sábado, 31 de marzo de 2012

Amor a México


El viernes pasado inició formalmente un capítulo más de la historia de México.

En este nuevo tomo, como en los correspondientes a la conquista o a la Revolución Mexicana por mencionar solo un par de ejemplos, se dará cuenta de nosotros como los soldados anónimos que por convicción, o secuestrados por la moderna leva de la mercadotecnia política, haremos legítimo al líder que conducirá a nuestro país hacia un futuro promisorio o al más rotundo de los fracasos. Yaoquizqueh se denominaba a los mexicas; a nosotros, los del 2012, ciudadanos.

Los dos últimos capítulos relatan que en el año 2000, la mayoría motivada por el resentimiento al PRI, hicimos de Vicente Fox Quesada y Martha Sahagún la pareja presidencial. Después en el año 2006, con un PRI aun sin sanar las heridas causadas por la derrota de Roberto Madrazo Pintado, muchos nos dejamos llevar por el miedo a Andrés Manuel López Obrador, y Felipe Calderón Hinojosa hoy es presidente.

Dos breves capítulos en los cuales; más allá de los logros, que los hubo; solo queda, en uno, el anecdotario con el registro entre muchos otros, del beso de la pareja presidencial en la plaza de San Pedro; y del actual, la cuenta aun no cerrada que acumula cientos de miles de huérfanos, viudas esposas, padres… las verdaderas víctimas de una violencia exacerbada y de crueldad inaudita.

Y en todos los tomos, de todos los periodos, una constante: la corrupción.

La pregunta a contestar, es cómo deseamos que se nos califique cuando concluya el capítulo que hoy empieza pues, cómo es evidente, el tiempo de exigir a otros el cambio se agotó. Ahora tenemos que hacer nuestra parte pues el magma contenido durante tantos años en las profundidades de la tierra, hoy aflora multifacético con toda su furia destructora.

Furia que solo podrá enfrentarse con la participación de todos los ciudadanos bajo un liderazgo visionario;  fuera de toda duda, legítimo; con el capital político obtenido por la suma sus votos, con la humildad necesaria para sumar a los mejores dejando al margen a las militancias, y una voluntad férrea para enfrentar los retos y transformar al país.

Es difícil que hombres ó mujeres de esa talla existan y nuestro menú, para todos los efectos prácticos, contempla únicamente tres alternativas: Josefina Vázquez Mota, Andrés Manuel López Obrador y Enrique Peña Nieto. No hay más. Pregunto, ya votamos en el 2000 impulsados por el resentimiento, después en el 2006 por el temor, ¿Cuál será la fuerza que nos debiera impulsar el próximo primero de julio?

El sufragio es un derecho y también la obligación mínima de los ciudadanos con la patria, pues solo a nosotros corresponde, apelando a la razón y al sentimiento, realmente convencidos de nuestro candidato, brindarle un voto por Amor a México.

Si eso hacemos, con cualquiera que ciñere la banda presidencial, tendríamos ganada la mitad de la batalla.

Reciban un afectuoso abrazo,

Enrique Chávez Maranto
enrique.chm@gmail.com
twitter.com/enriquechm
www.ramari.blogspot.com

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