domingo, 10 de enero de 2010

Calladitos nos vemos más bonitos

-¿Por qué criticas si jamás comprenderás lo que siente una madre? Les llevé en mi seno por nueve largos meses… ¡Caramba, soy su Mamá! Y el Papá se queda calladito, refunfuñando por dentro, pero calladito pues no tiene, ni tendrá jamás argumentos para rebatir el punto. La maternidad las hace diferentes y no hay más discusión posible.

Al hombre le es difícil, por no decir imposible, entender la naturaleza de los sentimientos que motivan la conducta de la mujer. Eventualmente le disgusta, tanto la forma de pensar del género femenino, como el enfoque de sus relaciones, particularmente con los hijos, sin embargo es más que obvio que las diferencias están plenamente justificadas y siendo así el hombre conciente las respeta. Le queda claro que intentar comprenderlas es una lucha perdida. Las mujeres son de Venus y los hombres son de Marte. Punto.

Sin embargo no siempre las diferencias son obvias… con mucha frecuencia se presentan casos donde no hay congruencia entre la percepción de la realidad de quien observa y los mensajes que recibe. Para él, lo que observa, es un pato pues tiene plumas, camina como pato, hace “Cuá, Cuá” y punto. Pero cuando el presunto pato contesta: que si bien es cierto que él tiene plumas, que camina como pato y que hace “Cúa, Cúa”; también es cierto que no siente como pato por lo tanto NO es pato y punto. Bastará nada en esas circunstancias para desatar una discusión donde el agravio, el primer paso a la intolerancia, encuentra el caldo de cultivo ideal. De no mediar la prudencia al final del día las posiciones se tornarán irreconciliables.

Un buen ejemplo de eso es la diatriba –no debate- que ha causado la legalización del matrimonio y la posibilidad de adopción por parte de parejas de homosexuales recientemente aprobada en el Distrito Federal. El concepto de familia, la legitimación de la reproducción por el Amor, la aspiración de trascendencia a través del linaje, la información o desinformación sobre la sexualidad, los mitos y/o realidades de la conducta y el ser homosexual, y los dogmas políticos y religiosos, entre otros muchos factores; todos temas subjetivos, provocan un corto circuito de intolerancia y agravio en grupos heterosexuales cuando se trata de dar una respuesta a la reivindicación que exige la población homosexual quien, si bien en principio igual biológicamente, se siente y se percibe de manera diferente. Población homosexual donde por cierto, también existen grupos que con igual intolerancia agravian a quienes piensan de manera diferente. La opción, es un hecho, nunca será la intolerancia. Baste recordar las infamias que se han cometido como resultado de la intolerancia religiosa, política, racial, económica, de clases sociales, entre otras.

El Ser tolerante en cambio, con valentía, convicción y auto control, sin renunciar a las ideas o al debate, supera la tentación del enfrentamiento estéril cuando comprende que el respeto mutuo debe prevalecer al ser imposible comprender el sentimiento de una realidad ajena; cuando comprende que el fundamento de la intolerancia es el miedo a perder los apegos y que solo tolerando la intolerancia será factible, algún día superarla. Y esto vale para todos.

Con mis mejores deseos,

Enrique Chávez Maranto
enrique.chm@gmail.com

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