domingo, 17 de junio de 2007

¡Feliz día del Padre!


A lo largo de los tiempos poco ha cambiado en la relación de los padres y sus hijos; después de hacer un brevísimo compendio de frases de personajes célebres que han trascendido hasta nuestros días, la historia es la misma:

Sócrates (740 a de C), se quejaba del amor por el lujo de las juventudes de aquel tiempo, de sus manías, de su desprecio por la autoridad, de su flojera y de la tiranía que ejercían sobre sus maestros; Cicerón (106 a de C), de su desobediencia; Luis de Argote y Góngora (1561) afirmaba que la tierra no nos fue heredada por nuestros padres sino que esta nos fue prestada por los hijos con todo lo que eso implica…

Sir William Shakespeare (1564) acuño en una espléndida frase el espíritu de la trascendencia de los padres; traspasar los límites de la existencia a través del transmitir experiencia a nuestros hijos que expresa la misma preocupación de hoy… Ser buen padre y hacer buenos padres.

Espíritu de trascendencia que como Oscar Wilde (1854) expresó, se transforma primero en el amor que en la infancia sienten los hijos por nosotros pero que más adelante se convierte en el juicio implacable que en pocas ocasiones merece el perdón; y es que en nuestra impaciencia, como decía Bernard Shaw (1856) no nos damos cuenta de lo mucho que les aburrimos…

En tanto, como dijo Reik (1888), las Mamás son la delicia de nuestros hijos, por que a ellas la naturaleza les preparó mejor para ser madres y esposas que a nosotros para ser padres y maridos… y así a nosotros toca improvisar.

Finalizo mi recorrido con la más antigua referencia que encontré, traducción de un jeroglífico –tal vez el primer graffiti- que fue encontrada en la pared de la tumba de alguno de los constructores de la necrópolis del Valle de los Reyes en Egipto.

En este mundo jodido el hijo regaña al padre y la mujer al marido…

Así pues -tan chillones como los papás de hoy día- Sócrates, Marco, Oscar, Luis, William, George, Reik y aquel anónimo grafitero egipcio, solo podrían expresar las mismas frases; poco ha cambiado, si acaso las formas, pero en el fondo muy poco.

Sin embargo, más allá de eso, la experiencia de Ser Padre es maravillosa pues en lo más íntimo de las entrañas de nuestros hijos, está un algo compartido, que nos permite reír y llorar junto con ellos; y que viajará más allá de nosotros a un futuro que les deseamos promisorio.

Sea esto un reconocimiento anticipado a nuestros hijos que serán padres, pues aún y cuando los bultitos chillones que algún día les tocará cobijar entre sus brazos no traerán instructivo, seguramente harán su mejor esfuerzo.

Enrique Chávez Maranto
enrique.chm@gmail.com

martes, 5 de junio de 2007

Mas vale tarde que nunca...


Mis muy estimados colaboradores; me voy de vacaciones, por favor se portan bien, le dan todo el apoyo a ya saben quien, (si se le sube, o se sienta en mi silla me avisan…) nada de golpes bajos en mi ausencia, ni me hagan quedar mal con el Jeefee que para eso me basto solo, ¿Comprendido? Les aseguro que regresaré bronceado, gastado y de muy mal humor… ¿Qué por qué? Hombre imagínense nomás… ¡Regresar a trabajar, huácala!

Paso a pasito me encamino al estacionamiento saboreando de antemano los difíciles días que me esperan… ¡Caray! ¿Se imaginan? Un sentimiento de angustia me invade de solo pensar en el dolor de cuerpo cuando me levante digamos… ¿A las 11?

-Don Enrique… ¿está usted enfermo? Es muy temprano…
-No, Beni, no, ¡estoy de vacaciones! ¿Cómo la ves desde ahí?

Respondo acompañado de una meneadita al estilo Cantinflas...

-Me da gusto, patroncito, usted se lo merece, siempre tan puntual y responsable…
-Beni, ¿Y la familia?
-El “niño” Enrique trabajando… y la señora… -haciendo como que piensa- ¡pues quien sabe!

¡Órale! La casa para mi solito por un ratito… ¡muy buen comienzo!

Y ¿Él pijama? ¡Venga! ¿Y el güisqui? ¡Venga! ¿Y el control de la tele? ¡Venga!

Y al ratito… ¿Mi familia? ¡Venga!

Estoy de vacaciones…

Hubo una época en la que difícilmente disfrutaba de mis vacaciones; siempre había un pretexto de trabajo para posponerlas, acortarlas y cuando finalmente salía, no podía desconectarme… ¿Qué estará pasando? ¿Se resolvería tal o cuál asunto? ¿Cómo encontraré las cosas cuando regrese? En fin, que cuando atinaba a relajarme era el tiempo de regresar y volver a la rutina.

Hoy he aprendido a disfrutar de mis vacaciones… a despertar sin un plan y a simplemente dejarme llevar por el momento, y complacer a quien quiere complacerse de mí tiempo que es el suyo, y que tanto me rehusé a dar…

Y cuando regreso a la oficina todo está en su lugar, como siempre… si con puntos suspensivos…

Con una pequeñísima diferencia… el recuerdo del tiempo que me complació recibir de quien era suyo y que antes nunca disfruté.

Con todo mi Amor para mi esposa Sura y mis hijos Pingo y Guille.

Enrique Chávez Maranto
enrique.chm@gmail.com


sábado, 2 de junio de 2007

Confidencia...


Existen 2 maneras de ser feliz en esta vida, una es hacerse el idiota y la otra, serlo Sigmund Freud

Esta es una confidencia así que por favor, no anden de chismosos…

Un buen día después de una comida donde literalmente hablé con un ruso… ¡en ruso! –Nótese que nunca supe que dije, pero eso sí… ¡nos entendimos de maravilla aquel fulano y yo!- terminé la fiesta en la casa de un amigo donde la charla continuó –ahora en Español- y se alargó hasta altas horas de la tarde… si de la tarde, porque en aquella época las reuniones ¿Cómo se dice? “after hours” terminaban muy temprano.

El asunto fue que, ya camino a casa, asombrado por la “sarta”, no de tonterías, si no de reflexiones e ideas que había yo expresado a lo largo del día me pregunté: ¿De donde chivas saqué todo eso?

Pasaron los años y un buen día, en el jardín de “su” casa, me di cuenta que había una conexión entre todas y cada una de las creaciones en la naturaleza; que mi Ser no concluía en mi piel y que mis ojos podían percibir lo que no podía explicar pero que estaba ahí… ¿Qué, qué fumé ese día? Nada, ¡se los juro!

Y me pregunté: ¿Será que esta fue la razón que me hizo hablar en ruso y expresar aquello que nunca supe de donde vino?

Emprendí entonces la senda que pensé me llevaría a la conciencia y la paz espiritual; meditando al amanecer en mi roca preferida en las escolleras; ante el esplendido espectáculo de la playa, el cerro de San Martín, las estrellas desvaneciéndose para dar paso a su majestad el sol, el mar a veces calmo y otras embravecido, del cual parecían surgir las ideas que me permitieron develar cada vez más la cortina inexistente que nos impide ver lo que siempre ha estado ahí…

En esa época acuñe una frase “La verdad dura en tanto nos permite un breve descanso para alcanzar nuevas alturas” y continué ascendiendo; pero cada vez más inquieto... ¿Y la paz espiritual? ¿Cuándo?

En medio de mi desesperación, tomaba el “micrófono” donde podía para intentar explicar, ahora sé, lo inexplicable… ¿Pero que no se dan cuenta? me decía, ¿Que el mundo puede cambiar con tan solo un granito de nuestra parte?

Y entonces callé, pues comprendí que cada quien es responsable de su dicha o su desventura; que cada quién conoce lo correcto pero elige lo que desea; que nadie, que no quiera, aprende en cabeza ajena; que no hay víctimas ni victimarios; ni más motivación que el amor ó el temor.

Y así, empecé a disfrutar solo a disfrutar, sin intentar explicar más nada, las maravillas de la creación de la naturaleza y del hombre que siempre han estado ahí para mí, cerca de mí.

Y cambié el “micrófono” por el placer de escuchar.

Y empecé escribir, para quien guste leer sin explicar al que no pregunta, ni intentar convencer al que no pidió escucharme...

Y finalmente, también dejé de preguntarme… ¿Y la paz espiritual? ¿Cuándo?

Enrique Chávez Maranto
enrique.chm@gmail.com