domingo, 13 de septiembre de 2009

Amanecer en la playa...

Los suaves matices del crepúsculo fueron preludio de un esplendido amanecer. La brisa suave, fresca… el piar de las aves marinas, las nubes pintadas de oro y los peces que de cuando en cuando saltaban juguetones sobre el mar calmo buscando disfrutar por un instante el maravilloso concierto de las mil y un pequeñas piezas de sonido, de color y de vida que la naturaleza interpretaba para el gozo, pensé, exclusivo de mi alma…

Mi butaca en ese teatro… ¡privilegiada! Nada que estorbara la vista del escenario que al iluminarse develó paulatinamente, como telón de fondo, a un cerro de San Martín vestido de gala en los tonos verdes de su generosa vegetación. En ese momento concluyó la función con el silencioso pero caluroso aplauso de mi regocijo. Prometí regresar pronto a otra puesta en escena de aquella obra mágica que en la cartelera se anuncia nunca igual pero eso sí... ¡siempre maravillosa!

Concluido el aplauso, minutos más tarde al abordar el auto, de súbito, una alarma impertinente interrumpió los rescoldos del embelezo para ubicarme en algo un poquitín más terrenal… “Autonomía limitada” dice un elegante mensaje señalando que necesito repostar gasolina.

Sin muchas ganas – Ustedes entenderán… ¡la gasolina está cada vez mas cara!- me dirijo a la estación de combustible ubicada sobre el malecón que corre paralelo a la playa. La prefiero, pues ahí repostan los taxistas lo que me lleva a concluir que tal vez ahí despachen litros de a litro… ¿Tanque lleno? ¿Premium ó Nova? Al llegar pregunta amablemente el despachador al tiempo que coloca el surtidor en el auto para iniciar la carga de gasolina, “lenta”, me dijo, para que no se desperdicie…

Y al voltear hacia mí, ve el mar a mi espalda a la par que dice con el rostro iluminado, los ojos brillantes y una tímida sonrisa… “en días como hoy, cuando el amanecer es tan bello, se pueden ver los delfines…” señalando al infinito con un dedo que imita el salto de los peces…

Tonto de mí, cuando en alguna ocasión pensé que solo había una butaca.

En lo cotidiano, abrumados por las circunstancias, muchos se preguntan si vale la pena el esfuerzo de hacer lo correcto. Piensan que están solos en ese inmenso auditorio que es nuestro México.

La verdad es que hay muchas butacas para los que quieren ver. Butacas que ocupan gente buena, sensible, vestidos de overol o de traje, que hace lo correcto, que carga la gasolina “lento” para que no se desperdicie. Gente que por la que aún México funciona.

Con mis mejores deseos,

Enrique Chávez Maranto
enrique.chm@gmail.com
www.ramari.blogspot.com

1 comentario:

  1. ENRIQUE NO SOLO HAY DIVERSIDAD DE PERSONAS QUE TAMBIEN SE SOLASAN VIENDO LAS HERMOSURAS QUE HACE DIOS A DIRIO PARA NUESTRO GOZO ESPIRITUAL, TAMBIEN HAY DIFERENTES BUTACAS DE DONDE VERLAS, YO SUELO POR LAS TARDES DELEITARME EN EL GOLF CON ESTAS MARAVILLOSAS PUESTAS DE SOL SOBRE EL SANTA MARTA Y EL SAN MARTIN, HE VISTO HASTA ARCOIRIS HORIZONTALES Y TOTALMENTE CIRCULARES.
    DIOS NOS ENVIA MENSAJES DICIENDO QUE GOCEMOS LO QUE DIJO JOHN LENNON:
    LA VIDA ES AQUELLO QUE SUCEDE, MIENTRAS PLANEAMOS EL FUTURO
    UN ABRAZO FRATERNAL
    RIOS GIRARD

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