-¿Sabes qué tipo de camión va delante de nosotros?
Al dirigir mi vista hacia adelante la carretera lucía vacía no había tráfico a favor, tampoco en contra así que conteste...
-¿Camión? ¿Cuál camión? No veo nada.
-Sí, delante de nosotros va uno. No lo ves porque está después de la siguiente curva. Y después de reír al notar mi cara de confusión exclamó parafraseando a Galileo “No lo ves y sin embargo ¡ahí va! Es un carguero lento con el escape del motor diesel colocado en forma vertical. Cuando su conductor hace un cambio de marcha exhala una buena cantidad de humo que se puede observar aun cuando no se vea el camión. ¿Qué no lo viste?
-A ver, otra pregunta. ¿De qué es ese pequeño charco que se ve a media carretera? ¡Fácil! pensé para mis adentros y ni tardo ni perezoso contesté de inmediato: ¡Agua!
-Equivocado. La respuesta correcta es agua y aceite. El agua se ve brillante, pero cuando tiene aceite en la superficie muestra reflejos tornasolados.
-¡La última! ¿Qué harías si el coche que viene en sentido contrario invade tu carril? No supe que contestar y quedó claro que mi esperanza de ser el piloto emergente a mis escasos 15 años había salido, en ese viaje, volando por la ventanilla.
La prueba anterior, que reprobé naturalmente, cuando no disminuí la velocidad y “choqué” contra el camión por alcance; por “derrapar” el auto al pasar sobre el charco con de agua con aceite y finalmente por no saber qué hacer cuando el otro invadió mi carril; vino a cuento por un joven conductor que, kilómetros atrás, estuvo a punto de accidentarse al adelantar imprudentemente a otro auto.
Mi Maestro –Sí, con M mayúscula- sabía leer e interpretar las señales de la carretera por lo que conducía con mucha seguridad. Era un conductor experto–y veloz cuando se lo proponía- que se había formado a lo largo de muchos años conduciendo todo tipo de vehículos en carreteras no precisamente en las mejores condiciones en una época donde las autopistas aún eran escasas y los baches –como ahora- abundaban. Una sola palabra lo diferenciaba –amén de la edad- de aquel joven e imprudente conductor: la experiencia.
Experiencia que se podría transmitir en un proceso gradual a las nuevas generaciones, con títulos y doctorados, para superar la curva de aprendizaje y enfrentar la responsabilidad del futuro. Proceso que lamentablemente no ocurre para desgracia de muchas organizaciones y del país. De esto hay muchos ejemplos, pero hay uno que es causa de mucho sufrimiento por las atrocidades que diariamente ocupan las páginas de los periódicos. Las acciones del gobierno para combatir la delincuencia han dado como resultado un cada vez más joven, y cada vez con menos experiencia, liderazgo en las organizaciones criminales.
Recuerdo haber conocido a un delincuente ya entrado en años que dirigía a una banda de facinerosos. Frío y calculador “leía la carretera” para evitar el enfrentamiento, decía “eso no es bueno para el negocio”; él castigaba a quienes de su gente empleaban la violencia por “quítame estas pajas” o violaban la más elemental de las reglas: no meterse con la familia del rival. Hoy visten ropa de marca, pero no solo son violentos. No respetan reglas y buscan controlar por el terror ante la falta de experiencia para ejercer su liderazgo.
La experiencia importa, no en balde mi Maestro conductor jamás tuvo un accidente. En cambio hoy las ciudades y las carreteras están tintas con la sangre de miles de bajas por causa de los muchos conductores imprudentes que se enfrentan cotidianamente en la guerra contra el narcotráfico. Aunque ya no la quieran llamar así.
Con mis mejores deseos…
Enrique Chávez Maranto
enrique.chm@gmail.com
Twitter @enriquechm
Las ideas son por los demás... así que en este espacio encontrarás las ideas que antes no lo eran por quedarse en la intimidad de mis temores. No serán buenas, ni malas, acaso ideas que lo serán por tí.
domingo, 30 de enero de 2011
8 comentarios:
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Experiencia... y falta de esta, como trasmitir respeto y no miedo... como trasmitir entrega y pasión por una causa y no lambisconeria e hipocresía por un puesto o un beneficio personal, como trasmitir honor si no hay palabra!!... con el ejemplo busquemos, los ejemplos y compartamos la experiencia... sigamos juntos!!
ResponderBorrarMuy bueno Enrique!...
ResponderBorrarMe gusto la párabola de la experiencia del conductor en analogía con la de los líderes de organizaciones, criminales o no.
Saludos
LG Flores M
P. D. Manuel García Estrada -http://twitter.com/#!/ManuelGarciaEst- te ha Twiteado: "Enrique Chávez Maranto http://bit.ly/gLcuze "El conductor", interesante texto."
ResponderBorrarQue bien!
Saludos
LG Flores M
Así es, ante la muerte de los líderes del narco, toman las riendas cada vez más jóvenes que ya no respetan ni siquiera códigos de honor que respetaban sus mayores. Cada vez son más violentos y carecen de la experiencia de sus antecesores. ¿En qué va a terminar esta supuesta "lucha contra la delincuencia organizada"? (que además es un fraude, pues no persiguen empresarios que lavan dinero del narco ni políticos coludidos).
ResponderBorrarmuy interesante y reflexivo texto. La analogia final muy buena y de pensarse.
ResponderBorrarGracias
La curva de aprendizaje:
ResponderBorrarBueno, podrías haber escrito un poco mas al final para la analogía con el narco, pero... Es excelente tu artículo, me atrapó y es muy buen ejemplo para que lo lean los chavos. Un abrazo!
Atte
ResponderBorrarModesto
EL CONDUCTOR DEL CUENTO QUE ANDA POR TODAS LAS CARRETERAS DEL PAIS REGANDO SANGRE Y MAS SANGRE HASTA SUMAR 35,000 CADAVERES HA RESULTADO SER EN SU GUERRA (LUCHA) PERSONAL EL PELIGRO CONSUMADO PARA MEXICO. SE LLAMA FELIPE Y ES CALIFICADO POR EL FISGON COMO EL PEQUEÑO. FELICIDADES POR EL ESCRITO.
ResponderBorrarSALUDA HECTOR MORENO.