domingo, 12 de abril de 2009

Vía crisis...

-¡Aceptadas! Te llamo luego…

Con ese breve mensaje de texto concluyó Catáfito la breve comunicación sostenida a finales del año pasado cuando tuve que ofrecer disculpas por descubrir un poco el velo de su anonimato en mi artículo sobre el Vía crucis “Mateo 16:28... De Hamburgo a Estambul”… Como corresponde a su don de gentes, Catáfito me disculpó y se comprometió -como siempre- a llamarme en un “luego” que se extendió cuatro meses justo hasta hoy cuando recibí sus comentarios a mi nota “Pinta de Amor tus labios” escrita sobre la fuerza de las palabras, a propósito de la Semana Santa.

La vida, -me dijo Catáfito- sin Amor no tiene sentido. Así como el Amor puede mover montañas; el Amor puesto en los labios puede sanar las heridas hechas por las palabras y sí, sin duda alguna, la Semana Santa es el momento propicio para ayunar de las palabras hirientes y nutrir con frases sanadoras el espíritu de quienes nos rodean, porque -dice y dice bien- más dolor que el de las palabras hirientes, causan las palabras que negamos a quien espera ansioso escucharlas de nuestros labios…terminó su comentario confiándome con humildad: -No tienes idea de cuanto me remueve y cuanto me ayudan tus palabras...

Esas fueron en síntesis, las palabras de un muy querido grupo de mis lectores que pintando de Amor sus labios hicieron honor a la Semana Santa. Palabras que me permití poner en la boca del hipotético Catáfito quien seguramente tendrá a estas alturas nuevas experiencias que acumular como añejo observador de nuestras vicisitudes.

El título de esta nota he de agradecerlo a otro buen amigo con quien disfruté de una buena charla, de la brisa fresca del norte y de la esplendida vista del mar el sábado pasado a la sombra del recién estrenado techo de palma de nuestro bar preferido, la Guabina. Ese día tocamos muchos temas entre los que inevitablemente surgió la tan comentada “crisis” que ahoga al mundo y de ahí al juego de palabras, solo nos tomó un momento: Vía “crisis” definida como lo que hemos padecido, padecemos y por lo que veo continuaremos padeciendo al menos por un buen rato…mientras como dice el filósofo Don Teofilito, las cosas sigan cambiando para no cambiar… como en la playa…

¡ Hummm... ! Dichosos jueves y viernes de Semana Santa… la arena, el entusiasmo por estar ahí peleando por un espacio, donde cientos de émulos del Gordo y el Flaco, los Virutas y Capulinas modernos, divertidos unos, enojados otros, concentrados en el instructivo los que lo tenían, afanosos todos, intentaron no siempre con éxito, armar las carpas para proteger del inclemente sol a las dulcineas que las había de todas las tallas, a los borrachos de todos los calibres, a los niños con la cubeta y la palita en ristre; a la suegra y a la abuelita; y hasta la mascota quien seguramente en su perruno lenguaje se preguntaba… ¿A qué fregaos me trajeron?

Y de la torta al pambazo, y de los tacos de carnitas a sepa que tantos platillos más a los que agregamos el refresco para los niños, el vinito –pero no de consagrar precisamente- para las señoras; la cerveza, el ron y el whisky para los adultos invitados unos, gorrones y colados otros, quienes, al caer de la noche, cuando de deshacer el tinglado se trataba, escabulleron el bulto dejando solo al compadre tostadito por el sol, sufriendo ya los síntomas de la resaca, arrastrar lastimosamente las rejas de refrescos, la hielera, las sillas, las mesas y la condenada carpa ya incompleta a esas horas.

Todo eso en el escenario pero atrás, en la tramoya, cientos de policías, salvavidas, marinos, empleados de limpia pública, bomberos, médicos, voluntarios y autoridades haciendo su callada e ingrata labor, sufrieron su muy particular vía crisis mientras nosotros, los turistas… disfrutando del sol, la playa, las olas, las bebidas, la vista… ¡En la fiesta!. A todos ellos mi más sincero reconocimiento.

Temprano por la mañana: ¿A dónde va vecino? ¡A la playa, a la playa! ¡Le invito a mi carpa! De 8 a 10 horas después… ¿De donde viene vecino? Se le ve cansado… De la playa vecino, de la playa… estaba el calor de la chi…flusca... y ¡Canijos! Nadie se acomidió para echarme siquiera una manita… ¡Como todos los años vecino… como todos los años…!

Con mis mejores deseos,

Enrique Chávez Maranto

3 comentarios:

  1. Con un ecxelente humor y muy buena narrativa, me contagias en todas las historias Enrique. Creo que debes "refrescar" este artículo y actualizar su fecha para que los que te leen puedan disfrutralo, a lo mejor lo hicieron y no enviaron comentarios. En fin Gracias y Felicidades- Seguimos

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  2. dice ecxelente debe decir: excelente
    Saludos

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