Ese fue una parte del discurso inaugural de la inusual e inédita reunión entre Santa Claus y los tres Reyes Magos quienes por primera vez, dejando a un lado su tradicional rivalidad, se sentaron juntos a la mesa para discutir como enfrentar su paulatina pero constante pérdida de liderazgo en el mercado “global” de los juguetes; mercado, que punto y aparte, para ellos siempre ha sido global...
Santa, propuso incrementar la capacidad de las plantas productoras de juguetes y hacer economías de escala; adoptar nuevas tecnologías y compartir el mercado mediante alianzas estratégicas con los nuevos jugadores Mattel, Nintendo y otros fabricantes; en tanto que los Reyes Magos pugnaron por retornar a lo básico, un poco lo “retro”, porqué argüían y con razón, que los valores de los niños –y de los papás de los niños- se habían diluido con el paso del tiempo por la sofisticación tecnológica, la violencia, la competitividad, el apego a lo material y demás chunches que aquejan a la sociedad actual.
Las pláticas por momentos se tornaron tensas -particularmente entre Santa y Melchor quienes por alguna ignota razón de plano no se caían bien- sin embargo, el espíritu navideño prevaleció y al cabo de unos cuantos días las conclusiones llegaron: La alianza sería solo entre ellos y si bien es cierto que tendrían que actualizar tecnológicamente sus fábricas para incrementar la capacidad de producción con menores costos; su apuesta en el mercado estaría del lado de juguetes que ayudaran a rescatar los valores para la niñez y la juventud.
Con esa premisa, los creativos de Santa Claus Inc. y Los Tres Reyes Magos SA de CV se dieron a la tarea de encontrar el concepto que fuera la piedra de toque para recuperar la preferencia de los niños. Encerrados en un bunker para protegerse del espionaje industrial –medida por demás inútil pues ya nadie los consideraba competencia- el grupo, después de arduas jornadas de trabajo, se dispuso orgulloso a presentar a sus superiores el resultado de las arduas jornadas de trabajo…
Y así llegó el gran día. Los renos, el caballo, el elefante y el camello arribaron imponentes con los distinguidísimos miembros del consejo de administración; el staff puso a punto el equipo de proyección, las luces se apagaron y en la pantalla apareció la primera lámina –en Power Point naturalmente- con una sola frase:
Rompecabezas el juego de la vida…
Por breves pero a su vez interminables segundos el silencio ocupó todos los espacios de la pequeña sala donde se jugaba el destino de las tradiciones milenarias de Amor, buena voluntad, reconciliación y esperanza de toda la humanidad…
“Si, nuestra apuesta es por el Rompecabezas de la Vida –rompiendo el pesado silencio dijo con firmeza y convicción el más joven del equipo de mercadotecnia que recién había cumplido su milésimo aniversario en el equipo de los tres Reyes Magos- permítanme explicar por qué…
¿Cuál es el juego que no te conduce a la frustración o al desengaño? El rompecabezas pues cuando quitas el moño y la envoltura, puedes ver lo que más tarde o más temprano obtendrás.
¿Cuál es el juego en el que siempre disfrutas con los pequeños logros? El rompecabezas, cuando unes una pieza con otra.
¿Cuál es el juego en el que siempre tienes otra oportunidad? El rompecabezas donde nada te impide volver a empezar.
¿Cuál es el juego en el que no tienes a quien echarle la culpa si las cosas no resultan como esperabas? El rompecabezas, pues tú eres el único responsable de los resultados.
¿Cuál es el juego que no crea resentimientos? El rompecabezas donde siempre ganas y no hay vencedores ni vencidos.
¿Cuál es el juego donde puedes avanzar a tú ritmo? El rompecabezas que solo requiere paciencia y enfoque para jugarlo.
Es suma, terminó diciendo el “joven” ejecutivo, el juego del rompecabezas es como la vida donde nuestra visión del futuro es la figura en la caja que con paciencia y fe siempre podemos alcanzar; donde la felicidad se alcanza cotidianamente con los pequeños o grandes logros antes que con el resultado final; donde si fracasas solo tú eres el responsable pero también solo tú eres responsable de otorgarte la oportunidad de volver a empezar; donde puedes avanzar a tu propio ritmo si dejas de compararte con los demás; donde la única regla para no crear resentimientos es que tus acciones se den en armonía encajando las piezas suavemente, sin forzarlas.”
Y ahí terminó la reunión con el resto de las láminas en el computador pues no fue necesario explicar nada más.
Solo quedó una pregunta en las mentes de Santa y los Reyes Magos
¿Lo entenderán?
Con mis mejores deseos,
Enrique Chávez Maranto
enrique.chm@gmail.com
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