domingo, 27 de mayo de 2012

Habemus redes y enredados...


En una breve historia publicada en 1929 titulada “Chains” (cadenas), el escritor húngaro Frigyes Karinthy, enunció la teoría de los seis grados. Decía el autor que basta una cadena de 6 intermediarios para que una persona se pueda conectar con cualquier otra en el mundo.

Pareció increíble en ese entonces, pero el postulado hizo que en los últimos 6 años del siglo pasado el concepto de las redes sociales llegara para quedarse. Las más relevantes GeoCities (1994), TheGlobe.com (1995), AOL Instant Messenger (1997), Sixdegrees.com (1997) y MSN Messenguer (1999) necesitaban una conexión vía telefónica para conectarse a la WEB. ¿Recuerdan aquel grito desesperado…? ¡Niñoosss desconecten el Internet!.. ¡Necesito el teléfonooo...!

Esa molestia se resolvió rápidamente a partir del 2003, tanto con la proliferación de las redes inalámbricas WiFi, (¡Alabado sea Infinitum!) como de las computadoras personales portátiles de todos colores y sabores, Ipad y similares incluidos, cuyas ventas superan ya,  y por mucho, a las tradicionales de escritorio.

Hasta aquí, conectarse a internet requería de ciertos recur$o$ que no estaban al alcance de todos los bolsillos. Esto se superó cuando se consolidó el acceso a la WEB por medio de la tecnología empleada en la 3ª Generación de la Telefonía Móvil (2002) lo que constituyó un hecho profundamente democratizador del mundo de la Internet.

Basta mencionar que aproximadamente 2000 millones de suscriptores cuentan con celulares de este tipo en el mundo. México, posicionado en el 11 lugar mundial en el año de 2010, contaba con aproximadamente con 88 millones de teléfonos celulares que representan ¡el 79.9% de una población estimada en 110 millones de habitantes.

El hecho es que al día de hoy, lo postulado por Frigyes Karinthy, es una realidad a través de la convergencia de un conjunto de tecnologías: de aplicaciones de redes sociales, de redes inalámbricas, de computación personal portátil y de telefonía celular inteligente que buena parte de los adultos apenas entiende.

En el otro de la tecnología, están los usuarios para quienes hoy día las ipads, laptops, y celulares inteligentes son artículos imprescindibles. De ellos, aproximadamente 13 millones de jóvenes ciudadanos, el 16% de la lista nominal de electores, acudirán por primera vez a las urnas el próximo 1° de julio. Lo que representa un problema mayor para los partidos políticos pues simplemente ¡No los consideraron en su estrategia electoral…!

Y peor aún, no están preparados para entenderlos pues la percepción de la realidad, formas de comunicarse, filosofía de la vida, valores, etcétera de esa juventud está muy lejos de la capacidad de comprensión de quienes no tuvieron la precaución de darles seguimiento desde las postrimerías de este fenómeno social.

Por ahí del apogeo de la red MSN Messenguer en el 1999, recuerdo que traía apretujados en el asiento trasero de mi auto a 5 chamacos latosos a quienes, para calmarlos, les pregunté:  ¿Con gente de cuantos países “chatean” todos los días? El que menos dijo, dijo 3. ¿Se imaginan? En ese momento comprendí que si no me ponía al día, en el futuro ya no les entendería. Las palabras que vinieron a mi mente fueron “sincretismo cultural” como la base de una nueva generación.

Tiempo más tarde lo confirmé, cuando disfrutando de un desfile de carnaval, no entendí nada de lo que decía una adolescente que amablemente intentaba conversar conmigo. Impresionado, la juzgué mal de sus facultades mentales y así lo comenté a mi hijo quien solo esbozó una sonrisa al responder condescendiente: “No te preocupes Papá, así hablan entre ellos”

Los “ellos” que ignoraron los políticos; los “ellos” que ahora se manifiestan contra los íconos de un sistema corrupto; los “ellos” que votarán en las próximas elecciones; los “ellos” que atienden más a sus sentimientos que al raciocinio de la avaricia que impera. Los millones de “ellos” a quienes difícilmente podrán entender los políticos en los escasos días de campaña que restan.

Se les olvidó… ¡Lástima Margarito!

Reciban un afectuoso abrazo,

Enrique Chávez Maranto
enrique.chm@gmail.com
twitter.com/enriquechm

sábado, 19 de mayo de 2012

Pastel de chocolate...


Primera historia: El novel repostero estaba desconcertado, muchos intentos y la famosísima receta; la del pastel de chocolate, la del postre por excelencia en su país de origen, la que tantas veces había preparado, simplemente no funcionaba…y  así las cosas, venciendo su ego más que su vergüenza, acudió en busca de consejo del viejo chef, quien esbozando una sonrisa expresó… “recuerda que aquí estamos al nivel del mar, la temperatura es muy alta, la humedad supera normalmente el noventa por ciento… tu receta fue desarrollada en otras condiciones, si no la adecúas tal como está, ¡jamás funcionara!”

Segunda historia: A principios de los 80, la principal empresa del país estaba muy adelantada en el desarrollo de sistemas respecto a otras empresas transnacionales del ramo. No obstante, buscando ir un paso adelante de su competencia, inició un proyecto para mejorar o sustituir su metodología (sus recetas) para desarrollar cada vez mejores aplicaciones y con ese propósito, envió a un grupo a estudiar las que se presumían como mejores en esa época tanto en Europa como en los Estados Unidos.

Al finalizar la investigación, se llegó a la conclusión de que las metodologías europeas y americanas eran excelentes, pero no para ella, lo eran para aplicarlas justo donde habían sido creadas porque se basaban en otras formas de hacer las cosas considerando, incluso, aspectos culturales. Sus recetas jamás funcionarían en nuestro país.

Tercera historia: Todas las religiones parten de un conjunto de postulados que son similares entre si, no en balde Jerusalén es la ciudad sagrada de al menos 3 de las religiones de mayor relevancia del mundo, sin embargo múltiples factores propios de la geografía, la raza y la propia historia de los pueblos, las hacen en la práctica diferentes.

Baste como ejemplo el de la Iglesia Católica, cuando en la época de la conquista, hubo de adaptarse con mayor o menor éxito, a la cultura de los diversos pueblos indígenas en Latinoamérica. La receta original de los clérigos, tal cual, tampoco habría funcionado.

Comentarios: El hecho es que las recetas de un lugar que se implantan en otro, o fallan o no funcionan en absoluto. No obstante ¡ah como nos encanta importar toda clase de chunches solo porqué pensamos que son mejores que lo nuestro!

Particularmente en el gobierno, donde se gastan miles de millones de pesos en asesores que entre más altos, más güeros, mejor traje y laptop tengan mejor ganan… Asesores que nos venden el paquete completo, el consejo, las recetas y los medicamentos que difícilmente curarán al paciente, porque su negocio no es curar, si no vender, o imponer recetas o agendas que favorezcan condiciones ajenas al interés nacional.

Y así nos han embarcado, en un modelo económico que está más que visto que no funciona y si alguien piensa lo contrario, le pido por favor que recuerde la pasada recesión mundial o lo que esta ocurriendo hoy en diversos países de la Unión Europea, los Estados Unidos y en otras partes del mundo por la avaricia y las condiciones de inequidad que propicia; en un modelo de lucha contra la corrupción que bien podríamos tirar a la basura, por la falta de resultados y parálisis que provoca en instituciones como Petróleos Mexicanos cuando en contraste, la corrupción crece en forma exacerbada.

En un modelo judicial, que incorpora la figura del arraigo que permite al ministerio público detener para investigar y no que haga su tarea, de investigar para detener propiciando vendettas, abusos a los derechos humanos, y como en el caso más reciente, faltando el respeto a instituciones como el Ejercito y la Armada que no merecen ese trato; y finalmente, entre muchos otros ejemplos, en una guerra que ha causado decenas de miles de muertos y centenas de miles de las otras víctimas, que no cuentan para los asesores…

Conclusiones: Usted y yo somos diferentes, los mexicanos somos diferentes de los ciudadanos de otras latitudes y como tales, como mexicanos, antes que aplicar recetas ajenas, debemos construir la agenda de nuestro gran país México. Una agenda que brinde y exija el respeto de otras culturas e ideologías; una agenda que propicie con la mente abierta a todas las posibilidades, el sano y equitativo intercambio y no la depredación o el sometimiento del país.
  
Reciban un afectuoso abrazo,

Enrique Chávez Maranto
enrique.chm@gmail.com
twitter.com/enriquechm

sábado, 12 de mayo de 2012

Los hechos, hechos son...



“Los hechos, hechos son, y no los podemos cambiar pues pertenecen al pasado. Lo que si podemos, es elegir la actitud.”

¿Los pueblos tienen el gobierno que se merecen? Pregunta recurrente que la mayoría responde afirmativamente. Evidencia de un fatalismo que refuerza en el inconsciente colectivo, la absurda creencia de que tenemos malos gobiernos… porque así lo merecemos.

Como aquel que es, o se siente culpable, y sumiso acepta el castigo que se le impone. Sin embargo, “Ser” no es lo mismo que “sentir”. El ser culpable, comete delitos al ejercer su libre albedrío.

En contraste, quien se siente culpable, se fundamenta en la percepción de una realidad que puede estar distorsionada, ya sea por el mismo, o por la influencia de terceros interesados.

Si Juan Pueblo pudiera responder a la pregunta, ¿Los ciudadanos han cometido delitos que les hagan merecedores del castigo de un mal gobierno? Su respuesta sin faltar a la verdad sería, “la inmensa mayoría no”

Sin embargo, en su inconsciencia, Juan Pueblo se siente culpable y en la desesperanza acepta el castigo de un gobierno que le han hecho creer que “merece”. Así, en el devenir de ya cientos de años, olvidó su fuerza, ve como natural la corrupción, el quehacer de los políticos, la explotación y su propia miseria…

Dos casos vienen a mi memoria: Él de una empleada de nuevo ingreso que al recibir su primer pago, entregó a su jefe un sobre con dinero que le fue devuelto de inmediato acompañado de un reclamo pleno de indignación… ¿Por qué has de pagarme? El inesperado rechazo del “obsequio” desconcertó a la joven pues para ella lo natural era pagar por trabajar…

El otro, fue el de un viejo campesino hecho obrero, que como muchos, acostumbraba llevar regularmente “ofrendas” a la mansión del sempiterno y corrupto líder sindical. Cuando se le cuestionó, el hombre explicó muy convencido que lo hacía porque el líder merecía vivir bien, por qué él los cuidaba y los protegía… pienso yo que a costa de su explotación. No, la inmensa mayoría  del pueblo mexicano no es culpable, ni tampoco tiene porqué sentirse culpable.

Otras preguntas muy frecuentes en tiempos electorales son: ¿Por quién votar? y si ha de ser “por el menos malo,” entonces ¿Para qué votar? lo que conduce a la tragedia del abstencionismo.

Evidencia también, de esa embriaguez de desesperanza y fatalismo que nubla la consciencia. Nada más conveniente para quienes desean alcanzar o conservar el poder, que ahora pueden legitimarse con tan solo un voto a su favor.

Sin embargo, recordemos que en el universo, no hay objeto, ni pensamiento y mucho menos candidato, que sea absolutamente puro o perfecto y que cualquier idea puede ser vista como su contraria, si la analizamos desde otra perspectiva.

Siendo así, pregunto: ¿Por qué no hacer eso? ¿Por qué no cambiar el punto de vista? ¿Por qué no asumir como verdad lo opuesto? Que no somos nosotros quienes merecemos esos gobiernos. Que son esos gobiernos, quienes no merecen un pueblo capaz de maravillas como el que verdaderamente somos. Que vamos a votar por el mejor de los candidatos con plena consciencia de que ninguno de ellos es perfecto, y que el riesgo de que fallen, lo reduciremos exigiendo honestidad, austeridad, trasparencia y rendición de cuentas; pero también, haciendo bien lo que nos corresponde, con la misma convicción con la que ejerzamos nuestro derecho al voto.

México es un gran país con plenitud de recursos, con un pueblo que ha de cambiar su actitud para lograr sus anhelos, con un pueblo, en el que más allá de sus imperfecciones, también reside la grandeza. Hoy tenemos la oportunidad para demostrarlo.
  
Reciban un afectuoso abrazo,

Enrique Chávez Maranto
enrique.chm@gmail.com
twitter.com/enriquechm

sábado, 5 de mayo de 2012

Corresponsales de Guerra...


Dicen que cuando Don Goyo se enteró que deseaban ofrendar a los candidatos de inmediato respondió… ¡No! Porque entonces si que me van a ver vomitar…

Habrá quien se ría, pero el asunto no está para eso. De hecho existe la percepción en buena parte del electorado que, por diversas imputaciones, de los cuatro no se hace uno.

¿Tendrán razón? Desconozco la respuesta pero lo que si es evidente, es el estado de deterioro en que se encuentra el país derivado de la acción u omisión de quienes lo han conducido y que han surgido de los grupos de interés que los ahora candidatos representan.

De esos grupos de interés es la responsabilidad de que sufra el país diversas plagas. Entre ellas, lo queramos reconocer o no, una guerra atípica, en la que las víctimas mortales, combatientes o “daño colateral”, se cuentan por decenas de miles; y por cientos de miles los huérfanos, las esposas, las madres, los hermanos y demás seres queridos, que acumulan en una olla de presión un pasivo de resentimiento que en algún momento estallará para pasar la factura.

Sin embargo pareciera que nada de esto causa mella en la conciencia de los líderes de esta perversa y vil contienda, siendo, como lo es, una verdadera tragedia y una absoluta vergüenza nacional.

Como ya es cotidiano en días pasados el frío contador de víctimas mortales se incrementó. No solo con los personajes anónimos de siempre, generalmente juzgados a priori culpables por las autoridades, si no también con las muertes de soldados y de periodistas, corresponsales de guerra, que tristemente ejercen su profesión bajo su propio riesgo, en las peores condiciones, aquí, en su país.

Pues a diferencia de los conflictos armados en otras geografías, donde los bandos en pugna de alguna forma pueden distinguirse, aquí se confunden cubiertos por el manto de la corrupción y la impunidad.

Simplemente en nuestro México no hay manera de distinguir a los “buenos” de los “malos”. ¿Denunciar las amenazas? ¿Solicitar protección? ¿A quién, a la autoridad? ¡Imposible! De hacerlo es muy probable que en ese mismo acto estén firmando su propia sentencia de muerte.

Hoy hemos llegado al extremo de no saber si tu amigo, el que presume una reputación a toda prueba, el que está sentado a tu mesa, realmente es un diablo con cara de angelito.

Y la verdad, no se ve cómo nuevas instituciones, leyes y castigos más severos puedan contribuir a mitigar el inmenso daño que se está causando; el inmenso pasivo de resentimiento que se acumula en los cientos de miles de deudos; si para los líderes de los bandos en pugna un muerto más, o 20, o 1000 no hacen diferencia.

Lo único posible para que el país recupere el rumbo se sintetiza en la palabra confianza. Confianza en un liderazgo que debería asumir, antes que otra cosa, el compromiso de hacer la guerra a la corrupción y la impunidad que permeo a toda la administración pública federal.

Y para muestra un botón. En un hecho absolutamente inédito la Cámara de Diputados; suspendió la vergonzosa comparecencia ante el pleno, del secretario de la función pública; y se quejó ante el titular del poder ejecutivo, porqué su secretario solo dio evasivas y no respondió a las preguntas de los legisladores ante la falta de castigo a los culpables de los evidentes casos de corrupción que reportó la Auditoría Superior de la Federación en su análisis de la Cuenta Pública del 2010.

La causa de la suspensión dirán muchos que se debe a los tiempos electorales y seguramente tienen razón. Pero no podrán negar que la estela de luz se yergue no para celebrar el bicentenario, si no para perpetuar en la memoria la ignominia de los muchos casos de corrupción e impunidad.

Que en paz descansen todas las víctimas inocentes de esta guerra y mi más sincero pésame a los deudos de los dos bandos, particularmente a los de aquellos periodistas honrados, corresponsales de guerra, caídos en el cumplimiento de su convicción.

Una reflexión final: La vida de los estadistas fluye entre la soberbia y la humildad. El secreto es cuánto y hasta cuándo serlo.

Reciban un afectuoso abrazo,

Enrique Chávez Maranto
enrique.chm@gmail.com
twitter.com/enriquechm