Por algún tiempo llegue a pensar que la persona debía ser siempre la misma en cualquier circunstancia. Poco tiempo tomó para que esa percepción, como tantas otras, se derrumbara estrepitosamente.
Tenemos que permanecer vivos, integrarnos al rebaño, amar y realizar nuestros anhelos, darle gusto al ego entre tantos otros requerimientos a satisfacer, prácticamente todo a la vez, durante el brevísimo y normalmente ajetreado viaje de nuestra vida, que solo será feliz si mezclamos los ingredientes en la proporción correcta.
Para lograrlo hemos de elegir actitudes diversas pues corresponden a propósitos distintos. En situaciones extremas, por ejemplo, para defender la propia supervivencia o la de nuestros seres queridos, seremos egoístas; o por el contrario, generosos cuando nuestra conducta está motivada por el amor.
Si dejamos de lado los sentimientos para considerar que son solo los hechos son los que nos definen, no podríamos afirmar ser siempre los mismos a los ojos de los demás. Tal como el filósofo y ensayista español, José Ortega y Gasset (1883-1955) expresó en su texto Meditaciones del Quijote (1914) «Yo soy yo y mi circunstancia, y si no la salvo a ella no me salvo yo»
En otras palabras, cada requerimiento o circunstancia representa un reto a salvar (permanecer vivos, integrarnos al rebaño, etcétera) que impone para superarlo asumir el Yo Soy apropiado al propósito, una actitud/personalidad distinta. Lo anterior que aplica al individuo también es válido para las distintas formas de organización, países incluidos como es el caso de los Estados Unidos.
Con el tío Sam muchos hemos cometido el error de considerar que sus acciones deberían ser siempre congruentes con los más altos valores que expresa el presidente Obama en el discurso oficial cuando, considerando el daño que las drogas causan a su juventud, reconoce la responsabilidad en el consumo y nos apoya en la lucha contra el narcotráfico.
Los EEUU, entre otros muchos requerimientos, necesitan una juventud saludable y buenas relaciones con sus vecinos pero también una economía vigorosa y recursos energéticos; y por tanto tiene que asumir actitudes distintas como se aprecia por un lado en el discurso oficial y la malograda iniciativa Mérida; y por el otro, en su tolerancia del narcotráfico en tanto que este es consumidor de industrias como la armamentista, proveedor de drogadictos clientes de la industria farmacéutica y factor clave de un clima que distrae a México de la búsqueda de soluciones para los grandes problemas nacionales, a la par que les concede espacios de maniobra en pos de nuestros recursos petroleros amén de otras aspiraciones.
En suma, la intensidad y la determinación con la que se ha llevado la guerra contra el narcotráfico, que ingenuamente se pensó que complacería a nuestros vecinos, solo lo hizo en él discurso.
La realidad es que afectó y provocó la reacción de intereses muy poderosos; creó áreas de oportunidad para intereses contrarios a México cuando distrajo la atención y los recursos del gobierno necesarios para atender los graves problemas de la nación; y finalmente ha dado lugar a la escalada de violencia que afecta a prácticamente todos los mexicanos y ya reporta más de 30,000 muertos.
Así, mi respuesta a la pregunta del encabezado de esta columna es definitivamente NO.
Sobre los topes en el malecón de Coatzacoalcos: Agradezco la decisión de la autoridad que retiró el tope/barda que restaba, también el apoyo de quienes manifestaron públicamente su inconformidad y muy especialmente al operador del tracto camión que transportaba un carro alegórico para el carnaval que, al quedarse atorado en el dichoso tope, me parece fue la gota que derramó el vaso. Queda pendiente el programa para mejorar la vialidad de la ciudad y el plan de protección civil en caso de emergencias mayores.
Con mis mejores deseos,
Enrique Chávez Maranto
enrique.chm@gmail.com
Twitter @enriquechm
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