sábado, 24 de julio de 2010

¿Conciencia o Negación?

“-¡Vaya que si es hermosa! ¿No te parece?

-¡Qué le puedo decir Señor! Escogimos bien el lugar pero parece que algo no nos funcionó bien con la semilla…

Sin contestar, Jesús descendió un par de escalones, sentó en el cómodo sillón del mirador y quedó fascinado como siempre ante la vista de miríadas de estrellas entre las cuáles destacaba ya aquel hermoso planeta azul... Bebió un breve sorbo de la copa de vino que le aguardaba y se perdió en los recuerdos, maravillosos unos, atroces otros, de aquella breve visita a las tierras de Judea.

-Hace ya mucho tiempo que no venía Señor…

-Si, es mucho para ellos, muy poco para nosotros…contestó Jesús, para ser exactos 2010 de sus años…

No es fácil olvidarlos pensó Jesús para sus adentros ¡Cómo hacerlo! Sí son una especie muy querida. Seres que en la receta de su creación se incluyó como ingrediente el drama permanente del dilema. Congruentes con su naturaleza los opuestos les definen: Sentimientos de temor y amor, conciencia y ignorancia, humildad y soberbia, generosidad y avaricia, todos a un tiempo, en el mismo crisol, dieron como resultado la maravillosa diversidad de su existencia, se dijo, el Amor para estas criaturas no lo es sin él sazón del sufrimiento...

-Pero aquí estamos nuevamente…

-¿Puedo preguntar porqué Señor?

-Las cosas no les han ido bien últimamente. Han llegado a extremos peligrosos. La situación es de tal forma delicada, que está en riesgo su permanencia y la verdad no veo como puedan corregir el rumbo sin nuestra ayuda. El balance no nos resultó perfecto. Al principio el dilema cumple su propósito, y mantiene el equilibrio pero pronto se pierde, y periódicamente hay que intervenir para recobrarlo. Eso fue justamente lo que hicimos en nuestra última visita…

-Y si, continuó Jesús, los equilibrios se han roto. Los efectos de la prelación de la ignorancia, el temor, la avaricia y la soberbia sobre la conciencia, el amor, la generosidad y la humildad humanas están ahí, salvo para aquellos que prefieren no ver y encerrase en su esfera de cristal.

-Y si, no solo se requiere “un” ajuste, se requiere una operación mayor. En una época donde el uso de indicadores está de moda, el principal de ellos, el apego a los valores se desplomó, está perdiendo la batalla en todas las regiones, niveles y sectores de la actividad humana.”


Muchos pensarán que la anterior es una visión pesimista del mundo. Sin lugar a dudas, todos tenemos el derecho al optimismo, pero los hechos están ahí. A ellos les diría, si el “indicador de los valores” no les convence, que vean entonces los síntomas de la enfermedad. Ya no digamos desde la perspectiva global y académica que utiliza palabras extrañas como geopolítica, hegemonías, plutocracias, globalización entre otras tantas.

Véanla tan solo desde la perspectiva de lo que está a la vuelta de la esquina, con lo que nos topamos todos los días en nuestras comunidades: corrupción, desempleo, inseguridad, alcoholismo, violencia, drogadicción, depredación ambiental y pobreza extrema entre otros tantos males que nos aquejan. Porque justo ahí, en lo más cercano, es donde está la solución.

Mucho se ha dicho que no basta con señalar, que hay que dar soluciones. Y es correcto. Solo que la solución no cabe esperarla de alguien más. La solución está en todos. Cada uno en la medida de sus posibilidades. Cada uno en la trinchera que le corresponde como padre, empleado, patrón, líder, político, hijo, esposo, funcionario público… Cada uno cuando tenga que elegir la siguiente nota de su vida habrá de considerar que la conciencia, el amor, la generosidad y la humildad no le son ajenos; que siempre han estado en nosotros; como ingredientes de la maravillosa receta de la diversidad humana; reconociendo que los hechos, hechos son y que lo que cuenta es la actitud con la que se enfrentan…

Cuenta la leyenda que el último rey de Granada, Boabdil, al salir camino de su exilio en las Alpujarras, cuando estaba en la cima de una colina, volteó la cabeza para ver su ciudad por última vez y lloró, escuchando entonces de su madre la sultana Aixa, el duro reproche "no llores como una mujer lo que no supiste defender como un hombre”.

Lo que ocurrió entonces con el rey Boabdil fue que no supo reconocer sus debilidades y en consecuencia no supo como superarlas. A esa colina se le llamó desde entonces la colina del Suspiro del Moro… Por favor, reconozcamos, aunque duela, la realidad nacional para defender la Patria de sus enemigos, haciendo lo correcto, justo en nuestra trinchera.

Con mis mejores deseos,

Enrique Chávez Maranto
enrique.chm@gmail.com
http://twitter.com/enriquechm

domingo, 18 de julio de 2010

Desafinado

La vida es música. Nota tras nota se suceden los hechos de nuestra existencia, unas suenan bien, otras desafinan, pero una vez tocadas ahí quedan. Nadie las puede borrar de la memoria del que escucha atento. Ni del alma de quien se puso “chinito” cuando la escuchó por primera vez, o aún se emociona hasta las lágrimas tan solo al evocar los recuerdos de aquel inolvidable momento…

Justo ahora escucho el larguísimo solo de batería del primer disco que compré –con mi dinero, aclaro- cuando tenía yo poco más de 10 años: “In-A-Gadda-Da-Vida” de Iron Butterfly, un grupo de rock de los años 60’ pionero del “heavy metal”… El sonido del bajo, el órgano, la batería, el requinto todo en un revoltijo que me emociona… “I want you came with me and touch mi hand…” Tan, tan, ta, ta, ta, tan… tun tun… ¡¡Guau!!... Me recuerdo tirado en el piso, boca arriba, con la cabeza entre las bocinas del modular a todo volumen… ¿Será por eso que 47 años después, me zumban los oídos?

Pues sí, la vida es música. Y en esto solo hay de dos sopas… La de quien es compositor, intérprete y público de las rolas que deja fluir de su alma a la mente, imaginando, decidiendo, disfrutando de antemano una a una sus notas pero que enfrenta un pequeñísimo problema en la interpretación de su musical existencia; no puede corregir nada, nota tocada, afinada o no, ahí queda.

Por otro lado está la opción de quien lee la letra y música que otros escriben. Y de estos hay muchísimos. Unos por sentirse incapaces de componer su canción como cualquiera, pues eso dolosamente les han enseñado; otros más que, llevando la música por dentro, temen hacer el ridículo si desafinan, y terminan cantando lo suyo… ¡en la regadera!

Así, el compositor de su propia existencia toca una nota, la disfruta o la sufre, pues la sabe suya, y decide con optimismo la siguiente aprendiendo poco a poco los acordes que armonizan con su alma para lograr los anhelos. Los demás, se condenan a repetir la música escrita para otros, leyendo del karaoke en el que soportan su pobre existencia.

La primera opción tiene sus costos pero grandes satisfacciones, la segunda solo el costo de la sumisión, ¡Ah, lo olvidaba!, también les paga unos cuantos aplausos de otros como ellos que le olvidarán justo al bajar del escenario.

Yo la verdad, verdad, prefiero la primera, antes que desafinar toda la vida.

Con mis mejores deseos

Enrique Chávez Maranto
enrique.chm@gmail.com
Twitter @enriquechm

domingo, 11 de julio de 2010

El peor pecado...

Si existiera un pecado, el peor sería el atentado al libre albedrío. Sería, en otras palabras, la imposición por cualquier medio de nuestra voluntad a un tercero para modificar o controlar su comportamiento en función del propio interés.

Es un hecho que más allá de las reglas de comportamiento social comúnmente aceptadas, cada individuo desarrolla expectativas respecto de lo que “debe” recibir de las personas que le rodean. Así, en cualquier circunstancia, donde dos personas interactúan, las dos siempre esperarán algo de su contraparte.

Los ciudadanos de sus gobernantes, los empleados de sus jefes, los aficionados de sus equipos, los amigos de los amigos, el paciente de su médico, los enamorados de su media naranja, los padres de los hijos, la pareja de su pareja… y así hasta el infinito. Todos esperamos algo, tal vez simbólico, tal vez sin importancia, pero algo de los demás y aún más de los más cercanos.

Cuando no recibimos la “contraprestación” deseada, dependiendo del tipo de relación, surgen desde las formas de imposición de la voluntad más burdas para obtener el comportamiento deseado: “Es una orden”, “Porque yo lo digo”… hasta las más sutiles de la manipulación...

La que sigue es una de ellas. Muchos esperan cambiar a la gente que les rodea cambiando ellos mismos. Frustrados o resentidos por no obtener lo que desean deciden consciente o inconscientemente emprender un camino diferente… El ciudadano se convierte en ejemplar, el retoño en el hijo modelo, el empleado en el más productivo, el consorte en el conyugue perfecto, los enamorados en los candidatos ideales… Y el resultado solo puede ser uno de dos:

Una mayor frustración y dicen: “No es cierto que la gente cambie si uno cambia. He cambiado y mi X sigue igual” –sustituya X por quién le guste: jefe, esposa, esposo, hijo, padre, novio, etcétera.

Una mayor paz interior y dicen: “Cambié sinceramente, con convicción, y me siento bien conmigo mismo. Ahora sé que el cambio que anhelo en X depende de él. Mi ejemplo puede ayudar pero solo de él depende. Respeto su libre albedrío.”

Promover el cambio de alguien, simulando, consciente o inconscientemente, nuestro propio cambio con el único propósito de conservar al novio, el empleo, al amigo, al consorte, etcétera es una de las formas de control más sutiles de la soberbia. Esta ruta termina en la frustración y el resentimiento de una o de las dos partes.

En contraste, pensar, declarar y actuar con convicción, con integridad, nos coloca en el camino de la verdadera transformación y la paz interior al cumplirse el anhelo de ser mejores hijos, esposos, empleados, amigos, ciudadanos y gobernantes al margen de lo que X pueda elegir. Usted merece dormir con la conciencia tranquila. Un día a la vez.

Con mis mejores deseos

Enrique Chávez Maranto
enrique.chm@gmail.com
Twitter @enriquechm

domingo, 4 de julio de 2010

Para bien o para mal...

Los hechos, hechos son. Pertenecen al pasado y no son ni “buenos” ni “malos”; son simplemente hechos que no podemos alterar. Respecto de ellos lo único que procede hacer es elegir la actitud que nos conducirá a nuevos hechos y a nuevos sentimientos por los caminos ya sea de la frustración, o del desarrollo personal. Usted elije.

Así, los hechos no son producto de la casualidad o del azar. Los hechos son producto de la actitud que asumen los involucrados, es decir, es la voluntad colectiva quien determina las circunstancias de nuestra cotidianeidad. Y todo corresponde a un propósito.

Sí, absolutamente todos los hechos que ocurren como resultado de la interacción humana tienen, al menos, el propósito de brindar una nueva oportunidad para elegir la actitud que nos permita vivir conforme a nuestros anhelos o sufrir por nuestros temores.

Pues ante un hecho consumado o una expectativa se puede actuar de la misma forma pero con fundamento en actitudes diferentes. Hay quien en el último trance se aferra a la vida por miedo a la muerte antes que por amor a la vida misma como también; hay quien trabaja por miedo a perder los ingresos que le permiten mantener sus apegos, antes que por la pasión que debería provocar el trabajo mismo; hay quien cumple la ley por temor al castigo antes que por la convicción del respeto a la ley; hay quien vive en la sumisión por miedo a ser reprimido antes que optar por la integridad y el respeto sus convicciones.

Así es como construimos todos los días nuestro infierno, purgatorio o paraíso. Decidiendo acciones para enfrentar las implicaciones de los pequeños o grandes hechos de nuestra vida. Acciones que pueden ser las mismas, pero motivadas por actitudes diametralmente opuestas.

Justo el domingo pasado, nuestro pueblo, en el contexto de la actitud que ha asumido respecto al acontecer nacional, tuvo la oportunidad de elegir una distinta a la del abstencionismo y transformar al país con un sencillo acto de voluntad: asistir a las casillas y expresar su voluntad con libertad.

Ya se verá con base en qué los ciudadanos elegimos la actitud para responder a la convocatoria a las urnas. Los nuevos hechos son que el proceso electoral concluyó, que existe un nuevo escenario político, que el ejecutivo federal está contra las cuerdas, que la corrupción persiste y que la violencia impera.

¿Cuál será la nueva actitud? Porque los hechos, hecho son.

¿Votamos por México?

Con mis mejores deseos

Enrique Chávez Maranto
enrique.chm@gmail.com
Twitter @enriquechm