¡Chin! ¡Qué gacho!
Ahora resulta que el león no es como lo pintan… El omnipotente, el autonombrado policía del mundo, el “bien” encarnado, el arquetipo del libre mercado y de la no intervención del estado, el campeón olímpico por antonomasia, el del orgullo americano resulta que no lo es tanto…
Dice el senador Barak Obama que están perdiendo en Afganistán donde Osama Bin Laden y su Al Qaeda están más fuertes que nunca; que les falló la “inteligencia” cuando decidieron la guerra en Irak; que deben entablar conversaciones con el “mal” representado por Irán, que ahora los chinos les han prestado dinero…
El presidente Busch dice ahora que libre, libre, lo que se dice libre, el mercado no es y que por lo tanto necesita dinerito de los contribuyentes USD ¡$700, 000, 000, 000.00! –Setecientos mil millones de dólares ¡hágame usted el favor!- para salvar a las empresas y a su economía en desgracia con un FOBAPROA a lo gringo que sería manejado en forma discrecional por el secretario del tesoro…Solo que menso, menso, lo que se dice del todo menso, el senado americano no es y se está tomando su tiempito para decidir…
Y resulta que todo deriva –dicen los economistas- de un problema de confianza de los consumidores… en el país… ¡Chin! ¡Qué gacho! ¿Y donde quedó el orgullo americano? ¿Será que lo empezaron a perder aquel fatídico 11s?¿En la guerra que les dijeron que ya habían ganado y resulta que siempre no, que va a tardar otro ratito?¿En las hipotecas que iban a poder pagar y ahora resulta que no les alcanza… porque la gasolina subió, porque en Walmart les racionaron el corn flakes, porque la coca, coca, no la coca cola, subió y les cuesta mas “relajarse”…? ¿Será que la confianza en si mismos quedó en China junto con las medallas que no pudieron traerse? ¿Será porqué en Nueva York los rascacielos ya no son los más grandes ni son suyos?
Será por lo que sea, pero el león definitivamente ya no es como lo pintan. El senador McCain repitió una y otra vez durante el pasado debate que el senador Barak Obama no comprende muchos de los argumentos fundamentalistas de una elite soberbia y voraz que ha colocado a su país al borde de la debacle política, militar y económica.
Sin embargo cuando dice el senador McCain que tienen que dar oportunidad a sus tropas para regresar, victoriosas y con honor; es él quien no ha logrado comprender que el verdadero honor está en reconocer los errores y rectificar con humildad; que el verdadero honor es contribuir a construir un mundo justo y equitativo; que el verdadero honor es evitar la muerte, la destrucción y el dolor de una guerra que nunca debió ser; que el verdadero honor está en no gastar cantidades millonarias financiadas con préstamos, recortes en salud, educación e incremento en los impuestos en tanto se derrumba su economía…
De continuar Estados Unidos en esa ruta, el daño colateral en las economías emergentes y particularmente en uno de sus principales socios comerciales, México, será mayúsculo por más que nuestro gobierno se vea optimista. Miles de trabajadores migratorios que fortalecen con sus remesas nuestra economía, serán los primeros despedidos. Los productores americanos buscarán desplazar sus productos a nuestros mercados ante la debilidad de los suyos. Los recursos para el crédito se verán disminuidos. El futuro visto así no es nada promisorio.
Lamentablemente lo único que si veo que el senador McCain comprende y muy bien, es que el senador Barak Obama ahora es el principal enemigo para todo lo que él, el senador Mc Cain representa.
Con mis mejores deseos,
Enrique Chávez Maranto
enrique.chm@gmail.com
Chin. 2. interj. coloq. Méx. U. para expresar sorpresa o enfado de acuerdo al Diccionario de la Real Academia Española de la Lengua.
Gacho, cha. 5. adj. Méx. Malo, feo, desagradable de acuerdo al Diccionario de la Real Academia Española de la Lengua.
Las ideas son por los demás... así que en este espacio encontrarás las ideas que antes no lo eran por quedarse en la intimidad de mis temores. No serán buenas, ni malas, acaso ideas que lo serán por tí.
domingo, 28 de septiembre de 2008
domingo, 21 de septiembre de 2008
¡Hay que salir en la foto!
Enfrentados a la inmensidad de la tragedia causada por el sismo de 1985, una vez superados los primeros minutos de pánico, los habitantes de la ciudad de México se unieron en un comportamiento colectivo que les permitió mitigar el dolor y el sufrimiento.
¿Qué fue lo que ocurrió en los primeros días? Simplemente se rompió temporalmente el paradigma del liderazgo ejercido por el poder en México. Los afectados no se sentaron a esperar las decisiones de quien se ve a si mismo como el único capaz de proveer soluciones a los complejos problemas de un pueblo tradicionalmente sumiso y mediatizado.
Sobrevino, como por arte de magia, el trabajo en equipo sustentado en la confianza, la coordinación, la comunicación, la colaboración, el compromiso, la solidaridad, el desprendimiento y la honestidad que surgieron, entre la gente hasta ese momento desconocida, como el vínculo primordial para enfrentar la catástrofe. Los ciudadanos en esos momentos, ante la inacción de la autoridad, eligieron asumir el liderazgo transformador que nuestro país requiere no solo para enfrentar las emergencias si no también, para conducir el esfuerzo de todos hacia una nueva y mejorada realidad nacional.
Ocurrió que los ciudadanos hicieron simplemente lo correcto: se convirtieron en líderes de si mismos y actuaron. Aplicaron lo mejor de ellos para resolver lo que estaba a su alcance. Decidieron lo que tenían que hacer, confiaron en gente desconocida, se coordinaron sin discutir ni pretender controlar a los demás, colaboraron sin esperar reconocimiento ni recompensa alguna, se comprometieron a enfrentar un reto superior a sus fuerzas, fueron solidarios con el más necesitado al margen de las propias tragedias.
Hoy nuestro país enfrenta desafíos de tal magnitud que solo podrán resolverse con el mismo tipo de liderazgo transformador que se ha hecho presente en catástrofes como la del sismo de 1985. En ese año la tragedia se presentó de súbito y los habitantes de la ciudad de México reaccionaron de inmediato en contraste con la experiencia de estos días, cuando la podredumbre que subyace se ha hecho evidente de a poco hasta llegar a los extremos que se han vivido. Y porque ha sido así, de a poco, la reacción no se ha dado con la contundencia que se requiere pero no solo para quejarse y marchar, si no también para comprometerse y ser proactivo en la construcción de soluciones antes que esperar que estas provengan de alguien más.
Cuando lo anterior se logra, cuando se asume la responsabilidad de ser nuestro propio líder, se abre la puerta a un enorme campo de acción con solo hacer lo correcto respecto de nosotros mismos, de nuestra familia, de nuestra colonia, de nuestra comunidad y de nuestro trabajo. Enfocando nuestra energía y competencias donde podemos contribuir al cambio y evaluar cotidianamente los resultados.
¿Qué el reto es muy grande para nuestras fuerzas? Si, si actuamos solos el reto será muy grande para nuestras fuerzas, pero si todos aportamos nuestro granito de arena podemos constituirnos en playa. ¿Saben ustedes porqué el que se mueve no sale en la foto? Es por que no le han dado “línea” o esta ha sido equivocada. Lamentablemente ese es el caso de México quien hasta ahora solo se ha movido en respuesta a la “línea” equivocada dictada por unos cuantos y de seguir así, jamás saldrá en la foto de las naciones que han logrado proveer de una vida digna a toda su población.
Sin embargo la solución está al alcance de nuestra mano, decida ser su propio líder y actúe. Aporte su granito de arena y seamos playa.
Con mis mejores deseos,
Enrique Chávez Maranto
enrique.chm@gmail.com
¿Qué fue lo que ocurrió en los primeros días? Simplemente se rompió temporalmente el paradigma del liderazgo ejercido por el poder en México. Los afectados no se sentaron a esperar las decisiones de quien se ve a si mismo como el único capaz de proveer soluciones a los complejos problemas de un pueblo tradicionalmente sumiso y mediatizado.
Sobrevino, como por arte de magia, el trabajo en equipo sustentado en la confianza, la coordinación, la comunicación, la colaboración, el compromiso, la solidaridad, el desprendimiento y la honestidad que surgieron, entre la gente hasta ese momento desconocida, como el vínculo primordial para enfrentar la catástrofe. Los ciudadanos en esos momentos, ante la inacción de la autoridad, eligieron asumir el liderazgo transformador que nuestro país requiere no solo para enfrentar las emergencias si no también, para conducir el esfuerzo de todos hacia una nueva y mejorada realidad nacional.
Ocurrió que los ciudadanos hicieron simplemente lo correcto: se convirtieron en líderes de si mismos y actuaron. Aplicaron lo mejor de ellos para resolver lo que estaba a su alcance. Decidieron lo que tenían que hacer, confiaron en gente desconocida, se coordinaron sin discutir ni pretender controlar a los demás, colaboraron sin esperar reconocimiento ni recompensa alguna, se comprometieron a enfrentar un reto superior a sus fuerzas, fueron solidarios con el más necesitado al margen de las propias tragedias.
Hoy nuestro país enfrenta desafíos de tal magnitud que solo podrán resolverse con el mismo tipo de liderazgo transformador que se ha hecho presente en catástrofes como la del sismo de 1985. En ese año la tragedia se presentó de súbito y los habitantes de la ciudad de México reaccionaron de inmediato en contraste con la experiencia de estos días, cuando la podredumbre que subyace se ha hecho evidente de a poco hasta llegar a los extremos que se han vivido. Y porque ha sido así, de a poco, la reacción no se ha dado con la contundencia que se requiere pero no solo para quejarse y marchar, si no también para comprometerse y ser proactivo en la construcción de soluciones antes que esperar que estas provengan de alguien más.
Cuando lo anterior se logra, cuando se asume la responsabilidad de ser nuestro propio líder, se abre la puerta a un enorme campo de acción con solo hacer lo correcto respecto de nosotros mismos, de nuestra familia, de nuestra colonia, de nuestra comunidad y de nuestro trabajo. Enfocando nuestra energía y competencias donde podemos contribuir al cambio y evaluar cotidianamente los resultados.
¿Qué el reto es muy grande para nuestras fuerzas? Si, si actuamos solos el reto será muy grande para nuestras fuerzas, pero si todos aportamos nuestro granito de arena podemos constituirnos en playa. ¿Saben ustedes porqué el que se mueve no sale en la foto? Es por que no le han dado “línea” o esta ha sido equivocada. Lamentablemente ese es el caso de México quien hasta ahora solo se ha movido en respuesta a la “línea” equivocada dictada por unos cuantos y de seguir así, jamás saldrá en la foto de las naciones que han logrado proveer de una vida digna a toda su población.
Sin embargo la solución está al alcance de nuestra mano, decida ser su propio líder y actúe. Aporte su granito de arena y seamos playa.
Con mis mejores deseos,
Enrique Chávez Maranto
enrique.chm@gmail.com
domingo, 14 de septiembre de 2008
México creo en tí...
El siguiente artículo lo escribí en septiembre de 1995 a propósito de las Fiestas Patrias, lamentablemente hoy no le puedo cambiar una sola letra… sigue vigente:
Esta frase, que en nuestra niñez demandaba el mayor de los esfuerzos para construirnos un futuro promisorio, el día de hoy no tiene mayor sentido.¿Cuál es el México en el que debemos creer?
¿En el México de los privilegiados? ¿En el México de la pobreza extrema y la ignorancia? ¿En el México de una clase media endeudada, en peligro de extinción, sumisa y temerosa? ¿En el México de las “privatizaciones”? ¿En el México que nos pintó Salinas? ¿En el México de la corrupción generalizada, el narcotráfico y la violencia?...
Realmente no encuentro un México en el cual creer. Tendríamos que regresar a lo básico, darle plena vigencia a los principios fundamentales que hoy solo han sido teoría pisoteada una y mil veces: democracia, federalismo, municipio libre, derechos humanos, estado de derecho…
Banderas que han sido retomadas solo cada seis años, promesas incumplidas una y otra vez que han tornado a un pueblo decidido y solidario, que en 1938 se unió a un líder, su presidente el General Lázaro Cárdenas, en un pueblo que hoy ya no cree en nada.
Golpe tras golpe, la roca de la credibilidad del pueblo y la fe en las instituciones republicanas ha sido pulverizada. El daño está hecho y aún con las mejores intenciones recuperarlo será una labor muy, pero muy difícil.
Pudiera ser que nuestro presidente actual fuera el líder que buscamos, pudiera ser que su visión del México del futuro fuera la correcta, pudiera ser que su honestidad fuera real… pero lo que aún así le haría falta para superar la crisis es reencontrar a aquel pueblo decidido y solidario que en 1938 se unió en torno a su líder.
En estas fiestas patrias cabría la reflexión… ¿Qué es más importante, controlar las variables macro económicas o recuperar la fe que el pueblo ha perdido? ¿Cómo debería el gobierno hablarle al pueblo de México? ¿En términos de balanza comercial, tasas de interés, UDIS, ADE, etcétera o con hechos satisfaciendo el anhelo de justicia metiendo a la cárcel a los que han dispuesto y siguen disponiendo con impunidad del patrimonio del pueblo?
Debe evidenciarse la voluntad política de llegar hasta las ultimas consecuencias y cumplir fielmente, con transparencia lo que solo hasta ahora ha sido teoría; democracia, federalismo, municipio libre, derechos humanos, estado de derecho…
Y entonces, solo entonces se podría decir de nuevo: México creo en ti.
¡VIVA MÉXICO!
Con mis mejores deseos,
Enrique Chávez Maranto
enrique.chm@gmail.com
El día que mi mundo cambió
World Trade Center de la Ciudad de México (WTC), martes 11 de septiembre de 2001, 08:00 AM. Hoy a escasos 9 meses de asumir la Presidencia de la República Vicente Fox Quezada inaugurará el seminario anual de Tecnologías de la Información para el Desarrollo de la Administración Pública, (TIDAP).
Personal del Estado Mayor Presidencial controla los accesos, revisa minuciosamente los vehículos que ingresan al recinto y recorre los pasillos con perros entrenados que inquietos, olfatean a quienes hacemos fila para obtener el gafete. No tengo que esperar mucho para dar mi nombre y recibir la primera mala noticia del día: -lo siento señor, no aparece en la lista, siguiente por favor- Disgustado, salgo a la explanada anexa donde con el teléfono en ristre, doy vueltas como león enjaulado, intentando localizar sin éxito al responsable de mi inscripción al evento… ¿Y ahora qué? ¿Viajé en balde? Nooo… ¡Yo entro!
Como si me hubiera leído el pensamiento, una persona en las mismas circunstancias me dice, -no se preocupe, mi nombre tampoco apareció en la lista pero el Secretario está por llegar y entraremos con él. Y dicho y hecho, arribó. -Pégate, pégate- fue la instrucción y todos a la carga, entre empujones y codazos el Secretario se abrió paso hasta el primer control con la experiencia que solo pueden dar los años en el oficio…–ellos vienen conmigo exclamó, pásenle- Superado el primer trago amargo –solo para mi por supuesto- tras un breve recorrido, por fortuna ya sin codazos, llegamos al segundo control donde el encargado alcanzó a expresar –Perdón Señor Secretario pero…- -¡Que vienen conmigo hombre! Pásenle-
Ya en el salón, me dirijo a mi inesperado apoyo para agradecer el favor -Mil gracias por su ayuda señor, estuvimos a un tris de quedarnos afuera- -Ya, ya, tomen su lugar, el Señor Presidente no tarda en llegar…- ¡Suerte la mía! pensé para mis adentros, mira que entrar sin gafete y en tercera fila… ¡ni quien me lo crea!
La espera transcurre en medio de la charla acostumbrada en estos casos, -¿Dónde trabajas? ¿A qué te dedicas? ¿Llegaste hoy? ¿Tienes una tarjeta? - Lo siento se me acabaron… (¡Hace tres años! je je)... hasta que el sonido local anuncia con toda solemnidad la presencia en el recinto del Sr. Presidente de la República quien ocupa rápidamente el lugar principal en la mesa de honor en medio de un nutrido aplauso bajo el parpadeante resplandor de los flashes que iluminan brevemente el salón.
Acto seguido, se escucha el típico “toc, toc” del chocar del dedo del maestro de ceremonias contra el micrófono como preludio del inicio de la ceremonia…-Señores y señoras a continuación las palabras de nuestro Señor Presidente de la República, Vicente Fox Quezada- quien esbozando una sonrisa se dirige al atril para el ofrecer el discurso inaugural.
Vicente Fox solo alcanza a expresar unas cuantas palabras cuando un ayudante le entrega una tarjeta. Tras leerla, el Presidente muestra un rostro demudado y se dirige a la concurrencia: “Hoy el mundo entero --y aquí, en México-- iniciamos el día con esta noticia de alto impacto: este criminal acto terrorista, el cual rechazamos, tajantemente toda forma de violencia...” Un breve murmullo de sorpresa recorre el salón, -¿Qué pasa, sabes algo? Pregunté; –No- fue la breve respuesta y por la cara de quienes nos rodeaban nadie tenía la menor idea, salvo la percepción de que algo verdaderamente grave estaba ocurriendo.
Vicente Fox termina apresuradamente su discurso y a zancadas se dirige a la salida seguido de su comitiva a la que nos unimos tras el Secretario. Una vez afuera, me dirijo a la cafetería donde los televisores muestran la imagen humeante de la primera de las torres. No entiendo aún lo que pasa, solo cuando escucho la narración, justo en el momento cuando transmiten en vivo el impacto a la segunda de las torres me doy cuenta de que Estados Unidos está bajo ataque…
De súbito un miedo profundo permea mis entrañas. Con un hueco en el estómago imagino lo peor, la guerra total, la represalia inmediata, contundente e inmisericorde del gigante y un mundo incendiado llevado a los extremos por el resentimiento. Lentamente me encamino a la salida sin atinar a pensar mas nada, acompañado solo por el asombro, el desconcierto y el temor…
Ese día el mundo cambió. El terrorismo escaló a una nueva dimensión, el eje del mal se instituyó, se convocó a la guerra santa y las víctimas inocentes acumulan miles en cada bando.
En una guerra del bien contra el mal dice uno…
En una guerra del bien contra el mal dice el otro…
En una guerra de necios digo yo.
Con mis mejores deseos,
Enrique Chávez Maranto
Personal del Estado Mayor Presidencial controla los accesos, revisa minuciosamente los vehículos que ingresan al recinto y recorre los pasillos con perros entrenados que inquietos, olfatean a quienes hacemos fila para obtener el gafete. No tengo que esperar mucho para dar mi nombre y recibir la primera mala noticia del día: -lo siento señor, no aparece en la lista, siguiente por favor- Disgustado, salgo a la explanada anexa donde con el teléfono en ristre, doy vueltas como león enjaulado, intentando localizar sin éxito al responsable de mi inscripción al evento… ¿Y ahora qué? ¿Viajé en balde? Nooo… ¡Yo entro!
Como si me hubiera leído el pensamiento, una persona en las mismas circunstancias me dice, -no se preocupe, mi nombre tampoco apareció en la lista pero el Secretario está por llegar y entraremos con él. Y dicho y hecho, arribó. -Pégate, pégate- fue la instrucción y todos a la carga, entre empujones y codazos el Secretario se abrió paso hasta el primer control con la experiencia que solo pueden dar los años en el oficio…–ellos vienen conmigo exclamó, pásenle- Superado el primer trago amargo –solo para mi por supuesto- tras un breve recorrido, por fortuna ya sin codazos, llegamos al segundo control donde el encargado alcanzó a expresar –Perdón Señor Secretario pero…- -¡Que vienen conmigo hombre! Pásenle-
Ya en el salón, me dirijo a mi inesperado apoyo para agradecer el favor -Mil gracias por su ayuda señor, estuvimos a un tris de quedarnos afuera- -Ya, ya, tomen su lugar, el Señor Presidente no tarda en llegar…- ¡Suerte la mía! pensé para mis adentros, mira que entrar sin gafete y en tercera fila… ¡ni quien me lo crea!
La espera transcurre en medio de la charla acostumbrada en estos casos, -¿Dónde trabajas? ¿A qué te dedicas? ¿Llegaste hoy? ¿Tienes una tarjeta? - Lo siento se me acabaron… (¡Hace tres años! je je)... hasta que el sonido local anuncia con toda solemnidad la presencia en el recinto del Sr. Presidente de la República quien ocupa rápidamente el lugar principal en la mesa de honor en medio de un nutrido aplauso bajo el parpadeante resplandor de los flashes que iluminan brevemente el salón.
Acto seguido, se escucha el típico “toc, toc” del chocar del dedo del maestro de ceremonias contra el micrófono como preludio del inicio de la ceremonia…-Señores y señoras a continuación las palabras de nuestro Señor Presidente de la República, Vicente Fox Quezada- quien esbozando una sonrisa se dirige al atril para el ofrecer el discurso inaugural.
Vicente Fox solo alcanza a expresar unas cuantas palabras cuando un ayudante le entrega una tarjeta. Tras leerla, el Presidente muestra un rostro demudado y se dirige a la concurrencia: “Hoy el mundo entero --y aquí, en México-- iniciamos el día con esta noticia de alto impacto: este criminal acto terrorista, el cual rechazamos, tajantemente toda forma de violencia...” Un breve murmullo de sorpresa recorre el salón, -¿Qué pasa, sabes algo? Pregunté; –No- fue la breve respuesta y por la cara de quienes nos rodeaban nadie tenía la menor idea, salvo la percepción de que algo verdaderamente grave estaba ocurriendo.
Vicente Fox termina apresuradamente su discurso y a zancadas se dirige a la salida seguido de su comitiva a la que nos unimos tras el Secretario. Una vez afuera, me dirijo a la cafetería donde los televisores muestran la imagen humeante de la primera de las torres. No entiendo aún lo que pasa, solo cuando escucho la narración, justo en el momento cuando transmiten en vivo el impacto a la segunda de las torres me doy cuenta de que Estados Unidos está bajo ataque…
De súbito un miedo profundo permea mis entrañas. Con un hueco en el estómago imagino lo peor, la guerra total, la represalia inmediata, contundente e inmisericorde del gigante y un mundo incendiado llevado a los extremos por el resentimiento. Lentamente me encamino a la salida sin atinar a pensar mas nada, acompañado solo por el asombro, el desconcierto y el temor…
Ese día el mundo cambió. El terrorismo escaló a una nueva dimensión, el eje del mal se instituyó, se convocó a la guerra santa y las víctimas inocentes acumulan miles en cada bando.
En una guerra del bien contra el mal dice uno…
En una guerra del bien contra el mal dice el otro…
En una guerra de necios digo yo.
Con mis mejores deseos,
Enrique Chávez Maranto
domingo, 7 de septiembre de 2008
Paso a pasito...
Hoy no escribiré ni de la reforma, ni de la pena de muerte, ni de la impunidad, ni de cosa alguna que se le parezca. Ahí está uno escribe y escribe sobre los pesares del mundo sin que se resuelva nada cuando seguramente hay mejores temas donde invertir el cacumen y la tinta. Así que ¿Cuál es el tema? Hum… ¡Ya sé!
Hace ya casi 14 años conocí a un personaje que forma parte del paisaje sabatino del malecón de Coatzacoalcos. Eso fue cuando un grupo de amigos dimos por reunirnos religiosamente cada semana a disfrutar la vista del mar, del chisme, de la risa franca y ¡por supuesto! de una que otra botana sin olvidar el correspondiente alipús ¿O es al revés? Siempre a la misma hora, siempre en la misma mesa, siempre quejándonos del servicio, pero siempre regresando, nosotros, a los que han dado en llamar los “Guavinos” tal vez por que así se llama el establecimiento o quizá con alguna otra mala intención…
Recuerdo cuando el personaje de esta historia apareció por primera vez en escena. Con la mirada al piso encorvado por el peso de los años, vestido con ropa modesta y su inseparable portafolio, apoyado en el bastón, avanzando paso a pasito con una lentitud desesperante que primero pensé fingida, como el preludio de la mano extendida de quien pide limosna…
Pero él siguió de largo como lo ha hecho durante todos estos años, si acaso saludando, sin pedir nunca nada, sin decir nunca nada… salvo en aquella ocasión cuando los inclementes rayos del sol le merecieron un breve descanso al pie de nuestra mesa. Ese día me dirigió unas breves palabras pero no para pedir, si no para ofrecer su apoyo en aquel movimiento ciudadano en defensa de nuestra playa ¿lo recuerdan?
Y volvió al silencio de su lentísimo deambular hasta hace unas pocas semanas cuando para sorpresa de los Guavinos ahí presentes emprendió por primera vez la larga cuesta de unos cuantos escalones para acercarse a nuestra mesa. Necesitaba ayuda –nos explicó- pero no para él, si no para Bety, una anciana enferma necesitada de una silla de ruedas para acudir a tratamiento médico…
Hoy Bety tiene ya su silla de ruedas y a nuestro amigo lo vi ayer, empapado hasta los huesos, imperturbable bajo un torrencial aguacero, paso a pasito, apoyado en su bastón, pensando ahora lo sé, seguramente en ayudar…
Mi más sincero y especial reconocimiento al Sr. Presidente de la Asociación Trabajo, Fuerza y Espíritu Para Personas con Discapacidad, Don Jorge Salazar Hernández.
Con mis mejores deseos,
Enrique Chávez Maranto
enrique.chm@gmail.com
Hace ya casi 14 años conocí a un personaje que forma parte del paisaje sabatino del malecón de Coatzacoalcos. Eso fue cuando un grupo de amigos dimos por reunirnos religiosamente cada semana a disfrutar la vista del mar, del chisme, de la risa franca y ¡por supuesto! de una que otra botana sin olvidar el correspondiente alipús ¿O es al revés? Siempre a la misma hora, siempre en la misma mesa, siempre quejándonos del servicio, pero siempre regresando, nosotros, a los que han dado en llamar los “Guavinos” tal vez por que así se llama el establecimiento o quizá con alguna otra mala intención…
Recuerdo cuando el personaje de esta historia apareció por primera vez en escena. Con la mirada al piso encorvado por el peso de los años, vestido con ropa modesta y su inseparable portafolio, apoyado en el bastón, avanzando paso a pasito con una lentitud desesperante que primero pensé fingida, como el preludio de la mano extendida de quien pide limosna…
Pero él siguió de largo como lo ha hecho durante todos estos años, si acaso saludando, sin pedir nunca nada, sin decir nunca nada… salvo en aquella ocasión cuando los inclementes rayos del sol le merecieron un breve descanso al pie de nuestra mesa. Ese día me dirigió unas breves palabras pero no para pedir, si no para ofrecer su apoyo en aquel movimiento ciudadano en defensa de nuestra playa ¿lo recuerdan?
Y volvió al silencio de su lentísimo deambular hasta hace unas pocas semanas cuando para sorpresa de los Guavinos ahí presentes emprendió por primera vez la larga cuesta de unos cuantos escalones para acercarse a nuestra mesa. Necesitaba ayuda –nos explicó- pero no para él, si no para Bety, una anciana enferma necesitada de una silla de ruedas para acudir a tratamiento médico…
Hoy Bety tiene ya su silla de ruedas y a nuestro amigo lo vi ayer, empapado hasta los huesos, imperturbable bajo un torrencial aguacero, paso a pasito, apoyado en su bastón, pensando ahora lo sé, seguramente en ayudar…
Mi más sincero y especial reconocimiento al Sr. Presidente de la Asociación Trabajo, Fuerza y Espíritu Para Personas con Discapacidad, Don Jorge Salazar Hernández.
Con mis mejores deseos,
Enrique Chávez Maranto
enrique.chm@gmail.com
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