domingo, 15 de noviembre de 2009

Marionetas

Con el puño cerrado no se puede intercambiar un apretón de manos (Gandhi)

Estimado lector, el siguiente párrafo contiene una brevísima lista de palabras ofensivas, soeces, groseras, que pueden afectar tu sensibilidad. Tal vez preferirías no leerla, sin embargo es representativa de los adjetivos calificativos proferidos por muchos –no todos, aclaro- de nuestros señores legisladores en el transcurso de los “debates” que se dan en la más alta tribuna de la nación. Si bien podrías saltar al tercer párrafo, vale la pena respirar profundo, taparse la nariz y continuar con la lectura.

¡Asesino! ¡fascista!, ¡Mediocre!, ¡Usurpador!, ¡Payaso!, ¡Curulero!, ¿Aflojaste el cuerpecito?, ¡Esperpento traidor!, ¡Pinche nalgas prontas!, ¡Fanfarrón!, ¡Estorbo!, ¡Estúpido y traidor!, ¡Incompetente!, ¡Rajón!, ¡Salinista!, ¡Pendejo!, ¡Enanos del congreso!, ¡Por rata, te volviste joto!, ¡Inútil!, ¡Muerto de hambre!, ¡Tepocata!, ¡Peligro para México!, ¡Mierda!.. (Por violencia verbal in extremis se omite el tradicional recordatorio familiar).

La lista anterior podría continuar hasta compilar un libro que tendría como portada la fotografía del entonces legislador, Don Humberto Roque Villanueva, tomada el 17 de marzo de 1995, cuando hizo la “roqueseñal” para celebrar el incremento del 10 al 15 por ciento de impuesto al valor agregado. Gesto obsceno con él que merecidamente ingresó a la historia nacional. La “roqueseñal” sería el marco perfecto para el título que no podría ser otro que “Letrina”, el retrete colectivo, el lugar sucio donde, con honrosas excepciones los políticos, vierten las inmundicias y expelen los excrementos de su ignorancia e incapacidad para debatir las ideas.

Pero… ¿Será realmente ignorancia e incapacidad? Pensándolo bien no lo creo. Es insulto, oprobio, descalificación, agravio, bajeza, ruindad, vileza, cinismo y otras linduras pero, ignorancia e incapacidad definitivamente no. Es un hecho que quienes conforman la clase política son en general gente inteligente. Muy inteligente diría yo, que se aplica –salvo honrosas excepciones- sin escrúpulo alguno al propósito de conservar los privilegios que el poder implica a quienes se sirven de él. Muy competente para “operar” en un contexto plagado de intereses, componendas, “concerta” cesiones, acuerdos en “lo oscurito” que les aseguren permanencia dentro del sistema.

¿Pero entonces que es la diatriba que fluye cotidianamente de la boca de la clase política? Es en buena medida simplemente circo, mero teatro o una función de lucha libre, lo que mas te guste. Un espectáculo oprobioso de marionetas, cuidadosamente orquestado, de “rudos contra técnicos”, hecho para satisfacer el morbo del militante – aficionado.

Y para muestra un botón, recordemos las sentidas declaraciones de los diputados, unos a favor y otros en contra, del alza de impuestos. Declaraciones que no sirvieron para nada, pues al final del día terminaron en su gran mayoría votando a favor. Recordemos el inútil espectáculo en la cámara de senadores donde la ley de ingresos quedó peor –para el pueblo claro está, no para quienes mueven los hilos de las marionetas- de lo que salió de la cámara de origen.

Alguna vez ingenuamente pensé que los insultos, ofensas, descalificaciones, juicios de valor hechos en la tribuna, en las declaraciones de banqueta y en las conferencias de prensa eran autenticas. Me cuestionaba entonces que cómo era posible, después de decirse lo que se dicen, pudieran sentarse a la misma mesa en la búsqueda de consensos para el bien de la Nación.

Y la verdad es que si se sientan a la misma mesa, pero no de cara al pueblo y menos en el espacio común de las legislaturas. Ahí solo lo hacen las marionetas para representar el papel que cuidadosamente les han preparado. Los que si se sientan a la misma mesa para disfrutar las mejores viandas, a fumar habanos, a degustar el buen vino, a tomar güisqui –de 18 años para arriba- son quienes realmente detentan el poder. Ahí es donde se toman las decisiones, donde se logran los consensos y se escribe el guión.

Con mis mejores deseos,

Enrique Chávez Maranto
enrique.chm@gmail.com

1 comentario:

  1. Tu artículo me recordó una de las Leyes de Murphy:
    La política se parece mucho a una fosa aséptica: Los trozos más gruesos siempre suben a la superficie.
    (Ley del Señor Imhoff)

    Saludos
    L. G. Flores M.

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