Hace algunos días, recibí una carta capaz de restañar los vacíos de la frustración que eventualmente surgen en el alma de quienes emprenden, con la fuerza de la convicción, el difícil camino de la integridad. El mensaje, que transcribo a continuación, obliga a la reflexión e impulsa a seguir adelante:
“No sé muy bien que fue lo que sucedió, sinceramente no, ni me importa. Solo puedo percibir que te lastimaron. Sabes bien que el enojo, por el sentimiento de impotencia o la traición a la antigua; es algo difícil en individuos como nosotros. Por el contrario, somos normalmente capaces, aunque sintamos las punzadas en el estomago, de sacudirnos de cualquier cosa , de seguir adelante, y en breve olvidar todo el asunto.
Nos cuesta más trabajo, cuando quien nos lastima es alguien cercano. Alguien en quien depositamos nuestra confianza y con el que trabajamos mirando un ideal que a ratos no se veía tan lejano. Ahí es cuando sufrimos, cuando observamos lo horrible que puede ser este mundo y nos quedamos con una impresión de vacío inanimado y oscuro.
Casi siempre has sido tú quien, de una u otra manera y con la ayuda de Mamá, nos ha sacado de los problemas, que nos apapachas cuando necesitamos unas palabras de aliento, y quien nos ayuda a comprender lo que sucede y decidir a donde queremos ir. Pero como todos; no importa que tan fuerte o débil seas, siempre necesitaras un hombro y unas palabras de aliento que te ayuden a seguir adelante, aquí me tienes intentando llevar bien ese papel.
Somos raros, únicos, difícilmente comprensibles y solo se puede convivir con nosotros plenamente cuando aceptan, que nunca seremos del todo conocidos, que siempre guardaremos ese misterio y enigma con el que nacimos. La gente no siempre te entiende, eso lo sabes. No siempre están de acuerdo contigo porque no terminan de vislumbrar el final del túnel, no pueden ver lejos porque no han remontado lo suficiente por la ladera de la montaña.
En efecto, aquel que conoce y vive, tiene una existencia muy solitaria. Afortunadamente ese no es tu caso, tienes una familia extraordinaria, en la que puedes apoyarte siempre que sea necesario, que está y estará siempre que la necesites, y aunque no la necesites, si requieres un apapacho.
Definitivamente este no es momento para demostrar debilidad, ni impotencia, ni coraje. Es el momento en el que siempre brillamos más, porque, a pesar de los rechazos y problemas, siempre salimos adelante, siempre terminamos haciendo mejor las cosas y el balance al final del día nos beneficiará a nosotros.
Esa es la gran maldición, saber que necesitan de ti, y ver como al mismo tiempo tratan de aplastarte de todas las maneras posibles, individuos que nunca crearon nada, que nunca han vivido plenamente para sí, menos para los demás. Date cuenta que al sacarte de su campo de juegos te alejaron del lodo, para que tu solito puedas volver a brillar.
El pasado a estas alturas importa poco, lo que viene es lo trascendente. Desde hoy y para siempre serás mucho más sabio y al mismo tiempo te importara menos pues los intereses que mueven al mundo endémicamente se van pudriendo; se descomponen mientras solo aquellos bendecidos realizan tareas heroicas y sobrehumanas; si, aquellas que hacen leyendas.
La tuya ya empezó, termínala”.
Este mensaje está dirigido a todos los que, aún brevemente, flaqueamos y nos dejamos llevar por el coraje, la frustración y el resentimiento cuando no podemos avanzar el propósito de hacer de todo aquello que nos atañe y duele, algo más grande de lo que ha sido hasta ahora. No debemos recular, ni doblegarnos. Se vale sentir la frustración y el enojo pero solo por un momento para continuar en el camino de hacer leyenda en nosotros mismos, en nuestras familias, en nuestro trabajo, en nuestra comunidad y en nuestro México, con tareas pequeñas y humildes; que justo por eso, son heroicas y sobrehumanas. Mil gracias a mi hijo Guillermo por sus palabras.
Finalmente he de decir, a propósito de enchiladas, de experiencia, de meta data, de análisis y de síntesis; que mi posición no es de izquierda, ni de derecha, si no todo lo contrario: con convicción procuro, de forma lisa y llana, hacer y expresar lo que considero correcto. Las etiquetas no abonan, separan.
Con mis mejores deseos,
Enrique Chávez Maranto
enrique.chm@gmail.com
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