domingo, 12 de agosto de 2007

Cruzados de brazos...

Don Mariano Arguinzoniz estaba realmente contento, había vendido 115 hectáreas de la Hacienda el Tulillo a $30,000 pesos cada una a dos gringos sudorosos con los que le había costado entenderse.

Nunca imaginó vender a ese precio aquellos predios plagados de “chapopoteras” que eran una verdadera calamidad para su ganado sin comprender que ellas mostraban a flor de tierra, el inmenso tesoro del petróleo.

Por su parte, Charles A. Candfield y Edward L. Doheny, fundadores de la Mexican Petroleum Company, se felicitaban mutuamente por la ganga recién adquirida.

Corría entonces el año de 1900, el General Porfirio Díaz era el Presidente y había nacido así, la industria del petróleo en México.


Hoy, apenas pasado un siglo, en México no hay más chapopoteras; el petróleo fácil se agotó y el que podemos explotar –que no es el que existe- escasamente durará un poco más de 9 años al ritmo de consumo actual sin que nuestra Nación, a partir de sus recursos, haya avanzado realmente en el propósito de lograr el desarrollo equilibrado y el mejoramiento de las condiciones de vida de la población como lo establece el precepto constitucional.


El Presidente Lázaro Cárdenas en 1938 rescató para la nación el usufructo del petróleo que en ese entonces estaba en manos de las compañías extranjeras y nosotros… ¿Cuándo vamos a hacer lo propio para resarcir el daño que le hemos causado a Petróleos Mexicanos por el abandono y el saqueo? ¿Cuándo vamos a emprender su rescate ya no de las manos extranjeras, si no de nosotros mismos?


Más allá de la asignación de culpas, los hechos están ahí y el esfuerzo requerido será enorme. La realidad es que abandonamos la investigación y el desarrollo de tecnología; la realidad es que tal como el gobierno financia su gasto; tal como administramos a Petróleos Mexicanos; tal como “colaboramos” con el sindicato; tal como “pagamos” los impuestos, no tendremos nunca los recursos económicos ni tecnológicos para hacerlo y los que si los tienen, dinero y tecnología, no se conforman con la tajada más chica, quieren todo el pastel.


Porque para ellos la energía ya no es solo objeto de comercio como lo fue al inicio; hoy el petróleo es el factor principal de la geopolítica y necesidad vital para la supervivencia de las hegemonías. Las cuestiones de propiedad a ellas poco les importan.


Estados Unidos no emprendería una guerra como en Irak y Afganistán justo allende su frontera, pero demos por cierto que cuando lo requiera tomará el petróleo mexicano que necesite. Tenemos dos opciones:

  1. Seguir como hasta ahora, de brazos cruzados, exprimiendo lo que queda de Petróleos Mexicanos hasta que no nos quede de otra que entregar el petróleo que es mucho…, que es nuestro…, pero que ahora no podemos explotar.

  2. Resarcir el daño asumiendo con plena conciencia y responsabilidad el estado en el que se encuentra nuestra industria por el abandono que se dio a partir del gobierno de Miguel de la Madrid.

La primera de las alternativas sería actuar en beneficio de otros allende la frontera. La segunda, es la única que creará valor en el largo plazo para nuestra nación y con la que todos debemos comprometernos. Sin embargo, el camino no será sencillo; estará plagado de obstáculos y requerirá de un esfuerzo enorme en todos sectores de la economía nacional pues el petróleo, que debe ir más allá como palanca del desarrollo nacional, ya no puede, ni debe, ser la única opción para el País.


Lamentablemente, siendo este el estado de las cosas, quienes pueden impulsar el cambio siguen en el debate de lo intrascendente. ¿Hasta cuando?

Enrique Chávez Maranto

enrique.chm@gmail.com

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