El pueblo maya identificó diferentes etapas en el desarrollo de los individuos. Definir el propósito, identificar el desafío, conceptualizar los recursos, su forma y tomar el mando de si mismos, fueron para ellos los eslabones primordiales de la cadena de valor del proceso de transformación que también aplica, igual de bien, a las naciones.
México dio ya sus primeros pasos en esa ruta, bastaron veintiuna sesiones de debate para iniciar el curso de las asignaturas pendientes que como país hemos de resolver para el propósito de crear y repartir equitativamente la riqueza.
Los desafíos son muchos, hemos de conciliar lo que se ha puesto en evidencia. Existen diversos proyectos de nación, actitudes de resentimiento y mutua desconfianza cuyas aguas brotan a la primera oportunidad y ahogan en el mar del “sospechosismo” (y las oscuras intenciones) incluso al acto mejor intencionado. Muchas oportunidades para el desarrollo nacional han caído víctimas de esas aguas turbulentas.
Enfrentamos también el reto de romper, no con las enseñanzas y la experiencia del pasado, si no con los íconos que nos atan. El país, independientemente de que le sean concedidos nuevos yacimientos y la industria petrolera vuelva por sus fueros, eso no ocurrirá por siempre. Tal como fue señalado hace ya muchos años por los científicos, el impacto climático ahora es una realidad; así habrá de ser el mundo post petrolero que hoy se anuncia e implica desde ya desafíos para los que tenemos que prepararnos.
Diversificar desarrollando a los sectores de la economía tradicionalmente dejados de lado forman parte de los retos que el país tiene que resolver no como un objetivo en si mismo, sino como un medio para un futuro sostenible en beneficio de las generaciones venideras.
¿Qué recursos se necesitan para vencer los desafíos? Antes que nada fortalecer, transparentar y legitimar los mecanismos institucionales para la toma de decisiones a todos los niveles, desde aquellos donde el pueblo, los militantes, los trabajadores eligen a su liderazgo a través del voto, hasta los requeridos para el consenso de las grandes decisiones y la conducción del país. ¿Cómo elegir?, ¿Como debatir más y mejor?, ¿Cómo instrumentar las decisiones que se tomen? Son las respuestas que se han de convertir en las herramientas cotidianas para resolver las diferencias y aprender a navegar en un mar donde han prevalecido los vientos en contra del interés nacional.
El debate de la materia petrolera, ejercicio inédito y excepcional, logró a su término sentar a la mesa a los dirigentes de los principales partidos políticos para discutir el principio de una nueva agenda nacional donde los conceptos de seguridad energética, desarrollo industrial, sustentabilidad, energías alternativas, antes solo tratados de manera coyuntural, ahora forman parte de un solo proyecto de desarrollo, si bien incipiente, si bien de futuro incierto, está al menos expresado, puesto ahí por primera vez de cara a la nación.
Muchos pensarán que esta mi visión de las cosas peca de idealista, pueden tener razón sin embargo, aunque la tuvieran, prefiero el ideal de un futuro promisorio que la desesperanza y la derrota.
La última etapa del proceso de desarrollo que consideraron los mayas fue cuando los hombres –o la naciones digo yo- tomaban el control de si mismos, México no me queda duda, tiene todo para hacerlo, no será lo que las posiciones irreconciliables exigen será lo que con el mejor de nuestros esfuerzos podamos concebir todos, usted y yo.
Con mis mejores deseos,
Enrique Chávez Maranto
enrique.chm@gmail.com
Las ideas son por los demás... así que en este espacio encontrarás las ideas que antes no lo eran por quedarse en la intimidad de mis temores. No serán buenas, ni malas, acaso ideas que lo serán por tí.
domingo, 27 de julio de 2008
1 comentario:
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Enrique, es un artículo de mucha reflexión, muy aleccionador y pegador en el buen sentido de la palabra.
ResponderBorrarGracias por ello, gracias por lo que escribes, por que es una forma de despertar conciencias dormidas por la apatía y la desilución, por la desesperanza y la traición a veces de aquellos en que confiamos para que administren nuestros recursos y lo hagan crecer, pero al contario, cada vez más, lo reducen y lo malbaratan.
Felicidades y nuevamente gracias.
Atentamente
Modesto H