domingo, 6 de junio de 2010

Viejo, mi querido viejo...

“Es un buen tipo muy viejo, / Que anda solo y esperando, / Tiene la tristeza larga, / De tanto venir andando…”

Vaya que si es hermosa esa canción. Tantos años que me ha hecho llorar pues sabrán ustedes, que si algo tengo, es que cuando me llega el sentimiento las lágrimas siempre me toman de la mano… Primero por la añoranza de un padre a quien escasamente conocí, pues murió cuando tendría yo seis años de edad. Ahora por ser un Papá muy orgulloso de sus “niños,” que disfruta enormemente su Amor y atenciones, pero que también repela, tal como los Papás de todos los tiempos. Déjenme y les cuento:

Hace unos días una Mamá afirmaba que generación tras generación los hijos se volvían cada vez más difíciles y le afirmé que no, que la “cosa” no ha cambiado desde tiempos inmemoriales y para muestra, unos cuantos botones….

Sócrates (740 a de C), el filósofo, se quejaba del amor por el lujo de las juventudes de aquel tiempo, de sus manías, de su desprecio por la autoridad, de su flojera y de la tiranía que ejercían sobre sus maestros; Cicerón (106 a de C) de su desobediencia; Por su parte, Luis de Argote y Góngora (1561) afirmaba que la tierra no nos fue heredada por nuestros padres sino que esta nos fue prestada por los hijos con todo lo que eso implica…

En su época, el gran autor de obras de teatro, Sir William Shakespeare (1564) acuñó el espíritu de la trascendencia de los padres, en una espléndida frase: traspasar los límites de la existencia, a través del transmitir experiencia a nuestros hijos, frase que expresó entonces, la misma preocupación de hoy… Ser buen padre y hacer buenos padres. Espíritu de trascendencia sobre el cúal Oscar Wilde (1854) afirmó, se transforma primero en el amor que en la infancia sienten los hijos por nosotros, pero que más adelante se convierte en el juicio implacable que en pocas ocasiones merece el perdón; y es que en nuestra impaciencia, como decía Bernard Shaw (1856), no nos damos cuenta de lo mucho que les aburrimos…

En tanto, Reik (1888), decía que las Mamás son la delicia de nuestros hijos, porque a ellas la naturaleza les preparó mejor para ser madres y esposas, que a nosotros para ser padres y maridos… y así que jóvenes y no tan jóvenes, Papás del mundo, a nosotros toca improvisar.

Finalizo mi recorrido con la más antigua referencia que encontré, traducción de un jeroglífico –tal vez el primer grafiti- que fue encontrado en la pared de la tumba de alguno de los constructores de la necrópolis del Valle de los Reyes en Egipto.

“En este mundo jodido el hijo regaña al padre y la mujer al marido…”

Así pues -tan chillones como los papás de hoy día- Sócrates, Marco, Oscar, Luis, William, George, Reik y aquel anónimo grafitero egipcio, expresaron las mismas frases; pues poco ha cambiado, si acaso las formas, pero en el fondo muy }}poco.

No obstante, más allá de eso, la experiencia de Ser Padre es maravillosa pues en lo más íntimo de las entrañas de nuestros hijos, está ese algo compartido que nos permite reír y llorar junto con ellos y que viajará más allá de nosotros a un futuro que, amorosamente, les deseamos promisorio.

Sea esto un reconocimiento anticipado todos los hijos del mundo, que ya les tocará ser padres, pues aún y cuando los bultitos chillones que algún día cobijarán entre sus brazos, no traerán instructivo; seguramente harán su mejor esfuerzo… como su Mamá y su Papá lo han hecho.

Con mis mejores deseos, futuros Papás, Papá…

Enrique Chávez Maranto
enrique.chm@gmail.com
www.ramari.blogspot.com
Twitter @enriquechm

1 comentario:

  1. enrique, como siempre, excelente tu articulo, creo que trascendemos con nuestros hijos, yo espero, no tan pronto, que me recuerden con esa melodia y con amor
    siempre tu amigo
    rios girard

    ResponderBorrar

Todos los comentarios son muy bienvenidos ya sea que estés de acuerdo o no con el contenido del artículo. Si te los quedas nos impiden considerar tu punto de vista que es valioso. Puedes seleccionar la opción anónimo y solo si lo deseas firmar con tu nombre. ¡Mil gracias por colaborar! Enrique