domingo, 12 de diciembre de 2010

La tarea

Lejos estaba el sol de levantar el vuelo cuando la ansiedad se impuso al sueño…

-¿Llegaré a tiempo? Saltó la duda en la mente de aquella bella mujer, que por un momento vistió su rostro con la máscara de la preocupación, que despejó cuando el resplandor de la candela iluminó brevemente las manecillas del reloj y escucho la rítmica cadencia de un discreto tic, tac...

-Tiempo más que suficiente, se dijo, portando ahora la máscara de la alegría. Pero no intentó volver a la calidez del lecho ¿Y si se quedara dormida?Prefirió en cambio prepararse sin prisas para emprender el camino con las primeras luces del amanecer.

Y así lo hizo… ungió su piel con aceite de un exquisito perfume, vistió sus mejores galas, calzó botas bellamente trenzadas, acicaló su cuidada cabellera, adornó el estilizado cuello con aquel maravilloso collar y no bien intuyó el crepúsculo, se escurrió por el resquicio de la puerta apenas entreabierta para encaminar sus pasos en la oscuridad, aterida de frío, por aquella senda ardua y estrecha tantas veces recorrida. Casi sin sentirlo, poco a poquito, la claridad ganó terreno y le permitió ver el vapor de su aliento, iluminado por los cálidos rayos del sol y más adelante, en lontananza la peña: su destino.

Al verla, anticipando el gozo, apresuró su caminar para llegar la primera al preámbulo de una maravillosa vista que en días como aquel alcanzaba el infinito…Poco después, ya al pie de la peña, empezó cuidadosamente el ascenso afirmando cada paso en la roca húmeda aún por el rocío de la mañana…Su cuidadoso esfuerzo rindió frutos cuando alcanzó el césped de la terraza que se encontraba en la cima, enmarcada por una espléndida vista de la costa y delineada por la playa de arena blanca que se extendía al infinito con el mar de color turquesa de un lado y del otro, el verde siempre distinto, siempre hermoso, de los innumerables sembradíos de la planicie costera.

Y el vuelo de las aves marinas, y los múltiples aromas, y el viento firme agitando su blanca túnica y su cabellera terminaron de darle la bienvenida al recinto donde su corazón agitado clamaba ya por el anhelado encuentro…Hubieron de transcurrir minutos, que parecieron horas eternas, en las que su rostro se cubrió sucesivamente con las máscaras de la ilusión, de la duda, de la angustia, del temor, de la desesperanza, de la tristeza…cuando un mozalbete, con el aliento entrecortado, se le acercó sin decir palabra...

El joven a todas luces agotado, sin perder tiempo extendió un papel doblado con premura. ¡La letra era de quien ella esperaba! Lo que calmó sus temores y su angustia para dar paso al asombro y a la desilusión…La nota decía lo siguiente:

A mi estimada alumna Susanita. Lamento mucho el que no hayas recibido oportunamente el aviso donde suspendo la lectura de mi material de la semana. Entiendo que esperabas, como me anunciaste, con ansias una nueva entrega, una nueva reflexión, pero en verdad te digo… me fue imposible redactar algo apropiado así que opté por esperar mejor ocasión antes que improvisar. Sé que esto seguramente te decepcionará, pero aprovecho para decirte que en ti hay mucho sobre lo que puedes meditar. Te dejo de tarea hacer un ensayo sobre el temor a aceptar la propia verdad.

Afortunadamente te vi camino a la peña por lo que le pedí a mi hijo que te hiciera llegar esta nota.

Con mis mejores deseos,

Enrique Chávez Maranto
enrique.chm@gmail.com
Twitter @enriquechm

1 comentario:

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