domingo, 21 de agosto de 2011

¡México es mejor!

El sábado pasado en el estadio de futbol Territorio Santos Modelo durante el encuentro entre los equipos Santos y Morelia, estuvo a punto de ocurrir una tragedia de grandes proporciones cuando, producto de las ya cotidianas balaceras, los aficionados vivieron momentos de extrema tensión y pánico en muchos casos.

Cómo el partido se transmitía en vivo la noticia se conoció de inmediato en todo el mundo. La reacción en la red social twitter fue explosiva, las autoridades se apresuraron a deslindarse, la Comisión de Derechos Humanos inició a investigar las posibles violaciones, la Federación Mexicana de Futbol se comprometió a revisar la seguridad de los estadios, los opositores a condenar e insultar a los culpables de siempre, todos a condenar los hechos, etcétera, etcétera, etcétera… En general lo mismo que ya conocen, lo de siempre. No obstante dentro de todo, alcancé a ver en la red un lamento sincero que me hizo recordar el texto que ahora reproduzco en parte…

«…Un tenue resplandor en la pared de cristal de roca insinuaba ya el amanecer en aquélla minúscula cueva donde el joven guerrero esperaba el rito final de su iniciación… Esa fría noche que ya se iba, culminaba los arduos años de preparación. Esa fría noche, el sahumerio de copa, acompañó el profundo sueño donde visitó a sus ancestros y conoció lo que le deparaban los dioses como el nuevo acólito a quien le serían revelados todos los secretos…

Tan pronto escuchó el canto del jilguero anunciando el arribo de su anciano maestro, calzó las sandalias, vistió el humilde ayate y encaminó sus pasos a la entrada de la cueva para partir en silencio rumbo a la terraza ocupada ya por los sumos sacerdotes que, como él ahora, tenían la misión de preservar la nación…

Ya reunidos, de súbito, el sonido de los caracoles inundó el espacio hasta los confines de aquella maravillosa tierra, al mismo tiempo que pronunciaban el Mantra sagrado de su fe… Meshico, Meshico…

Muchos años han pasado desde esa hipotética noche, muchos más desde que se fundó la gran Tenochtitlán y muchísimos más desde que Teotihuacán fue la Morada de los Dioses… mucho ha cambiado Meshico, México como le llamamos ahora, tanto que de aquella gran civilización resta muy poco porque la historia escrita por los vencedores excluyó de ella su espíritu…

Hoy somos mexicanos, si acaso, por nacer en la misma geografía de la que muchos huyen. Somos mexicanos, si acaso, por los eventuales y breves momentos en que musitamos –que no entonamos- un himno nacional que casi nadie recuerda, a una bandera a la que nadie honra como antaño.

Me pregunto, ¿Dónde quedó el Meshico de ese joven guerrero? ¿A cuál México llegamos? ¿A un estado fallido? Me rehúso a aceptarlo, y si hoy escribo esto no es por la nostalgia, sino por el anhelo de ese espíritu que aún pervive, que aún impulsa a muchos creyentes de que lo que vivimos hoy no es México, México es mejor. Siempre lo ha sido…»

Aún es tiempo, podemos recuperar su espíritu si hacemos caso a Carlos Garza Falla (twitter.com/cgf59) quién en medio de la crisis del estadio expresó: “…en este instante lo de menos es identificar culpables, lo de mas es gritar que no queremos vivir así. Y actuar en consecuencia. TODOS” pues como decía el mensaje que leí en la red:

“México no puede ser así…”

Con mis mejores deseos,

Enrique Chávez Maranto
enrique.chm@gmail.com
twitter.com/enriquechm

2 comentarios:

  1. Tal y como dices,pudo haber ocurrido una gran tragedia dada la psicosis que vivimos y esa reflexión es el único consuelo...
    México es así... porque los responsables de garantizar la seguridad de los ciudadanos de esa entidad, (Seguridad Pública, Presidente Municipal, Gobernador etc., ) siguen mudos a dos días de los hechos. Interpreta ese silencio y tendrás la respuesta.
    Un abrazo

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  2. Yo creo que todos somos responsables en menor o mayor medida de lo que está pasando. Primero, al elegir a gobernantes ineptos, o abstenerse. Segundo, pero más importante, al olvidarnos de inculcar valores a las nuevas generaciones, y no hablo solo de nuestros hijos, sino también de los ajenos. También es nuestro deber corregir como adultos, a los chiquillos borrachos (abundan aquí en el malecón), evitar que falten al respeto, etc. Pero hemos dejado perder nuestros valores y nuestra fuerza fundamental: LA FAMILIA. Recordemos que los asesinos también tienen o tuvieron un nucleo familiar que produjo esos frutos. Cuidemos el nuestro.

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