sábado, 26 de junio de 2010

¡No me mires!

“No me mires, no me mires, no me, no me, no me mires
No me mires, no me mires déjalo ya
Que hoy no me he puesto el maquillaje
Y mi aspecto externo es demasiado vulgar
Para que te pueda gustar…”


Mecano…

Anhelos o deseos. Rumbos opuestos en la rosa de los vientos a elegir en pos de la realización plena o del placer efímero. Extremos del hilo de la vida a saber tan largo para muchos en los enredos del temor y la inconsciencia; como justo es para muy pocos cuando del concierto, el orden y el amor se trata.

Pensar, declarar y actuar congruentemente con los anhelos, o… aceptar, callar, y fingir para satisfacer los deseos, hasta que la insatisfacción y el hastío surjan en los interines de la vida fatua y frívola. Corrupción o integridad. Avaricia o equidad. Opuestos, opuestos, opuestos… que muy pocos perciben en el trajín de una vida complicada tanto como puede ser levantar un poco la mirada hacia el maravilloso prado que rodea el pozo donde las almas sometidas agonizan en la desesperanza.

Un poquito “denso” dijo mi editor. Muy denso le conteste sin palabras. Tan denso como puede ser el viento gélido y la lluvia de la tormenta que hoy nos cala hasta los huesos pero que también escurre el maquillaje y la pintura del rostro de aquellos a quienes hemos permitido conducir nuestro destino.

¿Agacharemos la cabeza en la tormenta, o seremos capaces de levantar la vista, verles el rosto que hoy, como nunca, muestra su faceta más atroz? No me queda duda que muchos preferirán bajarla, pero otros, cada vez más, ya la alzan: piensan, declararan y actúan congruentemente con sus anhelos porque “México no es así, México es mejor” como dijo un lector mejicano en el extranjero cuando hace algún tiempo conoció una más de las tantas tragedias que hoy son parte de nuestra cotidianeidad.

Todo tiene un propósito, afirmo. Uno es mostrarnos tal cual son, sin máscaras ni maquillajes con la cara lavada, a los que están ahí, suplicando “no me mires” decidiendo por nosotros, para ellos.

Este pasillo es tan largo como la esperanza de un pobre” Me dijo mi suegro Don Laureano citando un viejo dicho. Y pensé para mis adentros, tan largo como los enredos del temor y la inconsciencia que promueve la avaricia de unos cuantos.

Hace unos cuantos artículos a una lectora le disgustó que promoviera el voto y tuvo razón, mi texto equivocadamente causó esa impresión. Lo que realmente promuevo es que los ciudadanos hagan del día de las elecciones una fiesta y acudan con su familia, amigos y vecinos a las casillas. Y ahí en la intimidad, con toda integridad, hagan lo que su conciencia les dicte.

Con mis mejores deseos

Enrique Chávez Maranto
enrique.chm@gmail.com
Twitter @enriquechm

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