domingo, 12 de julio de 2009

Íntegro infeliz...

Decía don Beodo que a los funerales la gente va por una de varias razones: por cumplir, por que realmente estima al finado, para saludar a la familia ó para asegurarse de que el muertito enterrado está.

Y pudo comprobarlo cuando fue él, el protagonista camino al camposanto con los pies por delante. La asistencia fue escasa, solo tres dolientes: su ahora viuda, doña Sufrida, quien entre lágrima y lágrima de cocodrilo dejaba entrever su gozo pues ese día acabaría su sufrimiento; y sus dos alegres compadres, quienes una de dos: o realmente lo apreciaban ó estaban más puestos que un calcetín para consolar a doña Sufrida por sus buenos haberes.

- A que don Beodo, se nos fue así tan de repente. Hombre íntegro, de una sola pieza, valedor… ¿No lo cree así compadre?

- Tiene razón, íntegro. Vivió convencido que las penas con alcohol se olvidan, no se cansó de decirlo una y otra vez, y vea usted… Murió como vivió, ¡borracho!

- No diga eso compadre ¿cuáles penas? Si el hombre tenía de todo... en los negocios le iba bien –los atendía en la cantina a la que por cierto llamaba “mi oficina”- su esposa pues ya la ve usted… siempre amorosa, trabajadora y tranquilita; de los chamacos ni se diga, le salieron buenos para la estudiada… así pues… ¿Cuáles penas tenía don Beodo?

- Pues solo una compadre, solo una… el nunca quiso ser leguleyo, su pasión era otra. ¿Qué no recuerda como nomás se le endurecía el rostro cuando comentábamos sobre el gran abogado que fue su padre? ¿Qué quiso ser don Beodo? Solo él lo supo, pero abogado le juro que no. La profesión y doña Sufrida fueron “regalo” de su papacito que se ha de rostizar en los infiernos...

La integridad consiste en actuar congruentemente con lo que se piensa y lo que se dice aún teniendo que asumir costos no deseados. Así que de acuerdo a la definición del concepto don Beodo pudo ser íntegro, como afirma su compadre. Sin embargo, como también apunta, nunca fue feliz.

Salvo cuando se requiere reaccionar de inmediato para evitar un peligro, la gente necesita decidir para actuar. Esa decisión dependerá de la evaluación de las alternativas considerando, entre otros factores, los valores, la información, la creación ó destrucción de valor, las necesidades, los deseos, los anhelos, las capacidades, las competencias y en general la fortaleza de carácter. Todos esos ingredientes deberían ser tomados en cuenta en el proceso de la toma de decisiones.

¿Qué hizo a don Beodo ser un íntegro infeliz? La respuesta es muy sencilla: decidió los actos de su vida aplicando mal la receta. Olvidó el ingrediente primordial de los anhelos al que debió sumar la fortaleza de carácter para evitar sujetarse a las decisiones de otros. El de ninguna manera fue el arquitecto de su propio destino.

Lo anterior se aplica a la mayoría de las personas y al agregarse, en el extremo, perfila el comportamiento de todo un país. Anhelamos un México mejor pero nunca tomamos en cuenta ese factor al decidir nuestro actuar cotidiano como ciudadanos. Vivimos en una cultura mediatizada e inequitativa cada vez más alejada de los valores universales, donde el que no tranza, no avanza; en una sociedad que promueve vigorosamente la satisfacción onerosa de los deseos, antes que de los anhelos y las necesidades de sus integrantes sujetos a la ignorancia y a la explotación por quienes detentan el poder económico y político.

¿Anhela usted un México mejor? Piense en eso antes de tomar una decisión. Inclúyalo en la receta y asuma los costos. Solo entonces podrá evitar ser un “íntegro infeliz”.

Con mis mejores deseos,

Enrique Chávez Maranto
enrique.chm@gmail.com

1 comentario:

  1. Yo ya habia leído tu columna, creo que tuvo un impacto por "Vacaciones"...todo el mundo se tomó unos días para salirse de la rutina...Vivimos en un país de gente que está harta y que como Don Beodo somos infelices pero creemos ser "integros"...lo cierto es que Don Beodo tampoco fue muy "integro", porque la integridad implica actuar y él, al igual que muchísimos mexicanos, hacemos nada o muy poco por hacer que las cosas cambien. La persona íntegra debe actuar y ser un factor de cambio y atenerse a las consecuencias de sus acciones, dejar de hacer es falta de integridad

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