domingo, 27 de diciembre de 2009

Algarabía...

Domingo 27 de diciembre del año de 2009, 13:56 PM. Los días pasados pletóricos en emociones me han dejado simplemente agotado. El intercambio constante de mensajes por todos los medios, de cualquier tipo, con propios y extraños, superó por momentos mi capacidad de procesamiento y me sometió a un estrés que hoy me deja con una suerte de cruda que el único tratamiento que podría curarla es el silencio. Así que esta columna va ha versar sobre el silencio.

¿Sobre el silencio? Si, pero no sobre el silencio, silencio que entendemos comúnmente como la ausencia de sonido. Será sobre otro tipo de silencio, el que se expresa con palabras que no existen pero que infunden tranquilidad y reposo al alma.

El silencio que se expresa, con el embelezo que provocan las maravillas y misterios de la naturaleza; con la hermosura de una sonrisa franca que muestra la alegría sincera; con la calidez de aquella dulce mirada cómplice del amor; con la ternura de la ingenuidad de los primeros años de quienes son por nosotros y que algún día se irán con nosotros dentro; con la emoción del recuerdo de una madre que cobija a su hijo en medio del fragor de la tormenta; con la vista al infinito en lo alto de una pirámide recuerdo de épocas muy lejanas; con las miríadas de estrellas que navegan en el universo e iluminan tu camino en la profundidad del bosque. Silencio… Umm… Ese silencio de la música del Alma que ella interpreta para ella misma.

Cuantos recuerdos de momentos de interminable y tranquilizador silencio que siempre han estado ahí, atesorados pero ocultos tras la algarabía discordante de lo cotidiano que no nos deja ser:

¡Ring, ring! Sí, ¿Diga? ¡Ya le dije que aquí no vive ese señor!... “Ha recibido un e-mail” Puff ¡más propaganda! ¿Escuchaste las noticias? ¡Hombre que notición!… ¡Piiii, piiii! ¡Apurate animal! ¿Qué no ves que ya está el verde?... ¿A que horas es el partido? ¿Dónde? ¿En la Guabina? ¡Perfecto!... ¡Ya cámbiale! ¡Qué no ves que ya empezó la tele novela!... ¡Sí señor! ¡Lo que usted diga señor! ¿Para cuándo? ¿Para ayer? Noooo… ¡Salud jóvenes! ¡A ver, a ver, todos a la foto, a la foto!... ¿Ya viste las babosadas que dice el cuate ese? ¡Sí hombre! no se vale… ¡Por eso estamos como estamos! ¿Estamos “kemo sabi”?... ¿Cómo de que no hiciste lo que te pedí? Ni me digas…

Así que en unos momentos más pondré mi súper procesador “Lentium Brain” en modo silencio -por aquello de que calladito me veo más bonito-, también apagaré el Crackberry, ¡perdón “el” Blackberry! teléfono celular-cámara fotográfica y de video-navegador Internet-correo electrónico-GPS-calculadora-agenda electrónica-lista de pendientes-etcétera-etcétera-etcétera; por donde recibo buena parte de la algarabía discordante. Entonces me dedicaré a sacar del cofre de mis tesoros uno por uno de esos momentos de interminable y tranquilizador silencio que siempre han estado ahí.

¡Brilp,birlp! “Ha llegado un nuevo mensaje”… ¡No lo leeré! Aunque… ¿Y si es el que he estado esperando…? ¡Noooooooooooooooooo!…

Este año para mí y para muchos, no duró un año. No se por qué pienso que nos vendieron como completo un año que duró poquísimo. Así lo sentí. En lo que a mi toca me proveyó, como pocos años, de un cúmulo de experiencias, sentimientos de todo tipo y que cierra tal como empezó: a un ritmo acelerado.

El día que lean este artículo la algarabía discordante habrá quedado atrás y mi atención estará centrada en la algarabía del amor de mis seres queridos y ¿Por qué no? También en la algarabía del silencio de mis recuerdos más preciados como los sonidos del anochecer en selva y del canto de los papagayos que alguna vez escuché tendido con la mirada a un cielo tachonado de estrellas en la cima de ese lugar mágico y misterioso que es la pirámide de los nichos del Tajin. Justo ahí donde la brisa susurraba, quedo, muy quedito… Meshico… ecos de un tiempo muy lejano…

¡Feliz Año Nuevo!…

Enrique Chávez Maranto
enrique.chm@gmail.com
www.ramari.blogspot.com

jueves, 24 de diciembre de 2009

El Rompecabezas de la Vida

“Como todos ustedes saben, los regalos de Navidad y Día de Reyes no son un asunto trivial. Satisfacer a los pequeñines no es igual que hace dos mil años –para ser exactos 2009 años- cuando recibimos la encomienda; hoy son cientos de miles de cartas de niños –algunos no tan niños- con peticiones cada vez más sofisticadas y si hemos de ser sinceros, no damos el ancho, estamos perdiendo mercado aceleradamente… simplemente las cosas no marchan nada bien…”

Ese fue una parte del discurso inaugural de la inusual e inédita reunión entre Santa Claus y los tres Reyes Magos quienes por primera vez, dejando a un lado su tradicional rivalidad, se sentaron juntos a la mesa para discutir como enfrentar su paulatina pero constante pérdida de liderazgo en el mercado “global” de los juguetes; mercado, que punto y aparte, para ellos siempre ha sido global...


Santa, propuso incrementar la capacidad de las plantas productoras de juguetes y hacer economías de escala; adoptar nuevas tecnologías y compartir el mercado mediante alianzas estratégicas con los nuevos jugadores Mattel, Nintendo y otros fabricantes; en tanto que los Reyes Magos pugnaron por retornar a lo básico, un poco lo “retro”, porqué argüían y con razón, que los valores de los niños –y de los papás de los niños- se habían diluido con el paso del tiempo por la sofisticación tecnológica, la violencia, la competitividad, el apego a lo material y demás chunches que aquejan a la sociedad actual.

Las pláticas por momentos se tornaron tensas -particularmente entre Santa y Melchor quienes por alguna ignota razón de plano no se caían bien- sin embargo, el espíritu navideño prevaleció y al cabo de unos cuantos días las conclusiones llegaron: La alianza sería solo entre ellos y si bien es cierto que tendrían que actualizar tecnológicamente sus fábricas para incrementar la capacidad de producción con menores costos; su apuesta en el mercado estaría del lado de juguetes que ayudaran a rescatar los valores para la niñez y la juventud.

Con esa premisa, los creativos de Santa Claus Inc. y Los Tres Reyes Magos SA de CV se dieron a la tarea de encontrar el concepto que fuera la piedra de toque para recuperar la preferencia de los niños. Encerrados en un bunker para protegerse del espionaje industrial –medida por demás inútil pues ya nadie los consideraba competencia- el grupo, después de arduas jornadas de trabajo, se dispuso orgulloso a presentar a sus superiores el resultado de las arduas jornadas de trabajo…

Y así llegó el gran día. Los renos, el caballo, el elefante y el camello arribaron imponentes con los distinguidísimos miembros del consejo de administración; el staff puso a punto el equipo de proyección, las luces se apagaron y en la pantalla apareció la primera lámina –en Power Point naturalmente- con una sola frase:

Rompecabezas el juego de la vida…


Por breves pero a su vez interminables segundos el silencio ocupó todos los espacios de la pequeña sala donde se jugaba el destino de las tradiciones milenarias de Amor, buena voluntad, reconciliación y esperanza de toda la humanidad…

“Si, nuestra apuesta es por el Rompecabezas de la Vida –rompiendo el pesado silencio dijo con firmeza y convicción el más joven del equipo de mercadotecnia que recién había cumplido su milésimo aniversario en el equipo de los tres Reyes Magos- permítanme explicar por qué…

¿Cuál es el juego que no te conduce a la frustración o al desengaño? El rompecabezas pues cuando quitas el moño y la envoltura, puedes ver lo que más tarde o más temprano obtendrás.

¿Cuál es el juego en el que siempre disfrutas con los pequeños logros? El rompecabezas, cuando unes una pieza con otra.

¿Cuál es el juego en el que siempre tienes otra oportunidad? El rompecabezas donde nada te impide volver a empezar.

¿Cuál es el juego en el que no tienes a quien echarle la culpa si las cosas no resultan como esperabas? El rompecabezas, pues tú eres el único responsable de los resultados.

¿Cuál es el juego que no crea resentimientos? El rompecabezas donde siempre ganas y no hay vencedores ni vencidos.

¿Cuál es el juego donde puedes avanzar a tú ritmo? El rompecabezas que solo requiere paciencia y enfoque para jugarlo.

Es suma, terminó diciendo el “joven” ejecutivo, el juego del rompecabezas es como la vida donde nuestra visión del futuro es la figura en la caja que con paciencia y fe siempre podemos alcanzar; donde la felicidad se alcanza cotidianamente con los pequeños o grandes logros antes que con el resultado final; donde si fracasas solo tú eres el responsable pero también solo tú eres responsable de otorgarte la oportunidad de volver a empezar; donde puedes avanzar a tu propio ritmo si dejas de compararte con los demás; donde la única regla para no crear resentimientos es que tus acciones se den en armonía encajando las piezas suavemente, sin forzarlas.”

Y ahí terminó la reunión con el resto de las láminas en el computador pues no fue necesario explicar nada más.

Solo quedó una pregunta en las mentes de Santa y los Reyes Magos

¿Lo entenderán?

Con mis mejores deseos,

Enrique Chávez Maranto
enrique.chm@gmail.com

domingo, 20 de diciembre de 2009

100 años después...

México. Navidad del año 2108: No fue tanto el sello “confidencial” estampado en lacre, como el curioso logotipo –un trineo tirado por renos- lo que me impulsó a abrir de inmediato el sobre que contenía el relato de la historia jamás contada sobre el origen de los acontecimientos que hace 100 años transformaron al mundo. La siguiente es la transcripción fiel del documento fechado un día de noviembre del año 2008:

“Las pantallas de alta tecnología de la sala de control operativo mostraban el estado de las líneas de producción a un Santa Claus muy preocupado. El retraso en la instalación de las computadoras, los sistemas de soporte, la implantación de los complejos sistemas de información y la curva de aprendizaje de los duendes, ponían en riesgo de incumplir los deseos navideños de millones de niños de todas las edades, porqué han de saber, que ser niño no es cuestión de años cumplidos… Santa había confiado en la promesa del equipo de consultores y duendes encargados del proceso de innovación tecnológica pero no pudo leer –recuerden que usa lentes de fondo de botella- la letra chiquita en los contratos que establecía “Cumpliremos salvo causas de fuerza mayor…” Causas que incluían, entre otras, las condiciones meteorológicas extremas que prevalecen todo el año en el Polo Norte. ¡Dos años se llevó el proyecto programado a 6 meses!

La buena noticia, todo funcionaba a la perfección. Las líneas de producción con robots de última generación (los duendes se encargaban únicamente del control de calidad, la captura de pedidos y otras actividades de soporte) operaban a toda su capacidad y si nada fallaba, DHL entregaría a tiempo los regalos a quienes ansiosos los esperaban en todo el mundo… Se preguntarán ¿Y los renos? Siento decirles que fueron jubilados (al igual que uno que otro duende) consecuencia de la política de “outsourcing” para optimizar costos.

Hasta ahí todo era lo mismo de años anteriores, nueva tecnología pero al fin y al cabo lo mismo, con una pequeña salvedad…el nuevo alcance de las operaciones. Resultado de un cuidadoso ejercicio de planeación estratégica, el Plan de Negocios de Santa Claus Inc., que por cierto ya cotizaba en la bolsa de Nueva York; incluía ahora regalos no solo a los niños y a los adultos que no habían olvidado al niño que llevan dentro, si no también a países enteros. Esta nueva actividad era todo un reto, ¡obligaba a Santa a estar al tanto de todo lo que ocurría en el mundo como si no tuviera ya mucho que hacer!

Para apoyarlo, los nuevos sistemas proveían un constante flujo de información a las pantallas en la sala de control operativo. La información de las casas de bolsa, de las agencias noticiosas y muy particularmente de las empresas encuestadoras, era utilizada por los duendes analistas que aplicaban modelos computarizados muy complejos con, entre otras, variables económicas, políticas, demográficas y culturales para estimar las tendencias de la opinión ciudadana, conocer sus preferencias y así recomendar los regalos más adecuados a un Santa que aún se hacía bolas con la jerga estadística del “marketing” pero que al ritmo de villancicos observaba todo muy atentamente. De súbito las alarmas pasaron del amarillo pálido –nunca estuvieron en verde- a tonos más subidos y de ahí al rojo en tan solo unos minutos. Al instante, el duende jefe de analistas con una expresión de pánico expresó… -Señor, tenemos un problema… -¿Uno?, mas bien diría yo que muchos - contesto Papá Noel llevándose la mano a la cabeza… ¿Qué pasa ahora?

-Las más recientes estimaciones indican que los consumidores americanos se quedarán sin dinero para pagar las hipotecas, las colegiaturas de los niños, el préstamo del coche, el combustible y demás chunches. El índice de confianza de los consumidores caerá por los suelos… ¡dejarán de comprar! El resto de las economías, Japón, Alemania, Francia... se verán en serios problemas… el escenario más plausible será una recesión global sin precedentes… En lo que a nosotros toca nos cancelarán muchos pedidos y el valor de nuestra acción perderá más de un 50% en unos pocos días… Señor, ¿Qué hacemos señor? –Por lo pronto reúna al equipo duende de control de crisis y ni una palabra de esto a nadie… ¿Entendido?

10 minutos más tarde en la Sala de Control de Crisis el silencio, que se podía cortar con tijeras, fue roto por la voz firme de un Santa Claus en pleno control de la situación… -Señores, no les voy a mentir, se acercan momentos difíciles para el mundo… He puesto al tanto de la situación al Consejo de Administración y ellos me han felicitado por el regalo que decidí dar al mundo en forma de una recesión global y una crisis financiera que no tendrá precedentes. Como medida complementaria he decidido otorgar el siguiente regalo al pueblo de los Estados Unidos: Barack Obama ganará la elección. Finalmente les pido disculpas a todos ustedes por mantener esta operación en secreto y más aún por el susto, pero como comprenderán no siempre les puedo informar de todos los regalos que decido. Una última cosa, señor duende jefe de finanzas, antes de que se caiga la bolsa por favor… ¡Venda, venda!…”

El mundo y Santa Claus Inc sobrevivieron la crisis financiera y la recesión. El presidente Barack Obama ya es parte de la historia. La ciudadanía sufrió muchas penalidades pero el mundo se transformó para bien. ¡Gracias Santa! y que tengan una muy ¡Feliz Navidad!

Con mis mejores deseos,

Enrique Chávez Maranto
enrique.chm@gmail.com

domingo, 13 de diciembre de 2009

El Primer Director

Era el día cientos de veces repetido en la historia de ese mundo: el día de la elección del Primer Director. La puerta del sobrio recinto se abrió para que, uno a uno los electores vitalicios, hombres y mujeres, uniformados, solemnes, representantes de las 501 regiones en las que habían dividido su mundo; ocuparan en silencio sus lugares. Poco esperaron, acaso un minuto, antes de que el Primer Propuesto –así llamaban a sus candidatos- realizara un discurso de presentación que fue breve, conciso, sin énfasis, sin emoción, sin matices. Un discurso donde no comprometió nada, salvo su dedicación al bienestar de la nación. El Segundo, el Tercero y el Cuarto de los propuestos repitieron justo el mismo discurso. Si usted, como yo, esperaba surgieran las ideas, los argumentos, el debate; nos equivocamos de cabo a rabo, no hubo nada de eso.

Ni por asomo se insinuaron críticas o descalificaciones entre ellos. Mucho menos al Primer Director saliente quien, luego de 20 años, debía entregar el poder en manos del que resultara su sucesor, quién por cierto, se enteró de su candidatura, como los demás propuestos, justo ese mismo día cuando en la sesión matutina los electores votaron en secreto por cuatro de ellos mismos.

Concluido el aburrido expediente de los discursos –que muchos en la intimidad consideraban una pérdida de tiempo- la votación se realizó de forma expedita. Al no haber posibilidad alguna de empate, el humo blanco salió de inmediato… Acto seguido, en el momento de la unción, el Primer Director saliente entregó simbólicamente las llaves del gobierno y tras del breve apretón de manos acostumbrado, al unísono se escuchó en voz de todos: “¡Tenemos director, somos democracia!” para, de inmediato, sin mediar palabras ni saludos, retirarse como llegaron: callados y solemnes.

Ya se verían nuevamente dentro de 20 años… pues en ese mundo no había de que preocuparse. La única responsabilidad del nuevo Primer Director era ejecutar la pena a cualquier sospechoso de cuestionar o disentir del status quo: la supresión del indiciado y de su comunidad. Siendo así, en ese mundo solo se escuchaban los sonidos del silencio donde las ideas nunca llegaban a ser al quedar escondidas tras la puerta de los temores…

El sistema de ese mundo imaginario garantizaba el sufragio efectivo sin embargo, en contra de su afirmación, no era en absoluto democrático pues omitía el ingrediente principal: las ideas. Ideas que solo pueden ser realmente ideas, si se comunican y se contrastan con otras para generar soluciones para el bienestar de la sociedad. Una fuente de energía cualquiera, como una pila, solo es realmente pila cuando cumple su propósito: hacer que un dispositivo funcione. Y esto se logra únicamente cuando a sus polos se conectan a conductores que permiten que la energía fluya a través del dispositivo en cuestión.

Una democracia solo puede ser realmente una democracia, cuando provee de mecanismos de interconexión para que las ideas puedan fluir libremente entre los distintos “polos” que las generan. Esto es lo que hace que los dispositivos de la comunidad, el estado, el país y de nuestro mundo funcionen y se desarrollen. Sin soslayar, naturalmente, que para el buen funcionamiento del sistema es indispensable garantizar el sufragio efectivo y la debida protección contra las sobre cargas o los cortos circuitos.

Uno de los mecanismos privilegiados para esto es el debate libre de las ideas con quienes cuestionan y disienten. El debate que contrasta, que motiva a la argumentación y al sustento. El debate que marca la diferencia entre los candidatos. El debate del cuál, al final del día, surgen las nuevas ideas para el bienestar de la nación.

Quien gobierna sin escuchar, ni debatir, apoyado solo en la fuerza de los votos, no gobierna, dicta.

Con mis mejores deseos,

Enrique Chávez Maranto
enrique.chm@gmail.com

domingo, 6 de diciembre de 2009

El Diamante Feo

Aún era de noche cuando partieron con rumbo a la finca de aquel anciano sabio. La inquietud reinaba entre el grupo pues era bien sabido que él difícilmente se alejaba de la pequeña pero hermosa choza, construida en lo alto de un fiordo que en esa época del año lucía espectacular.

No tardaron mucho en vislumbrar su figura de cara al crepúsculo, apoyado en su cayado, vestido con una fina túnica de un blanco impecable que el viento agitaba suavemente, esperando el amanecer que se intuía espléndido. Un cuadro perfecto que solo la armonía de la naturaleza podía lograr…

Y en ese marco, le hicieron la invitación para presidir, esa noche, el inicio de las fiestas del pueblo. Tal vez fueron la belleza del momento, o las caras de aprehensión de los solicitantes, los motivos para que el anciano sin mediar más nada, simplemente respondiera: Ahí estaré.

Cuando los visitantes se retiraron, el viejo sabio cambió su túnica por una raída ropa de trabajo para dedicarse, como acostumbraba, al arduo trabajo de mantener su finca que solo interrumpió al anochecer cuando, fiel a su compromiso, encaminó sus pasos al pueblo donde se presentó puntual, pero sudoroso, con la vestimenta que en verdad le hacia lucir como un pordiosero... Y así fue tratado: ¡Vamos! ¡Aléjate! Le gritaron lanzando piedras que con fortuna alcanzó a librar. Entonces, él, sin decir palabra, regresó a su choza donde se aseó, acicaló sus cabellos, vistió su impecable túnica, tomó su cayado y volvió para hacer acto de presencia en la fiesta. El recibimiento fue notoriamente distinto. De inmediato le encaminaron en medio de halagos y lisonjas a la mesa de honor donde estaban ya los deliciosos platillos de la cena. Solo que para sorpresa de los ahí presentes… el anciano sabio tomó el extremo de su túnica y cariñosamente la conminó a comer lo que a ella, la túnica, estaba destinado…

Conocí en alguna ocasión a un compañero inteligente, capaz, a quien todos acudían en la búsqueda de soluciones para resolver los problemas más difíciles. Él a todos ayudaba y todos eran recompensados… menos él.

Nunca alguien supo reconocer sus aportaciones porque mi amigo solo “era competente”, faltaba, que a los ojos de la gente, "pareciera serlo”. Al igual que el anciano no fue reconocido como sabio cuando lucia como pordiosero. Que solo lo fue cuando cambió de vestimenta. Él, al ofrecer las viandas a su túnica, ilustró la ignorancia de la gente que solo reconoce o descarta a la gente por las apariencias.

Como el inexperto minero que descarta a un diamante en bruto, a un “diamante feo”, simplemente por que no brilla y si, en cambio, pondera la pirita. O como quienes agravian y no reconocen lo que, deseando, ellos no pueden llegar a ser, porque prefieren vivir en el “sistema” con el peso de la conciencia antes que sin dinero, ligeros, dormir a pierna suelta.

Con mis mejores deseos,

Enrique Chávez Maranto
enrique.chm@gmail.com

domingo, 29 de noviembre de 2009

Diamante

El diamante siempre luce distinto a los ojos de quienes le admiran sin dejar de ser lo que es… diamante. La gema maravillosa que surge de la piedra opaca de la mina por los golpes precisos y el incesante pulir del tallador. Diamante que sigue siendo aun cuando la luz falte o el polvo y la suciedad enmascaren su brillo. Diamante siempre el mismo… pero siempre distinto a los ojos de los demás.

De igual manera es el Ser. Él requiere del tallador de la experiencia para transformarse y revelar las facetas de su grandeza. Ser siempre el mismo. Ser siempre distinto a los ojos de los demás. Ser que en tanto gema, ha de mantenerse limpio para no perder el brillo bajo la pátina de la soberbia y el resentimiento. Ser que ha de mantenerse limpio para poder ver su propia luz. Sin embargo, a diferencia del diamante que solo es lo que el tallador decide; el Ser no tiene límites y será siempre lo que él elija, aunque lo desconozca.

Eso escribí a principios del año 2007 y lo recordé hace poco cuando un amigo mío me comentó que como resultado de su participación en un proyecto donde le hicieron un estudio de sus fortalezas y debilidades gerenciales -basado en los conceptos de John H. Zenger y Joseph Folkman autores del libro “El líder extraordinario”- pudo confirmar que cada uno de los distintos grupos en los que se desenvuelve le perciben de manera distinta y que en consecuencia, cada cuál tiene expectativas distintas respecto de él. Mi amigo es quien es, pero como el diamante, es distinto dependiendo los “ojos” de quien lo mira.

La primera intención –y ese es el enfoque de los modelos tradicionales del desarrollo humano- sería buscar resolver las debilidades y procurar darle gusto a todos. Pero… ¿Es una actitud sensata? Difícilmente puede serlo. Es imposible negar tu naturaleza. Podrás mantener limpia la superficie de tu diamante pero jamás limpiar lo suficiente la superficie de los diamantes que te rodean.

La responsabilidad del líder es mantener limpia la superficie de su cristal para con la menor distorsión posible recibir información y transmitir su mensaje para, apalancado en lo que conoce como sus fortalezas, construir la “realidad” deseada. Nunca pretender darle gusto a todos. Eso es imposible.

Para constituir a México como un verdadero líder en el concierto de las naciones, ha de construir su propio camino y fincar su desarrollo en sus muchas fortalezas que no hemos querido ver como tales. Orgullosos de lo nuestro, orgullosos de lo que realmente somos, orgullosos de nuestra diversidad… con la superficie de nuestro diamante limpia, para dejar ver su luz en los confines del mundo.

Con mis mejores deseos,

Enrique Chávez Maranto

sábado, 21 de noviembre de 2009

Luz de luna...

Ya hace un buen número de columnas que he escrito procurando formar opinión sobre una problemática nacional que difícilmente se resolverá en mediano plazo. Está visto que la actitud de los actores no va a cambiar… yo sí… ¡pero de tema! En esta ocasión, decidí darme un respiro entrevistando a un buen amigo con quien he disfrutado muchas aventuras y sin embargo no conozco del todo. Así que emprendí el camino al bar la Guabina donde pensé que con toda seguridad lo encontraría y así fue.

-¿Cómo has estado? -Bien gracias ¿Y tú?

-Te diré que no puedo negar lo bien que me ha ido últimamente. Mi esposa está bien, los “niños” también, el negocio siempre generoso… los vecinos mejorando –cada vez hacen menos ruido-, mí juguete preferido no se ha descompuesto, el trabajo bien, ¡Vamos! Que hasta el servicio en la Guabina ha mejorado, la botana está cada vez mejor. En fin, todo está muy bien.

-Pero… ¿Qué me dices de ti? ¿Cómo estás tú? -¿Yo? Hum…

-Si tú. Me has dicho que todo lo que está alrededor tuyo, está muy bien y eso, si bien es importante, es solo una parte. Insisto, a ver dime… ¿Cómo estás tú?

-Bueno te diré que, la verdad, no he pensado mucho en eso. A ver… empezaré por lo que hago: Suena la alarma, me levanto, hago mis cositas, desayuno leyendo el periódico, me lavo los dientes, enciendo el coche, después el Ipod, emprendo la ruta a la oficina, saludo al vigilante del estacionamiento, estaciono el coche, saludo a los compañeros que conozco, me instalo en la oficina, atiendo los asuntos, emprendo el camino de regreso a casa, ingiero mis sagrados alimentos y después… una siestecita; suena la alarma, besito de despedida, emprendo el camino a la oficina nuevamente, lo mismo, regreso, leo un poco, veo la novela....

-¿La novela? Será la telenovela. -Si pues, ¿Qué tiene de raro? Tiene buenas actrices, buenos actores, eso sí, ninguna trama pero entretiene hombre… no nada más el Discovery Channel… o las películas 20 X… Pero no interrumpas por favor... ¿Dónde me quedé? ¡Ha sí! en la telenovela, continuamos, después la frutita de la cena, lavarse los dientes y tan ¡tan! Lo demás es privado.

-Está bien, ya enlistaste todas, bueno, casi todas tus actividades pero no has respondido a mi pregunta ¿Cómo estás tú? ¿Eres feliz? Brotó inoportuna la pregunta en tanto la felicidad, para tantos, es cosa tan distinta…

-Sí y No. Me contestó de pronto -cual buen torero buscando esquivar la cogida del toro por su inconsciencia- intentando que su rostro no mostrara duda o falsa seguridad.

-Soy feliz cuando disfruto de buena compañía y buen vino bajo el manto de las estrellas en una noche de verano con una brisa firme que me susurra palabras… Soy feliz cuando por las mañanas salgo al jardín y escucho en el murmullo de la naturaleza el canto de los pajarillos ¡Eso es vida! Soy feliz cuando después de un eventual “mal” día en el trabajo; recorro los escasos kilómetros a mi casa y me envuelve el ronroneo de mi auto que susurra quedamente al oído, ¿Ya viste el mar? ¿Y el cerro de San Martín? ¿El atardecer? ¿Ya viste lo que nunca ves, pero que siempre está ahí para tí? Soy feliz cuando la sonrisa de alguien más o la ternura de su mirada inspiran el amor… Soy feliz cuando mis manos, de estar quietas, vuelan sobre el teclado expresando lo que mi alma siente.

-¿Y cuándo no eres feliz? Le pido concluir...

-Cuando, querido amigo, he de olvidar lo feliz que estoy ahora por contestar tu pregunta.

“Luz de Luna, piano, hum…
Infunden la calma que el alma busca
Cuando en el momento de la íntima soledad
El rostro muestra la intención de la eternidad…”

Con mis mejores deseos,

Enrique Chávez Maranto
enrique.chm@gmail.com

domingo, 15 de noviembre de 2009

Marionetas

Con el puño cerrado no se puede intercambiar un apretón de manos (Gandhi)

Estimado lector, el siguiente párrafo contiene una brevísima lista de palabras ofensivas, soeces, groseras, que pueden afectar tu sensibilidad. Tal vez preferirías no leerla, sin embargo es representativa de los adjetivos calificativos proferidos por muchos –no todos, aclaro- de nuestros señores legisladores en el transcurso de los “debates” que se dan en la más alta tribuna de la nación. Si bien podrías saltar al tercer párrafo, vale la pena respirar profundo, taparse la nariz y continuar con la lectura.

¡Asesino! ¡fascista!, ¡Mediocre!, ¡Usurpador!, ¡Payaso!, ¡Curulero!, ¿Aflojaste el cuerpecito?, ¡Esperpento traidor!, ¡Pinche nalgas prontas!, ¡Fanfarrón!, ¡Estorbo!, ¡Estúpido y traidor!, ¡Incompetente!, ¡Rajón!, ¡Salinista!, ¡Pendejo!, ¡Enanos del congreso!, ¡Por rata, te volviste joto!, ¡Inútil!, ¡Muerto de hambre!, ¡Tepocata!, ¡Peligro para México!, ¡Mierda!.. (Por violencia verbal in extremis se omite el tradicional recordatorio familiar).

La lista anterior podría continuar hasta compilar un libro que tendría como portada la fotografía del entonces legislador, Don Humberto Roque Villanueva, tomada el 17 de marzo de 1995, cuando hizo la “roqueseñal” para celebrar el incremento del 10 al 15 por ciento de impuesto al valor agregado. Gesto obsceno con él que merecidamente ingresó a la historia nacional. La “roqueseñal” sería el marco perfecto para el título que no podría ser otro que “Letrina”, el retrete colectivo, el lugar sucio donde, con honrosas excepciones los políticos, vierten las inmundicias y expelen los excrementos de su ignorancia e incapacidad para debatir las ideas.

Pero… ¿Será realmente ignorancia e incapacidad? Pensándolo bien no lo creo. Es insulto, oprobio, descalificación, agravio, bajeza, ruindad, vileza, cinismo y otras linduras pero, ignorancia e incapacidad definitivamente no. Es un hecho que quienes conforman la clase política son en general gente inteligente. Muy inteligente diría yo, que se aplica –salvo honrosas excepciones- sin escrúpulo alguno al propósito de conservar los privilegios que el poder implica a quienes se sirven de él. Muy competente para “operar” en un contexto plagado de intereses, componendas, “concerta” cesiones, acuerdos en “lo oscurito” que les aseguren permanencia dentro del sistema.

¿Pero entonces que es la diatriba que fluye cotidianamente de la boca de la clase política? Es en buena medida simplemente circo, mero teatro o una función de lucha libre, lo que mas te guste. Un espectáculo oprobioso de marionetas, cuidadosamente orquestado, de “rudos contra técnicos”, hecho para satisfacer el morbo del militante – aficionado.

Y para muestra un botón, recordemos las sentidas declaraciones de los diputados, unos a favor y otros en contra, del alza de impuestos. Declaraciones que no sirvieron para nada, pues al final del día terminaron en su gran mayoría votando a favor. Recordemos el inútil espectáculo en la cámara de senadores donde la ley de ingresos quedó peor –para el pueblo claro está, no para quienes mueven los hilos de las marionetas- de lo que salió de la cámara de origen.

Alguna vez ingenuamente pensé que los insultos, ofensas, descalificaciones, juicios de valor hechos en la tribuna, en las declaraciones de banqueta y en las conferencias de prensa eran autenticas. Me cuestionaba entonces que cómo era posible, después de decirse lo que se dicen, pudieran sentarse a la misma mesa en la búsqueda de consensos para el bien de la Nación.

Y la verdad es que si se sientan a la misma mesa, pero no de cara al pueblo y menos en el espacio común de las legislaturas. Ahí solo lo hacen las marionetas para representar el papel que cuidadosamente les han preparado. Los que si se sientan a la misma mesa para disfrutar las mejores viandas, a fumar habanos, a degustar el buen vino, a tomar güisqui –de 18 años para arriba- son quienes realmente detentan el poder. Ahí es donde se toman las decisiones, donde se logran los consensos y se escribe el guión.

Con mis mejores deseos,

Enrique Chávez Maranto
enrique.chm@gmail.com

domingo, 8 de noviembre de 2009

¿Cuál México?

Durante la guerra entre España y los Estados Unidos, el presidente McKinley entregó a un hombre llamado Rowan, una carta dirigida al General Calixto García quién se encontraba en algún lugar de la isla de Cuba. El Sr. Rowan sin recibir, ni pedir, mayores indicaciones, emprendió de inmediato el camino y al cabo de unos días entregó la carta en su destino.

El párrafo anterior es conocido como la historia de la “Carta a García” que se utiliza frecuentemente en cursos motivacionales, como ejemplo del espíritu de colaboración que debería prevalecer en las organizaciones. Se espera, que cuándo alguien necesite «enviar una carta a García», exista un «Sr. Rowan» competente para cumplir la misión. Sin embargo esto no puede darse en todos los casos, pues hay algunas encomiendas realmente muy complicadas, diría yo casi imposibles de lograr.

Si hoy, una hipotética “Carta a García” se tuviera que entregar con la única seña de que el destinatario está en México, una pregunta pertinente, sin demerito de la actitud del Sr. Rowan, sería: ¿Cuál México?

Sí, ¿Cuál México? ¿Él del norte, ó el del sur? ¿Él de las costas, ó el de las montañas? ¿Él de los ciudadanos de primera, ó el de los ciudadanos de segunda que no pueden aspirar a un puesto de elección popular si no es a través de los partidos políticos” ¿Él de los que pagan impuestos, ó el de los que los evaden? ¿Él de los que estudiaron en las escuelas privadas, o él de los egresados de las universidades públicas? ¿Él de los que estrenan auto cada tres años, ó el de los que compran camionetas importadas que de viejas se desbaratan? ¿Él de quiénes en una sola comida gastan, lo que es el sueldo que no verán en toda su vida quienes viven en el otro México? ¿Él de los que usan su BlackBerry para “tuitear”, ó el de los que abonan al saldo solo lo necesario para hacer una llamada? ¿Él de los que son “completamente palacio” ó él de los que visten ropa de segunda mano? ¿Él de los que toman vacaciones en Cancún ó él de los que solo conocen la arena de la playa que les acarrean al Distrito Federal? ¿Él de los que viven en el municipio de San Pedro Garza García ó él de aquellos en los altos de Chiapas? ¿Él del PAN, él del PRI, ó el del PRD?

Sí, ¿Cuál México? ¿Él de los pocos muertos amigos del presidente, ó él de los cientos cuyo sacrificio no ha merecido un modesto monumento colectivo?

Definitivamente la misión del Sr. Rowan no sería nada fácil de cumplir. Por que, en efecto, existe una diversidad incalculable de percepciones de la realidad de nuestro país que dificultaría enormemente entregar la carta en su destino. Diversidad que no hemos sido capaces de convertir en fortaleza y que obstruye la construcción de acuerdos básicos sobre el futuro deseado. Solo en uno todos coincidimos: El anhelo es un México mejor.

Solo que esta frase es y seguirá siendo hueca en tanto del anhelo no pasemos. Y«mejor» signifique cosas tan distintas para tantos. Así que no se asombre, ni se disguste, ni vea moros con tranchete, por leyes que parecen mal hechas e inequitativas. Al contrario regocíjese, pues seguramente nuestros doctos y justos legisladores las diseñaron pensando en aquellos que viven en alguno de los otros México que usted no conoce. Pensando en aquellos que seguramente son mayoría.

Con mis mejores deseos,

Enrique Chávez Maranto
enrique.chm@gmail.com

domingo, 1 de noviembre de 2009

Tierra fértil...

“Los días transcurrían plácidamente en esa época del año. Atrás habían quedado las arduas jornadas de la cosecha que, como ellos, generaciones atrás habían levantado de esa bendita tierra fértil donde todo se daba.

Con los graneros rebosantes, más allá de sus necesidades, era la temporada para disfrutar del maravilloso espectáculo de la naturaleza que les llevaba, envueltos por la brisa fresca y apacible, de las noches iluminadas por miríadas de estrellas, a los encendidos tonos del amanecer siempre cambiante. Nada parecía amenazarles.

Decían los ancianos a su prole: «así ha sido y así será». Pero no ocurrió así, las lluvias menguaron hasta no llegar, y la tierra se tornó yerma. Lo demás, es la historia que hemos vivido juntos sus padres y yo cuando peregrinamos durante muchos meses en busca de una nueva tierra llevando a cuestas unos pocos bultos de semilla para sembrar.

En esos días difíciles, mucho hubimos de luchar, cuando las frutas del campo se nos negaban y el hambre apretaba, para no convertir la semilla en pan... Al cabo, casi sin fuerzas, llegamos a estos predios con tierras que se veían buenas, pero que no estaban preparadas.

Discutimos mucho entonces para vencer la tentación de sembrar nuestro tesoro y sentarnos a esperar las lluvias como lo hacían nuestros padres. Allá en las tierras de las que venimos -les dije-, nuestros mayores nunca lo pensaron necesario, «así ha sido y así será» dijeron y ya vieron que un mal día las lluvias nos abandonaron.

Finalmente nos ganó la prudencia y construimos las terrazas, las presas y los canales de riego donde nuestro tesoro rindió los frutos para bien nuestro, de ustedes y de los hijos que aún no les han nacido…”

Cuando con visión de estado el gobernante tiene la voluntad política de resolver los desequilibrios que afectan a sus gobernados puede, a pesar del costo que le represente, conducir a la promulgación de leyes y a la fundación de instituciones idóneas para restablecer el orden deseado en favor de la sociedad. Sin embargo, no bastan visión de estado, voluntad política, leyes e instituciones para asegurar el éxito.

Se requiere también, de tierra fértil y abono para que las leyes puedan aplicarse y las instituciones alcancen sus objetivos. La tierra fértil es una ciudadanía comprometida y co responsable; el abono es la necesaria confianza que el poder político debe inspirar en sus gobernados. Compromiso y confianza que han de reconocer, tanto la ciudadanía militante, como quienes ejercen de buena fe el poder; toma su tiempo construir antes de que la tierra de frutos.

Y en lo que eso se logra, habrán de no perder la paciencia, ni permitir que les venza la tentación de saciar el hambre con la semilla que resguardan para la transformación del país.

***

A propósito de calaveras e impuestos: Brava la Parca iba / Pues no es posible, se dijo encorajinada… / Que en el panteón por mortaja / ¡Ahora impuesto le harán pagar! / / En esa bravura de ánimo / A las puertas del senado llegó, / Buscando a Paredes, a Nava o a Manlio… / Para arrastrarlos de la greña al panteón… / / No nos lleve… / Temblando los tres suplicaron / Que por su alta investidura / Su señoría tendrá una exención… // Ya sin pretexto la Parca les dijo: / ¡Dejen de lloriquear! que en su curul quedarán / Pero ¡vamos!... díganme y pronto… / ¿Dónde están Carstens y Calderón?

A propósito de solidaridad y apoyo: Miranda Sánchez es una bellísima niña de 6 años de edad que necesita trasplante de médula. Necesitamos reunir fondos de manera urgente para realizar lo antes posible la operación que le ayude a vencer esta enfermedad. Mayores informes en la página
www.ayudemosamiranda.com o a los teléfonos (998) 185-5042 (998) 171-3501

Con mis mejores deseos,

Enrique Chávez Maranto
enrique.chm@gmail.com

domingo, 25 de octubre de 2009

Moción de orden

El lobby del centro de convenciones estaba a reventar. Representantes del diez por ciento del producto interno bruto del país (PIB) caminaban sobre las mullidas alfombras del club de industriales esperando la última de las conferencias del programa que, como se acostumbra en época de elecciones, incluía a los candidatos a ocupar los próximos seis años el sillón presidencial.

Solo que ese día el tiempo de espera no era utilizado como en otras ocasiones para intercambiar saludos y elogios mutuos. Los asistentes, reunidos en pequeños grupos, discutían si era necesario quedarse. La mayoría de los tomadores de decisiones de ese sector de la economía se inclinaban a hacerlo pero solo por educación. Entre los más reacios a permanecer, uno exclamó airadamente en un tono que no dejaba lugar a duda de su disgusto, que no valía la pena escuchar a ese mequetrefe senador vocero del candidato del mal… y sin despedirse, congruente con su dicho, refunfuñando, el Uno por ciento del PIB encaminó sus pasos rumbo a la salida del recinto. ¡Órale, se encanijó mi compadre! Dijo, encogiendo los hombros, el muy respetado Don Dos por ciento del PIB solicitando: -no se vayan muchachos, lo cortés no quita lo valiente, escuchemos lo que tenga que decir el senador ese. Así, resignados, obligados unos por la cortesía, otros por el morbo, tomaron sus lugares. Sin embargo, al finalizar la exposición muchos en la audiencia cambiaron radicalmente de opinión. De todos los ponentes el único que realmente hizo una aportación, que mostró solidez en su argumentación, fue el “MequetrefeSenadorVoceroDelCandidatoDelMal” a quien nadie quería escuchar.

La historia anterior; basada en hechos reales, así que si le recuerda algo a alguno de mis lectores, les juro, no es casualidad; viene a colación porque ilustra algo que es un hecho en la realidad mexicana: Nos negamos sistemáticamente a escuchar. Pero si tan solo fuera eso… No, también la aderezamos con juicios sumarios, insultos, descalificaciones y burlas a todo aquel que no comulgua con nuestras ideas.

De todo eso hablamos mi ahora buen amigo, Juan José, en una animada conversación que sostuvimos en el puerto de Veracruz el viernes pasado. Destacamos que ese un tema de vital importancia para el país, pues si no somos capaces de debatir las ideas dejando de lado las descalificaciones e insultos no avanzaremos jamás. Comentamos que nuestro México tiene todos los recursos para ser un actor principal en el concierto de las naciones. Lamentablemente todo… menos la capacidad y los mecanismos para lograr consensos respecto del futuro deseado para la nación.

Y eso lo pude comprobar la noche siguiente cuando un pequeño grupo de amigos, al calor del temperamento y uno que otro güisqui de más, discutía con mucha enjundia el tema del sindicalismo en México. Las voces altisonantes se atropellaban en forma desordenada alrededor de la mesa, especio común de muchas conversaciones simultáneas todas sobre lo mismo, que eran imposibles de seguir. Osé entonces pedir la palabra para hacer una moción de orden a la asamblea pero, como era de esperarse, la señora asamblea no me hizo caso. Insistí elevando en cada ocasión el tono de mi voz hasta que finalmente alguien por ahí se compadeció y gritó, “cállenssen dejjjen que hablle Enrrrique” y hablé:

Imaginen -les dije- que los aquí presentes somos México, que nos hemos reunido para decidir aquí y ahora, el futuro del país. ¿Ustedes creen que podremos lograrlo? ¿Se dan cuenta? Por un instante se hizo el silencio absoluto, después continuamos igual, argumentando con temperamento, con enjundia y con diatriba. Con todo lo que hace falta para destruir a un país, pero ¡eso sí! ¡Cómo disfrutamos del espectáculo!

A propósito de enchiladas y del “yo no fui, fue teté” que se traen los partidos políticos por la paternidad del incremento en los impuestos, he de decirles que tanto peca el que mata la vaca… ¡cómo el que le “agarra” la pata! ¿Acaso solo los diputados de un partido hicieron la mayoría?

A propósito de reconocimientos; a mi madrina Rosa Lotfe, mi estimada Soroska, ahora “Ciudadana Distinguida del Año” le envío un caluroso abrazo. ¡Muchas felicidades!

Con mis mejores deseos,

Enrique Chávez Maranto
enrique.chm@gmail.com
www.ramari.blogspot.com

domingo, 18 de octubre de 2009

¡Termínala!

Hace algunos días, recibí una carta capaz de restañar los vacíos de la frustración que eventualmente surgen en el alma de quienes emprenden, con la fuerza de la convicción, el difícil camino de la integridad. El mensaje, que transcribo a continuación, obliga a la reflexión e impulsa a seguir adelante:

“No sé muy bien que fue lo que sucedió, sinceramente no, ni me importa. Solo puedo percibir que te lastimaron. Sabes bien que el enojo, por el sentimiento de impotencia o la traición a la antigua; es algo difícil en individuos como nosotros. Por el contrario, somos normalmente capaces, aunque sintamos las punzadas en el estomago, de sacudirnos de cualquier cosa , de seguir adelante, y en breve olvidar todo el asunto.

Nos cuesta más trabajo, cuando quien nos lastima es alguien cercano. Alguien en quien depositamos nuestra confianza y con el que trabajamos mirando un ideal que a ratos no se veía tan lejano. Ahí es cuando sufrimos, cuando observamos lo horrible que puede ser este mundo y nos quedamos con una impresión de vacío inanimado y oscuro.

Casi siempre has sido tú quien, de una u otra manera y con la ayuda de Mamá, nos ha sacado de los problemas, que nos apapachas cuando necesitamos unas palabras de aliento, y quien nos ayuda a comprender lo que sucede y decidir a donde queremos ir. Pero como todos; no importa que tan fuerte o débil seas, siempre necesitaras un hombro y unas palabras de aliento que te ayuden a seguir adelante, aquí me tienes intentando llevar bien ese papel.

Somos raros, únicos, difícilmente comprensibles y solo se puede convivir con nosotros plenamente cuando aceptan, que nunca seremos del todo conocidos, que siempre guardaremos ese misterio y enigma con el que nacimos. La gente no siempre te entiende, eso lo sabes. No siempre están de acuerdo contigo porque no terminan de vislumbrar el final del túnel, no pueden ver lejos porque no han remontado lo suficiente por la ladera de la montaña.

En efecto, aquel que conoce y vive, tiene una existencia muy solitaria. Afortunadamente ese no es tu caso, tienes una familia extraordinaria, en la que puedes apoyarte siempre que sea necesario, que está y estará siempre que la necesites, y aunque no la necesites, si requieres un apapacho.

Definitivamente este no es momento para demostrar debilidad, ni impotencia, ni coraje. Es el momento en el que siempre brillamos más, porque, a pesar de los rechazos y problemas, siempre salimos adelante, siempre terminamos haciendo mejor las cosas y el balance al final del día nos beneficiará a nosotros.

Esa es la gran maldición, saber que necesitan de ti, y ver como al mismo tiempo tratan de aplastarte de todas las maneras posibles, individuos que nunca crearon nada, que nunca han vivido plenamente para sí, menos para los demás. Date cuenta que al sacarte de su campo de juegos te alejaron del lodo, para que tu solito puedas volver a brillar.

El pasado a estas alturas importa poco, lo que viene es lo trascendente. Desde hoy y para siempre serás mucho más sabio y al mismo tiempo te importara menos pues los intereses que mueven al mundo endémicamente se van pudriendo; se descomponen mientras solo aquellos bendecidos realizan tareas heroicas y sobrehumanas; si, aquellas que hacen leyendas.

La tuya ya empezó, termínala”.


Este mensaje está dirigido a todos los que, aún brevemente, flaqueamos y nos dejamos llevar por el coraje, la frustración y el resentimiento cuando no podemos avanzar el propósito de hacer de todo aquello que nos atañe y duele, algo más grande de lo que ha sido hasta ahora. No debemos recular, ni doblegarnos. Se vale sentir la frustración y el enojo pero solo por un momento para continuar en el camino de hacer leyenda en nosotros mismos, en nuestras familias, en nuestro trabajo, en nuestra comunidad y en nuestro México, con tareas pequeñas y humildes; que justo por eso, son heroicas y sobrehumanas. Mil gracias a mi hijo Guillermo por sus palabras.

Finalmente he de decir, a propósito de enchiladas, de experiencia, de meta data, de análisis y de síntesis; que mi posición no es de izquierda, ni de derecha, si no todo lo contrario: con convicción procuro, de forma lisa y llana, hacer y expresar lo que considero correcto. Las etiquetas no abonan, separan.

Con mis mejores deseos,

Enrique Chávez Maranto
enrique.chm@gmail.com

domingo, 11 de octubre de 2009

Sr. Diputado

La verdad, Diputado, no apetezco en nada su encomienda. Eso de estar escuche y escuche peticiones, y no solo eso… tener que quemarse la sesera para espulgar las buenas de las malas, debe ser labor harto complicada. Más si eso fuera todo, ¡ansina, hasta yo me voy de candidato! Pero no, igual ha de ser letrado para escribir las leyes. Y fajarse como los buenos, bragado para lidiar por los intereses de sus miles de votantes, que convencidos de su sapiencia, fiados en Usted, sin mediar chanchullos, le dieron un encargo de muchas cuitas.

Arduo le ha de resultar andar todo magullado a fuerza de tantos codazos, empujones y zancadillas que para tropezarlo le darán los malandrines cuando ande a exponer los reclamos de su gente en la tribuna; o mas difícil, estarse escurriendo a diario de las víboras prietas y tepocatas que estarán al acecho tras las curules…

Sí Diputado, duro trabajo el suyo. Y más cuando muchos haberes, lo que se dicen muchos, no recibirá por tan canija labor. Mire que solo le servirán para irla pasando. Ansina extrañará la renta del negocito que dejará al garete por sacrificarse en el interés de sus paisanos. Ya se sabe que a Usted, ni le aunque la dieta, el fuero o las canonjías porque habrá de cobrarse más con la bienandanza de sus representados.

Será su encomienda el sacrificio más noble por sus votantes a quienes merecidamente representa; a quienes de buena fuente sé que solo hizo una promesa: Ser el adalid legítimo para resolver sus penurias. Y a propósito de esas, he de contarle lo que anda corriendo de boca en boca de muchos de sus paisanos. Gente humilde sabe Usted, que finca su fe en que su representante pueda remediar un asunto que en estos días trae a todos vueltos de cabeza, discute y discute. El tema ya lo sabe… las contribuciones.

De entrada alegan que de que hay que pagar, ¡hay que pagar! Pero que es un revoltijo el que se traen. Que si el impuesto de esto, que si el de aquello, que si unos pagan y otros no... En fin que están hechos todos bolas. Pero entresacándoles cosas… ahí le va Diputado lo que mi escasa razón alcanzó a vislumbrar…

Dicen ellos que para hallarse precisan de comida para alimentar el cuerpo, remedios para las dolencias, techumbre para no mojarse y buenos géneros para no agarrar resfríos… Se preguntan que ¿Pos de donde saca la autoridad que hay que pagar impuesto para hacerse de lo indispensable? Preguntan todos que si más delante, no tendrán la ocurrencia de cobrar también por parir un crío.

Las que si están rete-encrespadas son las patronas. Alegan que a ellas les enseñaron que para tener la casa provista y limpia todos, desde el escuincle al señor, han de asistir en lo que sepan o puedan; que ellas, a los que se hacen guajes, los corren rapidito a chupar la sangre a otro lado. Pleitean que si a la autoridad no le alcanza y anda queriendo meter más contribuciones, que primero se apriete el cinturón; le afloje el bolsillo a tantos pillos que se hacen tarugos y finalmente que ponga a trabajar o de patitas en la calle a los zánganos que tiene sin hacer nada. Todo esto, mi Diputado, lo anduve platicando mucho con mi muchacho que como sabe más de letras lo asentó así:

1.- Considerando que todos los ciudadanos pueden no tener un empleo formal, pero si, necesariamente, un ingreso para su sustento; todos son sujetos del ISR el cual se debe aplicar a una misma tasa.

2.- La venta y los ingresos necesarios para comprar productos o servicios indispensables para el soporte de la vida, no deben ser sujetos de impuestos.

3.- La producción o el consumo, de productos y servicios que impactan negativamente al desarrollo sustentable del país o la salud del individuo deben causar mayores impuestos.

4.- El derecho a la información y la auditoria respecto al uso de los recursos públicos debe estar garantizado por sobre cualquier otra consideración.

Ruego a usted Diputado disculpe todas mis osadías y que a la hora de la hora recuerde que estamos fiados en Usted.

Con mis mejores deseos,

Enrique Chávez Maranto

enrique.chm@gmail.com

domingo, 4 de octubre de 2009

¿Hasta cuándo?

Hace ya muchos años, un jovencito de escasos 9 años de edad, recorría feliz el laberinto de las maravillas que, de sorpresa en sorpresa, impulsaba su imaginación al infinito…

¿Dick Tracy? ¿Memín Pingüín? ¿Combate? ¿Superman? ¿Llegaría el nuevo capítulo de Oyuki o Rarotonga? ¿El de Combate? Se preguntaba en camino al puesto de revistas donde disfrutaba tan solo con ver las portadas y hojear de vez en vez, alguna de ellas. De ahí caminaba a contemplar fascinado los monstruos marinos que yacían muertos, según él, por la mano de Santiago, aquel pescador de la novela el Viejo y el Mar…

¿Será que ahora si encuentre la perla negra? Y del pensamiento a hurgar en las almejas y el hielo alrededor, medió solo un instante hasta que el grito del vendedor de mariscos ¡güero, güero, deja ahí! le hizo emprender la carrera a la próxima estación del recorrido donde se acurrucó contra los rollos de tela multicolor de todas las texturas que traen el viento y los aromas de tierras muy lejanas… hum… De pronto un nuevo pensamiento, -¿Habrán llegado los cojinetes para su carromato?- encaminó sus pasos rumbo al puesto del vendedor de fierro viejo y oxidado que expende su mercancía en el suelo. Sin embargo el cojinete pronto pasó al olvido, cuando la atención quedó atrapada por aquel “nuevo-viejo-oxidado” artilugio que ¡sepa Dios que hace! pero que él pronto se encargará de averiguar…

Y la imaginación continúa volando ahora en la vendimia de especias, después en la tienda de sombreros, o en la jarcería, o en la frutería, hasta que el crepúsculo le anuncia la hora del regreso a casa solo que… falta algo… el broche de oro con el que cotidianamente cierra la aventura… ¡un delicioso choco milk bien frío!… Pero ese día las cosas fueron diferentes, ya frente a la fuente de sodas, al contar las monedas se dio cuenta que su capital solo era suficiente para comprar su bebida preferida y el boleto para el camión de regreso a casa. Mañana no habría para más choco milk, ni nada.

Triste por su precaria situación emprendió cabizbajo el camino a casa donde, no bien llegó, rompe a llorar su desventura en el regazo de su Madre… ella, cariñosa, le pregunta sobre el motivo y al explicarle, con una sonrisa le pregunta: A ver, dime, ¿habrías tenido que comer mañana si hubieras gastado tu dinero en el choco milk? Abriendo los ojos de par en par, el jovencito suspendió el llanto, contestó que si, pues en su casa nunca había faltado que comer.

-¿Entonces, hijo, porqué no lo compraste? respondió su Madre.

La lección de ese día se sumó a las muchas otras que recibió nuestro jovencito de su Madre. Él platicaba que ella le decía que solo puede uno darse sus lujitos si las necesidades básicas estaban satisfechas; que había que invertir solo en aquello que te haga productivo; que tenía uno que sembrar sus alimentos para nunca quedarse sin comer; que había que invertir en educación; que si de apretarse el cinturón se trataba había que poner el ejemplo; que si pides prestado que sea solo para comprar cosas productivas con la absoluta seguridad de que vas a poder pagar; que basta con el Amor para celebrar las fechas importantes cuando no se tiene dinero; que si quieres comprar cosas superfluas primero tienes que ahorrar y que de dar limosnas ¡nada!, en todo caso trabajo.

Y la Mamá de nuestro amigo –yo hace 47 años- fue congruente. Viuda a los 27 años a sus cuatro hijos les crió sanos y bien alimentados. Para eso tenía en casa un gallinero y un terreno con naranjos y limoneros donde sembraba yuca, frijol, verduras, melones, lo que pudiera; como no podía darse el lujo de pagar, en su casa, a mediados de los años 60 tenía lavadora de ropa, planchadora, lava vajillas y muchas otras herramientas que le permitían ser más productiva haciendo las cosas ella misma; de ser una Maestra empírica, estudió por las noches hasta obtener su título y dio estudios universitarios a sus cuatro hijos; cuando las épocas difíciles, siempre puso el ejemplo al apretarse primero el cinturón; siempre tuvo crédito pues cuando hubo de pedir prestado, lo hizo para invertir en algún negocito y siempre cubrió sus compromisos.

Sus enseñanzas son sencillas de entender, de un gran sentido común y no pierden vigencia ni con el paso de los años, ni con los avances tecnológicos pues atienden a lo básico. De aplicarse hoy, para gobierno y ciudadanos, México estaría en otro camino.

Y si no lo creen, solo volteen a su alrededor y contesten… ¿Cuánto han comprado a crédito que no necesitan realmente, que hoy tiene a muchos endeudados hasta la coronilla? ¿Ponen el ejemplo cuando es necesario? ¿Hacen lo que podrían ustedes mismos? ¿Cuántas obras que no son indispensables se hacen con dinero prestado, comprometiendo el futuro, dinero que podría ser empleado en otros fines como educación, vivienda, alimentación y salud? ¿Cuánto se dispendia en beneficio de quienes nos gobiernan cuando hay millones que no tienen trabajo para llevar el pan a sus casas? ¿Cuánto dinero se gasta en limosna institucional cuando lo que la gente quiere es trabajo digno?

¿Cuánto? ¿Hasta cuándo?

PD Un día después de concluir este artículo, tuve la oportunidad de escuchar un mensaje de Denise Dresser, que podría sintetizar en aquello que se ha dicho ya muchas veces aplicado a otros contextos: Para que México cambie, primero hemos de cambiar nosotros, los ciudadanos, haciendo lo que ya sabemos que es correcto. Ese día Denise Dresser igualmente preguntó

¿Hasta cuándo?

Con mis mejores deseos,

Enrique Chávez Maranto

domingo, 27 de septiembre de 2009

Dos temas...

Consejo Consultivo Ciudadano de Coatzacoalcos

A propósito de la próxima celebración en nuestra ciudad del 3er Encuentro de Ciudades Vecinas fui invitado a conducir el proceso de re fundación del Consejo Consultivo Ciudadano de Coatzacoalcos. No dudé en aceptar la invitación a esta iniciativa que juzgué como el mecanismo institucional ideal para permitir compromiso y colaboración activa de la ciudadanía con el desarrollo sustentable de la ciudad.

A través del Consejo, un grupo multidisciplinario de ciudadanos contribuiría, a título gratuito, con su experiencia y competencias al beneficio de la comunidad. El Consejo se constituiría como una institución autónoma idónea para aportar, sin sesgos, con objetividad, opinión y propuestas respecto de la problemática, las iniciativas y acciones de gobierno, tal como ocurre en muchas ciudades exitosas de nuestro país y del mundo.

Con ese propósito en mente, un grupo de ciudadanos, analizamos las experiencias de Consejos Consultivos Ciudadanos de otras geografías para adoptar las mejores prácticas a un concepto propio que se tradujo en la propuesta de acta constitutiva. Sin embargo, en días pasados las circunstancias cambiaron, modificaron la invitación y decidí no participar más en el proceso, pero el trabajo realizado hasta ahora, ahí queda.

Solo resta esperar que quienes lleven a término esta iniciativa, sepan preservar el espíritu y no concluya, como en ocasiones anteriores, en un mero ejercicio de simulación de participación ciudadana subordinada a intereses ajenos. Mi agradecimiento por la invitación y a quienes colaboraron conmigo.

Experiencia y potencial.

Un buen día las luces de mi auto dejaron de funcionar. Al determinar la causa de la falla me dí cuenta que un conector múltiple ubicado dentro de la unidad de los faros se había prácticamente derretido por la intensidad de calor. Sin servicio de fábrica a la mano, me dí a la tarea de localizar la refacción y nada. Bueno pues -me dije- si no hay de fresa que sea de frambuesa y puse manos a la obra haciendo malabares –los que me conocen saben que no soy precisamente hábil con las manos- para improvisar un remedio que afortunadamente funcionó… solo por unos cuantos días. Así que ahí me tienen recorriendo talleres eléctricos desde los modestos hasta los bien plantados, donde todo chalán, maestro, ó joven ingeniero que consulté me dio la misma respuesta: Señor, si no consigue la pieza… no podemos hacer nada.

Me pregunté entonces si el Maestro Matus quien yo suponía retirado continuaría trabajando. Para no hacerles el cuento largo, lo localice, le expliqué el problema y mis desventuras. En respuesta, él desmontó una las unidades, la observó por un buen rato y me dijo… -No se preocupe ingeniero, yo me encargo… Y así fue, cuando al cabo de las horas regresé, las luces funcionaron perfectamente y a la fecha, un par de años más tarde todo sigue en perfecto orden. ¿Qué hizo el Maestro Matus? Observó pacientemente hasta comprender el contexto, la causa de la falla y “simplemente” aplicó la experiencia adquirida en muchos años de trabajo. Con sencillez me explicó que el problema lo causaba un error de diseño del conector que fue “muy fácil” corregir.

Lo anterior es solo un ejemplo de que si bien, en el proceso de desarrollo de cualquier persona, los conocimientos y la preparación académica son una buena plataforma; no son todo lo que cuenta. De hecho son solo herramientas que potencian su utilidad cuando se suman a la experiencia que se adquiere cotidiana y paulatinamente al enfrentar distintos problemas y circunstancias. ¿En qué se distingue el Maestro Matus del ingeniero recién egresado de la universidad? En la experiencia. El joven ingeniero tiene potencial que es solo eso: “potencial” que aún hay que procesar para transformarlo en competencia y liderazgo.

¿Cuáles son las consecuencias cuando las organizaciones dan prelación a la juventud y al potencial sobre la experiencia y esta última no se transmite adecuadamente para transformar potencial en resultados?

La respuesta es la pérdida de competitividad derivada de mayores costos en la gestión, fuga del conocimiento y detrimento del clima laboral.

Con mis mejores deseos,

Enrique Chávez Maranto
enrique.chm@gmail.com
www.ramari.blogspot.com

domingo, 20 de septiembre de 2009

Tormenta...

Identidad, raíces, tierra, nación, bien común, patria

Acompañado de una brisa fresca partí antes de la salida del sol hacia las escolleras para meditar y disfrutar de un momento de paz y comunión con la naturaleza. Ansioso por lo que esperaba, disfrutando a priori, irrumpí impertinente con el ánimo exaltado, en el escenario aquel donde no hay límites para la imaginación. Escenario que como siempre, se me entregó gratuito y hermoso para ver al infinito pues desde ahí, no hay otra forma.

Ya instalado sobre la roca de cara al cerro de San Martín, momentos después me embargó la emoción al comprender que hasta donde la vista llega es parte minúscula de la inmensidad que llamamos Patria. Nación, tierra nuestra y de los sueños que nos dieron la identidad mexicana.

Fue entonces cuando sobrevino el desencanto. La brisa olvidó el refrescante abrazo para tornarse en fuerte y fría al tiempo que los negros nubarrones cargados de agua dejaron mi ánimo agobiado por la penumbra que se desvanecía brevemente por los relámpagos que muestran el enojo por lo que pudiendo hacer no hemos hecho.

Patriotismo, ¿Qué palabra tan extraña es esa?, ¿Acaso alguien recuerda su significado? Y el silencio fue la respuesta. Vana, vacía, hueca, sin sentido se escucha en los labios irreverentes de la soberbia cuando arenga al pueblo apelando a lo que no siente. Porque el patriotismo es ejemplo cotidiano de integridad, es orgullo de lo nuestro, de nuestros logros en pos del bien común, es sumar no dividir. No la buena fe de los corruptos, ni la honestidad intelectual dogmatizada.

¿Quiere el gobierno trascender? Pensaría que le es poco menos que imposible sin embargo aún podría hacerlo. Le haría falta reconocer con toda humildad que se equivocó hace 3 años cuando eligió entrar por la puerta trasera al registro de la historia nacional. Porqué el ejercicio pleno del poder solo puede darse con el peso y la percepción su plena legitimidad. Jamás en un acta constancia de una mayoría exigua, casi inexistente, falsa... tal vez.

Porqué el ejercicio del poder no puede apalancarse solo en la milicia para enfocarse en una lucha que no era nuestra y ahora lo es. Con miles de víctimas inocentes o culpables, muertos al fin.

¿Qué les ha tocado enfrentar más retos que a ningún otro gobierno? Es verdad pero eso nunca será excusa, pues aún en las peores circunstancias, el patriotismo al que apelan solo cobra fuerza y propósito cuando el pueblo percibe la voluntad y la humildad en el ejercicio del poder. Cuando el líder conduce a su pueblo hacia el logro de una visión compartida del bien común, nunca cuando se piensa en patrias diferentes.

Y si, tiene razón mi hijo Guillermo al decir que cuando las cosas van mal… los locos salen a la calle. Serán por eso los nubarrones y relámpagos que por cotidianos, cada vez se notarán menos… hasta que la tormenta se desate.

Con mis mejores deseos,

Enrique Chávez Maranto
enrique.chm@gmail.com
www.ramari.blogspot.com

domingo, 13 de septiembre de 2009

Amanecer en la playa...

Los suaves matices del crepúsculo fueron preludio de un esplendido amanecer. La brisa suave, fresca… el piar de las aves marinas, las nubes pintadas de oro y los peces que de cuando en cuando saltaban juguetones sobre el mar calmo buscando disfrutar por un instante el maravilloso concierto de las mil y un pequeñas piezas de sonido, de color y de vida que la naturaleza interpretaba para el gozo, pensé, exclusivo de mi alma…

Mi butaca en ese teatro… ¡privilegiada! Nada que estorbara la vista del escenario que al iluminarse develó paulatinamente, como telón de fondo, a un cerro de San Martín vestido de gala en los tonos verdes de su generosa vegetación. En ese momento concluyó la función con el silencioso pero caluroso aplauso de mi regocijo. Prometí regresar pronto a otra puesta en escena de aquella obra mágica que en la cartelera se anuncia nunca igual pero eso sí... ¡siempre maravillosa!

Concluido el aplauso, minutos más tarde al abordar el auto, de súbito, una alarma impertinente interrumpió los rescoldos del embelezo para ubicarme en algo un poquitín más terrenal… “Autonomía limitada” dice un elegante mensaje señalando que necesito repostar gasolina.

Sin muchas ganas – Ustedes entenderán… ¡la gasolina está cada vez mas cara!- me dirijo a la estación de combustible ubicada sobre el malecón que corre paralelo a la playa. La prefiero, pues ahí repostan los taxistas lo que me lleva a concluir que tal vez ahí despachen litros de a litro… ¿Tanque lleno? ¿Premium ó Nova? Al llegar pregunta amablemente el despachador al tiempo que coloca el surtidor en el auto para iniciar la carga de gasolina, “lenta”, me dijo, para que no se desperdicie…

Y al voltear hacia mí, ve el mar a mi espalda a la par que dice con el rostro iluminado, los ojos brillantes y una tímida sonrisa… “en días como hoy, cuando el amanecer es tan bello, se pueden ver los delfines…” señalando al infinito con un dedo que imita el salto de los peces…

Tonto de mí, cuando en alguna ocasión pensé que solo había una butaca.

En lo cotidiano, abrumados por las circunstancias, muchos se preguntan si vale la pena el esfuerzo de hacer lo correcto. Piensan que están solos en ese inmenso auditorio que es nuestro México.

La verdad es que hay muchas butacas para los que quieren ver. Butacas que ocupan gente buena, sensible, vestidos de overol o de traje, que hace lo correcto, que carga la gasolina “lento” para que no se desperdicie. Gente que por la que aún México funciona.

Con mis mejores deseos,

Enrique Chávez Maranto
enrique.chm@gmail.com
www.ramari.blogspot.com

domingo, 6 de septiembre de 2009

Miedo a vivir...

¡Ultima llamada para los pasajeros del vuelo mexicana 7647 con destino a la ciudad de Minatitlán, favor de abordar por la sala número seis! ¡Chín! Pero si nunca apareció en la pantalla de salida el número de sala… ¡Pos estos!…

Y a correr se ha dicho rumbo a la sala 6… ¿No podrían haber asignado una sala más cercana? ¡Uopss! el túnel de acceso al avión ya está vacío, síntoma inequívoco de que soy él último en llegar así que ahora a pasar el trago amargo de recorrer el pasillo central con los ojos de los que siempre sobran: pasajeros puntuales, bien portados, que esperan sentaditos; mirándome con cara de circunstancias como diciendo “a ver a que horas”… Finalmente llego a la fila de mi asiento que está junto a la ventanilla y me escucho decir “buenas tardes”, “¿me permite pasar?” “con su permiso.”

Para mi sorpresa la señora que ocupa el asiento junto al pasillo, no contesta al saludo y si se movió, se notó apenitas. Me digo, está bien, yo soy impuntual, pero la señora es mal educada. ¡Mira que no hacer espacio… bueno finalmente se movió un poquito y pude ocupar mi asiento. El resto es de rutina, colocarse el cinturón de seguridad, apagar el celular, sacar el libro, acomodar el portafolio, escuchar la consabida retahíla de anuncios, abrir la cortinilla –obligatorio por las regulaciones al momento del despegue y el aterrizaje- ¿Dije abrir la cortinilla? ¡No lo hubiera hecho! Mi mal educada vecina de inmediato respingó con una vocecita que apenas escuché… ¿podrría cerrarrla por favorrr…?

Volteo y la observo extraña… Sumida en el asiento, la barba contra el pecho, la vista en sus rodillas, con las manos, no sobre los descansa brazos… ¡aferrada a ellos! ¿Dónde habré visto a alguien así? Yo mismo hace ya muchos años en ocasión de mi ascenso con cuerdas por una pared de roca. A mitad del ascenso quedé paralizado por un ataque de pánico... el miedo llevado al extremo. Afortunadamente pude superarlo y evitar una caída que habría sido de fatales consecuencias y en lo que toca a mi vecina, ella superó el trance del vuelo, eso sí con la ventanilla cerrada, cerrando los ojos, consultado el reloj cada 5 minutos, respirando apenas a la menor sacudida del avión… hasta que recuperó la sonrisa y el color del rostro cuando finalmente el avión se detuvo en la plataforma.

Para unos –yo incluido- los viajes en avión son una delicia, las espléndidas vistas, nunca iguales, aligeran el espíritu y permiten a la imaginación volar al infinito. Sin embargo para otros como mi circunstancial compañera de viaje la experiencia nunca es gratificante, es simplemente un suplicio provocado por el miedo, una “enfermedad” incurable causa de angustia cuando percibimos riesgo de sufrir un daño real o imaginario; una “enfermedad” que perturba el ánimo cuando detecta que nos puede suceder algo contrario a lo que deseamos.

El miedo es un mecanismo parte de la naturaleza humana, siempre listo para enviarnos señales de advertencia de muy distintas formas, que cuando se cuando se exacerba es causa de parálisis y la muerte; ó que cuando de decidir se trata, normalmente conduce a malas, pero muy malas decisiones. Es bueno tener miedo, pero ni tanto que nos paralice, ni menos del necesario para actuar con prudencia y prevención.

Lamentablemente hoy vivimos en una sociedad dominada por los miedos en todos los órdenes. Miedo a no alcanzar el éxito, miedo a perder la pareja, miedo a no conservar el empleo, miedo a llevarle a no observar las sugerencias del jefe aun y cuando te haga énfasis en que tu puedes decidir, miedo por los fantasmas del pasado, miedo por el futuro de los hijos, miedo por la gordura, miedo a enfermar, miedo a que el auto falle, miedo a salir de nuestra zona de confort, miedo a todo… miedo a vivir… miedo a perder los apegos artificialmente creados por los proveedores avariciosos que sin escrúpulo alguno explotan a una sociedad consumista y mediatizada; proveedores egoístas a su vez dominados por el miedo a perder los privilegios del status quo creado por ellos mismos.

El poderoso miedo a la subordinación; el subordinado, miedo a las consecuencias de la insubordinación, el insubordinado miedo al poder. Conformando todo un círculo perverso que solo podría romperse cuando alguno de ellos decida hacer lo correcto en apego a los valores que deberían prevalecer en busca del bien común. Cuando se de el caso de que alguno de ellos no tenga miedo a perder los apegos que siente suyos, a los que tanto se ha acostumbrado.

Ojala que la decisión del Presidente no tenga en sus cimientos al temor y que realmente esté dispuesto a enfrentar las consecuencias de una guerra en contra otra categoría de delincuencia organizada: la que no mata con R-15, ni cuernos de chivo a personas, si no con avaricia a una sociedad que pareciera que tiene miedo a vivir.

Con mis mejores deseos,

Enrique Chávez Maranto
enrique.chm@gmail.com
www.ramari.blogspot.com

domingo, 30 de agosto de 2009

Una sonrisa... ¡perfecta!

Más allá de cualquier sospecha respecto de las poderosas razones del, ahora ex diputado del Partido Acción Nacional (PAN) por el estado de Tabasco, Gerardo Priego Tapia para devolver el millón de pesos por los boletos de avión no utilizados; el señor merece un reconocimiento pues su actuar tiene implicaciones nada triviales.

A consecuencia de la acción de Priego Tapia, tal vez más a fuerzas que de ganas, la coordinadora de la nueva bancada legislativa del PAN, Josefina Vázquez Mota, anunció medidas para ahorrar 250 millones en gastos; con el mismo propósito los diputados del Partido de la Revolución Democrática, Alejandro Encinas y Jesús Zambrano, hicieron una aportación modesta al renunciar al seguro de gastos médicos a que tienen derecho con el compromiso de promover acciones similares entre el resto de su bancada y si bien es cierto que el Partido Revolucionario Institucional no se ha manifestado, el hecho es que se le está ahorrando al país un poco más de 251 millones de pesos y eso es una señal alentadora.

Sin embargo no todos comparten mi entusiasmo. El ex diputado Juan José Rodríguez Prats declaró molesto que Priego Tapia también debió devolver la dieta que percibió durante los tres años que se desempeñó como legislador «…pues su trabajo fue deficiente…»; otros diputados hicieron declaraciones muy desafortunadas o francamente cínicas, en el sentido de considerar la devolución como un asunto personal y digo cínicas porque el solo hecho de que los diputados acepten reembolsos de dinero público por servicios no devengados es evidencia de un comportamiento muy alejado de la ética y en mi opinión francamente delincuencial.

Juan José Rodríguez Prats se equivoca respecto del desempeño final de Priego Tapia, 251 millones de ahorro son más que suficientes para avalar ampliamente su trabajo legislativo. Solo por poner un ejemplo, imagine que cada uno de los 500 diputados más los 128 senadores ahorraran al país esa cantidad de dinero… el resultado sería ¡157 mil 628 millones de pesos! ¡Poco más de la mitad del hoyo financiero que estimó Carstens para el 2010! Si los legisladores hicieran tal cosa –sueños guajiros- podríamos decir por fin que las cámaras trabajan por su pueblo. Nadie podría reclamarles un centavo de lo que devenguen ni echarles en cara nada.

No tengo idea de las razones que debió tener el señor Gerardo Priego para devolver esa cantidad de dinero sobre todo con la garantía de impunidad que existe. Quiero pensar que fue un acto de prístina integridad, si no fue así, la verdad es que no me importa. Su decisión marcó ya un hito en la historia nacional cuando nos mostró el verdadero rostro de la “clase” política, como uno más de los tantos depredadores del país. No es lo mismo decir… ¿ya viste la dentadura del diputado? Que saber con las pruebas en la mano que esa preciosura de sonrisa, y la de la esposa del diputado, y la de sus hijos, la pagamos precisamente, Usted y Yo.

La semana pasada pregunté a los sospechosos de siempre –ya sabe desde el Presidente de la República hasta los presidentes municipales- que cómo le van a hacer para resolver los problemas que han causado al país. Como siempre, la respuesta fue la misma: mayores impuestos y elevar el costo de los productos y servicios del sector público: gasolina, diésel, energía eléctrica, trámites, etcétera, etcétera. En otras palabras, como siempre, exprimir aun más a las víctimas de siempre.

Usted, Yo y ellos mismos, los legisladores responsables de otorgar soluciones, saben que son más creativos que eso; solo que están impedidos de actuar en contra de si mismos. Para el ex diputado Juan José Rodríguez Prats y para el resto de esa legislatura reconocer como correcto el acto de Ricardo Priego Tapia implicaría al mismo tiempo reconocer que todos son delincuentes, diputados con garantía de impunidad, pero delincuentes al fin. Por eso el enojo, Priego Tapia, simplemente los puso en evidencia, los mostró tal cual son.

Se dice y con razón que una flor no hace verano, pero si es un hecho memorable ser testigo de la que, ojala, sea la primera de muchas.

Este artículo esta dedicado a la memoria de un hombre ejemplar quien honró a la mesa de los Guabinos: Don Leopoldo Suárez Hernández.

Con mis mejores deseos,

Enrique Chávez Maranto
enrique.chm@gmail.com
www.ramari.blogspot.com

domingo, 23 de agosto de 2009

Va mi espada en prenda... ¡Voy por ella!

El poder, la soberbia, la avaricia y el miedo, es la peor combinación de atributos que pueda darse en el liderazgo. Poder, para hacer lo que se quiera; soberbia para solo escuchar las propias ideas; avaricia, para acumular riqueza a costa de los demás; y miedo, para disparar los más bajos instintos en el afán de mantener el predominio y los privilegios.

Pero ese tipo de liderazgo, es un hecho, no existe en México. Como tampoco se violan los derechos humanos, ni se fabrican culpables; ni se depreda el erario como podrían hacerlo los diputados pues serían delincuentes culpables de peculado; ni el Presidente reprocha a los que “hablan mal de México”, porque afrentaría la libertad de expresión; ni prevalecen intereses de todo tipo sobre el interés de la nación; ni se está al punto de un estallido social.

Carlos Slim comentó hace unos cuantos días que México es más fuerte que sus problemas y estoy de acuerdo con él pero… ¿lo serán los ciudadanos? a quienes el presidente Felipe Calderón pide incomprensiblemente “… un sacrificio de todos, cada quien en la medida de sus capacidades, cada quien en la medida de sus responsabilidades…” a lo que con toda seguridad no encontrará respuesta, pues la capacidad de sacrificio de los millones de ciudadanos que viven en la pobreza ya se agotó no obstante el alto nivel de responsabilidad que demuestran, luchando todos los días para llevar ya no digamos lo más indispensable, sino lo que pueden a sus mesas.

Olvidó el Presidente que para exigir sacrificio se tiene que pregonar con el ejemplo, como lo hizo Don José Miguel Ramón Adaucto Fernández y Félix, mejor conocido como Guadalupe Victoria, cuando al combatir a las tropas realistas en Oaxaca el 25 de noviembre de 1812, motivó a su tropa expresando “va mi espada en prenda, ¡voy por ella!” Y así lo hizo. El no tuvo miedo a perder la vida como hoy tienen miedo los depredadores del país a perder sus privilegios. Depredadores que en la embriaguez del poder y la avaricia han conducido al país al borde del desastre.

Nuestro barco hace agua por el embate de una tormenta perfecta para la cuál no nos preparamos no obstante las voces de alerta de muchos, a quienes hace poco llamaron catastrofistas. Pregunté en el 2007 ¿Qué estamos haciendo para prepararnos? La respuesta fue la misma entonces como ahora: Nada. Como no preparamos al país para el inicio del TLCAN.

Hoy muchos “catastrofistas” que “hablan mal de México” perciben el riesgo de un estallido social en el contexto previsto “del shock financiero más fuerte que enfrenta México en los últimos 30 años” reconocido por el secretario de hacienda, Agustín Carstens. Sin embargo la soberbia es sorda, justo ese mismo día el Presidente declaró ''No es contradictorio afirmar, sí estamos saliendo de la peor crisis en décadas, pero falta por resolver el impacto fiscal que tendrá como una secuela esta crisis''

Perdón, como dice Eugenio Derbez, ¡Que alguien me explique! Pues la recaudación fiscal se desploma igual que las remesas, los ingresos petroleros, las exportaciones, la producción industrial, como la inscripción de alumnos a escuelas privadas, el empleo, etcétera, etcétera… y pediría también que alguien me explique porqué Carstens, ahora dice otra cosa aunque, siendo sinceros, esto no es tan complicado de entender.

Ahora bien, los hechos, hechos son. Lo hecho, hecho está. Lo que me recuerda cuando mi Madre en alguna ocasión le enteré que había yo chocado su auto. Ella simplemente me preguntó… ¿Y como le piensas hacer?

Lo mismo les pregunto Sr. Presidente, secretarios de estado, gobernadores, senadores, diputados, presidentes municipales, directores de empresas paraestatales, jueces, empresarios, banqueros, burócratas, políticos y demás… ¿Qué harán?

Porqué el horno no está para bollos, ni el pueblo para más sacrificios. Cómo dijo Denisse Maeker, ¡Ni un peso más!

Con mis mejores deseos,

Enrique Chávez Maranto
www.ramari.blogspot.com
enrique.chm@gmail.com

domingo, 16 de agosto de 2009

Sueño imposible...

¡Un espectáculo impresionante!

La tradicional rivalidad de los equipos nacionales de México y los Estados Unidos está nuevamente a punto de resolverse. En una ceremonia inédita, los presidentes Felipe Calderón y Barack Hussein Obama acompañan en la cancha a los jugadores para entonar los himnos nacionales.

El zumbido es impresionante. El coloso de Santa Ursula está a reventar con los 110,000 mil fanáticos que respetuosamente guardan silencio cuando suenan las notas del himno estadounidense que al finalizar, honra la multitud con un estruendoso aplauso que cimbra al estadio.

Pero eso es solo el comienzo. La energía explota ahora al entonar cientos de miles de emocionadas gargantas las estrofas del himno nacional mexicano que se escucha en todo el valle del Anahuac. No bien concluye la multitud se desborda y al grito de “México, México, México” hacen la primera “ola” de las muchas que veríamos a lo largo del partido.

De inmediato, los capitanes honorarios de los equipos juegan el tradicional volado y el inicio es para el equipo americano, los presidentes se trasladan al balcón presidencial ornamentado con pendones de los dos países… los equipos en la cancha con el balón al centro al silbato del árbitro, inician el partido…

¡Que juego señores! Aprovechando un descuido de la defensa, el delantero Davies a los ocho minutos bate la portería defendida por Ochoa con un excelente gol que por momentos calma los ánimos de la fanaticada mexicana. Sin embargo el equipo de casa no se arredra, al contrario, los ataques a la portería americana se multiplican y el esfuerzo mexicano culmina con un trallazo imparable de Castro que iguala el marcador y cimbra nuevamente el estadio al grito de ¡Goool! de 110,000 espectadores.

Terminan el primer tiempo empatados a uno, se van a los vestidores a revisar la estrategia y para nuestra complacencia empieza el espectáculo de medio tiempo con quien es el máximo exponente de la canción vernácula mexicana, Don Vicente Fernández, que al son del mariachi Vargas de Tecatitlán interpreta “Pero sigo siendo el rey…”

En tanto en el balcón presidencial en una rueda de prensa improvisada los presidentes Felipe Calderón y Barack Hussein Obama informaron brevemente de los excelentes resultados de la estrategia que el bloque de los países signatarios del Tratado de Libre Comercio de América de Norte -México, Estados Unidos y Canadá- emprendieron tres años atrás para enfrentar las crisis económica, financiera, ecológica, energética, alimentaria, sanitaria y de seguridad que impactó a los países del orbe. La clave dijeron, fue la lucha coordinada contra la corrupción política, barrer la escalera de arriba abajo, lo que restauró la confianza de los ciudadanos en su liderazgo, en las instituciones y sumó a los ciudadanos en un esfuerzo colaborativo nunca antes visto en la historia de las naciones del mundo... Muerto el perro, dijo Juan Pueblo, se acabó la rabia y en corto tiempo la tormenta perfecta empezó a amainar.

Vuelve a prenderse el estadio, los equipos regresan a la cancha y la patada inicial del balón en el segundo tiempo es ahora para México quien arremete con todo el entusiasmo en una cancha que no parece ofrecer resistencia. Muy pocos saques de banda que rompan el ritmo del juego, el “fair play” –juego limpio- es convicción de los jugadores de ambos bandos. En una entrada dura, se observa al árbitro panameño buscar la tarjeta amarilla, sin embargo se abstiene de mostrarla cuando el jugador se levanta y ofrece la mano al contrario en una señal conciliadora y el otro se disculpa. Esto ¡señores! no se parece en nada a lo primeros partidos de este clásico donde más antes que el espíritu deportivo florecía la animadversión entre las naciones.

Los aficionados se levantan de sus asientos, Efraín Juárez conduce a toda marcha el balón por la banda derecha y ya muy cerca de la línea final pasa el balón a Sabah, quien sin pensarlo perfora al minuto 82 la portería de Tim Howard para establecer el marcador definitivo: dos goles contra uno a favor del equipo nacional mexicano. El grito de “México, México, México” se oye nuevamente, las manifestaciones de alegría, el intercambio de camisetas y de ahí los dos equipos se trasladan en camiones descubiertos al Ángel de la Independencia, donde decenas de miles de aficionados que no pudieron entrar al estadio festejan y vitorean ordenadamente por igual a vencedores y vencidos…

¡Huchale! ¿Pues de cuál fumé?

Con mis mejores deseos,

Enrique Chávez Maranto
enrique.chm@gmail.com
www.ramari.blogspot.com

domingo, 9 de agosto de 2009

Carne asada...

-El cobarde que acusa mentiras desde el anonimato, muere, muy despacio, a fuego lento, y la ponzoña de sus cenizas destruye sus apegos hasta dejarle en el infierno de la soledad y el resentimiento...

-¿Y los cobardes que no se esconden en el anonimato? ¿Los que se esconden en sus mentiras? ¿Cómo pueden vivir tranquilos?

-De ninguna manera se salvan, también comparten el asador...

Eso expresé y eso obtuve en respuesta en un breve intercambio de mensajes a través de Internet solo para preguntarme después, ¿es cierto que los “malos” más tarde o más temprano terminan en el asador? Y la verdad es que no. Muchos pillos han muerto felices y contentos después de disfrutar el producto de sus latrocinios.

Y esto es así porque la “maldad” tiene un propósito para la sociedad como todo lo que es producto de ella misma. La maldad para el malvado sirve al propósito de disfrutar por la vía del menor esfuerzo; para el resto de la gente el comportamiento malvado es la referencia de lo que no debe ser; y para todos, la maldad y la bondad sirven al propósito de establecer los estándares mínimos de convivencia.

Solo que “maldad” y “bondad” son conceptos relativos cuya definición, en general, depende de los paradigmas de la cultura donde se dan los hechos y hago énfasis en “en general”, porque todas las culturas coinciden en lo fundamental: no matarás, no robarás, entre otros –no muchos por cierto- son principios universales. El resto de las conductas tipificadas como delitos se han constituido a propósito de los imperativos de supervivencia y/o del interés de la hegemonía en turno. En consecuencia quien delinque en una cultura, en otra o en esa misma, pero en distinto tiempo, su comportamiento puede ser intrascendente o ser incluso motivo de reconocimiento.

Nadie en la época de la tía Lencha hubiera pensado en juzgarla por cultivar una matita de mariguana para los “chiqueadores” que colocaba en sus sienes como remedio naturista para alguno de sus padecimientos… Ni hoy encarcelar a las miles de personas que participan como productores o consumidores en la industria vinatera como ocurría en la época de la prohibición del alcohol en los Estados Unidos de los años 20.

Así que habría que repensar muy bien cuáles de las batallas que estamos enfrentando obedecen a resolver a los reales los imperativos de la sociedad, cuáles a los intereses en turno -nacionales ó extranjeros- y finalmente si las estrategias son las apropiadas dado que los costos de la lucha contra la delincuencia son absolutamente intolerables en ausencia de un sistema que evite los abusos, asegure la preservación de los derechos humanos y las garantías individuales para todos por igual.

No es posible aceptar que indígenas inocentes sufran 11 años de prisión, ni los abusos de Atenco, ni la figura del arraigo -cárcel para todos los efectos prácticos- por causa de delincuentes testigos “protegidos” capaces de decir cualquier cosa con tal de salvar el propio pellejo, ni la persecución de oficio de funcionarios a causa de denuncias anónimas a todas luces sin fundamento, ni la intrusión de la privacidad de los ciudadanos, entre muchos cientos, miles tal vez, de ejemplos cotidianos en la realidad nacional.

El egoísmo y la avaricia son parte inseparable de la naturaleza humana como también lo son el altruismo y la generosidad; así que más que ganar las batallas, a lo que podemos aspirar es a recuperar los debidos equilibrios sin incurrir en los excesos que solo conducen a mayor violencia y represión; sin tomar medidas contra la delincuencia que terminan atentando contra las garantías consagradas en nuestra constitución.

Aunque para ser absolutamente sincero, en verdad les digo que me encanta la idea de que tanto los cobardes que acusan desde el anonimato o se esconden atrás de las mentiras, los que se creen poseedores de la única verdad, los delincuentes de todo tipo –desde funcionarios corruptos hasta narcos pasando por secuestradores y demás, los que “buscando” aplicar la ley abusan del inocente y los que lo permiten, los que establecen como delito aquello que conviene a su interés, compartieran todos, apretaditos, el mismo asador…

Por cierto andan por ahí algunos cochinitos camino al asador… ¡yumm!

Con mis mejores deseos, ¡bon apettit!

Enrique Chávez Maranto
enrique.chm@gmail.com