Se tiene la percepción -fundada por cierto- de vivir en un país donde cualquier atropello puede darse; donde muchos, entrampados entre las posturas radicales de los actores de la soberbia y el resentimiento, buscan supervivir, viviendo a “media agua” sin acaso levantar la cabeza, cobijándose en una zona de confort permisiva y mediocre desde la cuál manifiestan su inconformidad y su deseo de cambio pero eso sí, ¡Solo de dientes para afuera! Muchos que forman parte de una sociedad donde simplemente no pasa nada, donde simplemente la esperanza pareciera haberse perdido.
¿Por qué se ha perdido la esperanza? Para cualquier transformación el tiempo requerido depende fundamentalmente de dos variables; la envergadura del cambio deseado y los recursos disponibles que incluyen entre otros al número de promotores y el poder que estos puedan tener. Así, el tiempo para obtener resultados siempre será menor cuando se tienen los recursos independientemente de cuál sea el tamaño del reto; o por el contrario, el tiempo necesario siempre será más de lo deseable cuando los recursos son o parecen insuficientes. Y en eso justamente está el problema.
La mayoría de los que desean el cambio se perciben aislados, rodeados de gente que no escucha y consideran que solos difícilmente obtendrán resultados que puedan apreciar mientras vivan dada la magnitud de los retos. Así el desánimo cunde, la factibilidad del cambio simplemente se desvanece y la desesperanza pasa a formar parte del inventario de actitudes que nos encadenan a esa mediocridad permisiva que mencioné antes.
¿Se puede lograr el cambio? ¡Claro que sí! El cambio no solo es factible, el cambio se puede lograr pues no es cierto que estemos solos. Nos ocurre que desconectados en la cotidianeidad de nuestros afanes, pasamos de largo a muchos otros que tan insatisfechos con el estado de las cosas, como nosotros, también se perciben aislados.
¿Se puede lograr el cambio? ¡Claro que si! El cambio no solo es factible, el cambio se puede lograr pues no es cierto que no tengamos recursos suficientes. Uno de nuestros mayores errores, si es que no el mayor, es pensar que solo hasta lograrlo podremos sentirnos satisfechos y no es así; esa forma de pensamiento solo conduce a la desesperación cuando el tiempo transcurre y el tamaño del reto parece agigantarse antes que disminuir. Hemos de entender que el verdadero triunfo se da cuando pegamos, y bien, el más humilde de los ladrillos en la ruta al futuro deseado y para los pequeños ladrillos… ¡Siempre habrá recursos y voluntades que puedan sumarse a la tarea!
En suma, sueñe en grande pero disfrute con los pequeños logros; sume voluntades pero no pretenda imponer la suya. “Showmbly” -uno de mis amables lectores- comentó que el Ser humano no es de blancos o negros, es de claroscuros a lo que yo agregaría que el Ser humano también es de apegos y percepciones, por lo que a la postre nada es verdad ni es mentira, ¡Resulta ser según el color del cristal con que se mira!
No pierda la esperanza, el cambio puede lograrse, pero lo que si le anticipo es que seguramente no será nada de lo que Usted o Yo podamos imaginar.
Con mis mejores deseos,
Enrique Chávez Maranto
Enrique, interesante tu análisis sobre los dos tiempos, y bueno, tu artículo es un buen motivante para los que piensan que se encuentran solos y no escuchan el eco grande de otras "soledades"; al fin y al cabo, pronto puede ser un concierto magno en que las voces y los reclamos, los deseos y las ganas, los apegos y las percepciones, se unan a la sinfonía en cuya partitura también escribes. Un abrazo
ResponderBorrarAsí es como es, la idea fue motivar a los que se sienten solos a que no pasen de largo, que siempre hay otros “lorenzos” como nosotros que buscan el bien común y también que se puede empezar por poquito…
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