domingo, 22 de febrero de 2009

Ante la crisis global: conciencia o negación

-¡Vaya que si es hermosa! ¿No te parece?

-¡Qué le puedo decir Señor! Escogimos bien el lugar pero parece que algo no nos funcionó bien con la semilla…

Sin contestar, Jesús descendió un par de escalones, se sentó en el cómodo sillón del mirador, se embeleso como siempre ante la vista de miríadas de estrellas entre las cuáles destacaba ya aquel hermoso planeta azul..., bebió un breve sorbo de la copa de vino que le aguardaba para entonces perder su mirada en los recuerdos, maravillosos unos, atroces otros, de aquella breve visita a las tierras de Judea.

-Hace ya mucho tiempo que no venía Señor…

-Si, es mucho para ellos, muy poco para nosotros…contestó Jesús, para ser exactos 2008 de sus años…

No es fácil olvidarlos pensó Jesús para sus adentros ¡Cómo hacerlo! Sí son una especie muy querida. Seres que en la receta de su creación se incluyó como ingrediente el drama permanente del dilema. Congruentes con su naturaleza los opuestos les definen: Sentimientos de temor y amor, conciencia y ignorancia, humildad y soberbia, generosidad y avaricia, todos a un tiempo, en el mismo crisol, dieron como resultado la maravillosa diversidad de su existencia, se dijo, el Amor para estas criaturas no lo es sin él sazón del sufrimiento…temen Amar.

-Pero aquí estamos nuevamente…

-¿Puedo preguntar porqué Señor?

-Las cosas no les han ido bien últimamente. Han llegado a extremos peligrosos. La situación es de tal forma, en extremo delicada, que está en riesgo su permanencia y la verdad no veo como puedan corregir el rumbo sin nuestra ayuda. El balance no nos resultó perfecto. Al principio el dilema cumple su propósito y mantiene el equilibrio pero pronto se pierde y periódicamente hay que intervenir para recobrarlo. Eso fue justamente lo que hicimos en nuestra última visita…

Y si, los equilibrios se han roto. Los efectos de la prelación de la ignorancia, el temor, la avaricia y la soberbia sobre la conciencia, el amor, la generosidad y la humildad humanas están ahí, salvo para aquellos que prefieren encerrase en su esfera de cristal.

Y si, no solo se requiere “un” ajuste, se requiere un ajuste mayor. En una época donde el uso de indicadores está de moda, el principal de ellos, el apego a los valores se desplomó, está perdiendo la batalla en todas las regiones, niveles y sectores de la actividad humana.

Algunos pensarán que esta es una visión pesimista del mundo. Y no quisieran, eligen ver, y ven, un mundo mejor. Sin duda y sin juicios de por medio, absolutamente todos tenemos ese derecho, pero los hechos están ahí. Si el indicador de los valores no convence, veamos los síntomas de la enfermedad ya no digamos desde la perspectiva global, en el contexto de palabras extrañas como geopolítica, hegemonías, plutocracias, globalización entre otras tantas.


Veámosla tan solo desde la perspectiva de cualquiera de nuestras comunidades, de lo que está a la vuelta de la esquina: corrupción, desempleo, inseguridad, alcoholismo, drogadicción, depredación ambiental y pobreza entre otros tantos males. Porque justo ahí, en la perspectiva más cercana, justo es donde está la solución.

Mucho se me ha dicho que no basta con señalar, que hay que dar soluciones. Y tienen razón. Solo que la solución no cabría esperarla de la boca de alguien más. La solución está en todos y cada uno de nosotros. Cada cual en la medida de sus posibilidades. Cada cual en la trinchera que le corresponda como padre, empleado, patrón, líder, político, hijo, esposo, funcionario público…


Cada cual, cuando tenga que elegir, habrá de considerar que la conciencia, el amor, la generosidad y la humildad no son ajenos, siempre han estado en nosotros, como ingredientes de la maravillosa receta de la diversidad humana.

Cada cuál habrá de conocer que los hechos, hechos son y que lo que cuenta es la actitud con la que se enfrentan…Cuenta la leyenda que el último rey de Granada, Boabdil, al salir camino de su exilio en las Alpujarras, cuando coronaba una colina, volvió la cabeza para ver su ciudad por última vez y lloró, escuchando de su madre la sultana Aixa "no llores como una mujer lo que no supiste defender como un hombre”. Lo que ocurrió entonces con el rey Boabdil es que no supo reconocer sus debilidades y en consecuencia no supo como superarlas. A esa colina se le llamó desde entonces la colina del Suspiro del Moro…

Por favor, no hagamos lo mismo.

Con mis mejores deseos,

Enrique Chávez Maranto
enrique.chm@gmail.com

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