olvidas que existe un universo fuera de las murallas donde podrías sorprenderte a ti mismo.

Sin embargo el objeto de tu apego está ahí, lo puedes sentir, lo puedes vivenciar y te hará feliz en tanto lo dispongas.

Pero te hará sufrir y mucho, ante la sola expectativa de perderlo.

El simple apego te convierte en esclavo de tus posesiones.

De lo que ya tienes.

El apego a lo que no has tenido

Cuando te aqueja este mal, las murallas no están alrededor tuyo, están en ti y dentro de ellas solo tus deseos.

Y no puedes ser feliz de ninguna manera pues según tú nada tienes, aunque tengas mucho.

Pues cuando obtienes aquello a lo que en tus afanes has permanecido apegado pensando que te haría feliz; resulta que no lo hace, si acaso en el momento efímero de concretar la conquista ya que la enfermedad permanece…

Y lo peor, cuando no lo obtienes la frustración y el resentimiento surgen destruyendo la autoestima.

Así, nada basta, nada satisface, siempre en la búsqueda, siempre en la lucha.

El apego a lo que no has tenido te convierte en esclavo de lo que no existe.

De tus deseos.

Resolviendo tus apegos

El apego en si no es ni bueno, ni malo. Se vale disfrutar y mucho tus posesiones; lo que no se vale es restringir el menú a unas cuantas opciones cuando fuera de las murallas existe un mundo pletórico de experiencias donde podrás sorprenderte a ti mismo.

También se vale soñar, desear y luchar por ello; lo que no se vale es dilatar el momento esperado de la felicidad hasta alcanzar un deseo. El disfrute de un deseo inicia con la sola concepción y continúa con cada uno de los pequeños avances.

Y cuando termines la jornada regresa a casa a disfrutar lo que ya tienes que en verdad…

¡Es mucho!

Enrique Chávez Maranto
enrique.chm@gmail.com

domingo, 16 de septiembre de 2007

Y despues del grito...

Un país donde el alambique del resentimiento social destiló ya el brebaje del terrorismo que daña a Petróleos Mexicanos y a la economía nacional.

Un país donde los partidos políticos se ponen de acuerdo para abortar la incipiente gestación de la democracia e incrementar los impuestos.

Un país en donde, a los que no somos militantes de un partido político, se nos impide aspirar a asumir el liderazgo de nuestras comunidades, pero en cambio si se nos obliga a pagar mayores impuestos para financiar los dispendios.

Un país donde los grandes medios de comunicación, “ofendidos” –en sus intereses económicos- por el cinismo y la burla de la que fueron objeto por parte de los legisladores ahora se auto nombran “defensores” de los intereses del pueblo.

Un país donde la intransigencia y el interés político hacen motivo de disputa lo que de suyo pertenece a todos los mexicanos, al margen de quien taña la Campana de Dolores en el balcón presidencial.

Es el México que muestra la realidad que todos hemos construido; que no nos gusta y que debemos de afrontar. Pero ¿Cómo hacerlo? ¿Qué tendría que hacer Juan Ciudadano en las circunstancias actuales?

Los hechos, hechos son y no los podemos cambiar; las “reformas” serán vigentes y nos guste o no, serán la ley; ¿Significa eso que todo está dicho? No, definitivamente no. No todo está dicho.

Juan Ciudadano hoy tiene mayor conciencia y sabe, con mayor certidumbre, que este México NO es el MEXICO que desea; y también sabe que puede buscar el equilibrio entre el presidencialismo exacerbado del pasado y la partidocracia actual para dar lugar a un real sistema democrático donde, como adulto, elija con plena libertad su destino.

La clave del éxito futuro de Juan en esta tarea será la actitud que, para todos los efectos, es lo único que hoy puede controlar. Su dilema será optar entre el resentimiento que le conduciría más tarde o más temprano a la destrucción tanto de su propio valor como el de todos aquellos que le rodean; o elegir una actitud paciente que con inteligencia le permita gradualmente, en un futuro, que desearía cercano, crear las condiciones para las verdaderas reformas.

¿Qué habría que evitar?

El resentimiento y la venganza como forma de conducta.

¿Qué si podría hacer?

De entrada reconocer que si cree a pie juntillas en la mercadotecnia puede llegar a comprar el peor de los presidentes; que la inequidad y la ignorancia son el caldo de cultivo del resentimiento y la división de los pueblos; que abandonar, renunciar a su derecho al voto legitimiza lo ilegítimo; que en estos últimos 6, casi 7 años ya, ha vivido en una apretada síntesis lo que NO desea para MEXICO.

Juan Pueblo debera entonces buscar, cotidianamente, en las comunidades en las que participa, crear conciencia y sumar conciencias alrededor de lo pernicioso de la mercadotecnia política; asumir la equidad y los valores ciudadanos como principios rectores de su forma de conducta; ejercer el derecho al voto aun cuando sea para anularlo cuando el menú que le ofrezcan sea más pan de lo mismo.

Nada de lo anterior llevará a Juan a transformar radicalmente el estado de las cosas; pero si permitirá que sus pequeños triunfos de acción ciudadana conciente se constituyan en las bases sólidas de un futuro promisorio.

¡Hasta la próxima!

Enrique Chávez Maranto
enrique.chm@gmail.com

jueves, 13 de septiembre de 2007

Amargo despertar...

Apenas el lunes pasado me dirigí a ustedes para compartirles el sueño guajiro de una verdadera reforma electoral. De ese sueño me despertaran con un balde de agua fría.

Efectivamente, en manos de los partidos partidos políticos, son sueños guajiros imaginar un México democrático.

No es una reforma, es un retroceso electoral lo que nos está imponiendo la partidocracia que mostró con todo cinismo, su verdadero carácter a Juan Pueblo; los tres grandes admirablemente superaron con toda diligencia y prontitud sus “diferencias” para ponerse de acuerdo en un crimen de lesa humanidad:

Abortar la gestación de la democracia.

Así que…

Juan Pueblo si podrá votar –como hasta ahora- pero no aspirar a un cargo de elección popular y ser realmente ciudadano pues esto solo podrán concederlo los partidos políticos.

Juan Pueblo si escuchará las promesas de campaña pero solo eso, pues no podrá reelegir a los candidatos que efectivamente las cumplan.

Juan Pueblo si verá campañas blancas donde todos estaremos impedidos de decir cosas “impropias” pero solo eso pues no podrá escuchar las verdades que tambien se dicen.

Juan pueblo si mantendrá su libertad de expresión pero solo eso pues no podrá difundirla al no tener acceso a los medios de comunicación.

Juan Pueblo si podrá mantenerse informado, pero solo de lo que digan los partidos políticos.

Juan Pueblo si verá como se despilfarra el dinero pero no podrá exhigir rendición de cuentas.

Juan Pueblo verá reducido el tiempo de las campañas pero solo eso, porque el dinero que gastarán por día será mayor y las precampañas ahora si estarán “reguladas”.

Juan Pueblo si tendrá a un IFE como árbitro pero solo eso, porque los jugadores le podrán sacar tarjeta roja y expulsarlo del campo.

La respuesta a la pregunta que hice en el artículo anterior ¿Cómo podrán los actuales legisladores hacer las reformas necesarias? es muy sencilla: ¡De ninguna manera! Pero veamos el lado amable de las cosas:


¡Los partidos si pueden ponerse de acuerdo!

Enrique Chávez Maranto
enrique.chm@gmail.com

domingo, 9 de septiembre de 2007

Sueños guajiros...

Cuando la comida es mala ¡ni las moscas se paran!... Lo mismo pasa en las elecciones, si no hay candidatos que convenzan y se sospecha que el “tamal” esta cocinado ¡gana el abstencionismo!


Hoy no hay candidatos que verdaderamente valgan la pena porque solo los partidos políticos deciden el menú… así que cuando ganan ¿A quién sirven los elegidos? ¿Al pueblo? ¡Para nada! Sirven primero a los que les dieron chance, a quienes controlan a los partidos. Hoy Juan Pueblo no elige a quien desea, si no a quienes “los partidos” deciden ¿Es eso libertad? ¿Eso es democracia?


Así pues, como dice Don Laureano –mi queridisimo suegro- hay que reinventar todo pensando en que Juan Pueblo tenga verdaderas opciones para elegir, sin elecciones dudosas, ni despilfarros. ¿Cómo? Ahí les va:

  • ¿Tienes un mínimo de seguidores para que se sepa que vas en serio; un plan de trabajo para después poder exigirte cuentas; colaboradores por aquello de que dime con quien andas y te diré quien eres; pasas las pruebas de confianza para que después no resulte que eras un pillo? Entonces puedes registrarse como candidato sin más trámite.

  • ¿Entregaste buenas cuentas a Juan Pueblo? Pues que sea Juan Pueblo, como adulto que es, quien decida con su voto si mereces que te reelija ó no. La reelección debe permitirse pero no ¡brincar como chapulín!

  • Todo Juan Pueblo debe votar, si no le gustan los candidatos que lo diga marcando la casilla que habrá en las boletas para eso. Si no votas, ¡cuello! ¡Perdón! Quise decir pagarás una multa equivalente al costo del voto perdido o más.

  • Nada de tirar el dinero a la calle ni de campañas interminables. La duración y el dinero se fijaran de acuerdo al tipo de elección, número de votantes y la extensión de los distritos. Las precampañas durarán lo mismo que las campañas.

  • Para que después no les salgan compromisos a los candidatos, las campañas serán con el dinero de Juan Pueblo pero los gastos de las precampañas serán por su cuenta y riesgo; si logran registrarse ¡pues ya la hicieron! Toda publicidad política en los medios masivos de comunicación deberá ser pagada con fondos de la tesorería de los partidos ó de los candidatos.

  • Para que Juan Pueblo pueda comparar a los candidatos y vea de cual cuero salen más correas, el debate será obligatorio, nada de que yo no le entro por que me van ha hacer el feo ó porque no salgo bien en la tele ó porque mi contrincantes no son dignos de mi…

  • Si los candidatos quieren decirse linduras y sacarse los trapitos al sol, en las precampañas o campañas que lo hagan, pero como hombrecitos, ellos personalmente. Los medios y la publicidad pagada política con dinero público -ó privado en las precampañas- solo servirán para promover el perfil del candidato, sus ideas y sus planes de trabajo.

  • Los candidatos podrán decidir en que gastan el dinero asignado a las campañas pero a su término, deberán comprobar hasta el último peso y esto será público; si no lo hacen podrán ser acusados de peculado como cualquier funcionario público. Y no podrán argüir secreto bancario para ocultar sus triquiñuelas.

  • Los partidos deberán ser financiados con el dinero de sus militantes y deberán rendir cuentas en forma pública y auditada. Si sus militantes no “copelan” es porque el partido solo sirve para una pura y dos con sal… ¡Para nada!

  • No se vale ser juez y parte; así que ni legisladores, ni gobernadores, ni presidentes ni nadie que haya sido electo podrá tener nada que ver con la operación del IFE y el nombramiento de sus consejeros. El IFE debe ser absolutamente autónomo y los consejeros bien pagados… ¡para que no les hagan manita de cochino!

  • Los consejeros del IFE deben ser ciudadanos, propuestos a través de un riguroso mecanismo de selección que acredite confianza, honestidad, ausencia de conflictos de interés y un mínimo de competencias. Se les nombrará en forma escalonada o cuando haya vacantes y serán elegidos por los consejeros activos.

  • Solo la Suprema Corte de Justicia podrá separar temporalmente de su encargo a un consejero cuando se les juzgue presunto responsable de la comisión de delitos.

Lo anterior son sueños guajiros pues me pregunto ¿Cómo los actuales legisladores podrán hacer las reformas necesarias, si está visto que cuando de servir al pueblo se trata, lo hacen solo en tanto no afectan sus intereres?

Sin embargo se vale soñar ¡hasta la próxima!

Enrique Chávez Maranto
enrique.chm@gmail.com


domingo, 2 de septiembre de 2007

El tunel del tiempo...

Mayo de 1975; Aeropuerto Internacional Narita, Japón. Mi pulso se aceleró cuando el sistema de sonido anunció la salida de mi vuelo con dirección a Shangai en una época en la que China abría sus puertas solo a un poco más de 600 extranjeros al año. En esa época la cruenta Gran Revolución Cultural iniciada en 1966 amainaba su tormenta y la muerte de Mao Tse Tung estaba a menos de un año de distancia. Puyi, el último emperador habia muerto apenas 10 años atrás.

Inquieto abordé el avión y el contraste fue inmediato; en lugar del confortable ambiente de las aerolíneas occidentales, la austeridad –dulcitos y té- los cortes y colores militares de las amables azafatas chinas, un piloto que parecía más de avión caza que de un vuelo comercial, la turbulencia extrema y los mareos hicieron del viaje un pequeño tormento que no terminaba; finalmente nos pidieron prepararnos para el aterrizaje… Pero ¿A dónde me pregunté? Cuando por la ventanilla no se veía una sola luz… y así aterrizamos; después, vino el traslado al edificio Terminal en un autobús destartalado; el intimidante trámite en una aduana maloliente y oscura; y el trayecto por calles estrechas aún más oscuras, hasta el arribo a un viejísimo hotel que parecía sacado de una película de Juan Orol.

Las sorpresas durante la estancia se sucedieron una tras otra, el asombro por los logros de una cultura milenaria creció a lo largo de todo el viaje; aprendí muchas cosas, entre otras que en China más vale ser secretario que presidente; como aquí los secretarios son los que arrastran el lapíz me tocó ese “honroso” cargo en tanto que el nombramiento de presidente recayó en el más importante del grupo… solo que para mi fortuna y la sorpresa de otros, a mi jefe presidente ningún chinito le hacía caso: era a mi a quien hacían todas las caravanas y nada se movía sin mi permiso…

Un buen día, en el trayecto de Shangai a Pekín, reunidos en una estrecha cabina de un tren de vía angosta tirado por una locomotora de vapor ¡De vapor en 1975! pregunté a nuestra guía, una simpática y culta China que conocía al revés y al derecho la historia de México, si el comunismo podría exportarse a México y ella me contestó:


Cada País como cada hombre tiene su destino, para nosotros la muerte del pueblo por el hambre, por el opio ó por la enfermedad eran la alternativa al comunismo, llegará el día en que no se necesite más; la historia, las circunstancias, los recursos y la geografía, de México y China son muy distintas” concluyó.

Días más tarde a manera de confirmación, una niña China de escasos 5 años señaló en un globo terráqueo la ubicación de su país en tanto que Valentina, la más pequeña de nuestro grupo hizo, lo propio señalando a México justo en el lado opuesto; escena fue por demás aleccionadora.

Y sí, cada país como cada hombre tiene su destino, hoy, 32 años después, Chína es el país con el mayor crecimiento económico del mundo.

¿Y México?



Enrique Chávez Maranto