Un país donde el alambique del resentimiento social destiló ya el brebaje del terrorismo que daña a Petróleos Mexicanos y a la economía nacional.
Un país donde los partidos políticos se ponen de acuerdo para abortar la incipiente gestación de la democracia e incrementar los impuestos.
Un país en donde, a los que no somos militantes de un partido político, se nos impide aspirar a asumir el liderazgo de nuestras comunidades, pero en cambio si se nos obliga a pagar mayores impuestos para financiar los dispendios.
Un país donde los grandes medios de comunicación, “ofendidos” –en sus intereses económicos- por el cinismo y la burla de la que fueron objeto por parte de los legisladores ahora se auto nombran “defensores” de los intereses del pueblo.
Un país donde la intransigencia y el interés político hacen motivo de disputa lo que de suyo pertenece a todos los mexicanos, al margen de quien taña la Campana de Dolores en el balcón presidencial.
Es el México que muestra la realidad que todos hemos construido; que no nos gusta y que debemos de afrontar. Pero ¿Cómo hacerlo? ¿Qué tendría que hacer Juan Ciudadano en las circunstancias actuales?
Los hechos, hechos son y no los podemos cambiar; las “reformas” serán vigentes y nos guste o no, serán la ley; ¿Significa eso que todo está dicho? No, definitivamente no. No todo está dicho.
Juan Ciudadano hoy tiene mayor conciencia y sabe, con mayor certidumbre, que este México NO es el MEXICO que desea; y también sabe que puede buscar el equilibrio entre el presidencialismo exacerbado del pasado y la partidocracia actual para dar lugar a un real sistema democrático donde, como adulto, elija con plena libertad su destino.
La clave del éxito futuro de Juan en esta tarea será la actitud que, para todos los efectos, es lo único que hoy puede controlar. Su dilema será optar entre el resentimiento que le conduciría más tarde o más temprano a la destrucción tanto de su propio valor como el de todos aquellos que le rodean; o elegir una actitud paciente que con inteligencia le permita gradualmente, en un futuro, que desearía cercano, crear las condiciones para las verdaderas reformas.
¿Qué habría que evitar?
El resentimiento y la venganza como forma de conducta.
¿Qué si podría hacer?
De entrada reconocer que si cree a pie juntillas en la mercadotecnia puede llegar a comprar el peor de los presidentes; que la inequidad y la ignorancia son el caldo de cultivo del resentimiento y la división de los pueblos; que abandonar, renunciar a su derecho al voto legitimiza lo ilegítimo; que en estos últimos 6, casi 7 años ya, ha vivido en una apretada síntesis lo que NO desea para MEXICO.
Juan Pueblo debera entonces buscar, cotidianamente, en las comunidades en las que participa, crear conciencia y sumar conciencias alrededor de lo pernicioso de la mercadotecnia política; asumir la equidad y los valores ciudadanos como principios rectores de su forma de conducta; ejercer el derecho al voto aun cuando sea para anularlo cuando el menú que le ofrezcan sea más pan de lo mismo.
Nada de lo anterior llevará a Juan a transformar radicalmente el estado de las cosas; pero si permitirá que sus pequeños triunfos de acción ciudadana conciente se constituyan en las bases sólidas de un futuro promisorio.
¡Hasta la próxima!
Enrique Chávez Maranto
enrique.chm@gmail.com
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