domingo, 7 de octubre de 2007

Un arma silenciosa...

Al tiempo de un fuerte golpe en la mesa, tronó lapidaria, la voz del emperador…

-¡Esto no puede continuar! ¿Me explico? ¿Qué están haciendo? ¡Nada! Está en juego nuestro futuro y ustedes señores ¡No están haciendo absolutamente nada!

El silencio fue lo único que obtuvo por respuesta. La voz en la cabecera de la mesa pegó y fuerte en el ánimo de los presentes; las últimas cifras mostraban un importante retroceso en la lucha global contra el narcotráfico. Si bien los medios de comunicación buscaban dar la imagen de triunfo destacando algunos golpes espectaculares, las cifras eran demoledoras.

Aún sin incluir otros grandes temas en la agenda de la seguridad nacional como el cambio climático; las proyecciones más conservadoras mostraban un escenario realmente estremecedor. En escasos 10 años el 70% de los adolescentes consumirían regularmente estupefacientes; la batalla se estaba perdiendo lenta pero inexorablemente y el poder de nuestra hegemonía estaba en peligro...

La estrategia hasta entonces era de fuerza y contención; destruir los plantíos e impedir a toda costa la entrada de drogas. Para esto se había impuesto una fuerza policíaca global para perseguir a los cárteles en donde quiera que se encontraran sin respetar las fronteras entre las distintas naciones aliadas del imperio…

-¿Qué no tienen algo que decir? Espetó el emperador.

-Sí su Excelencia, estamos en guerra, pero definitivamente no es una guerra convencional. Nos enfrentamos a organizaciones muy efectivas sin burocracia, que suscriben alianzas estratégicas, con líderes efectivos que al conocer que durarán poco en el encargo delegan y preparan reemplazos, que desarrollan estrategias muy depuradas, organizaciones con códigos de conducta muy estrictos; flexibles y con capacidad de respuesta, con expertos innovadores en todos los campos; tropas motivadas y permítame decirlo… tienen lo mejor de nuestra tecnología en armamento, comunicaciones y cómputo…

-La solución –continuó el de la voz- es acabar el resentimiento que nos tiene el mundo, necesitamos una estrategia radicalmente diferente.

-Nuestro pueblo debe dejar de ser el victimario del mundo y los cárteles no tendrán más el apoyo de los grupos radicales, que con gran resentimiento emplean a los narcotraficantes como arma, no para destruir nuestro presente, que no pueden, pero si a nuestro futuro que es la juventud…

-Debemos apoyar a las grandes causas del mundo como la lucha contra el cambio climático, la pobreza, las enfermedades y así los pueblos del mundo apoyarán con sinceridad y no con hipocresía la lucha en contra nuestros enemigos.

-Y así no habrá mas mercado para las drogas. Nuestra juventud no necesitará buscar más la felicidad en ese mundo que no pueden encontrar en lo que hoy les entregamos.

No hubo réplica a sus palabras; lo que si se observó fue al emperador murmurando unas palabras al oído de su primer ministro tras las cuales se levantó para abandonar con paso apresurado el salón.

Y nunca se supo más de aquella voz que no llegó a entender que la naturaleza del imperio no se puede cuestionar…

Enrique Chávez Maranto
enrique.chm@gmail.com

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