"La diferencia fundamental entre la izquierda y la derecha estriba en que la primera pugna por la igualdad y la segunda por la libertad. El problema es que la igualdad no siempre da pie a la libertad", Alan Greenspan, economista estadounidense.
En China, la libertad de procrear no existe y no es asunto de igualdad sino del bien común: el desarrollo sustentable de ese país.
No habrían suficientes recursos para soportar el crecimiento acelerado de la población china; que antes, si bien se daba en un ambiente de plena libertad personal, no respetaba el derecho de las generaciones futuras.
Para los que abonan y pugnan por el neoliberalismo, la libertad deja de ser en cuanto se le acota; no hay puntos medios para ella. Sin embargo, la aplicación del fundamentalismo neoliberal, en el marco de una libertad mal entendida, ha llevado a extremos inaceptables por la falta de respeto, por la explotación y la supresión de facto, de las oportunidades de desarrollo, de millones de seres humanos a lo largo de todo el planeta.
Hoy, tal es el extremo, que para aspirar a una vida digna, no bastan la voluntad y el compromiso individual, ni es materia que cualquiera pueda desahogar en un tiempo de vida.
Hoy se requiere del esfuerzo de generaciones para salir del subdesarrollo y la marginación.
El liderazgo, que gobierna con soberbia, antes que con humildad y voluntad por el bien común, no es más opción.
Con mis mejores deseos,
Enrique Chávez Maranto
enrique.chm@gmail.com
twitter.com/enriquechm
Nota: Este artículo fue publicado en Reforma.com el 15 de mayo de 2006
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