domingo, 25 de abril de 2010

Lo que no mata: ¡Engorda!

“La verdad dura en tanto nos concede un breve descanso para alcanzar nuevas alturas”.

¿Cuál verdad? Aquella que se constituye en el marco de referencia de los valores y las conductas cotidianas ya sea por que, correcta o no, es aceptada por la comunidad o por que resulta de la reflexión respecto de la propia experiencia o de la percepción de los hechos que son conocidos.

Verdad, que en tanto nos es favorable y permanece, construye las rejas de una prisión mal llamada, porque parece algo bueno sin serlo, “zona de confort”. Prisión porque, centrada la atención solo en los apegos que tanto disfrutamos o sufrimos, nos impide ver el mundo que nos rodea. Prisión porque nos impide ver las oportunidades y apreciar las maravillas de un mundo que siempre han estado ahí para el que las quiera tomar. Prisión, porque nos deja inermes en manos de los carceleros que viven del usufructo de los temerosos a dejar atrás el “maravilloso” mundo que construimos felices, sin saber que de hecho, es la celda que nos impide ver.

Sin embargo no habría problema si la verdad permaneciera inmutable manteniendo la ceguera. Pero no es así, nada es para siempre. La verdad más tarde o más temprano cederá siempre el paso a una nueva.

El individuo, las comunidades y los países han de estar siempre listos para enfrentar nuevas circunstancias que transformen radicalmente su forma de vida. Es perfectamente válido él disfrute sin culpas, a plenitud, de aquello que por cualquier causa esté dentro de sus afectos o sus haberes. Sin embargo habría de recordar que nada es para siempre. Así, habrían de ejercitarse buscando contestar las preguntas “Qué pasaría si” algo cambia; “Qué pasaría si” se pierden esto o aquello. ¿Cómo en primera instancia podrían sobrevivir a tal cambio de circunstancias y después, como aprovecharlo como un medio para fortalecerse y crecer? Tendrían también que hacer simulacros deshaciéndose temporalmente de sus apegos.

México, cuando su “verdad” anterior dejo de serlo, salió de una zona de confort y entró en crisis al enfrentar cambios radicales en todos los aspectos relevantes. Hoy vive las consecuencias de no haberse preparado para ello. Sin embargo lo hecho, hecho está y nada ganaría con lamentarse. Lo relevante es que hay solución si decidimos asumir la responsabilidad del fortalecimiento y desarrollo del país. Dejando a un lado los miedos para dar paso a la acción. Cada cuál en su trinchera. Dice un dicho que he escuchado desde niño: Lo que no mata, ¡engorda! Y ¡vamos! México no morirá.

Cierro con una frase de uno de los más grandes científicos de todos los tiempos, que ilustra justo por donde habría que empezar.

“Acabemos con la única crisis amenazadora que es la tragedia de no querer luchar por superarla”. Albert Einstein

Y para esto les invito a dar un primer paso: Convenzamos a quien no lo esté de acudir a las urnas el día de las próximas elecciones. ¿Se imaginan lo que ocurriría si todos lo hicieran? ¿Se imaginan el México en que podríamos convertirnos, con un solo acto de voluntad de los millones que hoy se abstienen? ¡Voten por México!

Con mis mejores deseos,

Enrique Chávez Maranto
enrique.chm@gmail.com
Twitter @enriquechm

domingo, 18 de abril de 2010

Tal para cuál

Primera parte: “2007, Unos leñadores hallaron a una mujer que se perdió en la jungla del noroeste de Camboya hace 18 años… tiene en la actualidad 27 años… no puede hablar ningún idioma comprensible… el jefe de la policía de la comunidad de Oyaoa se refirió a ella como “mitad humano, mitad animal”… el más famoso (caso) es quizás el hallazgo de Víctor de Aveyron quien nunca se adaptó a la vida social…”

Hallazgos similares se han presentado en la India, en España y en otros países donde se han localizado a hombres y mujeres que crecieron alejados de todo contacto humano.

¿Cómo sobrevivieron? Esta es la primera pregunta de quienes no conciben una vida fuera de una sociedad segura, confortable y reglas de “convivencia” asimiladas a lo largo de muchas generaciones. ¿Beber agua de un arroyo que vaya usted a saber por donde habrá pasado? ¿Dormir al aire libre expuesto a las alimañas? ¿Caminar descalzo? ¿Sufrir las inclemencias del tiempo sin abrigo? ¿Y si me enfermo? ¿Luchar por mi vida? Pues si, con todos esos “inconvenientes” la naturaleza del Ser corresponde en gran medida al entorno donde se desarrolla. Lo que para nosotros es inconcebible, para los hombres y mujeres “salvajes” es lo natural. Para ellos los “salvajes” somos nosotros.

Ellos “se hicieron” al medio en que les tocó vivir. Nosotros nos hemos hecho al medio donde nos ha tocado vivir. Somos como somos por todo lo que nos rodea. Así, cuando escucho a la gente quejarse de los políticos, pienso que son como son justamente por todos los ciudadanos que les rodean y les han permitido ser. Nos debemos mutuamente, somos “tal para cual”.

Segunda parte: Cuando jugamos al “Quita y pon” y la perinola deja de girar, nos emociona ver que la leyenda sea “toma todo”. Así queremos que sea siempre, recibir todo y poner lo mínimo indispensable o nada. ¿Dar el valor equivalente a lo que he recibido? No hombre eso es de tontos… ¡regatea! ¿Vender a precio justo? No hombre eso es de tontos… ¡Hay que ganar lo que se dejen!

Cuando escucho a la gente quejarse de los ricos por la inequidad y la explotación que ha convertido a millones de seres humanos en pobres, pienso que esto es así justamente porque los ciudadanos así lo han permitido. Nos debemos mutuamente, somos “tal para cuál”.

Así que si desea un México mejor, más equitativo, donde pueda caminar seguro, donde prevalezca el interés del pueblo antes que el interés de unos cuantos… deje de ser “tal para cual”. Conviértase en el ciudadano que exige sus derechos, pero que también cumple puntualmente con sus obligaciones. Un primer paso será apagar el televisor y acudir a las urnas el día de las próximas elecciones para que ahí, en la intimidad, recordando que usted es México y México es usted, con convicción haga lo correcto ¡Vote por México!

No tengo la menor duda que un solo acto de voluntad de los millones de compatriotas que forman parte del partido del abstencionismo podría transformar el país. Piense también en lo que un hombre humilde, uno de los más grandes científicos de todos los tiempos, dijo en alguna ocasión:

“Cien veces, todos los días, me recuerdo a mi mismo que mi vida interior y exterior, depende de otros hombres, vivos y muertos, y que yo debo esforzarme a fin de dar en la misma manera que he recibido.” Albert Einstein

PD.Ustedes podrán pensar que soy un soñador, pero les aseguro, que no soy el único. Cada vez somos más.

Con mis mejores deseos,

Enrique Chávez Maranto
enrique.chm@gmail.com
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Twitter @enriquechm

domingo, 11 de abril de 2010

México: La cabeza en las nubes y los pies...

¿Y los pies? Si hablo de los pies.

De los que sostienen todo, hasta las cabezas que en ocasiones imaginan convertidas en realidad las palabras del himno de aquellos quienes, como yo hace ya muchos años, jóvenes, románticos y soñadores; por las noches buscábamos sintonizar las señales de radio de estaciones de otros países para escuchar, entre la estática, la música del cuarteto Liverpool.

Pero hay de pies a pies.

Los hay de barro que al primer tropiezo derrumban todo destruyendo en la caída sueños, esperanzas, fortunas y honras, provocando dolor a los confiados que siguieron sus pasos hacia el destino que les fue prometido.

También los pueden encontrar enfermos, agotados por las largas faenas, recorriendo los senderos más agrestes del bosque en la búsqueda de lo indispensable para sobrevivir. Pies adoloridos que no dejan lugar en la cabeza para los sueños solo si acaso para imaginar el alivio de sus llagas.

Y que decir de aquellos otros, los que calzan botas que, no pisan, aplastan lo que apilan para trepar a costa de lo que sea. De los que patean todo aquello que les estorba. Incluso los propios sueños y los de quienes victimizan sin piedad, sin remordimiento y sin esperanza pues su historia siempre inicia hoy y termina, tal vez, antes de que el sol se ponga.

Pero pocos pies hay de aquellos que aspiro a tener. De esos que firmemente asentados sobre la tierra permiten cantar emocionado aquella maravillosa canción de Jhon Lennon que entre sus versos dice uno “Puedes decir que soy un soñador / pero no soy el único / espero que algún día te unas a nosotros / y el mundo estará unido” Un mundo sin países divididos, sin pretextos para matar y gente viviendo en paz como reza el resto de la canción.

Hoy cada día se nos unen más que no solo sueñan; también hacen y construyen persiguiendo el sueño pero eso sí, con los pies bien plantados sobre la tierra.

Y pronto, muy pronto seremos muchos más.

Con mis mejores deseos,

Enrique Chávez Maranto
enrique.chm@gmail.com
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domingo, 4 de abril de 2010

Narcotráfico: Cambio de Estrategia

Octubre 7 de 2007.

Al tiempo de un fuerte golpe en la mesa, tronó lapidaria, la voz del emperador…

-¡Esto no puede continuar! ¿Me explico? ¿Qué están haciendo? ¡Nada! Está en juego nuestro futuro y ustedes señores ¡No están haciendo absolutamente nada!

El silencio fue lo único que obtuvo por respuesta. La voz en la cabecera de la mesa pegó y fuerte en el ánimo de los presentes; las últimas cifras mostraban un importante retroceso en la lucha global contra el narcotráfico. Si bien los medios de comunicación buscaban dar la imagen de triunfo destacando algunos golpes espectaculares, las cifras eran demoledoras.

Aún sin incluir los otros grandes temas en la agenda de la seguridad nacional como el cambio climático, la escasez de agua y la energía; las proyecciones más conservadoras mostraban un escenario realmente estremecedor. En escasos 10 años el 70% de los adolescentes consumirían regularmente estupefacientes; la batalla se estaba perdiendo lenta pero inexorablemente y el poder de la hegemonía estaba en peligro...

Su estrategia contra el narcotráfico era de fuerza y contención; destruir los plantíos e impedir a toda costa la entrada de drogas, librar las batallas fuera del territorio del imperio. Para esto se había impuesto una fuerza policíaca global para perseguir a los carteles en donde quiera que se encontraran sin respetar las fronteras entre las distintas naciones aliadas.

-¿Qué no tienen algo que decir? Espetó el emperador.

-Sí su Excelencia, estamos en guerra, pero definitivamente no es una guerra convencional. El enemigo está muy bien organizado y no tiene burocracia, suscribe alianzas estratégicas, tiene líderes efectivos que al conocer que durarán poco en el encargo delegan y preparan reemplazos, que aplican estrategias muy depuradas, con códigos de conducta muy estrictos; que tienen flexibilidad y gran capacidad de respuesta, con expertos innovadores en todos los campos; tropas motivadas y permítame decirlo… se han hecho de lo mejor de la tecnología en armamento, comunicaciones y cómputo que el dinero puede comprar…

-La solución –continuó el de la voz- es acabar el resentimiento que nos tiene el mundo, se necesita una estrategia radicalmente diferente.

-Nuestro país debe dejar de ser el victimario del mundo y los cárteles no tendrán más el apoyo de los grupos fundamentalistas, que con gran resentimiento emplean a los narcotraficantes como arma, no para destruir nuestro presente, que no pueden, pero si a nuestro futuro: la juventud…

-Debemos apoyar a las grandes causas del mundo como la lucha contra el cambio climático, la pobreza, las enfermedades, aplicar nuestra tecnología al bienestar de los pueblos no a la proliferación de las armas y así los pueblos del mundo apoyarán con sinceridad y no como hoy, con hipocresía la lucha en contra nuestros enemigos.

-Y así no habrá mas mercado para las drogas. Nuestra juventud no necesitará buscar en ese mundo la felicidad que no encuentran en lo que hoy les entregamos.

No hubo réplica a sus palabras; lo que si se observó fue al emperador murmurando unas palabras al oído del primer ministro tras las cuales se levantó para abandonar con paso apresurado el salón.

Y nunca se supo más de aquella voz que no llegó a entender que la naturaleza del imperio no se puede cuestionar (…)

Abril 4 del año de 2010. Siguen sin entender.

Con mis mejores deseos,

Enrique Chávez Maranto
enrique.chm@gmail.com
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