domingo, 17 de julio de 2011

Coerción

En una ocasión, un conferencista nos proyectó un vídeo que mostraba a dos equipos de jugadores lanzándose una pelota. Antes de iniciar, solicitó contar el número de pases, y al término preguntó si habíamos notado algo raro en el film.

Transcurrieron largos segundos antes de que una persona, entre aproximadamente trescientas, levantara lentamente el brazo. ¿Qué fue lo que vio? Preguntó el expositor… A lo que -pensando en el ridículo que haría- contestó con timidez: Vi a unos gorilas caminando entre los deportistas...

De inmediato la audiencia estalló en risas y el hombre aquel, pensando trágame tierra, se apachurró contra el fondo de su asiento solo para escuchar instantes después: “Tiene usted razón, en el vídeo hay unos gorilas caminando entre los deportistas…” Y así, el hombre sonrió, muy orondo se irguió en su silla y el silencio se hizo.

Para confirmar se proyectó nuevamente el vídeo y efectivamente… como por arte de magia, los gorilas aparecieron a la vista de todo mundo. La explicación es muy sencilla, nos dijo, la mayoría de ustedes no vio a los gorilas pues su mente simplemente los descartó.

La mente se preguntó: “Eso que se ve ahí ¿es un gorila? Sí. De acuerdo a mis conocimientos, experiencia, prejuicios, propósito y demás ¿Tiene un gorila que hacer algo ahí? No. Entonces no debe estar ahí, no existe, es un engaño, una falla o lo que sea así que quítalo, fíltralo, no debes verlo.”

Una experiencia similar ocurrió cuando mostré a un grupo una fotografía del desierto con una carriola para bebé insertada. El resultado fue el mismo que con los gorilas: La mente quitó la carriola de la mente de la mayoría y pocos pudieron percibirla. Conclusión, la mente solo nos permite percibir y creer en una visión distorsionada de la realidad… Y existen muchas, una para cada quien. Bien dicen que cada cabeza es un mundo.

Para acabar de complicar el asunto de las muchas realidades, no faltan quienes pretenden convencer al resto que solo su realidad es la buena, utilizando como herramienta para comunicar sus ideas un lenguaje donde las palabras, por lo que gusten y manden, no significan siempre lo mismo para todos.

Y cuando no lo logran, nos juzgan o juzgamos. Podremos perseguir lo mismo, pero nuestro lenguaje llevarnos por caminos muy distantes y hacer las discusiones interminables; o utilizar de forma impecable y precisa el lenguaje para describir una realidad muy distinta a la que perciben quienes nos rodean.

Quien lidera a un pueblo sin la confianza que infunde el carisma, enfrenta un reto considerable: lograr consensos respecto de la realidad percibida y utilizar el lenguaje en forma impecable para transmitir sus ideas y convencer.

La otra opción es la coerción del soberbio.

Con mis mejores deseos,

Enrique Chávez Maranto
enrique.chm@gmail.com
twitter.com/enriquechm

2 comentarios:

  1. ah la mente, la loca de la casa! como siempre un placer leer tu columna

    Emma Zamora
    Tweeter @manezdpr

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  2. Como siempre Enrique, muy acertado en tus reflexiones. Excelente aartículo
    Un abrazo y gracias nuevamente

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