
Hace ya casi 14 años conocí a un personaje que forma parte del paisaje sabatino del malecón de Coatzacoalcos. Eso fue cuando un grupo de amigos dimos por reunirnos religiosamente cada semana a disfrutar la vista del mar, del chisme, de la risa franca y ¡por supuesto! de una que otra botana sin olvidar el correspondiente alipús ¿O es al revés? Siempre a la misma hora, siempre en la misma mesa, siempre quejándonos del servicio, pero siempre regresando, nosotros, a los que han dado en llamar los “Guavinos” tal vez por que así se llama el establecimiento o quizá con alguna otra mala intención…
Recuerdo cuando el personaje de esta historia apareció por primera vez en escena. Con la mirada al piso encorvado por el peso de los años, vestido con ropa modesta y su inseparable portafolio, apoyado en el bastón, avanzando paso a pasito con una lentitud desesperante que primero pensé fingida, como el preludio de la mano extendida de quien pide limosna…
Pero él siguió de largo como lo ha hecho durante todos estos años, si acaso saludando, sin pedir nunca nada, sin decir nunca nada… salvo en aquella ocasión cuando los inclementes rayos del sol le merecieron un breve descanso al pie de nuestra mesa. Ese día me dirigió unas breves palabras pero no para pedir, si no para ofrecer su apoyo en aquel movimiento ciudadano en defensa de nuestra playa ¿lo recuerdan?
Y volvió al silencio de su lentísimo deambular hasta hace unas pocas semanas cuando para sorpresa de los Guavinos ahí presentes emprendió por primera vez la larga cuesta de unos cuantos escalones para acercarse a nuestra mesa. Necesitaba ayuda –nos explicó- pero no para él, si no para Bety, una anciana enferma necesitada de una silla de ruedas para acudir a tratamiento médico…
Hoy Bety tiene ya su silla de ruedas y a nuestro amigo lo vi ayer, empapado hasta los huesos, imperturbable bajo un torrencial aguacero, paso a pasito, apoyado en su bastón, pensando ahora lo sé, seguramente en ayudar…
Mi más sincero y especial reconocimiento al Sr. Presidente de la Asociación Trabajo, Fuerza y Espíritu Para Personas con Discapacidad, Don Jorge Salazar Hernández.
Con mis mejores deseos,
Enrique Chávez Maranto
enrique.chm@gmail.com
Estimado Enrique:
ResponderBorrarHay muchos héroes anónimos en nuestra sociedad. El ejemplo que hoy nos regalas debe servir para hacer un reconocimiento sincero a todos aquellos -hombres ó mujeres- que se afanan por extender la mano a sus semejantes.
Te mando un abrazo.
Carlos González Barreto
Carlos, hay que buscar más ejemplos de estos y más allá de reconocerlos, imitarlos.
ResponderBorrar¿Te imaginas lo que el mundo cambiaría si hicieramos un acto bueno todos los días en favor de alguien que incluso no conozcas?
Saludos cordiales,
Enrique