A lo largo de los tiempos poco ha cambiado en la relación de los padres y sus hijos; después de hacer un brevísimo compendio de frases de personajes célebres que han trascendido hasta nuestros días, la historia es la misma:
Sócrates (740 a de C), se quejaba del amor por el lujo de las juventudes de aquel tiempo, de sus manías, de su desprecio por la autoridad, de su flojera y de la tiranía que ejercían sobre sus maestros; Cicerón (106 a de C), de su desobediencia; Luis de Argote y Góngora (1561) afirmaba que la tierra no nos fue heredada por nuestros padres sino que esta nos fue prestada por los hijos con todo lo que eso implica…
Sir William Shakespeare (1564) acuño en una espléndida frase el espíritu de la trascendencia de los padres; traspasar los límites de la existencia a través del transmitir experiencia a nuestros hijos que expresa la misma preocupación de hoy… Ser buen padre y hacer buenos padres.
Espíritu de trascendencia que como Oscar Wilde (1854) expresó, se transforma primero en el amor que en la infancia sienten los hijos por nosotros pero que más adelante se convierte en el juicio implacable que en pocas ocasiones merece el perdón; y es que en nuestra impaciencia, como decía Bernard Shaw (1856) no nos damos cuenta de lo mucho que les aburrimos…
En tanto, como dijo Reik (1888), las Mamás son la delicia de nuestros hijos, por que a ellas la naturaleza les preparó mejor para ser madres y esposas que a nosotros para ser padres y maridos… y así a nosotros toca improvisar.
Finalizo mi recorrido con la más antigua referencia que encontré, traducción de un jeroglífico –tal vez el primer graffiti- que fue encontrada en la pared de la tumba de alguno de los constructores de la necrópolis del Valle de los Reyes en Egipto.
En este mundo jodido el hijo regaña al padre y la mujer al marido…
Así pues -tan chillones como los papás de hoy día- Sócrates, Marco, Oscar, Luis, William, George, Reik y aquel anónimo grafitero egipcio, solo podrían expresar las mismas frases; poco ha cambiado, si acaso las formas, pero en el fondo muy poco.
Sin embargo, más allá de eso, la experiencia de Ser Padre es maravillosa pues en lo más íntimo de las entrañas de nuestros hijos, está un algo compartido, que nos permite reír y llorar junto con ellos; y que viajará más allá de nosotros a un futuro que les deseamos promisorio.
Sea esto un reconocimiento anticipado a nuestros hijos que serán padres, pues aún y cuando los bultitos chillones que algún día les tocará cobijar entre sus brazos no traerán instructivo, seguramente harán su mejor esfuerzo.
Enrique Chávez Maranto
enrique.chm@gmail.com
Sócrates (740 a de C), se quejaba del amor por el lujo de las juventudes de aquel tiempo, de sus manías, de su desprecio por la autoridad, de su flojera y de la tiranía que ejercían sobre sus maestros; Cicerón (106 a de C), de su desobediencia; Luis de Argote y Góngora (1561) afirmaba que la tierra no nos fue heredada por nuestros padres sino que esta nos fue prestada por los hijos con todo lo que eso implica…
Sir William Shakespeare (1564) acuño en una espléndida frase el espíritu de la trascendencia de los padres; traspasar los límites de la existencia a través del transmitir experiencia a nuestros hijos que expresa la misma preocupación de hoy… Ser buen padre y hacer buenos padres.
Espíritu de trascendencia que como Oscar Wilde (1854) expresó, se transforma primero en el amor que en la infancia sienten los hijos por nosotros pero que más adelante se convierte en el juicio implacable que en pocas ocasiones merece el perdón; y es que en nuestra impaciencia, como decía Bernard Shaw (1856) no nos damos cuenta de lo mucho que les aburrimos…
En tanto, como dijo Reik (1888), las Mamás son la delicia de nuestros hijos, por que a ellas la naturaleza les preparó mejor para ser madres y esposas que a nosotros para ser padres y maridos… y así a nosotros toca improvisar.
Finalizo mi recorrido con la más antigua referencia que encontré, traducción de un jeroglífico –tal vez el primer graffiti- que fue encontrada en la pared de la tumba de alguno de los constructores de la necrópolis del Valle de los Reyes en Egipto.
En este mundo jodido el hijo regaña al padre y la mujer al marido…
Así pues -tan chillones como los papás de hoy día- Sócrates, Marco, Oscar, Luis, William, George, Reik y aquel anónimo grafitero egipcio, solo podrían expresar las mismas frases; poco ha cambiado, si acaso las formas, pero en el fondo muy poco.
Sin embargo, más allá de eso, la experiencia de Ser Padre es maravillosa pues en lo más íntimo de las entrañas de nuestros hijos, está un algo compartido, que nos permite reír y llorar junto con ellos; y que viajará más allá de nosotros a un futuro que les deseamos promisorio.
Sea esto un reconocimiento anticipado a nuestros hijos que serán padres, pues aún y cuando los bultitos chillones que algún día les tocará cobijar entre sus brazos no traerán instructivo, seguramente harán su mejor esfuerzo.
Enrique Chávez Maranto
enrique.chm@gmail.com