domingo, 25 de octubre de 2009

Moción de orden

El lobby del centro de convenciones estaba a reventar. Representantes del diez por ciento del producto interno bruto del país (PIB) caminaban sobre las mullidas alfombras del club de industriales esperando la última de las conferencias del programa que, como se acostumbra en época de elecciones, incluía a los candidatos a ocupar los próximos seis años el sillón presidencial.

Solo que ese día el tiempo de espera no era utilizado como en otras ocasiones para intercambiar saludos y elogios mutuos. Los asistentes, reunidos en pequeños grupos, discutían si era necesario quedarse. La mayoría de los tomadores de decisiones de ese sector de la economía se inclinaban a hacerlo pero solo por educación. Entre los más reacios a permanecer, uno exclamó airadamente en un tono que no dejaba lugar a duda de su disgusto, que no valía la pena escuchar a ese mequetrefe senador vocero del candidato del mal… y sin despedirse, congruente con su dicho, refunfuñando, el Uno por ciento del PIB encaminó sus pasos rumbo a la salida del recinto. ¡Órale, se encanijó mi compadre! Dijo, encogiendo los hombros, el muy respetado Don Dos por ciento del PIB solicitando: -no se vayan muchachos, lo cortés no quita lo valiente, escuchemos lo que tenga que decir el senador ese. Así, resignados, obligados unos por la cortesía, otros por el morbo, tomaron sus lugares. Sin embargo, al finalizar la exposición muchos en la audiencia cambiaron radicalmente de opinión. De todos los ponentes el único que realmente hizo una aportación, que mostró solidez en su argumentación, fue el “MequetrefeSenadorVoceroDelCandidatoDelMal” a quien nadie quería escuchar.

La historia anterior; basada en hechos reales, así que si le recuerda algo a alguno de mis lectores, les juro, no es casualidad; viene a colación porque ilustra algo que es un hecho en la realidad mexicana: Nos negamos sistemáticamente a escuchar. Pero si tan solo fuera eso… No, también la aderezamos con juicios sumarios, insultos, descalificaciones y burlas a todo aquel que no comulgua con nuestras ideas.

De todo eso hablamos mi ahora buen amigo, Juan José, en una animada conversación que sostuvimos en el puerto de Veracruz el viernes pasado. Destacamos que ese un tema de vital importancia para el país, pues si no somos capaces de debatir las ideas dejando de lado las descalificaciones e insultos no avanzaremos jamás. Comentamos que nuestro México tiene todos los recursos para ser un actor principal en el concierto de las naciones. Lamentablemente todo… menos la capacidad y los mecanismos para lograr consensos respecto del futuro deseado para la nación.

Y eso lo pude comprobar la noche siguiente cuando un pequeño grupo de amigos, al calor del temperamento y uno que otro güisqui de más, discutía con mucha enjundia el tema del sindicalismo en México. Las voces altisonantes se atropellaban en forma desordenada alrededor de la mesa, especio común de muchas conversaciones simultáneas todas sobre lo mismo, que eran imposibles de seguir. Osé entonces pedir la palabra para hacer una moción de orden a la asamblea pero, como era de esperarse, la señora asamblea no me hizo caso. Insistí elevando en cada ocasión el tono de mi voz hasta que finalmente alguien por ahí se compadeció y gritó, “cállenssen dejjjen que hablle Enrrrique” y hablé:

Imaginen -les dije- que los aquí presentes somos México, que nos hemos reunido para decidir aquí y ahora, el futuro del país. ¿Ustedes creen que podremos lograrlo? ¿Se dan cuenta? Por un instante se hizo el silencio absoluto, después continuamos igual, argumentando con temperamento, con enjundia y con diatriba. Con todo lo que hace falta para destruir a un país, pero ¡eso sí! ¡Cómo disfrutamos del espectáculo!

A propósito de enchiladas y del “yo no fui, fue teté” que se traen los partidos políticos por la paternidad del incremento en los impuestos, he de decirles que tanto peca el que mata la vaca… ¡cómo el que le “agarra” la pata! ¿Acaso solo los diputados de un partido hicieron la mayoría?

A propósito de reconocimientos; a mi madrina Rosa Lotfe, mi estimada Soroska, ahora “Ciudadana Distinguida del Año” le envío un caluroso abrazo. ¡Muchas felicidades!

Con mis mejores deseos,

Enrique Chávez Maranto
enrique.chm@gmail.com
www.ramari.blogspot.com

1 comentario:

  1. Agradecimiento tardío al ahijado. Sigo abrumada por la lluvia de llamadas, correos, abrazos y sonrisas por donde quiera que ando.Y todo por el cariño que siento por mi "isla verde" Ojalá y los personajes metafóricos de tu artículo lo experimentaran aunque sea tantito.
    un abrazo

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