Mis muy estimados colaboradores; me voy de vacaciones, por favor se portan bien, le dan todo el apoyo a ya saben quien, (si se le sube, o se sienta en mi silla me avisan…) nada de golpes bajos en mi ausencia, ni me hagan quedar mal con el Jeefee que para eso me basto solo, ¿Comprendido? Les aseguro que regresaré bronceado, gastado y de muy mal humor… ¿Qué por qué? Hombre imagínense nomás… ¡Regresar a trabajar, huácala!
Paso a pasito me encamino al estacionamiento saboreando de antemano los difíciles días que me esperan… ¡Caray! ¿Se imaginan? Un sentimiento de angustia me invade de solo pensar en el dolor de cuerpo cuando me levante digamos… ¿A las 11?
-Don Enrique… ¿está usted enfermo? Es muy temprano…
-No, Beni, no, ¡estoy de vacaciones! ¿Cómo la ves desde ahí?
Respondo acompañado de una meneadita al estilo Cantinflas...
-Me da gusto, patroncito, usted se lo merece, siempre tan puntual y responsable…
-Beni, ¿Y la familia?
-El “niño” Enrique trabajando… y la señora… -haciendo como que piensa- ¡pues quien sabe!
¡Órale! La casa para mi solito por un ratito… ¡muy buen comienzo!
Y ¿Él pijama? ¡Venga! ¿Y el güisqui? ¡Venga! ¿Y el control de la tele? ¡Venga!
Y al ratito… ¿Mi familia? ¡Venga!
Estoy de vacaciones…
Hubo una época en la que difícilmente disfrutaba de mis vacaciones; siempre había un pretexto de trabajo para posponerlas, acortarlas y cuando finalmente salía, no podía desconectarme… ¿Qué estará pasando? ¿Se resolvería tal o cuál asunto? ¿Cómo encontraré las cosas cuando regrese? En fin, que cuando atinaba a relajarme era el tiempo de regresar y volver a la rutina.
Hoy he aprendido a disfrutar de mis vacaciones… a despertar sin un plan y a simplemente dejarme llevar por el momento, y complacer a quien quiere complacerse de mí tiempo que es el suyo, y que tanto me rehusé a dar…
Y cuando regreso a la oficina todo está en su lugar, como siempre… si con puntos suspensivos…
Con una pequeñísima diferencia… el recuerdo del tiempo que me complació recibir de quien era suyo y que antes nunca disfruté.
Con todo mi Amor para mi esposa Sura y mis hijos Pingo y Guille.
Enrique Chávez Maranto
enrique.chm@gmail.com
Paso a pasito me encamino al estacionamiento saboreando de antemano los difíciles días que me esperan… ¡Caray! ¿Se imaginan? Un sentimiento de angustia me invade de solo pensar en el dolor de cuerpo cuando me levante digamos… ¿A las 11?
-Don Enrique… ¿está usted enfermo? Es muy temprano…
-No, Beni, no, ¡estoy de vacaciones! ¿Cómo la ves desde ahí?
Respondo acompañado de una meneadita al estilo Cantinflas...
-Me da gusto, patroncito, usted se lo merece, siempre tan puntual y responsable…
-Beni, ¿Y la familia?
-El “niño” Enrique trabajando… y la señora… -haciendo como que piensa- ¡pues quien sabe!
¡Órale! La casa para mi solito por un ratito… ¡muy buen comienzo!
Y ¿Él pijama? ¡Venga! ¿Y el güisqui? ¡Venga! ¿Y el control de la tele? ¡Venga!
Y al ratito… ¿Mi familia? ¡Venga!
Estoy de vacaciones…
Hubo una época en la que difícilmente disfrutaba de mis vacaciones; siempre había un pretexto de trabajo para posponerlas, acortarlas y cuando finalmente salía, no podía desconectarme… ¿Qué estará pasando? ¿Se resolvería tal o cuál asunto? ¿Cómo encontraré las cosas cuando regrese? En fin, que cuando atinaba a relajarme era el tiempo de regresar y volver a la rutina.
Hoy he aprendido a disfrutar de mis vacaciones… a despertar sin un plan y a simplemente dejarme llevar por el momento, y complacer a quien quiere complacerse de mí tiempo que es el suyo, y que tanto me rehusé a dar…
Y cuando regreso a la oficina todo está en su lugar, como siempre… si con puntos suspensivos…
Con una pequeñísima diferencia… el recuerdo del tiempo que me complació recibir de quien era suyo y que antes nunca disfruté.
Con todo mi Amor para mi esposa Sura y mis hijos Pingo y Guille.
Enrique Chávez Maranto
enrique.chm@gmail.com
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