domingo, 10 de mayo de 2009

Naufragio...

Impulsada por el viento la pequeña goleta de dos palos surcaba el mar con la proa a sotavento con las bordas apenas salpicadas por las olas… A bordo, reinaba el optimismo pintando de buen humor los rostros de quienes esperaban pronto dejar atrás la rutina y el tedio de una travesía que, como en tantas otras, la marinería escasamente había enfrentado retos. Como siempre todo había sido viento en popa y solo restaban un par de jornadas más para arribar con la bodega repleta de mercaderías al puerto que habían dejado muchos meses atrás.

Nada, pensaban, se interponía para llegar a casa y disfrutar con los bolsillos llenos del solaz de una buena temporada en tierra firme… hasta que de súbito el viento cesó y en la mar sosegada se hizo el silencio que ensombreció los rostros de todos los de a bordo.

-¡Vamos! ¡Vamos! ¡Qué aquí no ha pasado nada! ¡Qué ya vendrá el viento! Gritó el novel capitán buscando levantar el ánimo de su decaída tripulación... solo que el miedo recorrió todos y cada uno de sus huesos… Había escuchado que cuando esto ocurría no tardaría en llegar la mar de viento… ¡No podía ocurrirle eso en su primer mando! ¿Qué hago? Gritó para sus adentros…

-¡Capitán! ¡Capitán! ¡Al horizonte! Gritó el vigía cuando vio venir la mar arbolada… y ahí comenzó la debacle…


Un capitán inexperto, un barco sin los avíos necesarios y una tripulación desidiosa son la receta perfecta para el naufragio y así ocurrió. Ninguno llegó a puerto. Solo unos cuantos restos aparecieron al cabo de los días en las playas para hacer viudas y huérfanos en aquella pequeña isla perdida en la inmensidad del mar océano…

Todas las crisis sobrevienen cuando salimos de la zona de confort en la que todo es previsible y está bajo control. El viento franco, sostenido y a favor, hacen de cualquiera un capitán pero solo hasta que, al preludio de la calma chicha, sucede la mar de viento, el barco empieza a ahocicar y a anegarse, la crisis se hace presente y pone a prueba al capitán, al barco, y a la tripulación.

Como consecuencia de una crisis solo hay tres resultados posibles: el desastre total como en el triste caso de la goleta; la supervivencia, que deriva de un capitán y una tripulación que comparten una cultura de previsión y disciplina que sistemáticamente observa los cambios en su entorno para detectar las amenazas. Una cultura que constantemente se pregunta ¿Qué pasaría si…? y en respuesta prepara planes de contingencia, se ejercita y hace acopio de los avios necesarios para enfrentar las posibles tormentas. El otro resultado posible es el fortalecimiento, sin embargo puede uno supervivir pero no fortalecerse, salvo que asumamos la actitud correcta ante los hechos…

México está enfrentando a un mismo tiempo tormentas de todo tipo: la económica con la recesión; la sanitaria con una epidemia inédita de influenza; la política con un país dividido e instituciones demeritadas y, entre otras tormentas más, la inseguridad con la guerra en contra de la delincuencia organizada y el narcotráfico. Dentro de toda esa triste realidad nacional, las buenas noticias son que en la crisis sanitaria se ha dado el liderazgo que logró evitar el pánico; logró comprometer alrededor del interés de la nación a los políticos que dejaron de lado sus diferencias para sentarse a la misma mesa; y que también logró motivar a la ciudadanía a asumir una actitud responsable de forma tal que ahora el problema está en vías de solución, no así sus consecuencias que se sumarán necesariamente a las de las otras tormentas en curso.

Nuestra goleta está a merced del embate de vientos como tal vez nunca enfrentó en el pasado pero el irse a pique no es opción, se mantendrá a flote; sin embargo la gran pregunta es que sucederá el hipotético día después, cuando al hacer el recuento de los daños se determine que su magnitud, como ya lo es, es mayúscula. ¿Asumiremos la actitud de víctimas de las farmacéuticas, de los Estados Unidos, del gobierno, de oscuros conspiradores, de los alienígenas –hubo quien dijo que la epidemia llegó del espacio- como muchos hicieron justo en medio de la crisis de la influenza inundando la Internet con mensajes que solo sembraron la desconfianza? o, ¿Asumiremos la experiencia, justo como eso, como una experiencia que nos debe llevar a todos a una nueva actitud para fortalecer a México?

De que México saldrá adelante con mayor o menor daño, no cabe duda, pero… ¿Les caerá el veinte a los políticos para hacer prevalecer el interés nacional sobre el interés de los mismos de siempre? ¿Continuarán los eternos rivales sentándose a la misma mesa? ¿Les caerá el veinte a los ciudadanos para asumir una actitud responsable empezando por acudir todos a votar por México en las próximas elecciones?

¿Saldrá fortalecido México?

Con mis mejores deseos,

Enrique Chávez Maranto
enrique.chm@gmail.com

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