De los que sostienen todo, hasta las cabezas que en ocasiones imaginan convertidas en realidad las palabras del himno de aquellos quienes, como yo hace ya muchos años, jóvenes, románticos y soñadores; por las noches buscábamos sintonizar las señales de radio de estaciones de otros países para escuchar, entre la estática, la música del cuarteto Liverpool.
Pero hay de pies a pies.
Los hay de barro que al primer tropiezo derrumban todo destruyendo en la caída sueños, esperanzas, fortunas y honras, provocando dolor a los confiados que siguieron sus pasos hacia el destino que les fue prometido.
También los pueden encontrar enfermos, agotados por las largas faenas, recorriendo los senderos más agrestes del bosque en la búsqueda de lo indispensable para sobrevivir. Pies adoloridos que no dejan lugar en la cabeza para los sueños solo si acaso para imaginar el alivio de sus llagas.
Y que decir de aquellos otros, los que calzan botas que, no pisan, aplastan lo que apilan para trepar a costa de lo que sea. De los que patean todo aquello que les estorba. Incluso los propios sueños y los de quienes victimizan sin piedad, sin remordimiento y sin esperanza pues su historia siempre inicia hoy y termina, tal vez, antes de que el sol se ponga.
Pero pocos pies hay de aquellos que aspiro a tener. De esos que firmemente asentados sobre la tierra permiten cantar emocionado aquella maravillosa canción de Jhon Lennon que entre sus versos dice uno “Puedes decir que soy un soñador / pero no soy el único / espero que algún día te unas a nosotros / y el mundo estará unido” Un mundo sin países divididos, sin pretextos para matar y gente viviendo en paz como reza el resto de la canción.
Hoy cada día se nos unen más que no solo sueñan; también hacen y construyen persiguiendo el sueño pero eso sí, con los pies bien plantados sobre la tierra.
Y pronto, muy pronto seremos muchos más.
Con mis mejores deseos,
Enrique Chávez Maranto
enrique.chm@gmail.com
www.ramari.blogspot.com
Twitter @enriquechm
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