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domingo, 11 de mayo de 2008

¿Y la cantina Apá..?

-Pos áhi sigue la mata dando m’hijo…

Sin pretender minimizar el esfuerzo de los ciudadanos que evitó la construcción de los locales comerciales disfrazados de baños en la playa; puedo decir que eso fue cosa de niños comparado con el reto de clausurar la gran cantina en que se ha convertido nuestro Malecón costero.

La demolición los baños fue consecuencia en primera instancia de la denuncia ciudadana de un acto cometido por particulares a todas luces irregular; y más adelante, de la voluntad política de la autoridad municipal para poner término a un asunto claramente delimitado en los hechos, las circunstancias y los participantes. Ahora, tal vez por analogía, hay quienes piensan que para resolver el problema del malecón-cantina se requeriría aplicar la misma fórmula: presión ciudadana para forzar la aplicación de la Ley; sin embargo, el asunto es con mucho, más complicado que eso.

Si consideramos al malecón-cantina como el negocio que es, este se ha consolidado a lo largo de los últimos años. Sus insumos –alcohol, droga y prostitución- son abundantes; con un proceso de comercialización sencillo que no requiere mayores recursos; los precios son accesibles para los miles de consumidores, adolescentes y adultos jóvenes –los parroquianos- que representan una demanda fuerte y diversificada; y finalmente es un negocio que no tiene controles efectivos ó si los tiene, simplemente no se aplican.

Cuando se dice que la solución al problema que representa el malecón-cantina consiste en aplicar la Ley para impedir la ingesta de bebidas embriagantes en la vía pública me salta la pregunta ¿Eso es todo? ¿Depende únicamente de un acto de autoridad? Y si es así, ¿La sociedad es víctima entonces de la omisión de la autoridad? Sinceramente lo dudo mucho. Cuando el legislador dictó la Ley en sus orígenes, lo hizo pensando en aquel borracho impertinente que eventualmente importunaba; ahora no es un borracho, son cientos, son miles. El contexto sencillamente cambió.

Para que el negocio del malecón-cantina exista concurren muchos factores de los cuáles somos responsables absolutamente todos pues tan culpable es el que mata la vaca como el que le agarra la pata. Ese negocio, que si bien es cierto, tiene un propósito económico para los distribuidores de alcohol, droga y prostitución que expenden su “mercancía” en ese lugar, así como también el mismo propósito para los judas que no ven, ni oyen nada a cambio de treinta monedas; también es cierto que tiene una fuerte demanda que habría que analizar bien a bien el porqué existe, cuál es su causa raíz y quien al final del día tiene la responsabilidad de que exista.

No solo es necesario, es imperativo, no tanto solucionar el alcoholismo, la prostitución y la drogadicción de nuestra juventud en sí; si no curar la enfermedad que subyace de la cual, alcoholismo, prostitución y drogadicción son tan solo sus síntomas. Es imperativo curar esa enfermedad de la cual muchos -muy convenientemente- no quieren percatarse pues es más cómodo hacernos víctimas de la omisión de la autoridad antes que responsables del porqué nuestros hijos son parroquianos de ese gran negocio que es el malecón-cantina.

¿Qué la autoridad debe aplicar la Ley, aplicar controles estrictos a quienes ya tienen permisos, clausurar a quien venda a menores de edad, restringir los horarios de expendios y antros, sin otorgar un permiso más? Si, ¿Qué la autoridad debe rescatar los espacios públicos y proveer espacios alternativos para el esparcimiento de nuestra juventud? Totalmente y absolutamente de acuerdo; pero también estoy convencido que nosotros, los padres debemos hacer la parte que nos corresponde transmitiendo, comunicando; valores y conductas con el ejemplo así como también controlando y supervisando a nuestros hijos, no basta solo sermonear sin mayor sustento para finalmente dejarlos hacer lo que quieren, porque eso resulta mas sencillo que educar.

Impedir la ingesta de bebidas alcohólicas en la vía pública con un acto de autoridad sin hacer la parte que nos toca, provocará que nuestros hijos, los jóvenes parroquianos, que hoy están a la vista de todos, busquen otros espacios pero ahora en lo oscurito lo que sería tanto como esconder la basura debajo de la alfombra lo que no es, de ninguna manera, la solución. Nada me dará más gusto recibir en mi correo electrónico las ideas de los papás, de los parroquianos, de los maestros y de las autoridades para desarrollar conjuntamente una propuesta integral a este asunto que nos concierne a todos.

Reconocimientos:

A todas las Mamás del mundo por el Amor, la paciencia y la humildad con que se han aplicado a la cada vez más complicada tarea de formar a sus hijos con conciencia, valores y responsabilidad de si mismos.

A los barrenderos y barrenderas, que todos los días dejan impecable las calles de nuestra ciudad y que en estos calurosísimos días realmente sudan la gota gorda.

A los ciudadanos, a los medios de comunicación y a las autoridades que promovieron la aplicación de la Ley en contra de quienes estaban irresponsablemente extrayendo la arena de las dunas.

Con mis mejores deseos…

Enrique Chávez Maranto


enrique.chm@gmail.com

domingo, 17 de junio de 2007

¡Feliz día del Padre!


A lo largo de los tiempos poco ha cambiado en la relación de los padres y sus hijos; después de hacer un brevísimo compendio de frases de personajes célebres que han trascendido hasta nuestros días, la historia es la misma:

Sócrates (740 a de C), se quejaba del amor por el lujo de las juventudes de aquel tiempo, de sus manías, de su desprecio por la autoridad, de su flojera y de la tiranía que ejercían sobre sus maestros; Cicerón (106 a de C), de su desobediencia; Luis de Argote y Góngora (1561) afirmaba que la tierra no nos fue heredada por nuestros padres sino que esta nos fue prestada por los hijos con todo lo que eso implica…

Sir William Shakespeare (1564) acuño en una espléndida frase el espíritu de la trascendencia de los padres; traspasar los límites de la existencia a través del transmitir experiencia a nuestros hijos que expresa la misma preocupación de hoy… Ser buen padre y hacer buenos padres.

Espíritu de trascendencia que como Oscar Wilde (1854) expresó, se transforma primero en el amor que en la infancia sienten los hijos por nosotros pero que más adelante se convierte en el juicio implacable que en pocas ocasiones merece el perdón; y es que en nuestra impaciencia, como decía Bernard Shaw (1856) no nos damos cuenta de lo mucho que les aburrimos…

En tanto, como dijo Reik (1888), las Mamás son la delicia de nuestros hijos, por que a ellas la naturaleza les preparó mejor para ser madres y esposas que a nosotros para ser padres y maridos… y así a nosotros toca improvisar.

Finalizo mi recorrido con la más antigua referencia que encontré, traducción de un jeroglífico –tal vez el primer graffiti- que fue encontrada en la pared de la tumba de alguno de los constructores de la necrópolis del Valle de los Reyes en Egipto.

En este mundo jodido el hijo regaña al padre y la mujer al marido…

Así pues -tan chillones como los papás de hoy día- Sócrates, Marco, Oscar, Luis, William, George, Reik y aquel anónimo grafitero egipcio, solo podrían expresar las mismas frases; poco ha cambiado, si acaso las formas, pero en el fondo muy poco.

Sin embargo, más allá de eso, la experiencia de Ser Padre es maravillosa pues en lo más íntimo de las entrañas de nuestros hijos, está un algo compartido, que nos permite reír y llorar junto con ellos; y que viajará más allá de nosotros a un futuro que les deseamos promisorio.

Sea esto un reconocimiento anticipado a nuestros hijos que serán padres, pues aún y cuando los bultitos chillones que algún día les tocará cobijar entre sus brazos no traerán instructivo, seguramente harán su mejor esfuerzo.

Enrique Chávez Maranto
enrique.chm@gmail.com