sábado, 8 de septiembre de 2012

Una comparación odiosa...


Hace ya muchos pero muchos años, soñaba con que Santa o los Reyes Magos, me obsequiaran un par de pistolas, canana incluida, “para jugar a los vaqueros” con los amigos de la cuadra…

Tal era mi obsesión que llegué a imaginar que efectivamente había recibido el obsequio, pero  como Mamá no aprobaba ese tipo de regalos, di por hecho que estaría escondido en algún  cajón. Así fue que busqué y rebusqué por todos lados y como podrán imaginar, jamás lo encontré pero la idea persistió por mucho tiempo hasta que otras obsesiones fincaron en mí su raíz…

El del regalo fue un apego muy especia y difícil de erradicar. Apego a lo que nunca fue pues las pistolas y la canana solo existían en la imaginación de ese infante que fui; un apego a lo que no existía cuando con obsesión buscaba en los roperos y los cajones una y otra vez; un apego lo que nunca sería pues Mamá jamás me habría comprado un juego de violencia.

Ahora me ocurre algo similar, vivo apegado a la idea de un país que nunca ha vivido la democracia. De un México donde solo las etiquetas han cambiado, sojuzgado antes por los Huey Tlatoani en la época prehispánica, después por los Virreyes durante la dominación española, más tarde por dictadores con máscara de presidentes seguidos por los caudillos de la revolución y al final por los presidentes... Un país que no la vive pues lo que hemos visto hasta ahora solo es una burda simulación donde atrás prevalece cualquier otra cosa, menos la democracia.

Un Meshico con el águila que aún no termina de devorar a la serpiente para dar pie a la nación de Quetzalcóatl más equitativa y justa como anhelan más de 15.8 millones de mexicanos que votaron sin miedo, impulsados solo por la convicción de sus valores. Votos de 15.8 millones de mexicanos que no fueron suficientes para el triunfo pero que hoy, aún callados, exigen respeto.

Dicen que las comparaciones son odiosas, pero esta viene al caso. La semana pasada en el cierre de la Convención Nacional del Partido Demócrata tuve la oportunidad  de escuchar el discurso del presidente de los Estados Unidos, Barack Obama, con motivo de su postulación a un nuevo periodo en la Casa Blanca. Un discurso de excelente retórica donde hizo gala de un nuevo modelo de liderazgo exhibiendo visión, humildad y voluntad.

Seguro de si, sin acartonamientos ni clichés, transmitió la visión que basó en uno de los pilares del sueño americano al prometer apoyar a la iniciativa privada, sin promover a los privilegiados; a la educación de la juventud como puntal del desarrollo sin dejar de lado a aquellos que han nacido como ilegales en ese país; a la generación de empleos, sin buscar la mano de obra barata en otras geografías…

Sin decirlo, mostró humildad al reconocer sus fortalezas y debilidades; también, cuando reconoció a la ciudadanía no solo como votantes en una elección si no como eje de la democracia, como merecedores del crédito por los logros alcanzados.

Y una voluntad, que dijo fortalecer con las acciones realizadas a lo largo y ancho de su territorio por muchos que, mirando lejos, han dejado a un lado a la avaricia  para dar paso a la búsqueda del bien común alimentando la esperanza de un futuro promisorio.

Ya para terminar les contaré una anécdota de mi pre adolescencia. Ocurrió que en mi primer cruce de la frontera con los Estados Unidos. Al momento de estar en el lado americano, me llevé una tremenda sorpresa, las calles limpias, las casas ordenadas, las tiendas repletas de mercancía, los espacios amplios, las tierras teñidas con el verde de los sembradíos. Entonces me pregunté y pregunté por qué todo eso, si era la misma tierra, estaba tan bonito y tan feo de nuestro lado y no obtuve respuesta.

Ahora comprendo que la tristeza que me dio al regresar a nuestro lado de la frontera también tenía un poquito de envidia y fue bueno, pues ahí surgió mi apego por el ideal de un país que nunca fue, que no lo es y que probablemente no lo será salvo si todos, los unos y los otros, unimos nuestros esfuerzos en pro de la nación que anhelamos. 

Ellos, los gringos, tienen su sueño americano y luchan por él; apuremos entonces al águila a devorar a la serpiente y luchemos por el ideal de la nación de Quetzalcóatl: 

Meshico.

Reciban un afectuoso abrazo,

Enrique Chávez Maranto
enrique.chm@gmail.com
twitter.com/enriquechm

7 comentarios:

  1. Comparto el anhelo y te felicito por hacer el esfuerzo cotidiano que te corresponde. Estoy seguro que la única form de superar la trampa que nos hemos formado es en hacer cada uno lo que nos corresponde y unirnos, como sociedad civil, para exigir que las autoridades(??) también lo hagan.

    Gracias y adelante, felicitaciones.

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  2. Me da cosa ver que lo que alguna vez viste como adolecente, todavia esta en la lista de espera y quien sabe si lo veras realizado. Nuestra muy Mexicana hija, ahora una "teenager" y, que fue sacada cuando tenia meses de nacida comenta y pregunta "por que esta tan sucio Mexico", "porque no siguen reglas", "debere regresar a Mexico?", etc. ¿15.8 millones votaron cuando son mas de 100 millones? Siempre lo he dicho y lo repetire cuantas veces sea necesario, la culpa no es de los politicos, es del pueblo que no levanta la voz, no se hace respetar, no tiene presencia y eso es suficiente para el "tuerto" sea rey en la tierra de "ciegos". Tito saludando

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    1. ¡Hola Tito! Solo una precisión, si mal no recuerdo, votaron del orden de 34 millones, de ahí en fuera muy de acuerdo con tu comentario.

      ¡un abrazo!

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  3. ¿Allá existe una democracias efectva y no de ensueño?. No se, me parece mas a mi, que existe una oligarquia financiera, que mueve los resorte del poder. en conjunto con un excellente "Marketing" del sueño americano.

    ¿La diferencia? El ideal del sueño perseguido. Ya que ellos al igual que tu de chico, van en busca de sus obsesiones, y esas obsesiones generan movimiento... una busqueda imcansable,
    Todos sabemos que el que persevera alcanza, y conocemos historias increibles de perseverancia.

    Es solo ese ideal ese "sueño" es el que nos hace falta. Por eso hay que enseñar a nuestros hijos a soñar.

    saludos.

    Monica

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  4. Enrique:

    Triste realidad con la que muchos de nosotros habremos de convivir hasta el fin de nuestros dias.

    Saludos a la familia

    Walter Friedeberg

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  5. Es algo muy obvio la diferencia al cruzar la frontera, lo curioso es que los mismos mexicanos que tiran basura een la calle n México, buscan basurero! cuando ven que los demás lo hacen y las calles están limpias del lado gringo. Algo como la teoría de las ventanas rotas. ¡Hay tanto que cambiar en México!
    Saludos

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