domingo, 21 de junio de 2009

Cuenta regresiva...

Si bien es cierto que México a partir de su creación ha vivido una crisis permanente por el despojo al que ha sido sometido, la realidad es que solo hasta hoy un grupo relevante de gente con poder económico, capacidad de convocatoria; líderes de opinión, intelectuales, entre otros, están siendo expulsados de la zona de confort que habitaban seguros y cómodos, ciegos y sordos a lo que ocurría fuera de su burbuja de cristal, sin incentivos para objetar nada, ni para exigir cambio alguno en el sistema. Hoy, que están a punto de salir o fuera de ella, se sienten y están desamparados. La crisis se desbordó; ya no es algo lejano que ocurre a otros, las calamidades ahora ¡las sufren ellos!

Y así el debate está en su máxima expresión. Antes pasivos, esos grupos están de acuerdo en que el sistema no funciona; en que desean manifestar su hartazgo en las próximas elecciones; en que desean provocar un cambio para resolver la creciente problemática que enfrentan. En lo que no logran ponerse de acuerdo es en los caminos para lograrlo. ¿Por qué?

Reflexionando en las expresiones que se están dando en el debate, recordé a un grupo de idealistas, románticos… jóvenes universitarios orgullosos de sus raíces, con fe en un futuro promisorio para su México que recientemente desarrollaron el concepto de la campaña “Supéralo” que busca hacer conciencia del lastre que representa todo tipo de discriminación para el desarrollo de nuestro país.

En México discriminamos todos, todo. Si eres estudiante de regular para abajo discriminas a los “nerds”; si la sangre indígena corre por tus venas discriminas a los “harbanos” aunque con generaciones aquí ya sean más mexicanos que el mole; si eres empleado discriminas a los patrones pues todos son unos explotadores; si eres patrón a los empleados pues todos son unos huevones; si vistes de “marca” discriminas a los nacos…; si no eres militante de algún partido discriminas a los políticos; si eres azul a los rojos; si amarillo a todos; y así hasta el infinito… Pero ¿Qué tiene que ver el tema de la discriminación y el debate electoral?... La respuesta es un tema que dejé a propósito para el final: la discriminación de las ideas.

Si, en México antes de escuchar o considerar si quiera las ideas, las descartamos y por eso no podemos ponernos de acuerdo. Las discriminamos por su origen cuando el prejuicio se impone y la objetividad se pierde por los resentimientos de aquellos beneficiarios, marginales tal vez, pero beneficiarios al fin del sistema. Resentimientos que antes eran para esos grupos figuras borrosas tras las paredes de la burbuja de cristal que habitaban, pero que hoy, fuera de ella, en su nueva realidad, se les muestran nítidas por el temor que sienten ante un futuro cada vez más incierto.

Ahora bien, pregunto, ¿Tenemos tiempo para continuar discriminando ideas en un debate a solo 15 días de las elecciones? Me parece que no. Ya las opciones están puestas sobre la mesa y el único factor común es que absolutamente todos los mexicanos con credencial de elector debemos acudir a las urnas el próximo día 5 de julio. Ese es el consenso, ¡pues apeguémonos a él! Insisto, las opciones ya están sobre la mesa: votar vestido de blanco, votar por el candidato menos malo o el menos feo, votar por el partido, votar por la “esperanza marchita”, por cantinflas o anular el voto es algo que dependerá de las circunstancias y nivel de conciencia de cada uno de nosotros.

Dejemos de discriminar las ideas y sumémonos al consenso con el compromiso de dejar la discusión a un lado sobre cuál es la mejor opción. Adoptemos el compromiso de superar la tentación de catequizar a los no creyentes con nuestra “verdad” y si el compromiso de convencer a los que se abstienen para que voten. Todas las opciones menos una, la abstención, son respetables y lo que decidamos será secreto de confesión en nuestra conciencia.

El solo hecho de atiborrar de votos las casillas con cualquier tipo de voto será muestra de un nuevo compromiso ciudadano. De la urgencia de un cambio en el rumbo del país. Que si es una opción o la otra la que decidamos en ese momento es lo que menos importa a estas alturas del partido.

Los buenos mecánicos saben que para apretar una tuerca con cabeza exagonal la llave a utilizar es una milimétrica. Eso no nunca se discute. En el caso que nos ocupa el voto es la herramienta idónea, como apriete usted la tuerca ya dentro de la casilla, será su decisión.

Con mis mejores deseos,

Enrique Chávez Maranto
enrique.chm@gmail.com

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