Si existiera un pecado, el peor sería el atentado al libre albedrío. Sería, en otras palabras, la imposición por cualquier medio de nuestra voluntad a un tercero para modificar o controlar su comportamiento en función del propio interés.
Es un hecho que más allá de las reglas de comportamiento social comúnmente aceptadas, cada individuo desarrolla expectativas respecto de lo que “debe” recibir de las personas que le rodean. Así, en cualquier circunstancia, donde dos personas interactúan, las dos siempre esperarán algo de su contraparte.
Los ciudadanos de sus gobernantes, los empleados de sus jefes, los aficionados de sus equipos, los amigos de los amigos, el paciente de su médico, los enamorados de su media naranja, los padres de los hijos, la pareja de su pareja… y así hasta el infinito. Todos esperamos algo, tal vez simbólico, tal vez sin importancia, pero algo de los demás y aún más de los más cercanos.
Cuando no recibimos la “contraprestación” deseada, dependiendo del tipo de relación, surgen desde las formas de imposición de la voluntad más burdas para obtener el comportamiento deseado: “Es una orden”, “Porque yo lo digo”… hasta las más sutiles de la manipulación...
La que sigue es una de ellas. Muchos esperan cambiar a la gente que les rodea cambiando ellos mismos. Frustrados o resentidos por no obtener lo que desean deciden consciente o inconscientemente emprender un camino diferente… El ciudadano se convierte en ejemplar, el retoño en el hijo modelo, el empleado en el más productivo, el consorte en el conyugue perfecto, los enamorados en los candidatos ideales… Y el resultado solo puede ser uno de dos:
Una mayor frustración y dicen: “No es cierto que la gente cambie si uno cambia. He cambiado y mi X sigue igual” –sustituya X por quién le guste: jefe, esposa, esposo, hijo, padre, novio, etcétera.
Una mayor paz interior y dicen: “Cambié sinceramente, con convicción, y me siento bien conmigo mismo. Ahora sé que el cambio que anhelo en X depende de él. Mi ejemplo puede ayudar pero solo de él depende. Respeto su libre albedrío.”
Promover el cambio de alguien, simulando, consciente o inconscientemente, nuestro propio cambio con el único propósito de conservar al novio, el empleo, al amigo, al consorte, etcétera es una de las formas de control más sutiles de la soberbia. Esta ruta termina en la frustración y el resentimiento de una o de las dos partes.
En contraste, pensar, declarar y actuar con convicción, con integridad, nos coloca en el camino de la verdadera transformación y la paz interior al cumplirse el anhelo de ser mejores hijos, esposos, empleados, amigos, ciudadanos y gobernantes al margen de lo que X pueda elegir. Usted merece dormir con la conciencia tranquila. Un día a la vez.
Con mis mejores deseos
Enrique Chávez Maranto
enrique.chm@gmail.com
Twitter @enriquechm
Las ideas son por los demás... así que en este espacio encontrarás las ideas que antes no lo eran por quedarse en la intimidad de mis temores. No serán buenas, ni malas, acaso ideas que lo serán por tí.
domingo, 11 de julio de 2010
3 comentarios:
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un día a la vez, haciendo que ese día cuente, porque es el Hoy el único día que realmente cuenta...
ResponderBorrarMi estimado Enrique, tocas un tema muy interesante, el libre albedrío, la facultad y el derecho que todos tenemos a decidir, lo que pensamos y hacemos, si te das cuenta, es de los mas violados, ya que siempre hay alguien, que pretende imponer su opinión, o lo que es mas grave, su voluntad, sobre los otros, “o estas conmigo, o estás contra mi” dicen algunos. Este es uno de los derechos, con los que todo individuo nace, y se llaman inalienables, por que, puedes o no reconocerlos, pero ellos están ahí, inmutables, nacen y mueren con la persona, su ataque o el tratar de coartarlo, yo no lo llamaría pecado, se llama, crimen de lesa humanidad, es decir, cuando lo coartas o pretendes coartarlo, estás atacando a todo el genero humano, razón por la cual, no obstante que tiene muy poco tiempo de estar vigente, y no en todo el mundo, África, Cuba, Irán, Afganistán, China, ahora Venezuela, etc. etc., como otros derechos esenciales, el derecho a la vida, a la libertad, al libre tránsito, etc., es de los mas importantes, por que através de la historia de la humanidad, es de los menos reconocidos y de los mas atacados y por el cual, mas hombres han muerto. Saludos Jorge Ramírez
ResponderBorrarDe acuerdo
ResponderBorrarEstupendo artículo.
Gracias y saludos
Modesto H