martes, 15 de enero de 2008

Transición

La evaluación objetiva del desempeño de los funcionarios públicos solo puede darse cuando se han establecido metas precisas al inicio de la administración.

En ausencia de esas condiciones, ante la crítica de quienes llegan, los que se van asumen que el tiempo dará a cada quien el lugar que merece; y se equivocan pues cuando del reconocimiento a la labor ajena se trata, la memoria es corta, y muy, pero muy larga en cuanto al recuento de los errores.

Unos ocultan sus desaciertos y pregonan con orgullo triunfos que no pueden determinarse como reales o ficticios en ausencia de compromisos concretos pactados previamente con una ciudadanía que no los exige.

Quienes arriban, buscan en la coyuntura magnificar el desastre real o ficticio para apalancar el inicio de su gestión ante una ciudadanía que exige pero no aporta, que exige pero no atina a distinguir lo urgente de lo importante.

En la lucha por espacios políticos que los llegan a considerar propios, la transición nunca es tersa y se complica aún más, cuando en nuestro caso, ironías de la vida, quien recibe le entregó en su oportunidad al que recién se despide y la memoria de aquella transición de tres años atrás está aun presente; y todavía más, cuando grupos políticos emergentes contribuyen a enturbiar las aguas en la búsqueda de cuotas de poder.

Y en esa confrontación nadie gana, todos pierden particularmente la ciudad pues energía que habrían de invertir en el trabajo efectivo, se desperdicia en la sin razón de nuevas facturas políticas que alguien tendría que pagar más tarde o más temprano.

Habría que reconocer que el estado del desarrollo de nuestra ciudad es el resultado de un proceso en el que todas las administraciones contribuyeron de una forma u otra a su logro. ¿Quien recuerda ahora las semillas del Coatzacoalcos de hoy que sembraron muchos presidentes municipales en su tiempo y sus circunstancias? Difícilmente alguien se acuerda de quien fundó el primer centro de salud o construyó el primer mercado, la primera escuela. Sin embargo muchos fueron criticados, y mucho, al término de su administración y la memoria de corruptelas reales o ficticias aun persisten en la memoria.

¿Porqué no hacerlo al revés? ¿Por qué no reconocer a todos y cada uno de los presidentes municipales las semillas sembradas que las hay y muchas? ¿Por qué no reconocer lo que ha estado bien hecho y darle continuidad antes que descartarlo? ¿Por qué destacar los desaciertos reales o ficticios y crear resentimientos innecesarios? ¿Por qué no establecer compromisos concretos que al término de la administración simplemente puedan “palomearse” para decir esto se cumplió, esto no y porqué; para así realizar una evaluación del desempeño objetiva de cara a la ciudadanía?

Coatzacoalcos y ninguna ciudad del mundo puede reinventarse cada tres años y ninguna administración puede decir que ha partido de cero.

Con mis mejores deseos…



Enrique Chávez Maranto
enrique.chm@gmail.com

PD Mensaje de los Guavinos a Polo ¡Recupérate y regresa pronto a casa!

2 comentarios:

  1. Enrique: Me felicito por ser de los privilegiados en recibir tus articulos; gracias y en verdad me parece haces una luminosa aportación que se convierte en la guia del sentir ciudadano

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  2. Anónimo, mil gracias por tus comentarios, saludos, Enrique

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