Aquel dicho popular “Ladrón que roba a ladrón tiene 100 años de perdón” para muchos parece justificar el secuestro de aquellos a quienes se refieren peyorativamente como “Ricardos” sin darse cuenta que todos, de alguna manera u otra, somos “Ricardos” pues siempre habrá quien cuente con menos recursos económicos que otro.
También se ha dicho que solo los ricos pueden ser secuestrados o expresado de otra forma, que a los pobres nadie les puede secuestrar por que no tienen nada que dar. Lo anterior podría ser cierto si, cortos de visión, reducimos el concepto del secuestro a la retención indebida y al intercambio por dinero de una persona a cambio de respetarle la vida y san se acabó.
Pero existe un concepto de secuestro que incluye a todos los ciudadanos sin importar su condición socioeconómica; aquel donde la sustracción de las personas impacta a unos en su patrimonio y a otros en el trabajo a que tienen derecho, y que se pierde por la destrucción de valor que provoca la delincuencia. El secuestro, la inseguridad afecta a toda la sociedad. No es cierto que solo los “Ricardos” son afectados, se afectan todos, los “ricos” y los “pobres”.
Para los secuestrados el impacto es claro e inmediato, o pierden la vida o pierden el patrimonio con el que generan empleos; para quienes desean invertir y crear empleos, el riesgo les lleva a colocar su dinero en regiones menos peligrosas. Y así, de todas maneras “Juan te llamas” Con el embate de la delincuencia, o se pierden o se impide la generación de empleos con los cuales los trabajadores pueden proveer a sus familias. Con el embate de la delincuencia, todos absolutamente todos, salen perdiendo y por lo tanto nadie debe permanecer al margen.
Ahora bien, ¿Qué provoca la percepción equivocada de que solo los “Ricardos” son afectados y que el resto no tiene de que preocuparse?
Por un lado, el pernicioso dicho que mencioné al principio que hace ver como un acto de justicia el secuestro de aquellos que gozan de prosperidad como si los delincuentes fueran aquel arquetípico héroe medieval Robin Hood. Robando a los ricos para entregar el botín entre los necesitados, y este definitivamente no es el caso. Los secuestradores solo reparten el botín entre sus cómplices incluyendo aquellos a quienes compran espacios de impunidad.
Del otro, declaraciones insensatas de aquellos como el Cardenal Juan Sandoval Iñiguez que acusa de ladrones o hijos de ladrones a todos los ricos –con quienes, por cierto, comparte el pan y la sal- generalizando de la forma más aberrante las palabras de San Agustín.
Gente que no ve lo que no quiere ver que hay muchos cuyo único pecado es pararse más temprano que los demás para trabajar –como dice el cardenal- como burros creando riqueza es cierto que para sí, pero también para sus trabajadores y sus familias. ¿Qué como en todo siempre hay prietitos en el arroz?
Muy cierto, incluso tal vez haya más prietitos que blancos, pero discurso que generaliza creando resentimiento, divide, no aporta nada a la solución y menos aún contribuye al bienestar de la sociedad. Gente a quien le digo “Que la soberbia no es grandeza sino hinchazón; y lo que está hinchado parece grande pero no está sano” citando al propio San Agustín...
¿Y por qué entrecomille las palabras “ricos” y “pobres”? Por que no puedo evitar citar a Facundo Cabral quien en uno de sus poemas expresó “Pobrecito mi patrón, piensa que el pobre soy yo…” y todos, absolutamente todos, tenemos un patrón; y todos absolutamente todos, somos unos mas “ricos” que otros.
Reconocimientos:
Al Doctor Raúl Herrera Cantillo por su réplica al comentario que calificó a la manifestación por la seguridad del pasado miércoles como “marcha de Ricardos”. Doctor, los asistentes eran ciudadanos y nada más cierto que su frase: “Todos tenemos derecho a vivir en paz”
Con mis mejores deseos,
Enrique Chávez Maranto
enrique.chm@gmail.com
Las ideas son por los demás... así que en este espacio encontrarás las ideas que antes no lo eran por quedarse en la intimidad de mis temores. No serán buenas, ni malas, acaso ideas que lo serán por tí.
sábado, 3 de mayo de 2008
2 comentarios:
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Hola Físico, coincido totalmente con usted en este artículo solo agregaría retomando las palabras de San Agustín que "Los pecados de omisión son tan graves como aquellos de los que estamos concientes".
ResponderBorrarNuestra Ciudad que sirve de escondite a la serpiente (aunque estoy segura que con tanta inseguridad ya ha de haber buscado otro escondite por el temor de ser secuestrada)vive días de temor, de angustia por la sosobra de estar pensando si nos va a tocar a nosotros.
Si, de forma tal que todos pecamos por no hacer nada. Pensé primero que te referías a la serpiente como a todos los pillos que andan por aquí y me causó gracia la idea de un secuetrador cambiando de residencia porque la ciudad ya no es segura... Pero me parece que por serpiente te refieres a otra cosa ¿verdad? Saludos...
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