“Hijo mío no puedo dar respuesta
Porque el milagro se da en sus entrañas, pero dime,
¿Recuerdas cuando no la conocías, pero sentías su presencia?
En ese cálido refugio donde te transformabas,
Día con día, inmerso en el Amor.
Si acaso lo olvidaste… Mamá, ten por seguro que no”
A mis queridos Hijos:
Deseo aprovechar esta oportunidad para expresar lo que ha sido y es una constante en mi vida: la inmensa gratitud que siento por quien me concedió la maravillosa experiencia de ser padre, y por quien ustedes, son lo que son: La evidencia plena del milagro de la vida, que solo ha sido posible por algo que es ajeno a la naturaleza de los hombres: El amor de una Madre.
Ajenos sí, pues nunca un hombre podrá comprender jamás la naturaleza del vínculo que se expresa por medio de sentimientos que solo ellas viven. Sentimientos indescriptibles, que emergen justo en el instante cuando inicia el milagro de nuestra existencia, dentro del cálido refugio donde, inmersos en su Amor, nos preparamos para arribar al mundo como esperanza de trascendencia, de sueños, de ilusiones, del deseo de un futuro promisorio.
Sin embargo, como hijos, ¿De cuanta ingratitud, sinsabores, momentos de infinita tristeza hemos sido responsables? ¿Cuán insensibles hemos sido ante sus lágrimas? ¿Cuánto hemos pecado al dudar por momentos de su afecto o de su comprensión? Todo por no reconocer las múltiples motivaciones y expresiones de ese amor. Siendo como es, que jamás hubo incomprensión, ni nadie podría estar lejano al afecto de su Madre.
Y sí, hoy es 10 de Mayo, una fecha tal vez desmerecida por hacer puntual el desagravio y pretender en un solo día, con un regalo y una flor, borrar las culpas y brindar el reconocimiento que debería ser un acto de correspondencia permanente a la inmensa capacidad de amar y perdonar de su madre.
Porque ustedes son su orgullo y son sus ojos. Porque ustedes son sus joyas. Porque ustedes son el regalo más preciado que jamás ella haya recibido. Porque ustedes son la manifestación de su Amor.
¿Qué los hijos solo les son prestados? ¿Qué no son suyos? Tal vez eso dicte la soberbia de quien ve en los hijos tan solo el resultado de un proceso biológico; pero nunca el humilde, quien comprende al milagro de la concepción, como la manifestación más pura del amor.
Así que hijos míos, reconózcanse como lo que son, suyos, como ella lo es de ustedes, recuerden su refugio y permitan que de lo más profundo de su alma surja un breve susurro que exprese...
“Te quiero mucho, Mamá”
Con mis mejores deseos para todas las mamás del mundo.
Enrique Chávez Maranto
enrique.chm@gmail.com
www.ramari.blogspot.com
Twitter @enriquechm
¿Recuerdas cuando no la conocías, pero sentías su presencia?
En ese cálido refugio donde te transformabas,
Día con día, inmerso en el Amor.
Si acaso lo olvidaste… Mamá, ten por seguro que no”
A mis queridos Hijos:
Deseo aprovechar esta oportunidad para expresar lo que ha sido y es una constante en mi vida: la inmensa gratitud que siento por quien me concedió la maravillosa experiencia de ser padre, y por quien ustedes, son lo que son: La evidencia plena del milagro de la vida, que solo ha sido posible por algo que es ajeno a la naturaleza de los hombres: El amor de una Madre.
Ajenos sí, pues nunca un hombre podrá comprender jamás la naturaleza del vínculo que se expresa por medio de sentimientos que solo ellas viven. Sentimientos indescriptibles, que emergen justo en el instante cuando inicia el milagro de nuestra existencia, dentro del cálido refugio donde, inmersos en su Amor, nos preparamos para arribar al mundo como esperanza de trascendencia, de sueños, de ilusiones, del deseo de un futuro promisorio.
Sin embargo, como hijos, ¿De cuanta ingratitud, sinsabores, momentos de infinita tristeza hemos sido responsables? ¿Cuán insensibles hemos sido ante sus lágrimas? ¿Cuánto hemos pecado al dudar por momentos de su afecto o de su comprensión? Todo por no reconocer las múltiples motivaciones y expresiones de ese amor. Siendo como es, que jamás hubo incomprensión, ni nadie podría estar lejano al afecto de su Madre.
Y sí, hoy es 10 de Mayo, una fecha tal vez desmerecida por hacer puntual el desagravio y pretender en un solo día, con un regalo y una flor, borrar las culpas y brindar el reconocimiento que debería ser un acto de correspondencia permanente a la inmensa capacidad de amar y perdonar de su madre.
Porque ustedes son su orgullo y son sus ojos. Porque ustedes son sus joyas. Porque ustedes son el regalo más preciado que jamás ella haya recibido. Porque ustedes son la manifestación de su Amor.
¿Qué los hijos solo les son prestados? ¿Qué no son suyos? Tal vez eso dicte la soberbia de quien ve en los hijos tan solo el resultado de un proceso biológico; pero nunca el humilde, quien comprende al milagro de la concepción, como la manifestación más pura del amor.
Así que hijos míos, reconózcanse como lo que son, suyos, como ella lo es de ustedes, recuerden su refugio y permitan que de lo más profundo de su alma surja un breve susurro que exprese...
“Te quiero mucho, Mamá”
Con mis mejores deseos para todas las mamás del mundo.
Enrique Chávez Maranto
enrique.chm@gmail.com
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