Recuerdo muy bien cuando Juanito presentó su primer examen. No, no fue en el jardín de niños, se equivoca usted. Fue en la salita anexa a la sala de parto donde presentó la prueba de Apgar que aplican a los recién nacidos. Pobrecillo, ¿Qué pensaría él, primero al ser expulsado sin previo aviso de su cómodo refugio para inmediatamente después enfrentarse a su sinodal pediatra?
¿Pensaría? Más bien debo preguntar ¿Qué sentiría Juanito en ese momento? Porque como todo recién nacido que se respete no sabía hablar, ni “pensar” en nuestros términos. No conocía entonces si lo que sentía era “frío” o “calor”, no conocía si lo que sentía era “brillantez” u “oscuridad.” Era la inocencia pura alejada de verbos y sustantivos que expresaba sus sentimientos con toda la fuerza de su Ser.
Ante su examinador, lloró y eso le valió dos puntos, pataleó fuerte y sumó otros dos, aspiró hondo, el color de su piel se tornó rojizo y llegó a seis; caminó unos pasitos colgado de los dedos del pediatra para totalizar ocho, y el “tun qun taca” de su corazoncito latiendo aceleradamente -supongo que del susto- finalmente le valió, sin estudiar, ¡Un perfecto 10 de calificación!
Momentos más tarde, ya en los amorosos brazos de su madre, se sumió en un sueño placentero con la discreta y pícara sonrisa que –ya todo un adulto- aun pinta su rostro cuando duerme. Y sintió hambre –sin saber que era hambre- y lloró fuerte; y sintió sueño –sin saber que era sueño- y durmió como lirón – sin saber que era un lirón…
Así hasta que un buen día pronunció su primera palabra: Mamá. A la que siguieron muchas otras, después su primera frase, hasta el día en que aprendió a preguntar y preguntó ¿Qué es eso? apuntando con su dedito… Un árbol… ¿De qué color es? Verde… ¿Por qué? Día tras día, una y otra vez como una pequeña pero potente aspiradora de conocimientos…
Y no faltó quien le enseñara a Juanito que eso era “bueno” y aquello “malo”, que había ricos y pobres, bonitos y feos, inteligentes e ignorantes, víctimas y victimarios, fuertes y débiles, fieles e infieles, de izquierdas y derechas, políticos y ciudadanos, honestos y ladrones, conscientes e inconscientes, egoístas y humildes, ateos y practicantes, laicos y religiosos, y poco a poco, perdió la inocencia aquella hasta terminar describiéndose a sí mismo en esos términos pensando, ahora sí, con verbos, sustantivos y adjetivos lo que otros antes habían acordado… dejando de sentir la vida, para pensar que la vivía…
“Cogito ergo sum” locución latina traducida frecuentemente como “pienso, por lo tanto existo” es un planteamiento filosófico de René Descartes (1596–1650), encontrado en su famoso Discurso del método escrito en el año de 1637, el cual se convirtió en el elemento fundamental del racionalismo occidental.
Como consecuencia, por encima de cualquier otra consideración, en nuestro mundo prevalece la razón que ha depositado los sentimientos en el fondo de nuestra caja de herramientas y colocado al mundo en el estado en que se encuentra. Así, para recuperar los equilibrios perdidos y aquella inocencia pura alejada de verbos y sustantivos… necesitamos como contrapeso otro planteamiento, “Siento, por lo tanto vivo”
Con mis mejores deseos,
Enrique Chávez Maranto
enrique.chm@gmail.com
Twitter @enriquechm
Conforme pasa nuestro tiempo de vida nos vamos haciendo duros por temor a sufrir, al que dirán,por pena ... Dejamos muy escondido el derecho y el gusto de sentir y disfrutar un leve rayo de sol en una mañana fría, la sonrisa de un niño,la mirada dulce de un perro.No sólo hay que sentir también actuemos para que la gente reciba nuestros mejores sentimientos. Felicidades por el articulo.
ResponderBorrarUn placer leerle como siempre, me hizo recordar que leì hace poco tiempo, necesitamos urgentemente volver a los bàsicos, es cierto las principales lecciones las aprendemos en KINDER GARDEN verdad? solo que las olvidamos.
ResponderBorrarUn abrazo
Vivo por lo tanto Siento
ResponderBorrarEl problema es que se habla de la "prevalencia de la razón" en estos tiempos, pero yo la verdad sigo siendo testigo de que en muchas personas prevalecen los sentimientos y, desgraciadamente, éstos no son positivos. Mucha gente va por la vida caminando como The Walking Dead, preocupándose únicamente por satisfacer sus necesidades básicas de alimento, sexo y descarga emocional, sin razonar si eso es lo que quieren de sus vidas o si están perjudicándose/beneficiándose a sí mismos o los demás. No creo tanto que el problema sea de que hemos olvidado los sentimientos, sino que hemos olvidado sentir en conciencia y, en general, hacer todo en conciencia.
ResponderBorrarEstimado Enrique: Maravilloso artículo. El pensamiento cartesiano que ve a la razón como elemento fundante de la existencia humana, ha negado la importancia de nuestras emociones y de nuestra corporalidad sumiéndonos en un mundo de fantasías, de abstracciones y de suposiciones que muy frecuentemente confundimos con la realidad.
ResponderBorrarUn placer leerte. Mis felicitaciones.
Juan Carlos Guzmán
Me encantó, desde que empezamos a contarnos historias en nuestra cabeza acerca de las cosas, dejamos de vivir para pensar que vivimos. ¡Excelente!
ResponderBorrarFísico yo creo que el planteamiento final "siento por lo tanto vivo" es mas acorde con la actualidad ya que la intolerancia es el pan de cada día y cada día es peor. como siempre, sus comentarios siempre son muy positivos y me encanta leerlos. ¡felicidades!
ResponderBorrarElia*
"Siento, por lo tanto vivo" es una frase que hay que analizar para saber como nos afecta en nuestra vida diaria...
ResponderBorrarMuy buena reflexión..
De algunos de sus comentarios pienso que se me hizo "bolas el engrudo". Mi intención fue expresar que hemos perdido la inocencia que corresponde a nuestro verdadero Ser. Cuando hablo de la fuerza de los sentimientos, me refiero a los originales que no pueden describirse pues no hay símbolos para ello y que hemos olvidado como sentirlos a plenitud y a actuar en consecuencia. No me refiero a los sentimientos derivados de vivir un sueño que no es el nuestro. Trivializando, te sientes vivo sintiendo la lluvia caer sobre tu cuerpo pero piensas que eso está mal porque alguien te dijo que puedes pescar una pulmonia... en fin explicar el concepto es muy difícil. "Siento" lo que quiero decir al recordar un maravilloso amanecer pero no encuentro las palabras...
ResponderBorrarEstimado Enrique: si seguimos el camino de esa llegada al mundo, arribamos una cierta conclusión: siento entonces, existo. La razón de existir no es la razón sino el sentir. En psicoanálisis el sentimiento no se reprime, está alojado en el cuerpo: sientes vergüenza y tienes el sentimiento en el cuerpo:la piel rojiza.La angustia sólo es corporal: está en el plexo.Saludos
ResponderBorrarGRACIAS ENRIQUE... TU REDACCIÓN DE HOY, ME EVOCÓ RECUERDOS DE ME JUVENTUD...DONDE UN DIA DESPUES DE LA VISTIA A VARIOS PRESTIGIOSOS MEDICOS PARA QUE ME QUITARAN LIQUIDO SINOBIAL DERRAMADO EN MI MUÑECA... FUIMOS A DAR COMO ULTIMA INSTANCIA CON UN "HUESERO"... QUIEN DESPUES DE ANALIZAR CON DETENIMIENTO LA "BOLA" DE LIQUIDO EN MI MUÑECA, AGARRO UN TOMO DE UN LIBRO ENORME COMO UNA BIBLIA Y TRAS DECIRME QUE DOBLARA MI MUÑECA AL MAXIMO POSIBLE Y SIN MOVERLA... !!!ME HA DADO TAN TRMENDO GOLPE CON EL LIBRO!! ... QUE DESPUES DE UN PROLONGADO GRITO DE DOLOR, LE RECLAME... !!! "OIGA, ESO DOLIO MUCHO!!!".... A LO QUE EL HUESERO SONRIENTE CONTESTO... "EXCELENTE!!! ESO SIGNIFICA QUE AÚN ESTAS VIVA!!!".
ResponderBorrarSALUDOS
MONICA
La redaccion de esta semana me hizo recordar esta frase de Paulo Coelho..."Un amigo medico me dice:
ResponderBorrarnacemos con sólo dos tipos de miedo: a caernos y a los ruidos fuertes.
El resto la sociedad nos los enseña."... excelente post!!
¡EXTRAORDINARIO!
ResponderBorrarHas escrito la esencia de toda existencia, nunca he estado más de acuerdo con esa frase como hasta ahora.
Como sociedad, nos encontramos atrapados en el nominalismo y conceptualismo de la vida, olvidando que la base de todo lo que somos y de lo que nos hace compasivos unos con otros, es precisamente que sentimos.
Es precisamente ésta, la interminable lucha por demostrar que los seres sintientes no somos sólo aquellos que hablamos, ya que “hablar” es simplemente otro nominalismo. Todos los seres sintientes se expresan de una u otra manera, y el que no los comprendamos, no quiere decir que no tengan un idioma de expresión propio de su esencia… El mismo que teníamos nosotros al momento de nacer.
Siento, por lo tanto vivo. Esa sí es una base para que todos los que intercambiamos oxígeno en este planeta, seamos dignos de derechos y de ser tratados con compasión.
Cuando alcancemos la meta de volver a la pureza de nuestro ser, seremos capaces de vivir con el precepto: ¡Sientes… Por lo tanto, vives! Ese es un ideal que todos tenemos la capacidad de alcanzar.
Sigo insistiendo Enrique, que tus reflexiones cada vez sonmejores, sencillas, profundas y elegantes.
ResponderBorrarUn abrazo y Felicidades